REVISTA DE LA FACULTAD DE
CIENCIAS DE LA SALUD
ISSN 1390-7581
REE Volumen 10 (2) Riobamba jul. - dic. 2016
Consideraciones prácticas sobre epilepsia y manejo anestésico
Practical considerations on epilepsy and anesthetic management
(Artículo de revisión)
Autores:
Karen Viviana Sierra Parrales
Daniela Elizabeth Miñaca Rea
Iván Wladimir Galarza Altamirano
1Universidad San Francisco de Quito, Quito, Ecuador.
Autor para correspondencia: Karen Viviana Sierra Parrales. Correo electrónico:
kvsp_02@hotmail.com. Teléfono celular: 0991898561. Teléfono: 052923367
RESUMEN
La epilepsia es una enfermedad caracterizada por la alteración de la actividad eléctrica
cerebral. Las crisis epilépticas se clasifican en tres grupos: parciales, generalizadas y
desconocidas. El diagnóstico se establece a través de la correlación clínica y
electroencefalografía. El tratamiento antiepiléptico de mantenimiento depende del tipo
específico de crisis. El estatus epiléptico constituye la persistencia de una crisis convulsiva
por más de cinco minutos (para efectos clínicos) que requiere un manejo farmacológico
intensivo con, benzodiacepinas, fenitoína, fenobarbital y otros medicamentos. La conducta y
manejo del procedimiento anestésico en el contexto de un paciente con epilepsia, requiere
una adecuada valoración preoperatoria para indagar la existencia de comorbilidades,
características de las crisis, farmacoterapia que recibe y sus interacciones con determinados
agentes anestésicos. En pacientes epilépticos se debe evitar la administración de aquellos
anestésicos que han demostrado efectos proconvulsivantes (etomidato, ketamina, enflurano,
sevoflurano, fentanil, alfentanil, remifentanil, meperidina, entre otros). Considerándose
como agentes anestésicos seguros: benzodiacepina, tiopental, propofol (a pesar de su efecto
proconvulsivante en algunos casos), isofurano, halotano, desflurano, entre otros.
Palabras clave: epilepsia, preparaciones farmacéuticas, manejo de atención al paciente.
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ABSTRACT
Epilepsy is a disease characterized by the alteration of brain electrical activity. Epileptic
seizures are classified into three groups: partial, generalized and unknown. The diagnosis is
established through clinical correlation and electroencephalography. The maintenance
antiepileptic treatment depends on the specific type of crisis. The epileptic status constitutes
the persistence of a convulsive crisis for more than five minutes (for clinical effects) that
requires intensive pharmacological management with benzodiazepines, phenytoin,
phenobarbital and other medications. The behavior and management of the anesthetic
procedure in the context of a patient with epilepsy requires an adequate preoperative
assessment in order to research the existence of comorbidities, characteristics of the seizures,
pharmacotherapy received and their interactions with certain anesthetic agents. The
administration of those anesthetics that have shown proconvulsivantes effects (etomidato,
ketamine, enflurano, sevoflurane, fentanyl, alfentanil, remifentanil, meperidina, among
others) should be avoided in epileptic patients. Benzodiazepines, thiopental, propofol
(despite its proconvulsive effect in some cases), isofuran, halothane, desflurane, among
others are considered as safe anesthetic agents.
Keywords: epilepsy, pharmaceutical preparations, patient care management.
INTRODUCCIÓN
La Epilepsia constituye una patología neurológica generada por un desequilibrio en la
actividad eléctrica del cerebro que se caracteriza por la presencia de descargas neuronales
sincronizadas, paroxísticas y excesivas. Presenta un curso crónico y progresivo que se asocia
a secuelas neurobiológicas, conductuales y cognitivas.(1,2)
La Organización Mundial de la Salud (OMS) para el 2017 ha publicado que cada año se
diagnostican un estimado de 2.4 millones de casos de epilepsia. Aproximadamente cincuenta
millones de personas en el planeta padecen esta patología y alrededor del 80% de ellos
habitan en países subdesarrollados. Cerca del 75% de las personas afectadas por epilepsia
quienes viven en países con bajos ingresos económicos no reciben el tratamiento requerido
para el control de la enfermedad y se calcula que sólo el 70% de los pacientes tratados,
responden favorablemente a la medicación. (3). Según los datos del Instituto Ecuatoriano de
Estadísticas y Censos (INEC), durante el 2015 se produjeron 4.262 egresos hospitalarios por
epilepsia en Ecuador.(4)
La epilepsia es una de las enfermedades neurológicas más frecuentes y representa un
problema de salud pública, tiene un elevado costo de tratamiento, así como también un alto
gasto derivado del control y manejo de sus secuelas. Debido a su alta prevalencia global y la
escasez de investigación del tema en Ecuador se plantea desarrollar la presente revisión con
el objetivo de conocer los aspectos clínicos más relevantes de la epilepsia, clasificación y
aspectos prácticos del estatus epiléptico. En este artículo se investiga sobre las pautas y
recomendaciones actuales disponibles en la literatura sobre el manejo anestésico del paciente
epiléptico, interacciones farmacológicas entre antiepilépticos y anestésicos, efectos
pro-convulsivantes de los agentes anestésicos y abordaje anestésico en la cirugía de la
epilepsia.
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El objetivo principal es realizar una revisión integral que permita comparar los enfoques y
resultados de varias investigaciones en esta materia para poder elaborar una serie de
sugerencias que contribuyan al manejo anestésico del paciente epiléptico basadas en la
evidencia médica consultada.
DESARROLLO
Se han propuesto diversas clasificaciones para sistematizar el estudio de los síndromes
epilépticos. Sin embargo, la más aceptada mundialmente por su practicidad clínica, es la
propuesta por la Comisión de Clasificación y Terminología de la Liga Internacional contra la
Epilepsia (ILAE) en 1981, recientemente modificada en 2010. Esta última versión divide las
crisis epilépticas en tres grupos principales: a) parciales o focales; b) generalizadas y c)
desconocidas (1). (Véase Anexo 1, tabla 1).
A) Crisis parciales o focales: Se caracterizan porque se originan en redes neuronales
pertenecientes a un solo hemisferio. En la clásica definición de la clasificación de la ILAE de
1981, este tipo de crisis se dividía en 3 variantes: a) parciales simples (sin compromiso de la
conciencia); b) parciales complejas (con afectación de la conciencia); y c) parciales con
generalización secundaria.(5). Sin embargo, la clasificación de 2010 de la ILAE elimina estos
subtipos. No obstante, sugiere describir las crisis parciales incluyendo los siguientes términos
del glosario semiológico: con o sin aura, con preservación o afectación motora, con o sin
manifestaciones autonómicas, con compromiso o conservación de la conciencia, mencionando
que estas crisis pueden evolucionar a formas bilaterales o generalizas.(1) Esta modificación ha
desatado polémica y no es plenamente aceptada por algunos investigadores. (6)
B) Crisis generalizadas: Se caracterizan porque surgen de forma abrupta e involucran de
manera rápida a redes neuronales de ambos hemisferios cerebrales, afectando al sistema
reticular activador ascendente, por lo cual comprometen el estado de conciencia. Se
clasifican según la ILAE 2010 en:(1) ausencias, mioclónicas, clónicas, tónicas, atónicas y
tónico-clónicas.
Crisis de ausencias: se subdividen a su vez en:
Típicas: consisten en episodios que cursan con compromiso de la conciencia, con una
duración estimada entre 10 a 30 segundos, que pueden asociarse de forma especial a
mioclonías, automatismos orales, manuales, parpadeos, relajación de esfínteres, hiper o
hipotonía muscular, pueden ocurrir varias veces en un lapso de 24 horas y se inician
generalmente por periodos de hiperventilación.
Atípicas: presentan compromiso leve de la conciencia, son de inicio y culminación
menos abrupto, cursan con hiper o hipotonía, pero presentan la característica diferencial
de no desencadenarse por la hiperventilación.(1,2,7)
Crisis mioclónicas: se caracterizan por contracciones musculares que inician y terminan
rápidamente (<0.1 segundos), con una duración corta, que pueden presentarse a nivel del
tronco, extremidades, músculos faciales, involucrando algunos músculos o distintos
grupos musculares, son desencadenadas frecuentemente por la privación de sueño. Se ha
descrito que pueden estar asociadas a componente tónico o atónico. (1,2,5,7)
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Crisis tónicas: cursa con hipertonía muscular y puede presentarse alteración del estado de
conciencia.
Crisis atónica: se caracteriza por pérdida del tono muscular, con caídas súbitas y puede
acompañarse frecuentemente a pérdida de conciencia.
Crisis clónicas: se presentan Con mioclonus que se repiten con una frecuencia de 2-3 por
segundo. (1,2,5)
Crisis tónico-clónicas: se evidencian clínicamente por producir un compromiso abrupto
de la conciencia, con episodios de contracción tónica y clónica de las extremidades
superiores e inferiores, concomitantemente sialorrea, retroversión ocular, apnea,
midriasis y cianosis, abrasión de la lengua, relajación de esfínteres. Presenta un periodo
postconvulsivo, (denominado post ictal) que se manifiesta generalmente con
somnolencia, confusión, mialgias, náuseas y cefalea. (1,2)
C) Crisis desconocidas: en este apartado se incluyen los espasmos epilépticos y otras
variedades de crisis epilépticas que no entran en las categorías anteriores. Esta tipificación de
crisis desconocidas es un nuevo aporte de la clasificación de la ILEA publicada en 2010.(1).
Estatus epiléptico
La Epilepsy Foundation of America (EFA) y la International League Against Epilepsy
(ILAE) definen el estatus epiléptico como la duración de un episodio ictal mayor o igual a 30
minutos o cuando se producen 2 o más crisis sin recuperación completa del estado de
conciencia entre ellas.(1,8) Puede ser convulsivo (Tónico-clónico, tónico, clónico,
mioclónico o parcial con síntomas motores) o no convulsivo (crisis de ausencia, parcial con
síntomas sensitivos). (8,9) Sin embargo, otros investigadores han definido el estatus
epiléptico cuando el episodio es convulsivo generalizado y la duración es mayor o igual a 5
minutos. Esto con el objeto de interrumpirla precozmente, evitar mayores complicaciones
respiratorias, cardiovasculares o neurológicas y para disminuir el riesgo de refractariedad al
tratamiento.(10) Se habla de estatus epiléptico refractario, cuando las crisis se prolongan por
más de una hora luego de comenzar la terapia o en aquellos casos en los que se ha cumplido
con la administración de benzodiacepinas, con dosis de carga de difenilhidantoina o
fenobarbital.(11)
El manejo farmacológico de emergencia, ante un estatus epiléptico, dependerá
fundamentalmente del lugar donde se encuentre el paciente y el tiempo transcurrido desde el
inicio del estatus epiléptico. En el estadio temprano (dentro de los primeros 30 minutos de
iniciado el estatus epiléptico), una vez en el hospital si la crisis persiste por 5 minutos, se debe
administrar: a) Lorazepam: 0,1-0,15 mg/kg intravenoso (IV) o b) Diazepam: 0,3 mg/kg IV +
Fenitoína: 10-20mgs/kg IV (2,8,9). En el estadio establecido (más de 30 minutos de iniciado
el estatus epiléptico), si la medicación anterior ha fallado, el paciente debe ser trasladado a
Unidad de Cuidados intensivos (UCI) y administrar: Fenobarbital 10-20 mg/kg o Ácido
Valpróico: 20 -30 mg/kg IV (2,9,10).
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Si fracasa esta medicación se debe iniciar las medidas terapéuticas del estadio refractario, que
involucran: Midazolam: (dosis inicial: 0,2 mg/kg IV y Mantenimiento: 0,05 mg. - 0.2 mg
/kg/hora) o Propofol: (inicial 1-2 mg/kg y Mantenimiento: 2-4 mg/kg/hora) o Coma
barbitúrico con Pentobarbital: (dosis carga: 5-20 mg/kg y Mantenimiento: 1 - 3 mg/kg/hora)
o Tiopental:(inicial 100-250 Mg. en 2 minutos y Mantenimiento: 3-5 mg/kg/hora).(2,8,9)
Siempre se debe asegurar un soporte ventilatorio adecuado debido al riesgo de depresión
respiratoria e inestabilidad hemodinámica que puede generar el tratamiento antiepiléptico.
(2,8,11)
Interacciones medicamentosas entre los fármacos antiepilépticos de mantenimiento y
los agentes anestésicos.
a) Fenitoína: presenta un adecuado índice de efectividad en el tratamiento de las crisis
parciales y generalizadas. Regula la excitabilidad neuronal principalmente mediante el
bloqueo de los canales de sodio voltaje dependientes; y en menor grado el transporte de calcio
en la membrana neuronal.(12) Este medicamento puede ocasionar disminución de las
concentraciones plasmáticas de propofol, midazolam, tiopental, relajantes musculares no
despolarizantes y opioides.(13,14)
b) Carbamazepina: se indica para el tratamiento de las crisis parciales con y sin síntomas
motores, así como en la neuralgia del trigémino. Modifica la conductancia iónica al sodio,
estabilizando la membrana.(12) Disminuye las concentraciones séricas de propofol,
midazolam, tiopental, relajantes musculares no despolarizantes y opioides.(14) Se ha
registrado aumento de predisposición a hepatotoxicidad luego de la anestesia con halotano y
enflurano.(14) Por lo cual, debe elegirse con precaución los fármacos anestésicos empleados
en los pacientes que reciben carbamazepina.
c) Fenobarbital: pertenecen al grupo de los barbitúricos y es eficaz en todos los tipos de crisis
epilépticas, excepto en las crisis de ausencias.(12) Su mecanismo de acción consiste en
modular la acción postsináptica del GABA y bloqueo del efecto excitador ejercido por
glutamato sobre el receptor AMPA (2,12). Cabe señalar que el consumo de fenobarbital ha
demostrado que puede incrementar la toxicidad de algunos anestésicos implementados por
vía inhalatoria, prefiriéndose en este caso usar el isoflurano.(14)
d) Ácido Valpróico: es un fármaco que ha demostrado un buen rango de eficacia, en todas las
epilepsias generalizadas. Su mecanismo de acción consiste en inhibir la inactivación del ácido
gamma amino butírico (GABA), mediante el bloqueo los canales de sodio voltaje
dependientes.(12,15) Se ha demostrado que puede incrementar el efecto farmacológico de
diazepam, fenitoína, por la ocupación de los sitios de las proteínas plasmáticas a las que se
unen estos fármacos. Adicionalmente se ha demostrado que su uso crónico puede incrementar
la concentración sérica de fenobarbital. La mayoría de sus interacciones se deben a que es un
inhibidor enzimático del sistema microsomal hepático.(12)
Es importante destacar que las interacciones farmacológicas entre los antiepilépticos y los
agentes anestésicos constituyen un proceso de alta complejidad en el que interviene
fundamentalmente el sistema enzimático del citocromo P450. De forma general se puede
señalar que la carbamazepina, la fenitoína y el fenobarbital son potenciales inductores de este
complejo enzimático, por lo cual, reducen las concentraciones séricas de tiopental,
midazolam, propofol, opioides y bloqueantes musculares no despolarizantes.
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Todo esto puede implicar que se requieran mayores cantidades de agentes anestésicos por vía
endovenosa en el transcurso de la inducción y mantenimiento; así como se asocia a un
incremento en el volumen de opioides y bloqueantes musculares no despolarizantes
empleados durante el procedimiento.(16). Existen por otra parte, otros antiepilépticos como
la lamotrigina, topiramato, oxcarbazepina y gabapentina que presentan menor interacción
farmacológica con los agentes anestésicos.(7,17,18)
Consideraciones prácticas de los agentes anestésicos en contexto de la epilepsia
Existen diversos fármacos anestésicos, que presentan particularidades importantes al
momento de evaluar su uso en pacientes epilépticos. Las benzodiacepinas, son fármacos que
potencian la acción inhibitoria del ácido GABA e hiperpolarizan la neurona. Por esa razón
poseen un efecto anticonvulsivo favorable que en la práctica permite su aplicación frecuente
en el estatus epiléptico. Sin embargo, pueden ser pro-convulsivantes en el contexto del
síndrome de Lennox-Gastaut(13,19,20) Por lo tanto la administración de benzodiacepinas
debe manejarse con precaución si el paciente recibe fenobarbital o carbamazepina,
antiepilépticos que pueden incrementar los efectos depresores a nivel central y respiratorio
cuando se combinan con agentes anestésicos.(13)
El propofol es un fármaco utilizado con frecuencia durante la sedación, inducción y en el
mantenimiento de la anestesia, así como en el estatus epiléptico refractario. Existen casos
reportados en la literatura que advierten la aparición de convulsiones asociadas la
administración de propofol en pacientes con epilepsia, por lo cual debe manejarse con
precaución.(21,13,19,20,22)
Se ha registrado que la aplicación de flumazenil, para revertir la sedación con
benzodiacepinas en pacientes con epilepsia, se asocia con la aparición de convulsiones.(23)
Por consiguiente, la administración de flumazenil debe ser evaluada con cautela.
La Ketamina presenta una controversia en la literatura consultada debido a que existen
trabajos que respaldan el efecto anticonvulsivante cuando se combina con benzodiacepinas o
propofol en los casos de estatus epiléptico refractario.(19,24) Por otra parte, existe evidencia
clínica creciente que apoya el efecto proconvulsivante de la ketamina.(25) Siendo así, no se
sugiere su utilización de forma general en el manejo anestésico de pacientes epilépticos.
El etomidato presenta efecto proconvulsivante demostrado en varias investigaciones, por lo
cual se recomienda no implementarlo en pacientes con epilepsia.(19,26)
La Meperidina es un opioide utilizado como coadyuvante en la anestesia regional y general.
Presenta un metabolito proconvulsivante, la normeperidina, por lo cual debe evitarse su
utilización en pacientes epilépticos; especialmente si existen condiciones en las que se limite
la eliminación del metabolito, como por ejemplo: insuficiencia renal, tratamiento con
fenitoína, fenobarbital o clorpromazina y anemia drepanocítica.(13,19)
El uso de fentanil, alfentanil y remifentanil se ha asociado en algunas investigaciones a la
aparición de cambios epilépticos en el electroencefalograma; en consecuencia, se debe
manejar con estricta vigilancia su administración en pacientes epilépticos. (27,28)
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El isoflurano, en la mayor parte de estudios realizados no demuestra efectos
proconvulsivantes(21,13,20) En oposición, existe evidencia aislada que describe su potencial
acción epileptógena.(29) En vista de la controversia existente se recomienda precaución al
usarse en pacientes epilépticos.
El sevoflurano y el enflurano, presentan asociación con potencial epileptógeno, comprobado
con electroencefalograma, con mayor riesgo si la concentración es mayor a 2 CAM
(enflurano) y 1,5 CAM (sevoflurano) e hiperventilación.(29,30)
No se ha reportado un efecto estimulante de la epilepsia de la morfina cuando es administrada
por vía endovenosa. Su aplicación a nivel epidural en pacientes epilépticos se ha asociado
con un efecto proconvulsivante.(13,19)
En los pacientes tratados de forma crónica con fenitoína y carbamazepina se ha demostrado
una disminución de la duración del efecto del rocuronio, pancuronio y vecuronio.(31,32,33)
Por lo cual, los bloqueantes neuromusculares deben monitorizarse en aquellos pacientes que
recibieron tratamiento antiepiléptico.(13)
Los anestésicos locales a dosis elevadas han demostrado un efecto proconvulsivante.(20) Por
otra parte, los anestésicos regionales se han vinculado a toxicidad sistémica que se relaciona
con la aparición de cuadros convulsivos. Presentando mayor frecuencia cuando se utiliza
bupivacaína y en procedimientos de anestesia epidural y caudal.(13,34)
Conducta y manejo anestésico perioperatorio en el contexto de pacientes con epilepsia.
a) Fase preoperatoria
Primero, en lo referente al manejo preoperatorio es necesario tomar en cuenta las
comorbilidades del paciente, especialmente las neurológicas que condicionen riesgo de
broncoaspiración. Se debe detectar si existen elementos que puedan detonar un evento
convulsivo en el periodo perioperatorio como la privación de sueño, el ayuno,
hiperventilación, alcoholismo, estrés y la ingesta de fármacos proconvulsivos.(21,13) El
tratamiento antiepiléptico debe ser implementado hasta el día de la intervención,
considerando siempre si existen interacciones con los medicamentos anestésicos a
administrar.(21) En lo relativo al estudio de los niveles séricos de los anticonvulsivantes está
indicado cuando se presente insuficiencia hepática o renal, incremento reciente de la dosis,
trastornos hidroelectrolíticos o arritmias cardiacas.(13) La recomendación general a tomar en
cuenta durante la elección de la medicación preanestésica es optar por benzodiacepina.(7)
b) Fase operatoria
En lo referente al manejo intraoperatorio, se debe realizar monitorización estricta y usar la
forma invasiva cuando el acto quirúrgico o condiciones clínicas son complicadas.(7) Durante
la inducción anestésica en el paciente con epilepsia, se debe evitar la utilización de etomidato
y ketamina.(13) Por otra parte, es importante destacar que los agentes más empleados de
forma rutinaria durante esta fase son: las benzodiacepinas, el propofol (a pesar de su efecto
proconvulsivante en algunos casos) y el tiopental.(7) Para el mantenimiento de la anestesia,
se sugiere la administración por vía inhalatoria de isoflurano, debido a sus propiedades
aticonvulsivantes, con la precaución de evitar la hipocapnia y asegurando unas
concentraciones menores a 1,5 de Concentración Alveolar Mínima (CAM).(7)
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El halotano y el desflurano pueden ser empleados con seguridad en el paciente epiléptico. Por
otro lado, el uso de enflurano, sevoflurano u óxido nitroso no se recomienda en estos
casos.(7,35) Debido al efecto proconvulsivante de la meperidina, no se sugiere su empleo en
pacientes con epilepsia. El uso de la morfina no está contraindicado en el paciente epiléptico. (7)
Los procedimientos de anestesia regional en pacientes que reciban tratamiento antiepiléptico
debe realizarse con precaución y control de los análisis de la coagulación, debido a que la
mayor parte de estos medicamentos pueden generar diátesis hemorrágica.(13). Se deben
adoptar medidas terapéuticas oportunas para evitar la hipotensión, hiperventilación,
hiponatremia e hipoxia, debido a que constituyen factores que pueden detonar eventos
convulsivos durante el curso intraoperatorio.(20,13)
Aunque las convulsiones en el periodo perioperatorio son poco frecuentes, se ha registrado
mayor incidencia en población pediátrica y en pacientes con epilepsia refractaria a
tratamiento con varios antiepilépticos. (7) La presentación de una convulsión en el contexto
perioperatorio puede implicar hipoxia cerebral, prolongación de apnea postoperatoria, que
repercuten en mayor necesidad de ventilación mecánica, así como puede generar arritmias e
insuficiencia cardiaca.(7,21,13)
Ante la aparición de un cuadro convulsivo en periodo perioperatorio, se debe instaurar un
adecuado soporte ventilatorio y cardiovascular, así como una monitorización estricta de los
signos vitales.(21,13) Si la convulsión presenta una duración mayor a 5 minutos se debe
iniciar tratamiento farmacológico con lorazepam (2 mg IV) o diazepam (5 mg IV). Si la
convulsión persiste, se implementa una segunda dosis de benzodiacepina asociada a fenitoína
sódica a razón de 20 mg/kg en 30 minutos. En caso de convulsiones refractarias al
tratamiento anterior, se puede utilizar fenobarbital a dosis de 1,5 mg/kg/minuto, si persiste la
crisis convulsiva: midazolam a 0,1-0,3 mg/kg en 2 a 5 minutos, seguido de infusión de
0,05-0,4 mg/kg/hora o propofol a 1-2 mg/kg seguido de infusión de 2-10 mg/kg/h o tiopental
a dosis de 5-10 mg/kg en 10 minutos, seguido de infusión de 100-400mgs mg/h o lidocaína a
1,5-2 mg/kg en 2 a 5 minutos, seguido de infusión de 2-3 mg/kg/h por 12 horas o ketamina a
dosis de 50-100 mg seguido de infusión de 50-100 mg/h o isoflurano a concentraciones de
0,5 - 1,5%.(7,36)
c) Fase postoperatoria
El manejo durante la fase postoperatoria del paciente epiléptico incluye iniciar el tratamiento
antiepiléptico. Si el periodo de ayuno está entre 12 y 24 horas, puede iniciar tratamiento
anterior al tolerar la vía oral. En pacientes con ayuno superior a 24 horas, se indicará la vía
parenteral con fenitoína (3 mg/kg/día) o fenobarbital (2-3 mg/kg/día), fraccionado en 2-3
dosis diarias, hasta que se restituya la vía oral.(13)
Se sugiere realizar control de los niveles plasmáticos de los medicamentos
anticonvulsivantes durante las primeras 48 horas posteriores a la intervención quirúrgica para
descartar alguna alteración de la concentración de proteínas séricas, trastorno del
metabolismo hepático o excreción renal que pueda generar una variación considerable en su
patrón de distribución y condicionar por ende la aparición de complicaciones.(13,37)
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Manejo anestésico en la cirugía de la epilepsia
En lo referente al manejo quirúrgico, esta fase del tratamiento se reserva para los casos de
epilepsia refractaria a la dosis máxima de medicamentos de primera línea, involucra la
resección cortical focal, lobectomía frontal o temporal anterior, hemisferectomía, calostomía,
aplicación de estimulador del nervio vago, la elección del procedimiento dependerá
fundamentalmente de la localización y extensión del foco epiléptico , tipo y severidad de la
crisis, comorbilidades del paciente y riesgo quirúrgico.(7,38)
El manejo anestésico del paciente sometido a cirugía de la epilepsia, puede aplicarse tanto
con sedación- analgesia, como con anestesia general, la elección dependerá de los resultados
aportados por las evaluaciones neurológicas y psicológicas previas a la cirugía.(39) La
cirugía de epilepsia plantea una serie de consideraciones prácticas y alternativas al
anestesiólogo durante el procedimiento quirúrgico, entre ellas se pueden mencionar: a)
proporcionar anestesia local y sedación de larga duración para la ejecución de la
craneotomía; b) realizar técnica anestésica dormido-despierto-dormido (que permite al
neurocirujano efectuar una resección más segura del área afectada, preservando en la medida
de lo posible las áreas del lenguaje, memoria y de relevancia motora), c) restricción en la
aplicación de fármacos anestésicos con actividad pro-convulsiva o que reduzcan los registros
electroencefalográficos. (40)
Con relativa frecuencia se utiliza previo a la cirugía, el test de Wada, con el objetivo de
evaluar las estructuras temporales mesiales de cada hemisferio de forma independiente,
dominancia cerebral del lenguaje, función de memoria de cada hemisferio, lateralización del
foco epiléptico y para poder establecer un pronóstico sobre el riesgo de presentarse
complicaciones asociadas a alteración importante del lenguaje o memoria ocasionadas por la
cirugía de la epilepsia. Se fundamenta en la administración intracarotídea de amobarbital,
también se emplea de 1 a 7 mg methohexital al 1% y 20 mg de propofol.(41)
El anestesiólogo debe tomar en cuenta una serie de aspectos, durante la cirugía de la
epilepsia:
a) La ejecución de craniectomía en paciente despierto está contraindicada si existe vía aérea
difícil;
b) No administrar benzodiacepinas como medicación preanestésica, ni barbutúricos debido a
las modificaciones que producen en el trazado del electroencefalograma usado durante la
cirugía para establecer las relaciones electroclínicas;
c) Mantener preservado el nivel de alerta del paciente durante las pruebas neuropsicológicas
de función motora y lenguaje;
d) Suspender o reducir la sedación en lo mínimo posible, posterior a la incisión y
levantamiento del colgajo musculo-cutáneo, con el objeto de que el neurocirujano pueda
ubicar los puntos anatómicos claves en función de la respuesta del paciente a las pruebas
neuropsicológicas;
e) Adoptar una ubicación que le permita tener contacto visual y verbal con el paciente;
f) Si existe obstrucción de la vía aérea, se prefiere el uso de mascarilla laríngea, debido a la
posición del cabezal de Mayfield que dificulta la realización de la laringoscopia;
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g) Administrar oxigenoterapia con gafas nasales en el transcurso del procedimiento;
h) La capnografía se puede realizar mediante la conexión de un catéter de teflón de 18-19G,
en la porción de las puntas nasales que se introduce en las narinas, debiendo evitarse la
hiperventilación por su efecto desencadenante en algunas crisis epilépticas;
i) Si la craneotomía es extensa o condiciona sangrado importante, se aconseja la colocación
de una sonda vesical para evaluar el balance de líquidos;
j) La sedación se inicia antes de la incisión con fentanilo (0.5-0.75 μg/kg) y propofol (0.7 μ
g/kg iv), con la prioridad de mantener la vigilia del paciente durante las pruebas
neuropsicológicas, así como para no interferir con las pruebas de estimulación del foco
epiléptico;
k) En el empleo de anestesia local para colocar el cabezal o fijación esquelética craneal, se
aconseja una mezcla de lidocaína al 1% y bupivacaína al 0.25% con adrenalina al 1: 200,000,
usando un volumen de 40 ml;
l) Se debe disponer de fármacos para corregir la presentación de náuseas, vómitos o episodios
de crisis convulsivas. (40)
Para seleccionar los agentes anestésicos a emplear en esta cirugía, se debe conocer la
medicación que recibe el paciente, teniendo en cuenta que aquellos individuos que reciben
carbamazepina, fenitoína o fenobarbital por tiempo prolongado requieren mayores dosis de
opioides, barbitúricos y relajantes musculares no despolarizantes, por lo cual debe vigilarse
y monitorizarse su administración.(16,40) En caso de administrar propofol, se debe iniciar
con bolos de 1 mg/kg y continuar con infusión de 75 μg/kg/min, con dosis suplementarias de
0.5 mg/kg e incrementar la infusión a 125 μg/kg/min, pero se ha reportado interferencia por
generación de incremento en la actividad de ondas beta con el trazado del
electroencefalograma.(40) Sin embargo, otros autores recomiendan la combinación de
remifentanilo y propofol en las craneotomías con paciente despierto(42) o
dexmedetomidina.(43)
En caso de elegirse la anestesia general para la inducción, se aconseja utilizar un barbitúrico
como el tiopental en conjunto con el fentanyl o la combinación de propofol y etomidato. Este
último se asocia a nausea y vómito post operatorio. Si existen dificultades para la lectura
intraoperatoria de los registros electroencefalográficos es útil emplear dosis bajas de
etomidato (5-10 mg), por su efecto procovulsivo que permite incrementar la amplitud del
trazado. Por otra parte, si no está planteada una electrocorticografía durante el periodo
operatorio, se aconseja un régimen con halogenados como isofluorano, sevofluorano o
desfluorano, en conjunto con fentanyl.(39)
CONCLUSIONES
La conducta y manejo del procedimiento anestésico en el contexto de un paciente con
epilepsia, requiere una adecuada valoración preoperatoria para indagar la existencia de
comorbilidades, características de las crisis, farmacoterapia que recibe y las posibles
interacciones de estos tratamientos con determinados agentes anestésicos. Es de vital
importancia que el anestesiólogo evite en pacientes epilépticos, la administración de aquellos
anestésicos que han demostrado efectos proconvulsivantes importantes.
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Conflictos de interés: las autoras declaran no presentar ninguno.
Declaración de contribuciones:
Sierra Parrales trabajó en la concepción y en la redacción final. Miñaca Rea realizó la
investigación documental y búsqueda electrónica de la información y en la redacción final.
Galarza Altamirano realizó la revisión sistemática de la literatura, concepción y revisión final
del manuscrito.
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ANEXO 1
Tabla 1. Clasificación de las crisis epilépticas
Fuente: Berg A, Berkovic SF, Brodie MJ, Buchhalter J, Cross JH, Van Emde Boas W, et al.
Revised terminology and concepts for organization of seizures and epilepsies: report of the
ILAE Commission on Classifications and Terminology, 2005-2009. Epilepsia 2010; 51:
676-85.
Recibido: 12 de mayo de 2015
Aprobado: 19 de enero de 2016
Crisis epilépticas generalizadas
Ausencias (típicas o atípicas)
Tónico-clónicas
Mioclónicas
(puras, atónicas, tónicas)
Clónicas
Tónicas
Atónicas
Crisis epilépticas parciales o focales
Con auras, síntomas motores autonómicos,
con alteración o preservación del estado de
conciencia o generalización secundaria.
Crisis epilépticas desconocidas
Espasmos epilépticos
90