REE Volumen 15(3) Riobamba sep. - dic. 2021
FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD
ISSN-impreso 1390-7581
ISSN-digital 2661-6742
Estrago materno y función materna en madres adolescentes. Un recorrido teórico y clínico
Maternal damage and maternal function in adolescent mothers. A theoretical and clinical
approach
https://doi.org/10.37135/ee.04.12.11
Autoras:
Alejandra Salomé Sarmiento Benavides1 – https://orcid.org/0000-0002-6404-418X
María Verónica Egas Reyes2 – https://orcid.org/0000-0002-5361-8213
1Universidad Nacional de Chimborazo, Riobamba-Ecuador.
2Pontificia Universidad Católica del Ecuador, Quito-Ecuador.
Autor de correspondencia: Alejandra Salomé Sarmiento Benavides. Email: asarmiento@u-
nach.edu.ec. Teléfono: 0984258784. Dirección postal: Ayacucho entre Pichincha y García
Moreno. Riobamba, Chimborazo, Ecuador.
RESUMEN
El embarazo en la adolescencia implica múltiples cambios somáticos, sociales y psicológicos.
En esta última dimensión, estrago y función materna constituyen dimensiones que requieren de
atención comúnmente. La bibliografía ofrece una amplia gama de abordajes teóricos que se
reflejan en la práctica psicoanalítica, al respecto se presenta una revisión apoyada en las expe-
riencias aportadas por especialistas en esa área. La información se recolectó en bases de datos
científicas reconocidas, tesis de graduación en repositorios universitarios y organizaciones no
gubernamentales de reconocimiento mundial por su actividad de asesoría, investigativa y acadé-
mica. Fundamentalmente, la información teórica se organizó de manera cronológica, la que
luego fue confrontada con las declaraciones de los profesionales entrevistados. Durante el
proceso, se siguieron los principios éticos investigativos universales, en garantía de la calidad y
rigor de las fuentes consultadas.
Palabras clave: conducta materna, psicoanálisis, embarazo en adolescencia.
ABSTRACT
Teenage pregnancy involves multiple somatic, social and psychological changes. In this last
dimension, damage and maternal function constitute dimensions that commonly require atten-
tion. The bibliography provides a wide range of theoretical approaches that are reflected in
psychoanalytic practice. In this regard, a review supported by the experiences contributed by
specialists in this area is presented. The information was collected in recognized scientific data-
bases, graduation thesis in university repositories and non-governmental organizations of world-
wide recognition for their advisory, investigative and academic activity. Fundamentally, the
theoretical information was organized chronologically, which was later compared with the state-
ments of the professionals interviewed. During the process, the universal investigative ethical
principles were followed in order to guarantee the quality and rigor of the searched sources.
Keywords: Maternal Behavior, Psychoanalysis, Pregnancy in Adolescence.
INTRODUCCIÓN
Generalmente, la madre asume la satisfacción de las necesidades del niño/a durante sus primeros
años de vida; quien, además, introduce al hijo/a en la estructura del lenguaje. Maternidad y femi-
nidad son procesos que se contraponen en cada mujer en el intento de alcanzar la sensación de
plenitud.
(1)
Freud es el primero en plantear elementos asociados con el complejo de castración en la relación
madre-hija, señalando que se genera una extrañación en forma de hostilidad, con el reproche de
la segunda por traerla incompleta. El término estrago (ravage) propuesto por Lacan establece
indicaciones sobre la dinámica en el lazo afectivo de la madre con su hija, asegura que sostenerla
puede llegar a ser insoportable, a tal punto en el que la mujer renuncia a su feminidad para ser
toda-madre, es ahí donde convierte a la hija en su objeto de deseo y la absorbe, en algunos casos
ocasionaría que en su vida adulta inicie una relación afectiva con una pareja que podría conver-
tirse en su estrago.
(2)
En la adolescencia, el individuo construye su identidad sexual, reorganiza las identificaciones y
reemplaza al Gran Otro primordial por el Otro social, se trata de un estado de transición que
promueve la autonomía psíquica.
(3)
La gestación y maternidad implican procesos biológicos,
psíquicos y sociales que suponen retos para las madres adolescentes, entre los que destaca la
posible separación de la estructura familiar.
(4)
Feminidad y función materna
El concepto de maternidad desde punto de vista biológico se asume como un proceso de cambios
fisiológicos en el organismo de la mujer con el fin de la gestación y el parto. El enfoque socioló-
gico vincula la maternidad con la familia, comprendiendo que es necesaria la presencia de un
sujeto femenino que posibilite la concepción de los hijos y asuma su cuidado, en medio de un
sistema social que tiene como objetivo primordial la reproducción. La teoría psicoanalítica plan-
teada por Sigmund Freud en 1910 manifiesta que: “el amor de la madre por el lactante […]
posee la naturaleza de una relación amorosa plenamente satisfactoria”. Esta última sugiere que
ese lazo genera sensaciones de agrado y autorrealización en la madre, similares a las que se
producen en las relaciones de pareja.
(5)
Durante su etapa como lactante, el sujeto está invadido por sensaciones provenientes del
ambiente que aún no asimila, debido a que se encuentra en el proceso de separar su yo del
mundo externo. Ese infante requiere asistencia permanente para satisfacer sus necesidades de
forma inmediata para su supervivencia: alimentación, vestimenta, sueño y protección. Además,
precisa de acompañamiento durante la construcción de su aparato psíquico por una persona que
asume la función materna.
(6)
El vínculo que desarrolla el bebé con su cuidador representa un lazo afectivo recíproco y primor-
dial, creándose características psíquicas importantes para su desarrollo que lo acompañarán
durante toda la vida. Generalmente, la madre asume la función materna, la que participa directa-
mente en el desarrollo psicosexual del niño/a mediante caricias, besos y abrazos, despertando
formas placenteras y de excitación sexual en el lactante que se generan en las zonas erógenas.
(7)
La masculinidad se vincula con la actividad y la agresividad; mientras que, la feminidad lo hace
con la pasividad. Sin embargo, la madre mantiene una postura completamente activa, lo que se
evidencia en el acto de la lactancia, esta entrega una parte de ella al hijo/a, controlando cuánto y
cuándo el bebé puede hacerlo.
En los primeros años de vida, el infante no ha desarrollado aún una postura con respecto a la
sexualidad. En las edades de 5 y 6 años, el niño/a atraviesa una etapa de complejo edípico,
descubriendo la diferencia sexual. Al ser poseedor del falo, el varón experimenta la castración al
final, pero la hembra descubre su falta y vive la castración antes; por lo tanto, su superyó no
alcanza la fuerza y el significado que viene de la cultura. La niña que asume su feminidad en
plenitud, implementará una búsqueda inconsciente de ese objeto fálico en la adultez a través de
la procreación con una pareja (un hijo la hará sentirse completa).
(8)
Melanie Klein atribuye gran importancia a la relación que desarrolla la madre con el niño/a. Esta
permite establecer relaciones relaciones de defensa, ansiedad y objeto en el lactante durante los
primeros meses de vida. En los primeros 3 o 4 meses de vida, el bebé atraviesa la posición esqui-
zoparanoide, colocando sus impulsos agresivos sobre el objeto en dependencia de la satisfacción
que este le proporcione. Posteriormente, pasa a la posición depresiva, percibiendo a la madre
como un objeto completo y se relaciona con ella de esa manera, en ciertos momentos experimen-
ta ambivalencias afectivas, por atravesar impulsos de amor y odio que intensifican su deseo de
aniquilar a la madre mala y perpetuar a la buena.
(9)
Cuando el vínculo entre el lactante y la madre no se consolida en afecto de felicidad, puede
deberse a conflictos contradictorios que atraviesa el niño/a, conduciéndolo a posibles fracasos
en el futuro. Las relaciones sociales podrían construirse en base a ansiedades exacerbadas sin
procesar. También, se pueden observar depresiones anormales o inesperadas en los bebés, las
que surgen de las dificultades generadas en esta relación primordial, disminuyendo su deseo.
(10)
Acerca de la existencia de un superyó primario, se piensa que el lactante realiza una introyección
precoz sobre los objetos buenos y malos que representan para él los fragmentos del cuerpo de la
madre, configurando al superyó como una parte del yo, que intenta regular esta agresividad e
impedirse provocar algún tipo de daño a la madre. Propone que el surgimiento del complejo de
Edipo se produce desde los cinco y seis meses de edad, cuando se atraviesa la posición depresi-
va, donde comienza a percibir el daño que causa con sus impulsos agresivos.
(11)
La frustración producto del destete genera el surgimiento del complejo edípico, aflorando
impulsos sádicos fortalecidos por las frustraciones anales y el sentimiento de culpa consecuente
de la formación del SuperYo que se establece por las fijaciones pregenitales. La fase preedípica
tiene una inclinación femenina, caracterizada por una tendencia sádica que se vincula con el
impulso epistemofílico, que conduce al infante varón a identificarse precozmente con la madre.
El cuerpo biológico de ella se convierte en la fuente de deseos y provocaciones sexuales, que son
poseídos imaginariamente por el hijo. Específicamente, zonas como los pechos representarán
abundancia, provocando que se establezca cierta envidia y competencia entre el niño y la madre.
En la infante mujer aparece la conciencia de la carencia del pene y percibe que la madre posee
el del padre, acercándose a este mediante una relación seductora y envolvente que genera mayor
distancia con la madre.
(12)
Durante la infancia, la niña es influenciada por las experiencias preedípicas y edípicas incons-
cientemente, influyendo en la búsqueda de una relación de pareja durante la vida adulta en su
búsqueda por satisfacer sus fantasías sádicas sexuales. Si logra ese éxito, la mujer siente que
alcanzó el lugar que tuvo su madre, haciéndola merecedora de los privilegios que le fueron arre-
batados durante la niñez. Las características narcisistas en la madre, la impulsan a buscar gratifi-
caciones personales que consigue a través de sus hijos, generando dependencia de estos que la
hacen indispensable y prolonga esa relación simbiótica.
(13)
Donald Winnicott plantea que, durante los primeros años de vida, el individuo debe vincularse
con un Otro materno para la supervivencia física y psíquica, configurando el perfil afectivo del
bebé. El infante debe saber manejar la separación de la madre, por lo que es importante crear un
espacio interpersonal. Este autor propone el término objeto transicional para el elemento donde
deposita sus afectos, permitiendo el corte necesario con la madre.
(14)
Los niños poseen el rasgo psíquico de bisexualidad, en el que se configuran elementos femeni-
nos y masculinos. Los primeros están asociados al ser y los segundos al hacer, ambos elementos
tienen una función determinada y son necesarios para la construcción del aparato psíquico.
(15)
En torno a la madre del lactante (que asume adecuadamente su función) existen elementos que
posibilitan el tránsito de la dependencia absoluta a la independencia del hijo/a:
(16)
Holding o sostenimiento, manera de acunar entre sus brazos al bebé, asociado con sensa-
ciones esporádicas que niegan la posibilidad de un reaseguramiento y contención de las
ansiedades psicóticas en base a la realidad externa del ser.
Manipulación, satisfacción corporal del niño mediante la relación psicosomática y la
coordinación.
Mostración de objetos, contacto entre el lactante y los objetos de su entorno.
Jacques Lacan manifiesta que el cuidador puede pertenecer al otro género, lo único que necesita
es amar y proteger al lactante de manera oportuna y apropiada. Por eso, resalta la relevancia de
la figura materna, por ser quien se convertirá en el Gran Otro primordial, posibilitando la cons-
trucción del cuerpo simbólico del infante mediante el lenguaje como discurso del Otro.
(17)
En la etapa de la niñez, el vínculo con la figura materna es esencial en el desarrollo del proceso
de constitución subjetiva denominado estadío del espejo, el que se genera entre los 6 y 18 meses
de edad. Aquí, se construye la imagen unificada del bebé que permite reconocerse a sí mismo y
a otros. Se configura el registro imaginario y el narcisismo, marcando el comienzo de la relación
del infante con su contexto.
(18)
La mujer vive la maternidad como un privilegio, puesto que el contacto físico le ofrece mucha
satisfacción narcisista. Los recuerdos y experiencias que la mujer vivió durante la infancia le
ayudan a crear y sostener el sentimiento materno, abrigando al lactante. Para el niño/a la imagen
del seno materno produce una sensación de protección y complementación; por lo que, al darse
el destete debe sublimar dicha pérdida.
(19)
Existe una relación entre el complejo de Edipo, el ideal del yo, el superyó y la realidad. El infan-
te adquiere identificaciones sexuales que posibilitan asumir el género para relacionarse con su
entorno, lo que se asocia al ideal del yo. La metáfora paterna que es el complejo de Edipo
propuesto con tres funciones simbólicas: objeto, deseo de la madre y del padre. Esta última
función introduce a todos los participantes en la metáfora, separando al niño del deseo materno
y permite el desarrollo el SuperYo y su propio deseo.
(20)
El goce que experimenta la mujer no es fálico. Al estar castrada, no tiene el temor que posee el
varón a perder el falo. No existe una forma de goce universal y generalizado que caracteriza a
las mujeres, pues la singularidad favorece una forma propia e individual de satisfacción.
(21)
Aproximaciones al estrago materno
El estrago materno se produce cuando la relación entre la figura materna y el niño se vuelve
absorbente. La palabra estrago proviene del término en francés “ravage” que significa devasta-
ción y destrucción. El infante se queda envuelto en el deseo mortífero de la madre que evidencia
la voracidad que ella ejerce en su función, provocando una descompensación a nivel del aparato
psíquico e impide la separación.
(22)
La maternidad es insuficiente ante la presencia del deseo y goce que experimenta el infante
cuando la madre se convierte en el vehículo que traslada el significante del nombre del padre
hacia el hijo/a y anula su deseo como mujer. Esto hace que sature la falta de su vástago, resultan-
do devastador.
(23)
La mujer elije inconscientemente el camino del estrago cuando surgen dos elementos: la actividad
evidenciada en todas las muestras de afecto hacia su hijo/a y la pasividad reflejada en los planos
social y sexual. La madre absoluta renuncia al placer que obtendría como mujer, lo que la conduce
a devorar al hijo/a, el segundo podría generar una fantasía masoquista en la vida adulta.
(24)
La relación estragante aparece cuando la figura materna no cuenta con los recursos simbólicos
suficientes durante los primeros años de vida del niño/a, incumpliendo con la función encomen-
dada, pudiendo significar que no existe el deseo materno o no lo ha desarrollado.
(25)
A través de la metáfora del cocodrilo, Lacan describe la manera en que opera el estrago materno:
la boca del animal representa el deseo materno; el infante, su alimento; el agua es el lenguaje y
la transmisión de significantes y la barra atravesada en la boca del cocodrilo se refiere al falo.
Así, sugiere que el deseo materno debe ser refrenado mediante el falo, existiendo una tercera
función que separa al niño/a de la figura materna e impide la depredación.
(26)
El deseo de la madre es mortífero si la relación afectiva con el niño/a es excesiva. Cuatro signifi-
cantes interactúan en el estrago: la devoración, lo insaciable, el capricho y la destrucción. Este
fenómeno provoca marcas irreversibles que se evidencian en individuos que no construyen una
inscripción simbólica, por la ausencia o poca presencia de la función paterna, conduciendo a
inexistencia de regulación del capricho materno.
(27)
El fenómeno del estrago puede verse de diferentes maneras:
(28)
Si está configurado desde la realidad no permite que el sujeto construya símbolos propios,
condenándolo a constituirse en objeto del Otro.
Elemento que impide al individuo relacionarse con el objeto fálico.
La madre fijada como el Otro, excluyendo al sujeto de la ley simbólica.
La relación madre-hija estragante con una connotación amorosa y torturante tiende a ser
devastadora y muy parecida al goce femenino pleno.
La presencia de la niña puede provocar que la madre experimente un desencuentro con su propia
castración, evocando las marcas producidas durante el complejo edípico de manera intolerable.
(29)
Cada mujer crea su propio modo de gozar y demanda un significante que le adjudique su identi-
dad de género. La construcción de su propia feminidad resulta uno de los propósitos de las niñas
al llegar a la adultez.
(30)
El estrago materno puede expresarse en forma de un amor excesivo o a través de una conducta
total o parcialmente despreocupada y/o negligente. La mujer que experimenta la maternidad
coloca al futuro bebé como un semblante, por el hecho de llevar un nuevo ser al interior de su
cuerpo, aparentando que va a constituirse en el objeto fálico que cubrirá su falta.
(31)
La complejidad subjetiva en el individuo se configura al no encontrar un objeto que le permita
establecer un anclaje fálico. En unas ocasiones, el partenaire simula un efecto similar, en otras,
los hijos/as se ubican como medio para esa satisfacción. Aunque, en la mayoría de casos esos
objetos no funcionan por un tiempo prolongado; de ahí, que la mujer busca otras vías para sobre-
llevar esa insatisfacción, pudiendo presentarse como síntoma o mediante el consumo de sustan-
cias, entre otras.
(32)
Pubertad, adolescencia y maternidad
El término Umgelstatung implica forma y morfos para referirse a la pubertad. Esta etapa del
desarrollo se conoce como la metamorfosis de la pubertad, en la que se reorganiza la vida sexual
infantil debido a que, las identificaciones y semblantes que construyó durante la niñez han perdi-
do la capacidad de sostenerlo. Además, enfrenta un despertar sexual distinto mediante recursos
imaginarios y simbólicos mucho más amplios, donde el otro ocupa un lugar primordial.
(33)
La pubertad puede ser vista como un túnel perforado que parte de las experiencias y recuerdos
infantiles hasta las escenas y fantasías asociadas a la sexualidad adulta. El púber se deslinda de
los objetos infantiles y empieza a vivir una transformación corporal progresiva que responde a
un nuevo modo de goce, escogiendo un objeto que garantice esa satisfacción. Además, el sujeto
pierde su concepción sobre los padres como Otros absolutos, ubicándolos como seres mortales
y reemplazables sin ninguna autoridad.
(34)
En la pubertad, el individuo experimenta un goce invasivo e irreconocible a nivel del cuerpo
real, sumando una imagen corporal retrógrada que no amortigua dicho goce. El sujeto asimila,
acomoda e introyecta ese nuevo esquema corporal, volviendo a desarrollar la conexión psicoso-
mática mediada por los registros imaginario, simbólico y real.
(35)
El empuje hormonal en la pubertad no implica cambios biológicos únicamente, pues está media-
do por el lenguaje y resulta una transformación total. Al finalizar este período, el ser humano
aprenderá un modo de relacionarse con el otro que ocupa el lugar de partenaire sexual.
(36)
En la adolescencia, se actualizan los conflictos sexuales latentes en la infancia del individuo,
exacerbando instancias psíquicas como la importancia del yo y la dinamización de los mecanis-
mos de defensa. Este es un proceso natural de descubrimiento personal a través de un desarrollo
emocional que debe vivirse plenamente. También se ve como una etapa denominada identidad
vs confusión o difusión, construyendo la identidad basándose en los recursos sociales que tiene
a su disposición, lo que implica un momento crítico en el que experimenta frustraciones, dudas,
imposición de metas, además de cambios afectivos y cognitivos.
(37)
Entre los impasses, pérdidas y construcciones que el adolescente atraviesa, la temporalidad
psíquica se presenta como un elemento relevante, ya que se trata de un estado que obliga al indi-
viduo a renunciar a la cobertura simbólica otorgada por el Otro primordial en la niñez. En esta
se producen reelaboraciones subjetivas congruentes con un cuerpo físico que produce asombro,
mientras se acompaña por el Otro en busca de encontrar un lugar y pertenencia en lo social. Así,
la temporalidad psíquica o lógica es el tiempo que requiere un individuo para procesar los cam-
bios biológicos y psicológicos, además de las manifestaciones pulsionales. Si no concibe esas
modificaciones, el individuo mantiene las marcas infantiles, obstaculizando la generación del
deseo singular.
(38)
Otro aspecto de gran importancia es la fantasía, el sujeto neurótico se sirve de diversos recursos
que no surgen de la realidad. La fantasía implementa una realidad paralela en la que la persona
se posiciona como protagonista de su historia, convirtiéndolo en un modo de sobrellevar la
angustia de vivir. El adolescente utiliza este recurso para movilizar el deseo, identificaciones,
ideales y la configuración de la imagen inconsciente del cuerpo.
(39)
Diversas experiencias inconscientes que el sujeto vive en la etapa pre y postnatal pueden consi-
derarse como la causa de conductas de riesgo, tales como:
(40)
La tendencia al suicidio ligada al deseo de la madre por interrumpir el embarazo o una
necesidad a terminar con su niñez.
La inclinación para fugarse, implicando una distancia ante el comportamiento cultural-
mente normalizado.
El consumo de drogas, como vía para mitigar los cambios que atraviesan, pudiendo
llegar a constituirse en un semblante temporal que estabiliza la libido ante la posibilidad
de procreación.
El embarazo para consolidar un corte de estado que agilite la llegada a la adultez.
La posibilidad de la concepción influye en la aparición de dos significantes que se complemen-
tan y marcan al sujeto femenino: ser mujer y ser madre. El primero se relaciona con el modo de
satisfacer el goce sexual, da respuesta al placer sexual masculino y le conecta con la identidad
femenina. El segundo está vinculado con la incógnita del origen mismo del ser: ¿de dónde veni-
mos?, lo que confronta a la realidad de la procreación y la búsqueda de consolidar al hijo como
el objeto fálico.
(41)
El embarazo se concibe como un llamado al Otro (madre, el padre, la pareja, etc.), en forma de
un mensaje que se requiere descifrar. Durante la adolescencia, este acto anuda dudas y probables
conflictos en la relación madre-hija, ya que ambas pasan a tener la misma posición.
(42)
Socialmente, el embarazo adolescente puede ser asumido como un descuido o un error que
demuestra la vulnerabilidad en la toma de decisiones por el individuo e involucra a toda la fami-
lia. Biológicamente, evidencia un estado adecuado de salud y madurez física. Emocionalmente,
muestra una aparente confusión y temor. Desde la perspectiva psicoanalítica, se cree que la
mujer desea inconscientemente ser madre, desde ese punto de vista, el embarazo adolescente es
deseado, aunque no sea planificado en algunas ocasiones.
(43)
Existen cuatro factores que influyen en el embarazo adolescente:
(44)
Lugar que ocupa en su grupo familiar y genera un deseo precoz de concebir un hijo.
Respuesta ante la relación de afecto con la figura materna.
Conflicto edípico mezclado con un error.
Deseo de tener progenie.
En la construcción de la identidad, el adolescente se confronta a un Otro exigente cultural ante
el que debe posicionarse y mantener un lugar social. Al convertirse en madre, algunas mujeres
adquieren la identidad que se ensambla con la adultez. En 2006, Amorín refirió que, la madre
adolescente deposita sobre el hijo/a la ilusión de mantener un hogar, sobrecargándolo de ideales
que puede asociarse con la satisfacción de carencias afectivas en su pasado.
(45)
Visión de la función y estrago maternos desde la práctica clínica
La entrevista a tres especialistas en psicoanálisis permitió observar que coincidieron al afirmar
que, en la clínica no es posible anticipar y generalizar las respuestas en sujetos bajo una situación
similar. La singularidad de cada caso atendiendo a los recursos simbólicos desarrollados.
Estos destacan que el parto no constituye el elemento que garantiza la formación del vínculo
entre recién nacido y la figura materna. Debe existir un proceso de acogida, adopción y deseo
por la madre. La adopción puede ser directa ante la ausencia del padre o mediada por este por su
presencia.
La maternidad y paternidad deben ser reforzados por otros componentes sociales. Las relaciones
totalmente armoniosas no existen, aunque no se evidencien ausencias, negligencias, reproches,
entre otros actos reprobables. Este desencuentro se refuerza con el desarrollo del lenguaje.
Algunas familias manifiestan una participación importante en la vida de las adolescentes emba-
razadas; sin embargo, no se observan lazos complejos con la figura materna y carecen de
elementos simbólicos suficientes, sin que se distingan los roles de sus miembros, siendo confu-
sos y precarios.
La repetición es parte de la realidad individual, pero existe una reactualización generacional que
plantea historias únicas, la que pudiera ser un modo de resolver situaciones inconclusas.
En ciertos casos y varios momentos, la madre se torna caprichosa, antojadiza y estragante,
pudiendo parar si se encuentra castrada, pero quedarán huellas en el hijo/a.
Las adolescentes que abandonan la formación escolar pierden un posible espacio para sublimar
la pulsión. Algunas instituciones educativas toleran el embarazo en sus entornos sin darles el
apoyo y acompañamiento necesarios.
Finalmente, concuerdan en que la adolescencia constituye un desafío debido a la incertidumbre
que genera el futuro en el sujeto, además de las dificultades simbólicas y reales que aparecen.
El especialista 1 afirma que la mujer que se convierte en madre genera la división primordial. La
adolescencia juega un papel fundamental en el desarrollo de la sexualidad y el embarazo precoz
obliga a renunciar a una parte de la feminidad tempranamente y reinventarse en su ser de mujer,
para cumplir con la función materna.
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ND
Además, refiere experiencias de casos donde el vínculo con la madre resulta traumático, destacando que
esta relación es susceptible a lo inesperado por la influencia de lo deseado y lo indeseado.
El estrago materno debe ser tratado cautelosamente, ya que podría culpabilizar a las madres, resaltando
dos indicaciones: la madre en la posición de la pareja (el hombre como estrago) y el hombre personifi-
cando a la madre.
Manifiesta que la madre se vuelve estragante al asumir plenamente ese papel y deja de ser mujer, asegu-
rando que existen casos en que la maternidad pone un freno al goce del sujeto al modificar su comporta-
miento a partir de la llegada de su hijo/a, pero separarla podría desubicarla nuevamente.
Acerca del embarazo adolescente, sostiene que en cada caso se manifiestan efectos diferentes ante
factores predeterminantes similares. Su participación en investigaciones posibilitó que encontrara
entornos familiares que conciben esta etapa de la vida como lo aceptable, en estos se comparte el espa-
cio físico y las funciones de los miembros.
Considera que, en determinadas condiciones sociales, el embarazo adolescente reiterado en una misma
joven se torna una decisión personal. Alude al caso observado en un documental con una chica de 12
años que se enorgullecía por ser pareja de un narcotraficante; su papá se sentía culpable y decía: “yo no
estuve ahí, yo pude haber evitado esto, yo me fui, no estuve, ella es una niña, ella se chupa el dedo para
dormir todavía”, visualizándose un acto fantasmático que sugiere un deseo por separarse de los padres,
sin que se constituyera en un acto logrado.
Concluye que detrás de las personas que ejercen los roles parentales hay hombres y mujeres, cuyas
particularidades identitarias más íntimas pueden explorarse mediante el psicoanálisis.
El especialista 2 concibe a la madre como un agente que posibilita la operacionalización de la función
del padre, introduciendo al infante en el lenguaje, produciendo la inscripción simbólica, le adjudica un
lugar y lo convierte en un objeto de deseo, a la vez que genera una hiancia que posibilitará que se vuelva
sujeto.
Con respecto a la dinámica entre madre e hija asociados al estrago, la primera tiene una actitud de recha-
zo; mientras que la segunda, de reproche. Entre ambas existe tendencia a la insatisfacción susceptible
de devoración. En algunos casos, esta dinámica se constituye en una queja histérica y no desencadena
en estrago.
En una experiencia de trabajo grupal con madres adolescentes, que se encontraban en un albergue de la
ciudad de Quito, percibió que existía una cierta correlación entre la condición económica, cultural,
social y el embarazo. Existía precariedad simbólica en las familias y relaciones casi de pares entre algu-
nas madres e hijas. Varias de estas chicas tenían posturas muy sexualizadas y no querían renunciar a
eso para asumir la maternidad. Una vez más, en una situación similar, algunas asumieron su función
materna y se notaba un descuido de sí mismas, proyectando una imagen envejecida; mientras que, otras
rechazaban a sus hijos mediante actos negligentes.
Menciona que la repetición se produce a nivel de la realidad, abriendo la posibilidad de circunstancias
distintas para ese hijo/a, es decir, el estrago podría quedarse en la relación entre la madre y la hija,
mientras que este nuevo ser queda separado de esa dinámica.
El especialista 3 manifiesta que en el trabajo clínico con madres e hijos/as aparece la dependencia
como un fenómeno muy común. Sin embargo, recalca que tiene diferentes connotaciones de acuerdo
con elementos sociales generacionales; en su experiencia, hace 10 años se creía que el vínculo debía
posibilitar la independencia como punto de partida; mientras que, actualmente se habla sobre cómo
construir independencia en el punto de partida. La dependencia madre hijo/a debe analizarse desde los
primeros años de vida.
Considera el concepto de estrago materno atendiendo a las particularidades de cada época o genera-
ción. Durante el ejercicio clínico atendió algunas madres que establecen relaciones extremadamente
dependientes con sus hijos/as y viceversa, aspecto que podría generarse en contextos excepcionales
cuando el padre es ausente. Hace alusión a lo manifestado por Silvia Ons, acerca de la caída del nombre
del padre relacionada con el declive de la masculinidad y la presencia socialmente desvalorizada del
padre.
La dependencia tiene la potencialidad de impedir que el sujeto alcance autonomía en la adultez, ocasio-
nando una profunda desconfianza hacia la figura que la genera y que las decisiones pasen por la apro-
bación de la madre. A esto, se agrega una sexualización precoz ejercida sobre los hijos/as, como un
sentido de propiedad, donde se utilizan significantes como: compañero/a, amiga, marido, maridito,
entre otros; no se experimenta como algo patológico, hasta que aparece algún síntoma.
En relación con el embarazo adolescente, plantea que debe contemplarse en tiempo y espacio geográfi-
co. En ciertos contextos tiene cierta funcionalidad, tal como: liberarse del núcleo familiar. En zonas
rurales, resulta culturalmente aceptable y tiene una connotación comunitaria. En ciertos entornos urba-
nos, se asocia con un componente social sin que represente implicación afectiva sino en relaciones
casuales.
Algunos padres, cuyos hijos adolescentes cuentan con pareja formal o regular, imponen su deseo de
tener nietos y los inducen a tener hijos tempranamente, lo que ocurre comúnmente cuando existe una
profunda dependencia hacia los progenitores y buscan afirmación dentro de la vida familiar en esta
etapa del desarrollo individual. Aunque, pueden presentarse casos en que se pretende restituir el víncu-
lo familiar, empleando al nuevo integrante como elemento cohesionador al cumplir el anhelo de ser
abuelo(a).
Si el adolescente no pone en palabras las angustias del embarazo, las angustias del embarazo de su
pareja, si no hay alguien con quien se pueda tratar las emociones que están presentes, las dificultades
que están presentes, la construcción de la maternidad y paternidad se vuelve un enorme desafío,
cuando todavía no tienen ese enorme capital simbólico que da la madurez.
Muchos padres tienen la tendencia a proyectar sus aspiraciones frustradas en el orden personal o
profesional en sus hijos(as), incidiendo para que las asuman como propias.
CONCLUSIONES
La función materna constituye un generador de amor, protección y cuidado al niño/a, siendo indis-
pensable para la supervivencia del sujeto durante sus primeros años de vida. Pero, la madre puede
llegar a devorar subjetivamente a la hija cuando esta decide separarse de ella, absorbiéndola y convir-
tiendo esta función en un estrago, que se consolida en forma de rechazo en la relación entre madre e
hija.
En la adolescencia, la maternidad puede plasmarse como un acto que permite lidiar con la recons-
trucción psíquica que experimenta el sujeto. Esta puede configurarse como: un salto hacia la adultez,
una salida a la relación estragante con la figura materna o la consolidación de los ideales familiares
asumidos por el individuo. Lo que resulta un suceso marcado por significantes adjudicados por la
pareja parental y la insondable decisión del ser.
Conflicto de intereses: las autoras declaran que no existen.
Declaración de contribución:
Las autoras recolectaron información científica actualizada, así como en la elaboración y organiza-
ción del documento.
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Recibido: 16 de abril de 2021
Aceptado: 22 de junio de 2021
REE Volumen 15(3) Riobamba sep. - dic. 2021
FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD
ISSN-impreso 1390-7581
ISSN-digital 2661-6742
Estrago materno y función materna en madres adolescentes. Un recorrido teórico y clínico
Maternal damage and maternal function in adolescent mothers. A theoretical and clinical
approach
https://doi.org/10.37135/ee.04.12.11
Autoras:
Alejandra Salomé Sarmiento Benavides1 – https://orcid.org/0000-0002-6404-418X
María Verónica Egas Reyes2 – https://orcid.org/0000-0002-5361-8213
1Universidad Nacional de Chimborazo, Riobamba-Ecuador.
2Pontificia Universidad Católica del Ecuador, Quito-Ecuador.
Autor de correspondencia: Alejandra Salomé Sarmiento Benavides. Email: asarmiento@u-
nach.edu.ec. Teléfono: 0984258784. Dirección postal: Ayacucho entre Pichincha y García
Moreno. Riobamba, Chimborazo, Ecuador.
RESUMEN
El embarazo en la adolescencia implica múltiples cambios somáticos, sociales y psicológicos.
En esta última dimensión, estrago y función materna constituyen dimensiones que requieren de
atención comúnmente. La bibliografía ofrece una amplia gama de abordajes teóricos que se
reflejan en la práctica psicoanalítica, al respecto se presenta una revisión apoyada en las expe-
riencias aportadas por especialistas en esa área. La información se recolectó en bases de datos
científicas reconocidas, tesis de graduación en repositorios universitarios y organizaciones no
gubernamentales de reconocimiento mundial por su actividad de asesoría, investigativa y acadé-
mica. Fundamentalmente, la información teórica se organizó de manera cronológica, la que
luego fue confrontada con las declaraciones de los profesionales entrevistados. Durante el
proceso, se siguieron los principios éticos investigativos universales, en garantía de la calidad y
rigor de las fuentes consultadas.
Palabras clave: conducta materna, psicoanálisis, embarazo en adolescencia.
ABSTRACT
Teenage pregnancy involves multiple somatic, social and psychological changes. In this last
dimension, damage and maternal function constitute dimensions that commonly require atten-
tion. The bibliography provides a wide range of theoretical approaches that are reflected in
psychoanalytic practice. In this regard, a review supported by the experiences contributed by
specialists in this area is presented. The information was collected in recognized scientific data-
bases, graduation thesis in university repositories and non-governmental organizations of world-
wide recognition for their advisory, investigative and academic activity. Fundamentally, the
theoretical information was organized chronologically, which was later compared with the state-
ments of the professionals interviewed. During the process, the universal investigative ethical
principles were followed in order to guarantee the quality and rigor of the searched sources.
Keywords: Maternal Behavior, Psychoanalysis, Pregnancy in Adolescence.
INTRODUCCIÓN
Generalmente, la madre asume la satisfacción de las necesidades del niño/a durante sus primeros
años de vida; quien, además, introduce al hijo/a en la estructura del lenguaje. Maternidad y femi-
nidad son procesos que se contraponen en cada mujer en el intento de alcanzar la sensación de
plenitud.
(1)
Freud es el primero en plantear elementos asociados con el complejo de castración en la relación
madre-hija, señalando que se genera una extrañación en forma de hostilidad, con el reproche de
la segunda por traerla incompleta. El término estrago (ravage) propuesto por Lacan establece
indicaciones sobre la dinámica en el lazo afectivo de la madre con su hija, asegura que sostenerla
puede llegar a ser insoportable, a tal punto en el que la mujer renuncia a su feminidad para ser
toda-madre, es ahí donde convierte a la hija en su objeto de deseo y la absorbe, en algunos casos
ocasionaría que en su vida adulta inicie una relación afectiva con una pareja que podría conver-
tirse en su estrago.
(2)
En la adolescencia, el individuo construye su identidad sexual, reorganiza las identificaciones y
reemplaza al Gran Otro primordial por el Otro social, se trata de un estado de transición que
promueve la autonomía psíquica.
(3)
La gestación y maternidad implican procesos biológicos,
psíquicos y sociales que suponen retos para las madres adolescentes, entre los que destaca la
posible separación de la estructura familiar.
(4)
Feminidad y función materna
El concepto de maternidad desde punto de vista biológico se asume como un proceso de cambios
fisiológicos en el organismo de la mujer con el fin de la gestación y el parto. El enfoque socioló-
gico vincula la maternidad con la familia, comprendiendo que es necesaria la presencia de un
sujeto femenino que posibilite la concepción de los hijos y asuma su cuidado, en medio de un
sistema social que tiene como objetivo primordial la reproducción. La teoría psicoanalítica plan-
teada por Sigmund Freud en 1910 manifiesta que: “el amor de la madre por el lactante […]
posee la naturaleza de una relación amorosa plenamente satisfactoria”. Esta última sugiere que
ese lazo genera sensaciones de agrado y autorrealización en la madre, similares a las que se
producen en las relaciones de pareja.
(5)
Durante su etapa como lactante, el sujeto está invadido por sensaciones provenientes del
ambiente que aún no asimila, debido a que se encuentra en el proceso de separar su yo del
mundo externo. Ese infante requiere asistencia permanente para satisfacer sus necesidades de
forma inmediata para su supervivencia: alimentación, vestimenta, sueño y protección. Además,
precisa de acompañamiento durante la construcción de su aparato psíquico por una persona que
asume la función materna.
(6)
El vínculo que desarrolla el bebé con su cuidador representa un lazo afectivo recíproco y primor-
dial, creándose características psíquicas importantes para su desarrollo que lo acompañarán
durante toda la vida. Generalmente, la madre asume la función materna, la que participa directa-
mente en el desarrollo psicosexual del niño/a mediante caricias, besos y abrazos, despertando
formas placenteras y de excitación sexual en el lactante que se generan en las zonas erógenas.
(7)
La masculinidad se vincula con la actividad y la agresividad; mientras que, la feminidad lo hace
con la pasividad. Sin embargo, la madre mantiene una postura completamente activa, lo que se
evidencia en el acto de la lactancia, esta entrega una parte de ella al hijo/a, controlando cuánto y
cuándo el bebé puede hacerlo.
En los primeros años de vida, el infante no ha desarrollado aún una postura con respecto a la
sexualidad. En las edades de 5 y 6 años, el niño/a atraviesa una etapa de complejo edípico,
descubriendo la diferencia sexual. Al ser poseedor del falo, el varón experimenta la castración al
final, pero la hembra descubre su falta y vive la castración antes; por lo tanto, su superyó no
alcanza la fuerza y el significado que viene de la cultura. La niña que asume su feminidad en
plenitud, implementará una búsqueda inconsciente de ese objeto fálico en la adultez a través de
la procreación con una pareja (un hijo la hará sentirse completa).
(8)
Melanie Klein atribuye gran importancia a la relación que desarrolla la madre con el niño/a. Esta
permite establecer relaciones relaciones de defensa, ansiedad y objeto en el lactante durante los
primeros meses de vida. En los primeros 3 o 4 meses de vida, el bebé atraviesa la posición esqui-
zoparanoide, colocando sus impulsos agresivos sobre el objeto en dependencia de la satisfacción
que este le proporcione. Posteriormente, pasa a la posición depresiva, percibiendo a la madre
como un objeto completo y se relaciona con ella de esa manera, en ciertos momentos experimen-
ta ambivalencias afectivas, por atravesar impulsos de amor y odio que intensifican su deseo de
aniquilar a la madre mala y perpetuar a la buena.
(9)
Cuando el vínculo entre el lactante y la madre no se consolida en afecto de felicidad, puede
deberse a conflictos contradictorios que atraviesa el niño/a, conduciéndolo a posibles fracasos
en el futuro. Las relaciones sociales podrían construirse en base a ansiedades exacerbadas sin
procesar. También, se pueden observar depresiones anormales o inesperadas en los bebés, las
que surgen de las dificultades generadas en esta relación primordial, disminuyendo su deseo.
(10)
Acerca de la existencia de un superyó primario, se piensa que el lactante realiza una introyección
precoz sobre los objetos buenos y malos que representan para él los fragmentos del cuerpo de la
madre, configurando al superyó como una parte del yo, que intenta regular esta agresividad e
impedirse provocar algún tipo de daño a la madre. Propone que el surgimiento del complejo de
Edipo se produce desde los cinco y seis meses de edad, cuando se atraviesa la posición depresi-
va, donde comienza a percibir el daño que causa con sus impulsos agresivos.
(11)
La frustración producto del destete genera el surgimiento del complejo edípico, aflorando
impulsos sádicos fortalecidos por las frustraciones anales y el sentimiento de culpa consecuente
de la formación del SuperYo que se establece por las fijaciones pregenitales. La fase preedípica
tiene una inclinación femenina, caracterizada por una tendencia sádica que se vincula con el
impulso epistemofílico, que conduce al infante varón a identificarse precozmente con la madre.
El cuerpo biológico de ella se convierte en la fuente de deseos y provocaciones sexuales, que son
poseídos imaginariamente por el hijo. Específicamente, zonas como los pechos representarán
abundancia, provocando que se establezca cierta envidia y competencia entre el niño y la madre.
En la infante mujer aparece la conciencia de la carencia del pene y percibe que la madre posee
el del padre, acercándose a este mediante una relación seductora y envolvente que genera mayor
distancia con la madre.
(12)
Durante la infancia, la niña es influenciada por las experiencias preedípicas y edípicas incons-
cientemente, influyendo en la búsqueda de una relación de pareja durante la vida adulta en su
búsqueda por satisfacer sus fantasías sádicas sexuales. Si logra ese éxito, la mujer siente que
alcanzó el lugar que tuvo su madre, haciéndola merecedora de los privilegios que le fueron arre-
batados durante la niñez. Las características narcisistas en la madre, la impulsan a buscar gratifi-
caciones personales que consigue a través de sus hijos, generando dependencia de estos que la
hacen indispensable y prolonga esa relación simbiótica.
(13)
Donald Winnicott plantea que, durante los primeros años de vida, el individuo debe vincularse
con un Otro materno para la supervivencia física y psíquica, configurando el perfil afectivo del
bebé. El infante debe saber manejar la separación de la madre, por lo que es importante crear un
espacio interpersonal. Este autor propone el término objeto transicional para el elemento donde
deposita sus afectos, permitiendo el corte necesario con la madre.
(14)
Los niños poseen el rasgo psíquico de bisexualidad, en el que se configuran elementos femeni-
nos y masculinos. Los primeros están asociados al ser y los segundos al hacer, ambos elementos
tienen una función determinada y son necesarios para la construcción del aparato psíquico.
(15)
En torno a la madre del lactante (que asume adecuadamente su función) existen elementos que
posibilitan el tránsito de la dependencia absoluta a la independencia del hijo/a:
(16)
Holding o sostenimiento, manera de acunar entre sus brazos al bebé, asociado con sensa-
ciones esporádicas que niegan la posibilidad de un reaseguramiento y contención de las
ansiedades psicóticas en base a la realidad externa del ser.
Manipulación, satisfacción corporal del niño mediante la relación psicosomática y la
coordinación.
Mostración de objetos, contacto entre el lactante y los objetos de su entorno.
Jacques Lacan manifiesta que el cuidador puede pertenecer al otro género, lo único que necesita
es amar y proteger al lactante de manera oportuna y apropiada. Por eso, resalta la relevancia de
la figura materna, por ser quien se convertirá en el Gran Otro primordial, posibilitando la cons-
trucción del cuerpo simbólico del infante mediante el lenguaje como discurso del Otro.
(17)
En la etapa de la niñez, el vínculo con la figura materna es esencial en el desarrollo del proceso
de constitución subjetiva denominado estadío del espejo, el que se genera entre los 6 y 18 meses
de edad. Aquí, se construye la imagen unificada del bebé que permite reconocerse a sí mismo y
a otros. Se configura el registro imaginario y el narcisismo, marcando el comienzo de la relación
del infante con su contexto.
(18)
La mujer vive la maternidad como un privilegio, puesto que el contacto físico le ofrece mucha
satisfacción narcisista. Los recuerdos y experiencias que la mujer vivió durante la infancia le
ayudan a crear y sostener el sentimiento materno, abrigando al lactante. Para el niño/a la imagen
del seno materno produce una sensación de protección y complementación; por lo que, al darse
el destete debe sublimar dicha pérdida.
(19)
Existe una relación entre el complejo de Edipo, el ideal del yo, el superyó y la realidad. El infan-
te adquiere identificaciones sexuales que posibilitan asumir el género para relacionarse con su
entorno, lo que se asocia al ideal del yo. La metáfora paterna que es el complejo de Edipo
propuesto con tres funciones simbólicas: objeto, deseo de la madre y del padre. Esta última
función introduce a todos los participantes en la metáfora, separando al niño del deseo materno
y permite el desarrollo el SuperYo y su propio deseo.
(20)
El goce que experimenta la mujer no es fálico. Al estar castrada, no tiene el temor que posee el
varón a perder el falo. No existe una forma de goce universal y generalizado que caracteriza a
las mujeres, pues la singularidad favorece una forma propia e individual de satisfacción.
(21)
Aproximaciones al estrago materno
El estrago materno se produce cuando la relación entre la figura materna y el niño se vuelve
absorbente. La palabra estrago proviene del término en francés “ravage” que significa devasta-
ción y destrucción. El infante se queda envuelto en el deseo mortífero de la madre que evidencia
la voracidad que ella ejerce en su función, provocando una descompensación a nivel del aparato
psíquico e impide la separación.
(22)
La maternidad es insuficiente ante la presencia del deseo y goce que experimenta el infante
cuando la madre se convierte en el vehículo que traslada el significante del nombre del padre
hacia el hijo/a y anula su deseo como mujer. Esto hace que sature la falta de su vástago, resultan-
do devastador.
(23)
La mujer elije inconscientemente el camino del estrago cuando surgen dos elementos: la actividad
evidenciada en todas las muestras de afecto hacia su hijo/a y la pasividad reflejada en los planos
social y sexual. La madre absoluta renuncia al placer que obtendría como mujer, lo que la conduce
a devorar al hijo/a, el segundo podría generar una fantasía masoquista en la vida adulta.
(24)
La relación estragante aparece cuando la figura materna no cuenta con los recursos simbólicos
suficientes durante los primeros años de vida del niño/a, incumpliendo con la función encomen-
dada, pudiendo significar que no existe el deseo materno o no lo ha desarrollado.
(25)
A través de la metáfora del cocodrilo, Lacan describe la manera en que opera el estrago materno:
la boca del animal representa el deseo materno; el infante, su alimento; el agua es el lenguaje y
la transmisión de significantes y la barra atravesada en la boca del cocodrilo se refiere al falo.
Así, sugiere que el deseo materno debe ser refrenado mediante el falo, existiendo una tercera
función que separa al niño/a de la figura materna e impide la depredación.
(26)
El deseo de la madre es mortífero si la relación afectiva con el niño/a es excesiva. Cuatro signifi-
cantes interactúan en el estrago: la devoración, lo insaciable, el capricho y la destrucción. Este
fenómeno provoca marcas irreversibles que se evidencian en individuos que no construyen una
inscripción simbólica, por la ausencia o poca presencia de la función paterna, conduciendo a
inexistencia de regulación del capricho materno.
(27)
El fenómeno del estrago puede verse de diferentes maneras:
(28)
Si está configurado desde la realidad no permite que el sujeto construya símbolos propios,
condenándolo a constituirse en objeto del Otro.
Elemento que impide al individuo relacionarse con el objeto fálico.
La madre fijada como el Otro, excluyendo al sujeto de la ley simbólica.
La relación madre-hija estragante con una connotación amorosa y torturante tiende a ser
devastadora y muy parecida al goce femenino pleno.
La presencia de la niña puede provocar que la madre experimente un desencuentro con su propia
castración, evocando las marcas producidas durante el complejo edípico de manera intolerable.
(29)
Cada mujer crea su propio modo de gozar y demanda un significante que le adjudique su identi-
dad de género. La construcción de su propia feminidad resulta uno de los propósitos de las niñas
al llegar a la adultez.
(30)
El estrago materno puede expresarse en forma de un amor excesivo o a través de una conducta
total o parcialmente despreocupada y/o negligente. La mujer que experimenta la maternidad
coloca al futuro bebé como un semblante, por el hecho de llevar un nuevo ser al interior de su
cuerpo, aparentando que va a constituirse en el objeto fálico que cubrirá su falta.
(31)
La complejidad subjetiva en el individuo se configura al no encontrar un objeto que le permita
establecer un anclaje fálico. En unas ocasiones, el partenaire simula un efecto similar, en otras,
los hijos/as se ubican como medio para esa satisfacción. Aunque, en la mayoría de casos esos
objetos no funcionan por un tiempo prolongado; de ahí, que la mujer busca otras vías para sobre-
llevar esa insatisfacción, pudiendo presentarse como síntoma o mediante el consumo de sustan-
cias, entre otras.
(32)
Pubertad, adolescencia y maternidad
El término Umgelstatung implica forma y morfos para referirse a la pubertad. Esta etapa del
desarrollo se conoce como la metamorfosis de la pubertad, en la que se reorganiza la vida sexual
infantil debido a que, las identificaciones y semblantes que construyó durante la niñez han perdi-
do la capacidad de sostenerlo. Además, enfrenta un despertar sexual distinto mediante recursos
imaginarios y simbólicos mucho más amplios, donde el otro ocupa un lugar primordial.
(33)
La pubertad puede ser vista como un túnel perforado que parte de las experiencias y recuerdos
infantiles hasta las escenas y fantasías asociadas a la sexualidad adulta. El púber se deslinda de
los objetos infantiles y empieza a vivir una transformación corporal progresiva que responde a
un nuevo modo de goce, escogiendo un objeto que garantice esa satisfacción. Además, el sujeto
pierde su concepción sobre los padres como Otros absolutos, ubicándolos como seres mortales
y reemplazables sin ninguna autoridad.
(34)
En la pubertad, el individuo experimenta un goce invasivo e irreconocible a nivel del cuerpo
real, sumando una imagen corporal retrógrada que no amortigua dicho goce. El sujeto asimila,
acomoda e introyecta ese nuevo esquema corporal, volviendo a desarrollar la conexión psicoso-
mática mediada por los registros imaginario, simbólico y real.
(35)
El empuje hormonal en la pubertad no implica cambios biológicos únicamente, pues está media-
do por el lenguaje y resulta una transformación total. Al finalizar este período, el ser humano
aprenderá un modo de relacionarse con el otro que ocupa el lugar de partenaire sexual.
(36)
En la adolescencia, se actualizan los conflictos sexuales latentes en la infancia del individuo,
exacerbando instancias psíquicas como la importancia del yo y la dinamización de los mecanis-
mos de defensa. Este es un proceso natural de descubrimiento personal a través de un desarrollo
emocional que debe vivirse plenamente. También se ve como una etapa denominada identidad
vs confusión o difusión, construyendo la identidad basándose en los recursos sociales que tiene
a su disposición, lo que implica un momento crítico en el que experimenta frustraciones, dudas,
imposición de metas, además de cambios afectivos y cognitivos.
(37)
Entre los impasses, pérdidas y construcciones que el adolescente atraviesa, la temporalidad
psíquica se presenta como un elemento relevante, ya que se trata de un estado que obliga al indi-
viduo a renunciar a la cobertura simbólica otorgada por el Otro primordial en la niñez. En esta
se producen reelaboraciones subjetivas congruentes con un cuerpo físico que produce asombro,
mientras se acompaña por el Otro en busca de encontrar un lugar y pertenencia en lo social. Así,
la temporalidad psíquica o lógica es el tiempo que requiere un individuo para procesar los cam-
bios biológicos y psicológicos, además de las manifestaciones pulsionales. Si no concibe esas
modificaciones, el individuo mantiene las marcas infantiles, obstaculizando la generación del
deseo singular.
(38)
Otro aspecto de gran importancia es la fantasía, el sujeto neurótico se sirve de diversos recursos
que no surgen de la realidad. La fantasía implementa una realidad paralela en la que la persona
se posiciona como protagonista de su historia, convirtiéndolo en un modo de sobrellevar la
angustia de vivir. El adolescente utiliza este recurso para movilizar el deseo, identificaciones,
ideales y la configuración de la imagen inconsciente del cuerpo.
(39)
Diversas experiencias inconscientes que el sujeto vive en la etapa pre y postnatal pueden consi-
derarse como la causa de conductas de riesgo, tales como:
(40)
La tendencia al suicidio ligada al deseo de la madre por interrumpir el embarazo o una
necesidad a terminar con su niñez.
La inclinación para fugarse, implicando una distancia ante el comportamiento cultural-
mente normalizado.
El consumo de drogas, como vía para mitigar los cambios que atraviesan, pudiendo
llegar a constituirse en un semblante temporal que estabiliza la libido ante la posibilidad
de procreación.
El embarazo para consolidar un corte de estado que agilite la llegada a la adultez.
La posibilidad de la concepción influye en la aparición de dos significantes que se complemen-
tan y marcan al sujeto femenino: ser mujer y ser madre. El primero se relaciona con el modo de
satisfacer el goce sexual, da respuesta al placer sexual masculino y le conecta con la identidad
femenina. El segundo está vinculado con la incógnita del origen mismo del ser: ¿de dónde veni-
mos?, lo que confronta a la realidad de la procreación y la búsqueda de consolidar al hijo como
el objeto fálico.
(41)
El embarazo se concibe como un llamado al Otro (madre, el padre, la pareja, etc.), en forma de
un mensaje que se requiere descifrar. Durante la adolescencia, este acto anuda dudas y probables
conflictos en la relación madre-hija, ya que ambas pasan a tener la misma posición.
(42)
Socialmente, el embarazo adolescente puede ser asumido como un descuido o un error que
demuestra la vulnerabilidad en la toma de decisiones por el individuo e involucra a toda la fami-
lia. Biológicamente, evidencia un estado adecuado de salud y madurez física. Emocionalmente,
muestra una aparente confusión y temor. Desde la perspectiva psicoanalítica, se cree que la
mujer desea inconscientemente ser madre, desde ese punto de vista, el embarazo adolescente es
deseado, aunque no sea planificado en algunas ocasiones.
(43)
Existen cuatro factores que influyen en el embarazo adolescente:
(44)
Lugar que ocupa en su grupo familiar y genera un deseo precoz de concebir un hijo.
Respuesta ante la relación de afecto con la figura materna.
Conflicto edípico mezclado con un error.
Deseo de tener progenie.
En la construcción de la identidad, el adolescente se confronta a un Otro exigente cultural ante
el que debe posicionarse y mantener un lugar social. Al convertirse en madre, algunas mujeres
adquieren la identidad que se ensambla con la adultez. En 2006, Amorín refirió que, la madre
adolescente deposita sobre el hijo/a la ilusión de mantener un hogar, sobrecargándolo de ideales
que puede asociarse con la satisfacción de carencias afectivas en su pasado.
(45)
Visión de la función y estrago maternos desde la práctica clínica
La entrevista a tres especialistas en psicoanálisis permitió observar que coincidieron al afirmar
que, en la clínica no es posible anticipar y generalizar las respuestas en sujetos bajo una situación
similar. La singularidad de cada caso atendiendo a los recursos simbólicos desarrollados.
Estos destacan que el parto no constituye el elemento que garantiza la formación del vínculo
entre recién nacido y la figura materna. Debe existir un proceso de acogida, adopción y deseo
por la madre. La adopción puede ser directa ante la ausencia del padre o mediada por este por su
presencia.
La maternidad y paternidad deben ser reforzados por otros componentes sociales. Las relaciones
totalmente armoniosas no existen, aunque no se evidencien ausencias, negligencias, reproches,
entre otros actos reprobables. Este desencuentro se refuerza con el desarrollo del lenguaje.
Algunas familias manifiestan una participación importante en la vida de las adolescentes emba-
razadas; sin embargo, no se observan lazos complejos con la figura materna y carecen de
elementos simbólicos suficientes, sin que se distingan los roles de sus miembros, siendo confu-
sos y precarios.
La repetición es parte de la realidad individual, pero existe una reactualización generacional que
plantea historias únicas, la que pudiera ser un modo de resolver situaciones inconclusas.
En ciertos casos y varios momentos, la madre se torna caprichosa, antojadiza y estragante,
pudiendo parar si se encuentra castrada, pero quedarán huellas en el hijo/a.
Las adolescentes que abandonan la formación escolar pierden un posible espacio para sublimar
la pulsión. Algunas instituciones educativas toleran el embarazo en sus entornos sin darles el
apoyo y acompañamiento necesarios.
Finalmente, concuerdan en que la adolescencia constituye un desafío debido a la incertidumbre
que genera el futuro en el sujeto, además de las dificultades simbólicas y reales que aparecen.
El especialista 1 afirma que la mujer que se convierte en madre genera la división primordial. La
adolescencia juega un papel fundamental en el desarrollo de la sexualidad y el embarazo precoz
obliga a renunciar a una parte de la feminidad tempranamente y reinventarse en su ser de mujer,
para cumplir con la función materna.
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Además, refiere experiencias de casos donde el vínculo con la madre resulta traumático, destacando que
esta relación es susceptible a lo inesperado por la influencia de lo deseado y lo indeseado.
El estrago materno debe ser tratado cautelosamente, ya que podría culpabilizar a las madres, resaltando
dos indicaciones: la madre en la posición de la pareja (el hombre como estrago) y el hombre personifi-
cando a la madre.
Manifiesta que la madre se vuelve estragante al asumir plenamente ese papel y deja de ser mujer, asegu-
rando que existen casos en que la maternidad pone un freno al goce del sujeto al modificar su comporta-
miento a partir de la llegada de su hijo/a, pero separarla podría desubicarla nuevamente.
Acerca del embarazo adolescente, sostiene que en cada caso se manifiestan efectos diferentes ante
factores predeterminantes similares. Su participación en investigaciones posibilitó que encontrara
entornos familiares que conciben esta etapa de la vida como lo aceptable, en estos se comparte el espa-
cio físico y las funciones de los miembros.
Considera que, en determinadas condiciones sociales, el embarazo adolescente reiterado en una misma
joven se torna una decisión personal. Alude al caso observado en un documental con una chica de 12
años que se enorgullecía por ser pareja de un narcotraficante; su papá se sentía culpable y decía: “yo no
estuve ahí, yo pude haber evitado esto, yo me fui, no estuve, ella es una niña, ella se chupa el dedo para
dormir todavía”, visualizándose un acto fantasmático que sugiere un deseo por separarse de los padres,
sin que se constituyera en un acto logrado.
Concluye que detrás de las personas que ejercen los roles parentales hay hombres y mujeres, cuyas
particularidades identitarias más íntimas pueden explorarse mediante el psicoanálisis.
El especialista 2 concibe a la madre como un agente que posibilita la operacionalización de la función
del padre, introduciendo al infante en el lenguaje, produciendo la inscripción simbólica, le adjudica un
lugar y lo convierte en un objeto de deseo, a la vez que genera una hiancia que posibilitará que se vuelva
sujeto.
Con respecto a la dinámica entre madre e hija asociados al estrago, la primera tiene una actitud de recha-
zo; mientras que la segunda, de reproche. Entre ambas existe tendencia a la insatisfacción susceptible
de devoración. En algunos casos, esta dinámica se constituye en una queja histérica y no desencadena
en estrago.
En una experiencia de trabajo grupal con madres adolescentes, que se encontraban en un albergue de la
ciudad de Quito, percibió que existía una cierta correlación entre la condición económica, cultural,
social y el embarazo. Existía precariedad simbólica en las familias y relaciones casi de pares entre algu-
nas madres e hijas. Varias de estas chicas tenían posturas muy sexualizadas y no querían renunciar a
eso para asumir la maternidad. Una vez más, en una situación similar, algunas asumieron su función
materna y se notaba un descuido de sí mismas, proyectando una imagen envejecida; mientras que, otras
rechazaban a sus hijos mediante actos negligentes.
Menciona que la repetición se produce a nivel de la realidad, abriendo la posibilidad de circunstancias
distintas para ese hijo/a, es decir, el estrago podría quedarse en la relación entre la madre y la hija,
mientras que este nuevo ser queda separado de esa dinámica.
El especialista 3 manifiesta que en el trabajo clínico con madres e hijos/as aparece la dependencia
como un fenómeno muy común. Sin embargo, recalca que tiene diferentes connotaciones de acuerdo
con elementos sociales generacionales; en su experiencia, hace 10 años se creía que el vínculo debía
posibilitar la independencia como punto de partida; mientras que, actualmente se habla sobre cómo
construir independencia en el punto de partida. La dependencia madre hijo/a debe analizarse desde los
primeros años de vida.
Considera el concepto de estrago materno atendiendo a las particularidades de cada época o genera-
ción. Durante el ejercicio clínico atendió algunas madres que establecen relaciones extremadamente
dependientes con sus hijos/as y viceversa, aspecto que podría generarse en contextos excepcionales
cuando el padre es ausente. Hace alusión a lo manifestado por Silvia Ons, acerca de la caída del nombre
del padre relacionada con el declive de la masculinidad y la presencia socialmente desvalorizada del
padre.
La dependencia tiene la potencialidad de impedir que el sujeto alcance autonomía en la adultez, ocasio-
nando una profunda desconfianza hacia la figura que la genera y que las decisiones pasen por la apro-
bación de la madre. A esto, se agrega una sexualización precoz ejercida sobre los hijos/as, como un
sentido de propiedad, donde se utilizan significantes como: compañero/a, amiga, marido, maridito,
entre otros; no se experimenta como algo patológico, hasta que aparece algún síntoma.
En relación con el embarazo adolescente, plantea que debe contemplarse en tiempo y espacio geográfi-
co. En ciertos contextos tiene cierta funcionalidad, tal como: liberarse del núcleo familiar. En zonas
rurales, resulta culturalmente aceptable y tiene una connotación comunitaria. En ciertos entornos urba-
nos, se asocia con un componente social sin que represente implicación afectiva sino en relaciones
casuales.
Algunos padres, cuyos hijos adolescentes cuentan con pareja formal o regular, imponen su deseo de
tener nietos y los inducen a tener hijos tempranamente, lo que ocurre comúnmente cuando existe una
profunda dependencia hacia los progenitores y buscan afirmación dentro de la vida familiar en esta
etapa del desarrollo individual. Aunque, pueden presentarse casos en que se pretende restituir el víncu-
lo familiar, empleando al nuevo integrante como elemento cohesionador al cumplir el anhelo de ser
abuelo(a).
Si el adolescente no pone en palabras las angustias del embarazo, las angustias del embarazo de su
pareja, si no hay alguien con quien se pueda tratar las emociones que están presentes, las dificultades
que están presentes, la construcción de la maternidad y paternidad se vuelve un enorme desafío,
cuando todavía no tienen ese enorme capital simbólico que da la madurez.
Muchos padres tienen la tendencia a proyectar sus aspiraciones frustradas en el orden personal o
profesional en sus hijos(as), incidiendo para que las asuman como propias.
CONCLUSIONES
La función materna constituye un generador de amor, protección y cuidado al niño/a, siendo indis-
pensable para la supervivencia del sujeto durante sus primeros años de vida. Pero, la madre puede
llegar a devorar subjetivamente a la hija cuando esta decide separarse de ella, absorbiéndola y convir-
tiendo esta función en un estrago, que se consolida en forma de rechazo en la relación entre madre e
hija.
En la adolescencia, la maternidad puede plasmarse como un acto que permite lidiar con la recons-
trucción psíquica que experimenta el sujeto. Esta puede configurarse como: un salto hacia la adultez,
una salida a la relación estragante con la figura materna o la consolidación de los ideales familiares
asumidos por el individuo. Lo que resulta un suceso marcado por significantes adjudicados por la
pareja parental y la insondable decisión del ser.
Conflicto de intereses: las autoras declaran que no existen.
Declaración de contribución:
Las autoras recolectaron información científica actualizada, así como en la elaboración y organiza-
ción del documento.
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Recibido: 16 de abril de 2021
Aceptado: 22 de junio de 2021
REE Volumen 15(3) Riobamba sep. - dic. 2021
FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD
ISSN-impreso 1390-7581
ISSN-digital 2661-6742
Estrago materno y función materna en madres adolescentes. Un recorrido teórico y clínico
Maternal damage and maternal function in adolescent mothers. A theoretical and clinical
approach
https://doi.org/10.37135/ee.04.12.11
Autoras:
Alejandra Salomé Sarmiento Benavides1 – https://orcid.org/0000-0002-6404-418X
María Verónica Egas Reyes2 – https://orcid.org/0000-0002-5361-8213
1Universidad Nacional de Chimborazo, Riobamba-Ecuador.
2Pontificia Universidad Católica del Ecuador, Quito-Ecuador.
Autor de correspondencia: Alejandra Salomé Sarmiento Benavides. Email: asarmiento@u-
nach.edu.ec. Teléfono: 0984258784. Dirección postal: Ayacucho entre Pichincha y García
Moreno. Riobamba, Chimborazo, Ecuador.
RESUMEN
El embarazo en la adolescencia implica múltiples cambios somáticos, sociales y psicológicos.
En esta última dimensión, estrago y función materna constituyen dimensiones que requieren de
atención comúnmente. La bibliografía ofrece una amplia gama de abordajes teóricos que se
reflejan en la práctica psicoanalítica, al respecto se presenta una revisión apoyada en las expe-
riencias aportadas por especialistas en esa área. La información se recolectó en bases de datos
científicas reconocidas, tesis de graduación en repositorios universitarios y organizaciones no
gubernamentales de reconocimiento mundial por su actividad de asesoría, investigativa y acadé-
mica. Fundamentalmente, la información teórica se organizó de manera cronológica, la que
luego fue confrontada con las declaraciones de los profesionales entrevistados. Durante el
proceso, se siguieron los principios éticos investigativos universales, en garantía de la calidad y
rigor de las fuentes consultadas.
Palabras clave: conducta materna, psicoanálisis, embarazo en adolescencia.
ABSTRACT
Teenage pregnancy involves multiple somatic, social and psychological changes. In this last
dimension, damage and maternal function constitute dimensions that commonly require atten-
tion. The bibliography provides a wide range of theoretical approaches that are reflected in
psychoanalytic practice. In this regard, a review supported by the experiences contributed by
specialists in this area is presented. The information was collected in recognized scientific data-
bases, graduation thesis in university repositories and non-governmental organizations of world-
wide recognition for their advisory, investigative and academic activity. Fundamentally, the
theoretical information was organized chronologically, which was later compared with the state-
ments of the professionals interviewed. During the process, the universal investigative ethical
principles were followed in order to guarantee the quality and rigor of the searched sources.
Keywords: Maternal Behavior, Psychoanalysis, Pregnancy in Adolescence.
INTRODUCCIÓN
Generalmente, la madre asume la satisfacción de las necesidades del niño/a durante sus primeros
años de vida; quien, además, introduce al hijo/a en la estructura del lenguaje. Maternidad y femi-
nidad son procesos que se contraponen en cada mujer en el intento de alcanzar la sensación de
plenitud.
(1)
Freud es el primero en plantear elementos asociados con el complejo de castración en la relación
madre-hija, señalando que se genera una extrañación en forma de hostilidad, con el reproche de
la segunda por traerla incompleta. El término estrago (ravage) propuesto por Lacan establece
indicaciones sobre la dinámica en el lazo afectivo de la madre con su hija, asegura que sostenerla
puede llegar a ser insoportable, a tal punto en el que la mujer renuncia a su feminidad para ser
toda-madre, es ahí donde convierte a la hija en su objeto de deseo y la absorbe, en algunos casos
ocasionaría que en su vida adulta inicie una relación afectiva con una pareja que podría conver-
tirse en su estrago.
(2)
En la adolescencia, el individuo construye su identidad sexual, reorganiza las identificaciones y
reemplaza al Gran Otro primordial por el Otro social, se trata de un estado de transición que
promueve la autonomía psíquica.
(3)
La gestación y maternidad implican procesos biológicos,
psíquicos y sociales que suponen retos para las madres adolescentes, entre los que destaca la
posible separación de la estructura familiar.
(4)
Feminidad y función materna
El concepto de maternidad desde punto de vista biológico se asume como un proceso de cambios
fisiológicos en el organismo de la mujer con el fin de la gestación y el parto. El enfoque socioló-
gico vincula la maternidad con la familia, comprendiendo que es necesaria la presencia de un
sujeto femenino que posibilite la concepción de los hijos y asuma su cuidado, en medio de un
sistema social que tiene como objetivo primordial la reproducción. La teoría psicoanalítica plan-
teada por Sigmund Freud en 1910 manifiesta que: “el amor de la madre por el lactante […]
posee la naturaleza de una relación amorosa plenamente satisfactoria”. Esta última sugiere que
ese lazo genera sensaciones de agrado y autorrealización en la madre, similares a las que se
producen en las relaciones de pareja.
(5)
Durante su etapa como lactante, el sujeto está invadido por sensaciones provenientes del
ambiente que aún no asimila, debido a que se encuentra en el proceso de separar su yo del
mundo externo. Ese infante requiere asistencia permanente para satisfacer sus necesidades de
forma inmediata para su supervivencia: alimentación, vestimenta, sueño y protección. Además,
precisa de acompañamiento durante la construcción de su aparato psíquico por una persona que
asume la función materna.
(6)
El vínculo que desarrolla el bebé con su cuidador representa un lazo afectivo recíproco y primor-
dial, creándose características psíquicas importantes para su desarrollo que lo acompañarán
durante toda la vida. Generalmente, la madre asume la función materna, la que participa directa-
mente en el desarrollo psicosexual del niño/a mediante caricias, besos y abrazos, despertando
formas placenteras y de excitación sexual en el lactante que se generan en las zonas erógenas.
(7)
La masculinidad se vincula con la actividad y la agresividad; mientras que, la feminidad lo hace
con la pasividad. Sin embargo, la madre mantiene una postura completamente activa, lo que se
evidencia en el acto de la lactancia, esta entrega una parte de ella al hijo/a, controlando cuánto y
cuándo el bebé puede hacerlo.
En los primeros años de vida, el infante no ha desarrollado aún una postura con respecto a la
sexualidad. En las edades de 5 y 6 años, el niño/a atraviesa una etapa de complejo edípico,
descubriendo la diferencia sexual. Al ser poseedor del falo, el varón experimenta la castración al
final, pero la hembra descubre su falta y vive la castración antes; por lo tanto, su superyó no
alcanza la fuerza y el significado que viene de la cultura. La niña que asume su feminidad en
plenitud, implementará una búsqueda inconsciente de ese objeto fálico en la adultez a través de
la procreación con una pareja (un hijo la hará sentirse completa).
(8)
Melanie Klein atribuye gran importancia a la relación que desarrolla la madre con el niño/a. Esta
permite establecer relaciones relaciones de defensa, ansiedad y objeto en el lactante durante los
primeros meses de vida. En los primeros 3 o 4 meses de vida, el bebé atraviesa la posición esqui-
zoparanoide, colocando sus impulsos agresivos sobre el objeto en dependencia de la satisfacción
que este le proporcione. Posteriormente, pasa a la posición depresiva, percibiendo a la madre
como un objeto completo y se relaciona con ella de esa manera, en ciertos momentos experimen-
ta ambivalencias afectivas, por atravesar impulsos de amor y odio que intensifican su deseo de
aniquilar a la madre mala y perpetuar a la buena.
(9)
Cuando el vínculo entre el lactante y la madre no se consolida en afecto de felicidad, puede
deberse a conflictos contradictorios que atraviesa el niño/a, conduciéndolo a posibles fracasos
en el futuro. Las relaciones sociales podrían construirse en base a ansiedades exacerbadas sin
procesar. También, se pueden observar depresiones anormales o inesperadas en los bebés, las
que surgen de las dificultades generadas en esta relación primordial, disminuyendo su deseo.
(10)
Acerca de la existencia de un superyó primario, se piensa que el lactante realiza una introyección
precoz sobre los objetos buenos y malos que representan para él los fragmentos del cuerpo de la
madre, configurando al superyó como una parte del yo, que intenta regular esta agresividad e
impedirse provocar algún tipo de daño a la madre. Propone que el surgimiento del complejo de
Edipo se produce desde los cinco y seis meses de edad, cuando se atraviesa la posición depresi-
va, donde comienza a percibir el daño que causa con sus impulsos agresivos.
(11)
La frustración producto del destete genera el surgimiento del complejo edípico, aflorando
impulsos sádicos fortalecidos por las frustraciones anales y el sentimiento de culpa consecuente
de la formación del SuperYo que se establece por las fijaciones pregenitales. La fase preedípica
tiene una inclinación femenina, caracterizada por una tendencia sádica que se vincula con el
impulso epistemofílico, que conduce al infante varón a identificarse precozmente con la madre.
El cuerpo biológico de ella se convierte en la fuente de deseos y provocaciones sexuales, que son
poseídos imaginariamente por el hijo. Específicamente, zonas como los pechos representarán
abundancia, provocando que se establezca cierta envidia y competencia entre el niño y la madre.
En la infante mujer aparece la conciencia de la carencia del pene y percibe que la madre posee
el del padre, acercándose a este mediante una relación seductora y envolvente que genera mayor
distancia con la madre.
(12)
Durante la infancia, la niña es influenciada por las experiencias preedípicas y edípicas incons-
cientemente, influyendo en la búsqueda de una relación de pareja durante la vida adulta en su
búsqueda por satisfacer sus fantasías sádicas sexuales. Si logra ese éxito, la mujer siente que
alcanzó el lugar que tuvo su madre, haciéndola merecedora de los privilegios que le fueron arre-
batados durante la niñez. Las características narcisistas en la madre, la impulsan a buscar gratifi-
caciones personales que consigue a través de sus hijos, generando dependencia de estos que la
hacen indispensable y prolonga esa relación simbiótica.
(13)
Donald Winnicott plantea que, durante los primeros años de vida, el individuo debe vincularse
con un Otro materno para la supervivencia física y psíquica, configurando el perfil afectivo del
bebé. El infante debe saber manejar la separación de la madre, por lo que es importante crear un
espacio interpersonal. Este autor propone el término objeto transicional para el elemento donde
deposita sus afectos, permitiendo el corte necesario con la madre.
(14)
Los niños poseen el rasgo psíquico de bisexualidad, en el que se configuran elementos femeni-
nos y masculinos. Los primeros están asociados al ser y los segundos al hacer, ambos elementos
tienen una función determinada y son necesarios para la construcción del aparato psíquico.
(15)
En torno a la madre del lactante (que asume adecuadamente su función) existen elementos que
posibilitan el tránsito de la dependencia absoluta a la independencia del hijo/a:
(16)
Holding o sostenimiento, manera de acunar entre sus brazos al bebé, asociado con sensa-
ciones esporádicas que niegan la posibilidad de un reaseguramiento y contención de las
ansiedades psicóticas en base a la realidad externa del ser.
Manipulación, satisfacción corporal del niño mediante la relación psicosomática y la
coordinación.
Mostración de objetos, contacto entre el lactante y los objetos de su entorno.
Jacques Lacan manifiesta que el cuidador puede pertenecer al otro género, lo único que necesita
es amar y proteger al lactante de manera oportuna y apropiada. Por eso, resalta la relevancia de
la figura materna, por ser quien se convertirá en el Gran Otro primordial, posibilitando la cons-
trucción del cuerpo simbólico del infante mediante el lenguaje como discurso del Otro.
(17)
En la etapa de la niñez, el vínculo con la figura materna es esencial en el desarrollo del proceso
de constitución subjetiva denominado estadío del espejo, el que se genera entre los 6 y 18 meses
de edad. Aquí, se construye la imagen unificada del bebé que permite reconocerse a sí mismo y
a otros. Se configura el registro imaginario y el narcisismo, marcando el comienzo de la relación
del infante con su contexto.
(18)
La mujer vive la maternidad como un privilegio, puesto que el contacto físico le ofrece mucha
satisfacción narcisista. Los recuerdos y experiencias que la mujer vivió durante la infancia le
ayudan a crear y sostener el sentimiento materno, abrigando al lactante. Para el niño/a la imagen
del seno materno produce una sensación de protección y complementación; por lo que, al darse
el destete debe sublimar dicha pérdida.
(19)
Existe una relación entre el complejo de Edipo, el ideal del yo, el superyó y la realidad. El infan-
te adquiere identificaciones sexuales que posibilitan asumir el género para relacionarse con su
entorno, lo que se asocia al ideal del yo. La metáfora paterna que es el complejo de Edipo
propuesto con tres funciones simbólicas: objeto, deseo de la madre y del padre. Esta última
función introduce a todos los participantes en la metáfora, separando al niño del deseo materno
y permite el desarrollo el SuperYo y su propio deseo.
(20)
El goce que experimenta la mujer no es fálico. Al estar castrada, no tiene el temor que posee el
varón a perder el falo. No existe una forma de goce universal y generalizado que caracteriza a
las mujeres, pues la singularidad favorece una forma propia e individual de satisfacción.
(21)
Aproximaciones al estrago materno
El estrago materno se produce cuando la relación entre la figura materna y el niño se vuelve
absorbente. La palabra estrago proviene del término en francés “ravage” que significa devasta-
ción y destrucción. El infante se queda envuelto en el deseo mortífero de la madre que evidencia
la voracidad que ella ejerce en su función, provocando una descompensación a nivel del aparato
psíquico e impide la separación.
(22)
La maternidad es insuficiente ante la presencia del deseo y goce que experimenta el infante
cuando la madre se convierte en el vehículo que traslada el significante del nombre del padre
hacia el hijo/a y anula su deseo como mujer. Esto hace que sature la falta de su vástago, resultan-
do devastador.
(23)
La mujer elije inconscientemente el camino del estrago cuando surgen dos elementos: la actividad
evidenciada en todas las muestras de afecto hacia su hijo/a y la pasividad reflejada en los planos
social y sexual. La madre absoluta renuncia al placer que obtendría como mujer, lo que la conduce
a devorar al hijo/a, el segundo podría generar una fantasía masoquista en la vida adulta.
(24)
La relación estragante aparece cuando la figura materna no cuenta con los recursos simbólicos
suficientes durante los primeros años de vida del niño/a, incumpliendo con la función encomen-
dada, pudiendo significar que no existe el deseo materno o no lo ha desarrollado.
(25)
A través de la metáfora del cocodrilo, Lacan describe la manera en que opera el estrago materno:
la boca del animal representa el deseo materno; el infante, su alimento; el agua es el lenguaje y
la transmisión de significantes y la barra atravesada en la boca del cocodrilo se refiere al falo.
Así, sugiere que el deseo materno debe ser refrenado mediante el falo, existiendo una tercera
función que separa al niño/a de la figura materna e impide la depredación.
(26)
El deseo de la madre es mortífero si la relación afectiva con el niño/a es excesiva. Cuatro signifi-
cantes interactúan en el estrago: la devoración, lo insaciable, el capricho y la destrucción. Este
fenómeno provoca marcas irreversibles que se evidencian en individuos que no construyen una
inscripción simbólica, por la ausencia o poca presencia de la función paterna, conduciendo a
inexistencia de regulación del capricho materno.
(27)
El fenómeno del estrago puede verse de diferentes maneras:
(28)
Si está configurado desde la realidad no permite que el sujeto construya símbolos propios,
condenándolo a constituirse en objeto del Otro.
Elemento que impide al individuo relacionarse con el objeto fálico.
La madre fijada como el Otro, excluyendo al sujeto de la ley simbólica.
La relación madre-hija estragante con una connotación amorosa y torturante tiende a ser
devastadora y muy parecida al goce femenino pleno.
La presencia de la niña puede provocar que la madre experimente un desencuentro con su propia
castración, evocando las marcas producidas durante el complejo edípico de manera intolerable.
(29)
Cada mujer crea su propio modo de gozar y demanda un significante que le adjudique su identi-
dad de género. La construcción de su propia feminidad resulta uno de los propósitos de las niñas
al llegar a la adultez.
(30)
El estrago materno puede expresarse en forma de un amor excesivo o a través de una conducta
total o parcialmente despreocupada y/o negligente. La mujer que experimenta la maternidad
coloca al futuro bebé como un semblante, por el hecho de llevar un nuevo ser al interior de su
cuerpo, aparentando que va a constituirse en el objeto fálico que cubrirá su falta.
(31)
La complejidad subjetiva en el individuo se configura al no encontrar un objeto que le permita
establecer un anclaje fálico. En unas ocasiones, el partenaire simula un efecto similar, en otras,
los hijos/as se ubican como medio para esa satisfacción. Aunque, en la mayoría de casos esos
objetos no funcionan por un tiempo prolongado; de ahí, que la mujer busca otras vías para sobre-
llevar esa insatisfacción, pudiendo presentarse como síntoma o mediante el consumo de sustan-
cias, entre otras.
(32)
Pubertad, adolescencia y maternidad
El término Umgelstatung implica forma y morfos para referirse a la pubertad. Esta etapa del
desarrollo se conoce como la metamorfosis de la pubertad, en la que se reorganiza la vida sexual
infantil debido a que, las identificaciones y semblantes que construyó durante la niñez han perdi-
do la capacidad de sostenerlo. Además, enfrenta un despertar sexual distinto mediante recursos
imaginarios y simbólicos mucho más amplios, donde el otro ocupa un lugar primordial.
(33)
La pubertad puede ser vista como un túnel perforado que parte de las experiencias y recuerdos
infantiles hasta las escenas y fantasías asociadas a la sexualidad adulta. El púber se deslinda de
los objetos infantiles y empieza a vivir una transformación corporal progresiva que responde a
un nuevo modo de goce, escogiendo un objeto que garantice esa satisfacción. Además, el sujeto
pierde su concepción sobre los padres como Otros absolutos, ubicándolos como seres mortales
y reemplazables sin ninguna autoridad.
(34)
En la pubertad, el individuo experimenta un goce invasivo e irreconocible a nivel del cuerpo
real, sumando una imagen corporal retrógrada que no amortigua dicho goce. El sujeto asimila,
acomoda e introyecta ese nuevo esquema corporal, volviendo a desarrollar la conexión psicoso-
mática mediada por los registros imaginario, simbólico y real.
(35)
El empuje hormonal en la pubertad no implica cambios biológicos únicamente, pues está media-
do por el lenguaje y resulta una transformación total. Al finalizar este período, el ser humano
aprenderá un modo de relacionarse con el otro que ocupa el lugar de partenaire sexual.
(36)
En la adolescencia, se actualizan los conflictos sexuales latentes en la infancia del individuo,
exacerbando instancias psíquicas como la importancia del yo y la dinamización de los mecanis-
mos de defensa. Este es un proceso natural de descubrimiento personal a través de un desarrollo
emocional que debe vivirse plenamente. También se ve como una etapa denominada identidad
vs confusión o difusión, construyendo la identidad basándose en los recursos sociales que tiene
a su disposición, lo que implica un momento crítico en el que experimenta frustraciones, dudas,
imposición de metas, además de cambios afectivos y cognitivos.
(37)
Entre los impasses, pérdidas y construcciones que el adolescente atraviesa, la temporalidad
psíquica se presenta como un elemento relevante, ya que se trata de un estado que obliga al indi-
viduo a renunciar a la cobertura simbólica otorgada por el Otro primordial en la niñez. En esta
se producen reelaboraciones subjetivas congruentes con un cuerpo físico que produce asombro,
mientras se acompaña por el Otro en busca de encontrar un lugar y pertenencia en lo social. Así,
la temporalidad psíquica o lógica es el tiempo que requiere un individuo para procesar los cam-
bios biológicos y psicológicos, además de las manifestaciones pulsionales. Si no concibe esas
modificaciones, el individuo mantiene las marcas infantiles, obstaculizando la generación del
deseo singular.
(38)
Otro aspecto de gran importancia es la fantasía, el sujeto neurótico se sirve de diversos recursos
que no surgen de la realidad. La fantasía implementa una realidad paralela en la que la persona
se posiciona como protagonista de su historia, convirtiéndolo en un modo de sobrellevar la
angustia de vivir. El adolescente utiliza este recurso para movilizar el deseo, identificaciones,
ideales y la configuración de la imagen inconsciente del cuerpo.
(39)
Diversas experiencias inconscientes que el sujeto vive en la etapa pre y postnatal pueden consi-
derarse como la causa de conductas de riesgo, tales como:
(40)
La tendencia al suicidio ligada al deseo de la madre por interrumpir el embarazo o una
necesidad a terminar con su niñez.
La inclinación para fugarse, implicando una distancia ante el comportamiento cultural-
mente normalizado.
El consumo de drogas, como vía para mitigar los cambios que atraviesan, pudiendo
llegar a constituirse en un semblante temporal que estabiliza la libido ante la posibilidad
de procreación.
El embarazo para consolidar un corte de estado que agilite la llegada a la adultez.
La posibilidad de la concepción influye en la aparición de dos significantes que se complemen-
tan y marcan al sujeto femenino: ser mujer y ser madre. El primero se relaciona con el modo de
satisfacer el goce sexual, da respuesta al placer sexual masculino y le conecta con la identidad
femenina. El segundo está vinculado con la incógnita del origen mismo del ser: ¿de dónde veni-
mos?, lo que confronta a la realidad de la procreación y la búsqueda de consolidar al hijo como
el objeto fálico.
(41)
El embarazo se concibe como un llamado al Otro (madre, el padre, la pareja, etc.), en forma de
un mensaje que se requiere descifrar. Durante la adolescencia, este acto anuda dudas y probables
conflictos en la relación madre-hija, ya que ambas pasan a tener la misma posición.
(42)
Socialmente, el embarazo adolescente puede ser asumido como un descuido o un error que
demuestra la vulnerabilidad en la toma de decisiones por el individuo e involucra a toda la fami-
lia. Biológicamente, evidencia un estado adecuado de salud y madurez física. Emocionalmente,
muestra una aparente confusión y temor. Desde la perspectiva psicoanalítica, se cree que la
mujer desea inconscientemente ser madre, desde ese punto de vista, el embarazo adolescente es
deseado, aunque no sea planificado en algunas ocasiones.
(43)
Existen cuatro factores que influyen en el embarazo adolescente:
(44)
Lugar que ocupa en su grupo familiar y genera un deseo precoz de concebir un hijo.
Respuesta ante la relación de afecto con la figura materna.
Conflicto edípico mezclado con un error.
Deseo de tener progenie.
En la construcción de la identidad, el adolescente se confronta a un Otro exigente cultural ante
el que debe posicionarse y mantener un lugar social. Al convertirse en madre, algunas mujeres
adquieren la identidad que se ensambla con la adultez. En 2006, Amorín refirió que, la madre
adolescente deposita sobre el hijo/a la ilusión de mantener un hogar, sobrecargándolo de ideales
que puede asociarse con la satisfacción de carencias afectivas en su pasado.
(45)
Visión de la función y estrago maternos desde la práctica clínica
La entrevista a tres especialistas en psicoanálisis permitió observar que coincidieron al afirmar
que, en la clínica no es posible anticipar y generalizar las respuestas en sujetos bajo una situación
similar. La singularidad de cada caso atendiendo a los recursos simbólicos desarrollados.
Estos destacan que el parto no constituye el elemento que garantiza la formación del vínculo
entre recién nacido y la figura materna. Debe existir un proceso de acogida, adopción y deseo
por la madre. La adopción puede ser directa ante la ausencia del padre o mediada por este por su
presencia.
La maternidad y paternidad deben ser reforzados por otros componentes sociales. Las relaciones
totalmente armoniosas no existen, aunque no se evidencien ausencias, negligencias, reproches,
entre otros actos reprobables. Este desencuentro se refuerza con el desarrollo del lenguaje.
Algunas familias manifiestan una participación importante en la vida de las adolescentes emba-
razadas; sin embargo, no se observan lazos complejos con la figura materna y carecen de
elementos simbólicos suficientes, sin que se distingan los roles de sus miembros, siendo confu-
sos y precarios.
La repetición es parte de la realidad individual, pero existe una reactualización generacional que
plantea historias únicas, la que pudiera ser un modo de resolver situaciones inconclusas.
En ciertos casos y varios momentos, la madre se torna caprichosa, antojadiza y estragante,
pudiendo parar si se encuentra castrada, pero quedarán huellas en el hijo/a.
Las adolescentes que abandonan la formación escolar pierden un posible espacio para sublimar
la pulsión. Algunas instituciones educativas toleran el embarazo en sus entornos sin darles el
apoyo y acompañamiento necesarios.
Finalmente, concuerdan en que la adolescencia constituye un desafío debido a la incertidumbre
que genera el futuro en el sujeto, además de las dificultades simbólicas y reales que aparecen.
El especialista 1 afirma que la mujer que se convierte en madre genera la división primordial. La
adolescencia juega un papel fundamental en el desarrollo de la sexualidad y el embarazo precoz
obliga a renunciar a una parte de la feminidad tempranamente y reinventarse en su ser de mujer,
para cumplir con la función materna.
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BY
NC
ND
Además, refiere experiencias de casos donde el vínculo con la madre resulta traumático, destacando que
esta relación es susceptible a lo inesperado por la influencia de lo deseado y lo indeseado.
El estrago materno debe ser tratado cautelosamente, ya que podría culpabilizar a las madres, resaltando
dos indicaciones: la madre en la posición de la pareja (el hombre como estrago) y el hombre personifi-
cando a la madre.
Manifiesta que la madre se vuelve estragante al asumir plenamente ese papel y deja de ser mujer, asegu-
rando que existen casos en que la maternidad pone un freno al goce del sujeto al modificar su comporta-
miento a partir de la llegada de su hijo/a, pero separarla podría desubicarla nuevamente.
Acerca del embarazo adolescente, sostiene que en cada caso se manifiestan efectos diferentes ante
factores predeterminantes similares. Su participación en investigaciones posibilitó que encontrara
entornos familiares que conciben esta etapa de la vida como lo aceptable, en estos se comparte el espa-
cio físico y las funciones de los miembros.
Considera que, en determinadas condiciones sociales, el embarazo adolescente reiterado en una misma
joven se torna una decisión personal. Alude al caso observado en un documental con una chica de 12
años que se enorgullecía por ser pareja de un narcotraficante; su papá se sentía culpable y decía: “yo no
estuve ahí, yo pude haber evitado esto, yo me fui, no estuve, ella es una niña, ella se chupa el dedo para
dormir todavía”, visualizándose un acto fantasmático que sugiere un deseo por separarse de los padres,
sin que se constituyera en un acto logrado.
Concluye que detrás de las personas que ejercen los roles parentales hay hombres y mujeres, cuyas
particularidades identitarias más íntimas pueden explorarse mediante el psicoanálisis.
El especialista 2 concibe a la madre como un agente que posibilita la operacionalización de la función
del padre, introduciendo al infante en el lenguaje, produciendo la inscripción simbólica, le adjudica un
lugar y lo convierte en un objeto de deseo, a la vez que genera una hiancia que posibilitará que se vuelva
sujeto.
Con respecto a la dinámica entre madre e hija asociados al estrago, la primera tiene una actitud de recha-
zo; mientras que la segunda, de reproche. Entre ambas existe tendencia a la insatisfacción susceptible
de devoración. En algunos casos, esta dinámica se constituye en una queja histérica y no desencadena
en estrago.
En una experiencia de trabajo grupal con madres adolescentes, que se encontraban en un albergue de la
ciudad de Quito, percibió que existía una cierta correlación entre la condición económica, cultural,
social y el embarazo. Existía precariedad simbólica en las familias y relaciones casi de pares entre algu-
nas madres e hijas. Varias de estas chicas tenían posturas muy sexualizadas y no querían renunciar a
eso para asumir la maternidad. Una vez más, en una situación similar, algunas asumieron su función
materna y se notaba un descuido de sí mismas, proyectando una imagen envejecida; mientras que, otras
rechazaban a sus hijos mediante actos negligentes.
Menciona que la repetición se produce a nivel de la realidad, abriendo la posibilidad de circunstancias
distintas para ese hijo/a, es decir, el estrago podría quedarse en la relación entre la madre y la hija,
mientras que este nuevo ser queda separado de esa dinámica.
El especialista 3 manifiesta que en el trabajo clínico con madres e hijos/as aparece la dependencia
como un fenómeno muy común. Sin embargo, recalca que tiene diferentes connotaciones de acuerdo
con elementos sociales generacionales; en su experiencia, hace 10 años se creía que el vínculo debía
posibilitar la independencia como punto de partida; mientras que, actualmente se habla sobre cómo
construir independencia en el punto de partida. La dependencia madre hijo/a debe analizarse desde los
primeros años de vida.
Considera el concepto de estrago materno atendiendo a las particularidades de cada época o genera-
ción. Durante el ejercicio clínico atendió algunas madres que establecen relaciones extremadamente
dependientes con sus hijos/as y viceversa, aspecto que podría generarse en contextos excepcionales
cuando el padre es ausente. Hace alusión a lo manifestado por Silvia Ons, acerca de la caída del nombre
del padre relacionada con el declive de la masculinidad y la presencia socialmente desvalorizada del
padre.
La dependencia tiene la potencialidad de impedir que el sujeto alcance autonomía en la adultez, ocasio-
nando una profunda desconfianza hacia la figura que la genera y que las decisiones pasen por la apro-
bación de la madre. A esto, se agrega una sexualización precoz ejercida sobre los hijos/as, como un
sentido de propiedad, donde se utilizan significantes como: compañero/a, amiga, marido, maridito,
entre otros; no se experimenta como algo patológico, hasta que aparece algún síntoma.
En relación con el embarazo adolescente, plantea que debe contemplarse en tiempo y espacio geográfi-
co. En ciertos contextos tiene cierta funcionalidad, tal como: liberarse del núcleo familiar. En zonas
rurales, resulta culturalmente aceptable y tiene una connotación comunitaria. En ciertos entornos urba-
nos, se asocia con un componente social sin que represente implicación afectiva sino en relaciones
casuales.
Algunos padres, cuyos hijos adolescentes cuentan con pareja formal o regular, imponen su deseo de
tener nietos y los inducen a tener hijos tempranamente, lo que ocurre comúnmente cuando existe una
profunda dependencia hacia los progenitores y buscan afirmación dentro de la vida familiar en esta
etapa del desarrollo individual. Aunque, pueden presentarse casos en que se pretende restituir el víncu-
lo familiar, empleando al nuevo integrante como elemento cohesionador al cumplir el anhelo de ser
abuelo(a).
Si el adolescente no pone en palabras las angustias del embarazo, las angustias del embarazo de su
pareja, si no hay alguien con quien se pueda tratar las emociones que están presentes, las dificultades
que están presentes, la construcción de la maternidad y paternidad se vuelve un enorme desafío,
cuando todavía no tienen ese enorme capital simbólico que da la madurez.
Muchos padres tienen la tendencia a proyectar sus aspiraciones frustradas en el orden personal o
profesional en sus hijos(as), incidiendo para que las asuman como propias.
CONCLUSIONES
La función materna constituye un generador de amor, protección y cuidado al niño/a, siendo indis-
pensable para la supervivencia del sujeto durante sus primeros años de vida. Pero, la madre puede
llegar a devorar subjetivamente a la hija cuando esta decide separarse de ella, absorbiéndola y convir-
tiendo esta función en un estrago, que se consolida en forma de rechazo en la relación entre madre e
hija.
En la adolescencia, la maternidad puede plasmarse como un acto que permite lidiar con la recons-
trucción psíquica que experimenta el sujeto. Esta puede configurarse como: un salto hacia la adultez,
una salida a la relación estragante con la figura materna o la consolidación de los ideales familiares
asumidos por el individuo. Lo que resulta un suceso marcado por significantes adjudicados por la
pareja parental y la insondable decisión del ser.
Conflicto de intereses: las autoras declaran que no existen.
Declaración de contribución:
Las autoras recolectaron información científica actualizada, así como en la elaboración y organiza-
ción del documento.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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Recibido: 16 de abril de 2021
Aceptado: 22 de junio de 2021
REE Volumen 15(3) Riobamba sep. - dic. 2021
FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD
ISSN-impreso 1390-7581
ISSN-digital 2661-6742
Estrago materno y función materna en madres adolescentes. Un recorrido teórico y clínico
Maternal damage and maternal function in adolescent mothers. A theoretical and clinical
approach
https://doi.org/10.37135/ee.04.12.11
Autoras:
Alejandra Salomé Sarmiento Benavides1 – https://orcid.org/0000-0002-6404-418X
María Verónica Egas Reyes2 – https://orcid.org/0000-0002-5361-8213
1Universidad Nacional de Chimborazo, Riobamba-Ecuador.
2Pontificia Universidad Católica del Ecuador, Quito-Ecuador.
Autor de correspondencia: Alejandra Salomé Sarmiento Benavides. Email: asarmiento@u-
nach.edu.ec. Teléfono: 0984258784. Dirección postal: Ayacucho entre Pichincha y García
Moreno. Riobamba, Chimborazo, Ecuador.
RESUMEN
El embarazo en la adolescencia implica múltiples cambios somáticos, sociales y psicológicos.
En esta última dimensión, estrago y función materna constituyen dimensiones que requieren de
atención comúnmente. La bibliografía ofrece una amplia gama de abordajes teóricos que se
reflejan en la práctica psicoanalítica, al respecto se presenta una revisión apoyada en las expe-
riencias aportadas por especialistas en esa área. La información se recolectó en bases de datos
científicas reconocidas, tesis de graduación en repositorios universitarios y organizaciones no
gubernamentales de reconocimiento mundial por su actividad de asesoría, investigativa y acadé-
mica. Fundamentalmente, la información teórica se organizó de manera cronológica, la que
luego fue confrontada con las declaraciones de los profesionales entrevistados. Durante el
proceso, se siguieron los principios éticos investigativos universales, en garantía de la calidad y
rigor de las fuentes consultadas.
Palabras clave: conducta materna, psicoanálisis, embarazo en adolescencia.
ABSTRACT
Teenage pregnancy involves multiple somatic, social and psychological changes. In this last
dimension, damage and maternal function constitute dimensions that commonly require atten-
tion. The bibliography provides a wide range of theoretical approaches that are reflected in
psychoanalytic practice. In this regard, a review supported by the experiences contributed by
specialists in this area is presented. The information was collected in recognized scientific data-
bases, graduation thesis in university repositories and non-governmental organizations of world-
wide recognition for their advisory, investigative and academic activity. Fundamentally, the
theoretical information was organized chronologically, which was later compared with the state-
ments of the professionals interviewed. During the process, the universal investigative ethical
principles were followed in order to guarantee the quality and rigor of the searched sources.
Keywords: Maternal Behavior, Psychoanalysis, Pregnancy in Adolescence.
INTRODUCCIÓN
Generalmente, la madre asume la satisfacción de las necesidades del niño/a durante sus primeros
años de vida; quien, además, introduce al hijo/a en la estructura del lenguaje. Maternidad y femi-
nidad son procesos que se contraponen en cada mujer en el intento de alcanzar la sensación de
plenitud.
(1)
Freud es el primero en plantear elementos asociados con el complejo de castración en la relación
madre-hija, señalando que se genera una extrañación en forma de hostilidad, con el reproche de
la segunda por traerla incompleta. El término estrago (ravage) propuesto por Lacan establece
indicaciones sobre la dinámica en el lazo afectivo de la madre con su hija, asegura que sostenerla
puede llegar a ser insoportable, a tal punto en el que la mujer renuncia a su feminidad para ser
toda-madre, es ahí donde convierte a la hija en su objeto de deseo y la absorbe, en algunos casos
ocasionaría que en su vida adulta inicie una relación afectiva con una pareja que podría conver-
tirse en su estrago.
(2)
En la adolescencia, el individuo construye su identidad sexual, reorganiza las identificaciones y
reemplaza al Gran Otro primordial por el Otro social, se trata de un estado de transición que
promueve la autonomía psíquica.
(3)
La gestación y maternidad implican procesos biológicos,
psíquicos y sociales que suponen retos para las madres adolescentes, entre los que destaca la
posible separación de la estructura familiar.
(4)
Feminidad y función materna
El concepto de maternidad desde punto de vista biológico se asume como un proceso de cambios
fisiológicos en el organismo de la mujer con el fin de la gestación y el parto. El enfoque socioló-
gico vincula la maternidad con la familia, comprendiendo que es necesaria la presencia de un
sujeto femenino que posibilite la concepción de los hijos y asuma su cuidado, en medio de un
sistema social que tiene como objetivo primordial la reproducción. La teoría psicoanalítica plan-
teada por Sigmund Freud en 1910 manifiesta que: “el amor de la madre por el lactante […]
posee la naturaleza de una relación amorosa plenamente satisfactoria”. Esta última sugiere que
ese lazo genera sensaciones de agrado y autorrealización en la madre, similares a las que se
producen en las relaciones de pareja.
(5)
Durante su etapa como lactante, el sujeto está invadido por sensaciones provenientes del
ambiente que aún no asimila, debido a que se encuentra en el proceso de separar su yo del
mundo externo. Ese infante requiere asistencia permanente para satisfacer sus necesidades de
forma inmediata para su supervivencia: alimentación, vestimenta, sueño y protección. Además,
precisa de acompañamiento durante la construcción de su aparato psíquico por una persona que
asume la función materna.
(6)
El vínculo que desarrolla el bebé con su cuidador representa un lazo afectivo recíproco y primor-
dial, creándose características psíquicas importantes para su desarrollo que lo acompañarán
durante toda la vida. Generalmente, la madre asume la función materna, la que participa directa-
mente en el desarrollo psicosexual del niño/a mediante caricias, besos y abrazos, despertando
formas placenteras y de excitación sexual en el lactante que se generan en las zonas erógenas.
(7)
La masculinidad se vincula con la actividad y la agresividad; mientras que, la feminidad lo hace
con la pasividad. Sin embargo, la madre mantiene una postura completamente activa, lo que se
evidencia en el acto de la lactancia, esta entrega una parte de ella al hijo/a, controlando cuánto y
cuándo el bebé puede hacerlo.
En los primeros años de vida, el infante no ha desarrollado aún una postura con respecto a la
sexualidad. En las edades de 5 y 6 años, el niño/a atraviesa una etapa de complejo edípico,
descubriendo la diferencia sexual. Al ser poseedor del falo, el varón experimenta la castración al
final, pero la hembra descubre su falta y vive la castración antes; por lo tanto, su superyó no
alcanza la fuerza y el significado que viene de la cultura. La niña que asume su feminidad en
plenitud, implementará una búsqueda inconsciente de ese objeto fálico en la adultez a través de
la procreación con una pareja (un hijo la hará sentirse completa).
(8)
Melanie Klein atribuye gran importancia a la relación que desarrolla la madre con el niño/a. Esta
permite establecer relaciones relaciones de defensa, ansiedad y objeto en el lactante durante los
primeros meses de vida. En los primeros 3 o 4 meses de vida, el bebé atraviesa la posición esqui-
zoparanoide, colocando sus impulsos agresivos sobre el objeto en dependencia de la satisfacción
que este le proporcione. Posteriormente, pasa a la posición depresiva, percibiendo a la madre
como un objeto completo y se relaciona con ella de esa manera, en ciertos momentos experimen-
ta ambivalencias afectivas, por atravesar impulsos de amor y odio que intensifican su deseo de
aniquilar a la madre mala y perpetuar a la buena.
(9)
Cuando el vínculo entre el lactante y la madre no se consolida en afecto de felicidad, puede
deberse a conflictos contradictorios que atraviesa el niño/a, conduciéndolo a posibles fracasos
en el futuro. Las relaciones sociales podrían construirse en base a ansiedades exacerbadas sin
procesar. También, se pueden observar depresiones anormales o inesperadas en los bebés, las
que surgen de las dificultades generadas en esta relación primordial, disminuyendo su deseo.
(10)
Acerca de la existencia de un superyó primario, se piensa que el lactante realiza una introyección
precoz sobre los objetos buenos y malos que representan para él los fragmentos del cuerpo de la
madre, configurando al superyó como una parte del yo, que intenta regular esta agresividad e
impedirse provocar algún tipo de daño a la madre. Propone que el surgimiento del complejo de
Edipo se produce desde los cinco y seis meses de edad, cuando se atraviesa la posición depresi-
va, donde comienza a percibir el daño que causa con sus impulsos agresivos.
(11)
La frustración producto del destete genera el surgimiento del complejo edípico, aflorando
impulsos sádicos fortalecidos por las frustraciones anales y el sentimiento de culpa consecuente
de la formación del SuperYo que se establece por las fijaciones pregenitales. La fase preedípica
tiene una inclinación femenina, caracterizada por una tendencia sádica que se vincula con el
impulso epistemofílico, que conduce al infante varón a identificarse precozmente con la madre.
El cuerpo biológico de ella se convierte en la fuente de deseos y provocaciones sexuales, que son
poseídos imaginariamente por el hijo. Específicamente, zonas como los pechos representarán
abundancia, provocando que se establezca cierta envidia y competencia entre el niño y la madre.
En la infante mujer aparece la conciencia de la carencia del pene y percibe que la madre posee
el del padre, acercándose a este mediante una relación seductora y envolvente que genera mayor
distancia con la madre.
(12)
Durante la infancia, la niña es influenciada por las experiencias preedípicas y edípicas incons-
cientemente, influyendo en la búsqueda de una relación de pareja durante la vida adulta en su
búsqueda por satisfacer sus fantasías sádicas sexuales. Si logra ese éxito, la mujer siente que
alcanzó el lugar que tuvo su madre, haciéndola merecedora de los privilegios que le fueron arre-
batados durante la niñez. Las características narcisistas en la madre, la impulsan a buscar gratifi-
caciones personales que consigue a través de sus hijos, generando dependencia de estos que la
hacen indispensable y prolonga esa relación simbiótica.
(13)
Donald Winnicott plantea que, durante los primeros años de vida, el individuo debe vincularse
con un Otro materno para la supervivencia física y psíquica, configurando el perfil afectivo del
bebé. El infante debe saber manejar la separación de la madre, por lo que es importante crear un
espacio interpersonal. Este autor propone el término objeto transicional para el elemento donde
deposita sus afectos, permitiendo el corte necesario con la madre.
(14)
Los niños poseen el rasgo psíquico de bisexualidad, en el que se configuran elementos femeni-
nos y masculinos. Los primeros están asociados al ser y los segundos al hacer, ambos elementos
tienen una función determinada y son necesarios para la construcción del aparato psíquico.
(15)
En torno a la madre del lactante (que asume adecuadamente su función) existen elementos que
posibilitan el tránsito de la dependencia absoluta a la independencia del hijo/a:
(16)
Holding o sostenimiento, manera de acunar entre sus brazos al bebé, asociado con sensa-
ciones esporádicas que niegan la posibilidad de un reaseguramiento y contención de las
ansiedades psicóticas en base a la realidad externa del ser.
Manipulación, satisfacción corporal del niño mediante la relación psicosomática y la
coordinación.
Mostración de objetos, contacto entre el lactante y los objetos de su entorno.
Jacques Lacan manifiesta que el cuidador puede pertenecer al otro género, lo único que necesita
es amar y proteger al lactante de manera oportuna y apropiada. Por eso, resalta la relevancia de
la figura materna, por ser quien se convertirá en el Gran Otro primordial, posibilitando la cons-
trucción del cuerpo simbólico del infante mediante el lenguaje como discurso del Otro.
(17)
En la etapa de la niñez, el vínculo con la figura materna es esencial en el desarrollo del proceso
de constitución subjetiva denominado estadío del espejo, el que se genera entre los 6 y 18 meses
de edad. Aquí, se construye la imagen unificada del bebé que permite reconocerse a sí mismo y
a otros. Se configura el registro imaginario y el narcisismo, marcando el comienzo de la relación
del infante con su contexto.
(18)
La mujer vive la maternidad como un privilegio, puesto que el contacto físico le ofrece mucha
satisfacción narcisista. Los recuerdos y experiencias que la mujer vivió durante la infancia le
ayudan a crear y sostener el sentimiento materno, abrigando al lactante. Para el niño/a la imagen
del seno materno produce una sensación de protección y complementación; por lo que, al darse
el destete debe sublimar dicha pérdida.
(19)
Existe una relación entre el complejo de Edipo, el ideal del yo, el superyó y la realidad. El infan-
te adquiere identificaciones sexuales que posibilitan asumir el género para relacionarse con su
entorno, lo que se asocia al ideal del yo. La metáfora paterna que es el complejo de Edipo
propuesto con tres funciones simbólicas: objeto, deseo de la madre y del padre. Esta última
función introduce a todos los participantes en la metáfora, separando al niño del deseo materno
y permite el desarrollo el SuperYo y su propio deseo.
(20)
El goce que experimenta la mujer no es fálico. Al estar castrada, no tiene el temor que posee el
varón a perder el falo. No existe una forma de goce universal y generalizado que caracteriza a
las mujeres, pues la singularidad favorece una forma propia e individual de satisfacción.
(21)
Aproximaciones al estrago materno
El estrago materno se produce cuando la relación entre la figura materna y el niño se vuelve
absorbente. La palabra estrago proviene del término en francés “ravage” que significa devasta-
ción y destrucción. El infante se queda envuelto en el deseo mortífero de la madre que evidencia
la voracidad que ella ejerce en su función, provocando una descompensación a nivel del aparato
psíquico e impide la separación.
(22)
La maternidad es insuficiente ante la presencia del deseo y goce que experimenta el infante
cuando la madre se convierte en el vehículo que traslada el significante del nombre del padre
hacia el hijo/a y anula su deseo como mujer. Esto hace que sature la falta de su vástago, resultan-
do devastador.
(23)
La mujer elije inconscientemente el camino del estrago cuando surgen dos elementos: la actividad
evidenciada en todas las muestras de afecto hacia su hijo/a y la pasividad reflejada en los planos
social y sexual. La madre absoluta renuncia al placer que obtendría como mujer, lo que la conduce
a devorar al hijo/a, el segundo podría generar una fantasía masoquista en la vida adulta.
(24)
La relación estragante aparece cuando la figura materna no cuenta con los recursos simbólicos
suficientes durante los primeros años de vida del niño/a, incumpliendo con la función encomen-
dada, pudiendo significar que no existe el deseo materno o no lo ha desarrollado.
(25)
A través de la metáfora del cocodrilo, Lacan describe la manera en que opera el estrago materno:
la boca del animal representa el deseo materno; el infante, su alimento; el agua es el lenguaje y
la transmisión de significantes y la barra atravesada en la boca del cocodrilo se refiere al falo.
Así, sugiere que el deseo materno debe ser refrenado mediante el falo, existiendo una tercera
función que separa al niño/a de la figura materna e impide la depredación.
(26)
El deseo de la madre es mortífero si la relación afectiva con el niño/a es excesiva. Cuatro signifi-
cantes interactúan en el estrago: la devoración, lo insaciable, el capricho y la destrucción. Este
fenómeno provoca marcas irreversibles que se evidencian en individuos que no construyen una
inscripción simbólica, por la ausencia o poca presencia de la función paterna, conduciendo a
inexistencia de regulación del capricho materno.
(27)
El fenómeno del estrago puede verse de diferentes maneras:
(28)
Si está configurado desde la realidad no permite que el sujeto construya símbolos propios,
condenándolo a constituirse en objeto del Otro.
Elemento que impide al individuo relacionarse con el objeto fálico.
La madre fijada como el Otro, excluyendo al sujeto de la ley simbólica.
La relación madre-hija estragante con una connotación amorosa y torturante tiende a ser
devastadora y muy parecida al goce femenino pleno.
La presencia de la niña puede provocar que la madre experimente un desencuentro con su propia
castración, evocando las marcas producidas durante el complejo edípico de manera intolerable.
(29)
Cada mujer crea su propio modo de gozar y demanda un significante que le adjudique su identi-
dad de género. La construcción de su propia feminidad resulta uno de los propósitos de las niñas
al llegar a la adultez.
(30)
El estrago materno puede expresarse en forma de un amor excesivo o a través de una conducta
total o parcialmente despreocupada y/o negligente. La mujer que experimenta la maternidad
coloca al futuro bebé como un semblante, por el hecho de llevar un nuevo ser al interior de su
cuerpo, aparentando que va a constituirse en el objeto fálico que cubrirá su falta.
(31)
La complejidad subjetiva en el individuo se configura al no encontrar un objeto que le permita
establecer un anclaje fálico. En unas ocasiones, el partenaire simula un efecto similar, en otras,
los hijos/as se ubican como medio para esa satisfacción. Aunque, en la mayoría de casos esos
objetos no funcionan por un tiempo prolongado; de ahí, que la mujer busca otras vías para sobre-
llevar esa insatisfacción, pudiendo presentarse como síntoma o mediante el consumo de sustan-
cias, entre otras.
(32)
Pubertad, adolescencia y maternidad
El término Umgelstatung implica forma y morfos para referirse a la pubertad. Esta etapa del
desarrollo se conoce como la metamorfosis de la pubertad, en la que se reorganiza la vida sexual
infantil debido a que, las identificaciones y semblantes que construyó durante la niñez han perdi-
do la capacidad de sostenerlo. Además, enfrenta un despertar sexual distinto mediante recursos
imaginarios y simbólicos mucho más amplios, donde el otro ocupa un lugar primordial.
(33)
La pubertad puede ser vista como un túnel perforado que parte de las experiencias y recuerdos
infantiles hasta las escenas y fantasías asociadas a la sexualidad adulta. El púber se deslinda de
los objetos infantiles y empieza a vivir una transformación corporal progresiva que responde a
un nuevo modo de goce, escogiendo un objeto que garantice esa satisfacción. Además, el sujeto
pierde su concepción sobre los padres como Otros absolutos, ubicándolos como seres mortales
y reemplazables sin ninguna autoridad.
(34)
En la pubertad, el individuo experimenta un goce invasivo e irreconocible a nivel del cuerpo
real, sumando una imagen corporal retrógrada que no amortigua dicho goce. El sujeto asimila,
acomoda e introyecta ese nuevo esquema corporal, volviendo a desarrollar la conexión psicoso-
mática mediada por los registros imaginario, simbólico y real.
(35)
El empuje hormonal en la pubertad no implica cambios biológicos únicamente, pues está media-
do por el lenguaje y resulta una transformación total. Al finalizar este período, el ser humano
aprenderá un modo de relacionarse con el otro que ocupa el lugar de partenaire sexual.
(36)
En la adolescencia, se actualizan los conflictos sexuales latentes en la infancia del individuo,
exacerbando instancias psíquicas como la importancia del yo y la dinamización de los mecanis-
mos de defensa. Este es un proceso natural de descubrimiento personal a través de un desarrollo
emocional que debe vivirse plenamente. También se ve como una etapa denominada identidad
vs confusión o difusión, construyendo la identidad basándose en los recursos sociales que tiene
a su disposición, lo que implica un momento crítico en el que experimenta frustraciones, dudas,
imposición de metas, además de cambios afectivos y cognitivos.
(37)
Entre los impasses, pérdidas y construcciones que el adolescente atraviesa, la temporalidad
psíquica se presenta como un elemento relevante, ya que se trata de un estado que obliga al indi-
viduo a renunciar a la cobertura simbólica otorgada por el Otro primordial en la niñez. En esta
se producen reelaboraciones subjetivas congruentes con un cuerpo físico que produce asombro,
mientras se acompaña por el Otro en busca de encontrar un lugar y pertenencia en lo social. Así,
la temporalidad psíquica o lógica es el tiempo que requiere un individuo para procesar los cam-
bios biológicos y psicológicos, además de las manifestaciones pulsionales. Si no concibe esas
modificaciones, el individuo mantiene las marcas infantiles, obstaculizando la generación del
deseo singular.
(38)
Otro aspecto de gran importancia es la fantasía, el sujeto neurótico se sirve de diversos recursos
que no surgen de la realidad. La fantasía implementa una realidad paralela en la que la persona
se posiciona como protagonista de su historia, convirtiéndolo en un modo de sobrellevar la
angustia de vivir. El adolescente utiliza este recurso para movilizar el deseo, identificaciones,
ideales y la configuración de la imagen inconsciente del cuerpo.
(39)
Diversas experiencias inconscientes que el sujeto vive en la etapa pre y postnatal pueden consi-
derarse como la causa de conductas de riesgo, tales como:
(40)
La tendencia al suicidio ligada al deseo de la madre por interrumpir el embarazo o una
necesidad a terminar con su niñez.
La inclinación para fugarse, implicando una distancia ante el comportamiento cultural-
mente normalizado.
El consumo de drogas, como vía para mitigar los cambios que atraviesan, pudiendo
llegar a constituirse en un semblante temporal que estabiliza la libido ante la posibilidad
de procreación.
El embarazo para consolidar un corte de estado que agilite la llegada a la adultez.
La posibilidad de la concepción influye en la aparición de dos significantes que se complemen-
tan y marcan al sujeto femenino: ser mujer y ser madre. El primero se relaciona con el modo de
satisfacer el goce sexual, da respuesta al placer sexual masculino y le conecta con la identidad
femenina. El segundo está vinculado con la incógnita del origen mismo del ser: ¿de dónde veni-
mos?, lo que confronta a la realidad de la procreación y la búsqueda de consolidar al hijo como
el objeto fálico.
(41)
El embarazo se concibe como un llamado al Otro (madre, el padre, la pareja, etc.), en forma de
un mensaje que se requiere descifrar. Durante la adolescencia, este acto anuda dudas y probables
conflictos en la relación madre-hija, ya que ambas pasan a tener la misma posición.
(42)
Socialmente, el embarazo adolescente puede ser asumido como un descuido o un error que
demuestra la vulnerabilidad en la toma de decisiones por el individuo e involucra a toda la fami-
lia. Biológicamente, evidencia un estado adecuado de salud y madurez física. Emocionalmente,
muestra una aparente confusión y temor. Desde la perspectiva psicoanalítica, se cree que la
mujer desea inconscientemente ser madre, desde ese punto de vista, el embarazo adolescente es
deseado, aunque no sea planificado en algunas ocasiones.
(43)
Existen cuatro factores que influyen en el embarazo adolescente:
(44)
Lugar que ocupa en su grupo familiar y genera un deseo precoz de concebir un hijo.
Respuesta ante la relación de afecto con la figura materna.
Conflicto edípico mezclado con un error.
Deseo de tener progenie.
En la construcción de la identidad, el adolescente se confronta a un Otro exigente cultural ante
el que debe posicionarse y mantener un lugar social. Al convertirse en madre, algunas mujeres
adquieren la identidad que se ensambla con la adultez. En 2006, Amorín refirió que, la madre
adolescente deposita sobre el hijo/a la ilusión de mantener un hogar, sobrecargándolo de ideales
que puede asociarse con la satisfacción de carencias afectivas en su pasado.
(45)
Visión de la función y estrago maternos desde la práctica clínica
La entrevista a tres especialistas en psicoanálisis permitió observar que coincidieron al afirmar
que, en la clínica no es posible anticipar y generalizar las respuestas en sujetos bajo una situación
similar. La singularidad de cada caso atendiendo a los recursos simbólicos desarrollados.
Estos destacan que el parto no constituye el elemento que garantiza la formación del vínculo
entre recién nacido y la figura materna. Debe existir un proceso de acogida, adopción y deseo
por la madre. La adopción puede ser directa ante la ausencia del padre o mediada por este por su
presencia.
La maternidad y paternidad deben ser reforzados por otros componentes sociales. Las relaciones
totalmente armoniosas no existen, aunque no se evidencien ausencias, negligencias, reproches,
entre otros actos reprobables. Este desencuentro se refuerza con el desarrollo del lenguaje.
Algunas familias manifiestan una participación importante en la vida de las adolescentes emba-
razadas; sin embargo, no se observan lazos complejos con la figura materna y carecen de
elementos simbólicos suficientes, sin que se distingan los roles de sus miembros, siendo confu-
sos y precarios.
La repetición es parte de la realidad individual, pero existe una reactualización generacional que
plantea historias únicas, la que pudiera ser un modo de resolver situaciones inconclusas.
En ciertos casos y varios momentos, la madre se torna caprichosa, antojadiza y estragante,
pudiendo parar si se encuentra castrada, pero quedarán huellas en el hijo/a.
Las adolescentes que abandonan la formación escolar pierden un posible espacio para sublimar
la pulsión. Algunas instituciones educativas toleran el embarazo en sus entornos sin darles el
apoyo y acompañamiento necesarios.
Finalmente, concuerdan en que la adolescencia constituye un desafío debido a la incertidumbre
que genera el futuro en el sujeto, además de las dificultades simbólicas y reales que aparecen.
El especialista 1 afirma que la mujer que se convierte en madre genera la división primordial. La
adolescencia juega un papel fundamental en el desarrollo de la sexualidad y el embarazo precoz
obliga a renunciar a una parte de la feminidad tempranamente y reinventarse en su ser de mujer,
para cumplir con la función materna.
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Además, refiere experiencias de casos donde el vínculo con la madre resulta traumático, destacando que
esta relación es susceptible a lo inesperado por la influencia de lo deseado y lo indeseado.
El estrago materno debe ser tratado cautelosamente, ya que podría culpabilizar a las madres, resaltando
dos indicaciones: la madre en la posición de la pareja (el hombre como estrago) y el hombre personifi-
cando a la madre.
Manifiesta que la madre se vuelve estragante al asumir plenamente ese papel y deja de ser mujer, asegu-
rando que existen casos en que la maternidad pone un freno al goce del sujeto al modificar su comporta-
miento a partir de la llegada de su hijo/a, pero separarla podría desubicarla nuevamente.
Acerca del embarazo adolescente, sostiene que en cada caso se manifiestan efectos diferentes ante
factores predeterminantes similares. Su participación en investigaciones posibilitó que encontrara
entornos familiares que conciben esta etapa de la vida como lo aceptable, en estos se comparte el espa-
cio físico y las funciones de los miembros.
Considera que, en determinadas condiciones sociales, el embarazo adolescente reiterado en una misma
joven se torna una decisión personal. Alude al caso observado en un documental con una chica de 12
años que se enorgullecía por ser pareja de un narcotraficante; su papá se sentía culpable y decía: “yo no
estuve ahí, yo pude haber evitado esto, yo me fui, no estuve, ella es una niña, ella se chupa el dedo para
dormir todavía”, visualizándose un acto fantasmático que sugiere un deseo por separarse de los padres,
sin que se constituyera en un acto logrado.
Concluye que detrás de las personas que ejercen los roles parentales hay hombres y mujeres, cuyas
particularidades identitarias más íntimas pueden explorarse mediante el psicoanálisis.
El especialista 2 concibe a la madre como un agente que posibilita la operacionalización de la función
del padre, introduciendo al infante en el lenguaje, produciendo la inscripción simbólica, le adjudica un
lugar y lo convierte en un objeto de deseo, a la vez que genera una hiancia que posibilitará que se vuelva
sujeto.
Con respecto a la dinámica entre madre e hija asociados al estrago, la primera tiene una actitud de recha-
zo; mientras que la segunda, de reproche. Entre ambas existe tendencia a la insatisfacción susceptible
de devoración. En algunos casos, esta dinámica se constituye en una queja histérica y no desencadena
en estrago.
En una experiencia de trabajo grupal con madres adolescentes, que se encontraban en un albergue de la
ciudad de Quito, percibió que existía una cierta correlación entre la condición económica, cultural,
social y el embarazo. Existía precariedad simbólica en las familias y relaciones casi de pares entre algu-
nas madres e hijas. Varias de estas chicas tenían posturas muy sexualizadas y no querían renunciar a
eso para asumir la maternidad. Una vez más, en una situación similar, algunas asumieron su función
materna y se notaba un descuido de sí mismas, proyectando una imagen envejecida; mientras que, otras
rechazaban a sus hijos mediante actos negligentes.
Menciona que la repetición se produce a nivel de la realidad, abriendo la posibilidad de circunstancias
distintas para ese hijo/a, es decir, el estrago podría quedarse en la relación entre la madre y la hija,
mientras que este nuevo ser queda separado de esa dinámica.
El especialista 3 manifiesta que en el trabajo clínico con madres e hijos/as aparece la dependencia
como un fenómeno muy común. Sin embargo, recalca que tiene diferentes connotaciones de acuerdo
con elementos sociales generacionales; en su experiencia, hace 10 años se creía que el vínculo debía
posibilitar la independencia como punto de partida; mientras que, actualmente se habla sobre cómo
construir independencia en el punto de partida. La dependencia madre hijo/a debe analizarse desde los
primeros años de vida.
Considera el concepto de estrago materno atendiendo a las particularidades de cada época o genera-
ción. Durante el ejercicio clínico atendió algunas madres que establecen relaciones extremadamente
dependientes con sus hijos/as y viceversa, aspecto que podría generarse en contextos excepcionales
cuando el padre es ausente. Hace alusión a lo manifestado por Silvia Ons, acerca de la caída del nombre
del padre relacionada con el declive de la masculinidad y la presencia socialmente desvalorizada del
padre.
La dependencia tiene la potencialidad de impedir que el sujeto alcance autonomía en la adultez, ocasio-
nando una profunda desconfianza hacia la figura que la genera y que las decisiones pasen por la apro-
bación de la madre. A esto, se agrega una sexualización precoz ejercida sobre los hijos/as, como un
sentido de propiedad, donde se utilizan significantes como: compañero/a, amiga, marido, maridito,
entre otros; no se experimenta como algo patológico, hasta que aparece algún síntoma.
En relación con el embarazo adolescente, plantea que debe contemplarse en tiempo y espacio geográfi-
co. En ciertos contextos tiene cierta funcionalidad, tal como: liberarse del núcleo familiar. En zonas
rurales, resulta culturalmente aceptable y tiene una connotación comunitaria. En ciertos entornos urba-
nos, se asocia con un componente social sin que represente implicación afectiva sino en relaciones
casuales.
Algunos padres, cuyos hijos adolescentes cuentan con pareja formal o regular, imponen su deseo de
tener nietos y los inducen a tener hijos tempranamente, lo que ocurre comúnmente cuando existe una
profunda dependencia hacia los progenitores y buscan afirmación dentro de la vida familiar en esta
etapa del desarrollo individual. Aunque, pueden presentarse casos en que se pretende restituir el víncu-
lo familiar, empleando al nuevo integrante como elemento cohesionador al cumplir el anhelo de ser
abuelo(a).
Si el adolescente no pone en palabras las angustias del embarazo, las angustias del embarazo de su
pareja, si no hay alguien con quien se pueda tratar las emociones que están presentes, las dificultades
que están presentes, la construcción de la maternidad y paternidad se vuelve un enorme desafío,
cuando todavía no tienen ese enorme capital simbólico que da la madurez.
Muchos padres tienen la tendencia a proyectar sus aspiraciones frustradas en el orden personal o
profesional en sus hijos(as), incidiendo para que las asuman como propias.
CONCLUSIONES
La función materna constituye un generador de amor, protección y cuidado al niño/a, siendo indis-
pensable para la supervivencia del sujeto durante sus primeros años de vida. Pero, la madre puede
llegar a devorar subjetivamente a la hija cuando esta decide separarse de ella, absorbiéndola y convir-
tiendo esta función en un estrago, que se consolida en forma de rechazo en la relación entre madre e
hija.
En la adolescencia, la maternidad puede plasmarse como un acto que permite lidiar con la recons-
trucción psíquica que experimenta el sujeto. Esta puede configurarse como: un salto hacia la adultez,
una salida a la relación estragante con la figura materna o la consolidación de los ideales familiares
asumidos por el individuo. Lo que resulta un suceso marcado por significantes adjudicados por la
pareja parental y la insondable decisión del ser.
Conflicto de intereses: las autoras declaran que no existen.
Declaración de contribución:
Las autoras recolectaron información científica actualizada, así como en la elaboración y organiza-
ción del documento.
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Recibido: 16 de abril de 2021
Aceptado: 22 de junio de 2021
REE Volumen 15(3) Riobamba sep. - dic. 2021
FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD
ISSN-impreso 1390-7581
ISSN-digital 2661-6742
Estrago materno y función materna en madres adolescentes. Un recorrido teórico y clínico
Maternal damage and maternal function in adolescent mothers. A theoretical and clinical
approach
https://doi.org/10.37135/ee.04.12.11
Autoras:
Alejandra Salomé Sarmiento Benavides1 – https://orcid.org/0000-0002-6404-418X
María Verónica Egas Reyes2 – https://orcid.org/0000-0002-5361-8213
1Universidad Nacional de Chimborazo, Riobamba-Ecuador.
2Pontificia Universidad Católica del Ecuador, Quito-Ecuador.
Autor de correspondencia: Alejandra Salomé Sarmiento Benavides. Email: asarmiento@u-
nach.edu.ec. Teléfono: 0984258784. Dirección postal: Ayacucho entre Pichincha y García
Moreno. Riobamba, Chimborazo, Ecuador.
RESUMEN
El embarazo en la adolescencia implica múltiples cambios somáticos, sociales y psicológicos.
En esta última dimensión, estrago y función materna constituyen dimensiones que requieren de
atención comúnmente. La bibliografía ofrece una amplia gama de abordajes teóricos que se
reflejan en la práctica psicoanalítica, al respecto se presenta una revisión apoyada en las expe-
riencias aportadas por especialistas en esa área. La información se recolectó en bases de datos
científicas reconocidas, tesis de graduación en repositorios universitarios y organizaciones no
gubernamentales de reconocimiento mundial por su actividad de asesoría, investigativa y acadé-
mica. Fundamentalmente, la información teórica se organizó de manera cronológica, la que
luego fue confrontada con las declaraciones de los profesionales entrevistados. Durante el
proceso, se siguieron los principios éticos investigativos universales, en garantía de la calidad y
rigor de las fuentes consultadas.
Palabras clave: conducta materna, psicoanálisis, embarazo en adolescencia.
ABSTRACT
Teenage pregnancy involves multiple somatic, social and psychological changes. In this last
dimension, damage and maternal function constitute dimensions that commonly require atten-
tion. The bibliography provides a wide range of theoretical approaches that are reflected in
psychoanalytic practice. In this regard, a review supported by the experiences contributed by
specialists in this area is presented. The information was collected in recognized scientific data-
bases, graduation thesis in university repositories and non-governmental organizations of world-
wide recognition for their advisory, investigative and academic activity. Fundamentally, the
theoretical information was organized chronologically, which was later compared with the state-
ments of the professionals interviewed. During the process, the universal investigative ethical
principles were followed in order to guarantee the quality and rigor of the searched sources.
Keywords: Maternal Behavior, Psychoanalysis, Pregnancy in Adolescence.
INTRODUCCIÓN
Generalmente, la madre asume la satisfacción de las necesidades del niño/a durante sus primeros
años de vida; quien, además, introduce al hijo/a en la estructura del lenguaje. Maternidad y femi-
nidad son procesos que se contraponen en cada mujer en el intento de alcanzar la sensación de
plenitud.
(1)
Freud es el primero en plantear elementos asociados con el complejo de castración en la relación
madre-hija, señalando que se genera una extrañación en forma de hostilidad, con el reproche de
la segunda por traerla incompleta. El término estrago (ravage) propuesto por Lacan establece
indicaciones sobre la dinámica en el lazo afectivo de la madre con su hija, asegura que sostenerla
puede llegar a ser insoportable, a tal punto en el que la mujer renuncia a su feminidad para ser
toda-madre, es ahí donde convierte a la hija en su objeto de deseo y la absorbe, en algunos casos
ocasionaría que en su vida adulta inicie una relación afectiva con una pareja que podría conver-
tirse en su estrago.
(2)
En la adolescencia, el individuo construye su identidad sexual, reorganiza las identificaciones y
reemplaza al Gran Otro primordial por el Otro social, se trata de un estado de transición que
promueve la autonomía psíquica.
(3)
La gestación y maternidad implican procesos biológicos,
psíquicos y sociales que suponen retos para las madres adolescentes, entre los que destaca la
posible separación de la estructura familiar.
(4)
Feminidad y función materna
El concepto de maternidad desde punto de vista biológico se asume como un proceso de cambios
fisiológicos en el organismo de la mujer con el fin de la gestación y el parto. El enfoque socioló-
gico vincula la maternidad con la familia, comprendiendo que es necesaria la presencia de un
sujeto femenino que posibilite la concepción de los hijos y asuma su cuidado, en medio de un
sistema social que tiene como objetivo primordial la reproducción. La teoría psicoanalítica plan-
teada por Sigmund Freud en 1910 manifiesta que: “el amor de la madre por el lactante […]
posee la naturaleza de una relación amorosa plenamente satisfactoria”. Esta última sugiere que
ese lazo genera sensaciones de agrado y autorrealización en la madre, similares a las que se
producen en las relaciones de pareja.
(5)
Durante su etapa como lactante, el sujeto está invadido por sensaciones provenientes del
ambiente que aún no asimila, debido a que se encuentra en el proceso de separar su yo del
mundo externo. Ese infante requiere asistencia permanente para satisfacer sus necesidades de
forma inmediata para su supervivencia: alimentación, vestimenta, sueño y protección. Además,
precisa de acompañamiento durante la construcción de su aparato psíquico por una persona que
asume la función materna.
(6)
El vínculo que desarrolla el bebé con su cuidador representa un lazo afectivo recíproco y primor-
dial, creándose características psíquicas importantes para su desarrollo que lo acompañarán
durante toda la vida. Generalmente, la madre asume la función materna, la que participa directa-
mente en el desarrollo psicosexual del niño/a mediante caricias, besos y abrazos, despertando
formas placenteras y de excitación sexual en el lactante que se generan en las zonas erógenas.
(7)
La masculinidad se vincula con la actividad y la agresividad; mientras que, la feminidad lo hace
con la pasividad. Sin embargo, la madre mantiene una postura completamente activa, lo que se
evidencia en el acto de la lactancia, esta entrega una parte de ella al hijo/a, controlando cuánto y
cuándo el bebé puede hacerlo.
En los primeros años de vida, el infante no ha desarrollado aún una postura con respecto a la
sexualidad. En las edades de 5 y 6 años, el niño/a atraviesa una etapa de complejo edípico,
descubriendo la diferencia sexual. Al ser poseedor del falo, el varón experimenta la castración al
final, pero la hembra descubre su falta y vive la castración antes; por lo tanto, su superyó no
alcanza la fuerza y el significado que viene de la cultura. La niña que asume su feminidad en
plenitud, implementará una búsqueda inconsciente de ese objeto fálico en la adultez a través de
la procreación con una pareja (un hijo la hará sentirse completa).
(8)
Melanie Klein atribuye gran importancia a la relación que desarrolla la madre con el niño/a. Esta
permite establecer relaciones relaciones de defensa, ansiedad y objeto en el lactante durante los
primeros meses de vida. En los primeros 3 o 4 meses de vida, el bebé atraviesa la posición esqui-
zoparanoide, colocando sus impulsos agresivos sobre el objeto en dependencia de la satisfacción
que este le proporcione. Posteriormente, pasa a la posición depresiva, percibiendo a la madre
como un objeto completo y se relaciona con ella de esa manera, en ciertos momentos experimen-
ta ambivalencias afectivas, por atravesar impulsos de amor y odio que intensifican su deseo de
aniquilar a la madre mala y perpetuar a la buena.
(9)
Cuando el vínculo entre el lactante y la madre no se consolida en afecto de felicidad, puede
deberse a conflictos contradictorios que atraviesa el niño/a, conduciéndolo a posibles fracasos
en el futuro. Las relaciones sociales podrían construirse en base a ansiedades exacerbadas sin
procesar. También, se pueden observar depresiones anormales o inesperadas en los bebés, las
que surgen de las dificultades generadas en esta relación primordial, disminuyendo su deseo.
(10)
Acerca de la existencia de un superyó primario, se piensa que el lactante realiza una introyección
precoz sobre los objetos buenos y malos que representan para él los fragmentos del cuerpo de la
madre, configurando al superyó como una parte del yo, que intenta regular esta agresividad e
impedirse provocar algún tipo de daño a la madre. Propone que el surgimiento del complejo de
Edipo se produce desde los cinco y seis meses de edad, cuando se atraviesa la posición depresi-
va, donde comienza a percibir el daño que causa con sus impulsos agresivos.
(11)
La frustración producto del destete genera el surgimiento del complejo edípico, aflorando
impulsos sádicos fortalecidos por las frustraciones anales y el sentimiento de culpa consecuente
de la formación del SuperYo que se establece por las fijaciones pregenitales. La fase preedípica
tiene una inclinación femenina, caracterizada por una tendencia sádica que se vincula con el
impulso epistemofílico, que conduce al infante varón a identificarse precozmente con la madre.
El cuerpo biológico de ella se convierte en la fuente de deseos y provocaciones sexuales, que son
poseídos imaginariamente por el hijo. Específicamente, zonas como los pechos representarán
abundancia, provocando que se establezca cierta envidia y competencia entre el niño y la madre.
En la infante mujer aparece la conciencia de la carencia del pene y percibe que la madre posee
el del padre, acercándose a este mediante una relación seductora y envolvente que genera mayor
distancia con la madre.
(12)
Durante la infancia, la niña es influenciada por las experiencias preedípicas y edípicas incons-
cientemente, influyendo en la búsqueda de una relación de pareja durante la vida adulta en su
búsqueda por satisfacer sus fantasías sádicas sexuales. Si logra ese éxito, la mujer siente que
alcanzó el lugar que tuvo su madre, haciéndola merecedora de los privilegios que le fueron arre-
batados durante la niñez. Las características narcisistas en la madre, la impulsan a buscar gratifi-
caciones personales que consigue a través de sus hijos, generando dependencia de estos que la
hacen indispensable y prolonga esa relación simbiótica.
(13)
Donald Winnicott plantea que, durante los primeros años de vida, el individuo debe vincularse
con un Otro materno para la supervivencia física y psíquica, configurando el perfil afectivo del
bebé. El infante debe saber manejar la separación de la madre, por lo que es importante crear un
espacio interpersonal. Este autor propone el término objeto transicional para el elemento donde
deposita sus afectos, permitiendo el corte necesario con la madre.
(14)
Los niños poseen el rasgo psíquico de bisexualidad, en el que se configuran elementos femeni-
nos y masculinos. Los primeros están asociados al ser y los segundos al hacer, ambos elementos
tienen una función determinada y son necesarios para la construcción del aparato psíquico.
(15)
En torno a la madre del lactante (que asume adecuadamente su función) existen elementos que
posibilitan el tránsito de la dependencia absoluta a la independencia del hijo/a:
(16)
Holding o sostenimiento, manera de acunar entre sus brazos al bebé, asociado con sensa-
ciones esporádicas que niegan la posibilidad de un reaseguramiento y contención de las
ansiedades psicóticas en base a la realidad externa del ser.
Manipulación, satisfacción corporal del niño mediante la relación psicosomática y la
coordinación.
Mostración de objetos, contacto entre el lactante y los objetos de su entorno.
Jacques Lacan manifiesta que el cuidador puede pertenecer al otro género, lo único que necesita
es amar y proteger al lactante de manera oportuna y apropiada. Por eso, resalta la relevancia de
la figura materna, por ser quien se convertirá en el Gran Otro primordial, posibilitando la cons-
trucción del cuerpo simbólico del infante mediante el lenguaje como discurso del Otro.
(17)
En la etapa de la niñez, el vínculo con la figura materna es esencial en el desarrollo del proceso
de constitución subjetiva denominado estadío del espejo, el que se genera entre los 6 y 18 meses
de edad. Aquí, se construye la imagen unificada del bebé que permite reconocerse a sí mismo y
a otros. Se configura el registro imaginario y el narcisismo, marcando el comienzo de la relación
del infante con su contexto.
(18)
La mujer vive la maternidad como un privilegio, puesto que el contacto físico le ofrece mucha
satisfacción narcisista. Los recuerdos y experiencias que la mujer vivió durante la infancia le
ayudan a crear y sostener el sentimiento materno, abrigando al lactante. Para el niño/a la imagen
del seno materno produce una sensación de protección y complementación; por lo que, al darse
el destete debe sublimar dicha pérdida.
(19)
Existe una relación entre el complejo de Edipo, el ideal del yo, el superyó y la realidad. El infan-
te adquiere identificaciones sexuales que posibilitan asumir el género para relacionarse con su
entorno, lo que se asocia al ideal del yo. La metáfora paterna que es el complejo de Edipo
propuesto con tres funciones simbólicas: objeto, deseo de la madre y del padre. Esta última
función introduce a todos los participantes en la metáfora, separando al niño del deseo materno
y permite el desarrollo el SuperYo y su propio deseo.
(20)
El goce que experimenta la mujer no es fálico. Al estar castrada, no tiene el temor que posee el
varón a perder el falo. No existe una forma de goce universal y generalizado que caracteriza a
las mujeres, pues la singularidad favorece una forma propia e individual de satisfacción.
(21)
Aproximaciones al estrago materno
El estrago materno se produce cuando la relación entre la figura materna y el niño se vuelve
absorbente. La palabra estrago proviene del término en francés “ravage” que significa devasta-
ción y destrucción. El infante se queda envuelto en el deseo mortífero de la madre que evidencia
la voracidad que ella ejerce en su función, provocando una descompensación a nivel del aparato
psíquico e impide la separación.
(22)
La maternidad es insuficiente ante la presencia del deseo y goce que experimenta el infante
cuando la madre se convierte en el vehículo que traslada el significante del nombre del padre
hacia el hijo/a y anula su deseo como mujer. Esto hace que sature la falta de su vástago, resultan-
do devastador.
(23)
La mujer elije inconscientemente el camino del estrago cuando surgen dos elementos: la actividad
evidenciada en todas las muestras de afecto hacia su hijo/a y la pasividad reflejada en los planos
social y sexual. La madre absoluta renuncia al placer que obtendría como mujer, lo que la conduce
a devorar al hijo/a, el segundo podría generar una fantasía masoquista en la vida adulta.
(24)
La relación estragante aparece cuando la figura materna no cuenta con los recursos simbólicos
suficientes durante los primeros años de vida del niño/a, incumpliendo con la función encomen-
dada, pudiendo significar que no existe el deseo materno o no lo ha desarrollado.
(25)
A través de la metáfora del cocodrilo, Lacan describe la manera en que opera el estrago materno:
la boca del animal representa el deseo materno; el infante, su alimento; el agua es el lenguaje y
la transmisión de significantes y la barra atravesada en la boca del cocodrilo se refiere al falo.
Así, sugiere que el deseo materno debe ser refrenado mediante el falo, existiendo una tercera
función que separa al niño/a de la figura materna e impide la depredación.
(26)
El deseo de la madre es mortífero si la relación afectiva con el niño/a es excesiva. Cuatro signifi-
cantes interactúan en el estrago: la devoración, lo insaciable, el capricho y la destrucción. Este
fenómeno provoca marcas irreversibles que se evidencian en individuos que no construyen una
inscripción simbólica, por la ausencia o poca presencia de la función paterna, conduciendo a
inexistencia de regulación del capricho materno.
(27)
El fenómeno del estrago puede verse de diferentes maneras:
(28)
Si está configurado desde la realidad no permite que el sujeto construya símbolos propios,
condenándolo a constituirse en objeto del Otro.
Elemento que impide al individuo relacionarse con el objeto fálico.
La madre fijada como el Otro, excluyendo al sujeto de la ley simbólica.
La relación madre-hija estragante con una connotación amorosa y torturante tiende a ser
devastadora y muy parecida al goce femenino pleno.
La presencia de la niña puede provocar que la madre experimente un desencuentro con su propia
castración, evocando las marcas producidas durante el complejo edípico de manera intolerable.
(29)
Cada mujer crea su propio modo de gozar y demanda un significante que le adjudique su identi-
dad de género. La construcción de su propia feminidad resulta uno de los propósitos de las niñas
al llegar a la adultez.
(30)
El estrago materno puede expresarse en forma de un amor excesivo o a través de una conducta
total o parcialmente despreocupada y/o negligente. La mujer que experimenta la maternidad
coloca al futuro bebé como un semblante, por el hecho de llevar un nuevo ser al interior de su
cuerpo, aparentando que va a constituirse en el objeto fálico que cubrirá su falta.
(31)
La complejidad subjetiva en el individuo se configura al no encontrar un objeto que le permita
establecer un anclaje fálico. En unas ocasiones, el partenaire simula un efecto similar, en otras,
los hijos/as se ubican como medio para esa satisfacción. Aunque, en la mayoría de casos esos
objetos no funcionan por un tiempo prolongado; de ahí, que la mujer busca otras vías para sobre-
llevar esa insatisfacción, pudiendo presentarse como síntoma o mediante el consumo de sustan-
cias, entre otras.
(32)
Pubertad, adolescencia y maternidad
El término Umgelstatung implica forma y morfos para referirse a la pubertad. Esta etapa del
desarrollo se conoce como la metamorfosis de la pubertad, en la que se reorganiza la vida sexual
infantil debido a que, las identificaciones y semblantes que construyó durante la niñez han perdi-
do la capacidad de sostenerlo. Además, enfrenta un despertar sexual distinto mediante recursos
imaginarios y simbólicos mucho más amplios, donde el otro ocupa un lugar primordial.
(33)
La pubertad puede ser vista como un túnel perforado que parte de las experiencias y recuerdos
infantiles hasta las escenas y fantasías asociadas a la sexualidad adulta. El púber se deslinda de
los objetos infantiles y empieza a vivir una transformación corporal progresiva que responde a
un nuevo modo de goce, escogiendo un objeto que garantice esa satisfacción. Además, el sujeto
pierde su concepción sobre los padres como Otros absolutos, ubicándolos como seres mortales
y reemplazables sin ninguna autoridad.
(34)
En la pubertad, el individuo experimenta un goce invasivo e irreconocible a nivel del cuerpo
real, sumando una imagen corporal retrógrada que no amortigua dicho goce. El sujeto asimila,
acomoda e introyecta ese nuevo esquema corporal, volviendo a desarrollar la conexión psicoso-
mática mediada por los registros imaginario, simbólico y real.
(35)
El empuje hormonal en la pubertad no implica cambios biológicos únicamente, pues está media-
do por el lenguaje y resulta una transformación total. Al finalizar este período, el ser humano
aprenderá un modo de relacionarse con el otro que ocupa el lugar de partenaire sexual.
(36)
En la adolescencia, se actualizan los conflictos sexuales latentes en la infancia del individuo,
exacerbando instancias psíquicas como la importancia del yo y la dinamización de los mecanis-
mos de defensa. Este es un proceso natural de descubrimiento personal a través de un desarrollo
emocional que debe vivirse plenamente. También se ve como una etapa denominada identidad
vs confusión o difusión, construyendo la identidad basándose en los recursos sociales que tiene
a su disposición, lo que implica un momento crítico en el que experimenta frustraciones, dudas,
imposición de metas, además de cambios afectivos y cognitivos.
(37)
Entre los impasses, pérdidas y construcciones que el adolescente atraviesa, la temporalidad
psíquica se presenta como un elemento relevante, ya que se trata de un estado que obliga al indi-
viduo a renunciar a la cobertura simbólica otorgada por el Otro primordial en la niñez. En esta
se producen reelaboraciones subjetivas congruentes con un cuerpo físico que produce asombro,
mientras se acompaña por el Otro en busca de encontrar un lugar y pertenencia en lo social. Así,
la temporalidad psíquica o lógica es el tiempo que requiere un individuo para procesar los cam-
bios biológicos y psicológicos, además de las manifestaciones pulsionales. Si no concibe esas
modificaciones, el individuo mantiene las marcas infantiles, obstaculizando la generación del
deseo singular.
(38)
Otro aspecto de gran importancia es la fantasía, el sujeto neurótico se sirve de diversos recursos
que no surgen de la realidad. La fantasía implementa una realidad paralela en la que la persona
se posiciona como protagonista de su historia, convirtiéndolo en un modo de sobrellevar la
angustia de vivir. El adolescente utiliza este recurso para movilizar el deseo, identificaciones,
ideales y la configuración de la imagen inconsciente del cuerpo.
(39)
Diversas experiencias inconscientes que el sujeto vive en la etapa pre y postnatal pueden consi-
derarse como la causa de conductas de riesgo, tales como:
(40)
La tendencia al suicidio ligada al deseo de la madre por interrumpir el embarazo o una
necesidad a terminar con su niñez.
La inclinación para fugarse, implicando una distancia ante el comportamiento cultural-
mente normalizado.
El consumo de drogas, como vía para mitigar los cambios que atraviesan, pudiendo
llegar a constituirse en un semblante temporal que estabiliza la libido ante la posibilidad
de procreación.
El embarazo para consolidar un corte de estado que agilite la llegada a la adultez.
La posibilidad de la concepción influye en la aparición de dos significantes que se complemen-
tan y marcan al sujeto femenino: ser mujer y ser madre. El primero se relaciona con el modo de
satisfacer el goce sexual, da respuesta al placer sexual masculino y le conecta con la identidad
femenina. El segundo está vinculado con la incógnita del origen mismo del ser: ¿de dónde veni-
mos?, lo que confronta a la realidad de la procreación y la búsqueda de consolidar al hijo como
el objeto fálico.
(41)
El embarazo se concibe como un llamado al Otro (madre, el padre, la pareja, etc.), en forma de
un mensaje que se requiere descifrar. Durante la adolescencia, este acto anuda dudas y probables
conflictos en la relación madre-hija, ya que ambas pasan a tener la misma posición.
(42)
Socialmente, el embarazo adolescente puede ser asumido como un descuido o un error que
demuestra la vulnerabilidad en la toma de decisiones por el individuo e involucra a toda la fami-
lia. Biológicamente, evidencia un estado adecuado de salud y madurez física. Emocionalmente,
muestra una aparente confusión y temor. Desde la perspectiva psicoanalítica, se cree que la
mujer desea inconscientemente ser madre, desde ese punto de vista, el embarazo adolescente es
deseado, aunque no sea planificado en algunas ocasiones.
(43)
Existen cuatro factores que influyen en el embarazo adolescente:
(44)
Lugar que ocupa en su grupo familiar y genera un deseo precoz de concebir un hijo.
Respuesta ante la relación de afecto con la figura materna.
Conflicto edípico mezclado con un error.
Deseo de tener progenie.
En la construcción de la identidad, el adolescente se confronta a un Otro exigente cultural ante
el que debe posicionarse y mantener un lugar social. Al convertirse en madre, algunas mujeres
adquieren la identidad que se ensambla con la adultez. En 2006, Amorín refirió que, la madre
adolescente deposita sobre el hijo/a la ilusión de mantener un hogar, sobrecargándolo de ideales
que puede asociarse con la satisfacción de carencias afectivas en su pasado.
(45)
Visión de la función y estrago maternos desde la práctica clínica
La entrevista a tres especialistas en psicoanálisis permitió observar que coincidieron al afirmar
que, en la clínica no es posible anticipar y generalizar las respuestas en sujetos bajo una situación
similar. La singularidad de cada caso atendiendo a los recursos simbólicos desarrollados.
Estos destacan que el parto no constituye el elemento que garantiza la formación del vínculo
entre recién nacido y la figura materna. Debe existir un proceso de acogida, adopción y deseo
por la madre. La adopción puede ser directa ante la ausencia del padre o mediada por este por su
presencia.
La maternidad y paternidad deben ser reforzados por otros componentes sociales. Las relaciones
totalmente armoniosas no existen, aunque no se evidencien ausencias, negligencias, reproches,
entre otros actos reprobables. Este desencuentro se refuerza con el desarrollo del lenguaje.
Algunas familias manifiestan una participación importante en la vida de las adolescentes emba-
razadas; sin embargo, no se observan lazos complejos con la figura materna y carecen de
elementos simbólicos suficientes, sin que se distingan los roles de sus miembros, siendo confu-
sos y precarios.
La repetición es parte de la realidad individual, pero existe una reactualización generacional que
plantea historias únicas, la que pudiera ser un modo de resolver situaciones inconclusas.
En ciertos casos y varios momentos, la madre se torna caprichosa, antojadiza y estragante,
pudiendo parar si se encuentra castrada, pero quedarán huellas en el hijo/a.
Las adolescentes que abandonan la formación escolar pierden un posible espacio para sublimar
la pulsión. Algunas instituciones educativas toleran el embarazo en sus entornos sin darles el
apoyo y acompañamiento necesarios.
Finalmente, concuerdan en que la adolescencia constituye un desafío debido a la incertidumbre
que genera el futuro en el sujeto, además de las dificultades simbólicas y reales que aparecen.
El especialista 1 afirma que la mujer que se convierte en madre genera la división primordial. La
adolescencia juega un papel fundamental en el desarrollo de la sexualidad y el embarazo precoz
obliga a renunciar a una parte de la feminidad tempranamente y reinventarse en su ser de mujer,
para cumplir con la función materna.
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BY
NC
ND
Además, refiere experiencias de casos donde el vínculo con la madre resulta traumático, destacando que
esta relación es susceptible a lo inesperado por la influencia de lo deseado y lo indeseado.
El estrago materno debe ser tratado cautelosamente, ya que podría culpabilizar a las madres, resaltando
dos indicaciones: la madre en la posición de la pareja (el hombre como estrago) y el hombre personifi-
cando a la madre.
Manifiesta que la madre se vuelve estragante al asumir plenamente ese papel y deja de ser mujer, asegu-
rando que existen casos en que la maternidad pone un freno al goce del sujeto al modificar su comporta-
miento a partir de la llegada de su hijo/a, pero separarla podría desubicarla nuevamente.
Acerca del embarazo adolescente, sostiene que en cada caso se manifiestan efectos diferentes ante
factores predeterminantes similares. Su participación en investigaciones posibilitó que encontrara
entornos familiares que conciben esta etapa de la vida como lo aceptable, en estos se comparte el espa-
cio físico y las funciones de los miembros.
Considera que, en determinadas condiciones sociales, el embarazo adolescente reiterado en una misma
joven se torna una decisión personal. Alude al caso observado en un documental con una chica de 12
años que se enorgullecía por ser pareja de un narcotraficante; su papá se sentía culpable y decía: “yo no
estuve ahí, yo pude haber evitado esto, yo me fui, no estuve, ella es una niña, ella se chupa el dedo para
dormir todavía”, visualizándose un acto fantasmático que sugiere un deseo por separarse de los padres,
sin que se constituyera en un acto logrado.
Concluye que detrás de las personas que ejercen los roles parentales hay hombres y mujeres, cuyas
particularidades identitarias más íntimas pueden explorarse mediante el psicoanálisis.
El especialista 2 concibe a la madre como un agente que posibilita la operacionalización de la función
del padre, introduciendo al infante en el lenguaje, produciendo la inscripción simbólica, le adjudica un
lugar y lo convierte en un objeto de deseo, a la vez que genera una hiancia que posibilitará que se vuelva
sujeto.
Con respecto a la dinámica entre madre e hija asociados al estrago, la primera tiene una actitud de recha-
zo; mientras que la segunda, de reproche. Entre ambas existe tendencia a la insatisfacción susceptible
de devoración. En algunos casos, esta dinámica se constituye en una queja histérica y no desencadena
en estrago.
En una experiencia de trabajo grupal con madres adolescentes, que se encontraban en un albergue de la
ciudad de Quito, percibió que existía una cierta correlación entre la condición económica, cultural,
social y el embarazo. Existía precariedad simbólica en las familias y relaciones casi de pares entre algu-
nas madres e hijas. Varias de estas chicas tenían posturas muy sexualizadas y no querían renunciar a
eso para asumir la maternidad. Una vez más, en una situación similar, algunas asumieron su función
materna y se notaba un descuido de sí mismas, proyectando una imagen envejecida; mientras que, otras
rechazaban a sus hijos mediante actos negligentes.
Menciona que la repetición se produce a nivel de la realidad, abriendo la posibilidad de circunstancias
distintas para ese hijo/a, es decir, el estrago podría quedarse en la relación entre la madre y la hija,
mientras que este nuevo ser queda separado de esa dinámica.
El especialista 3 manifiesta que en el trabajo clínico con madres e hijos/as aparece la dependencia
como un fenómeno muy común. Sin embargo, recalca que tiene diferentes connotaciones de acuerdo
con elementos sociales generacionales; en su experiencia, hace 10 años se creía que el vínculo debía
posibilitar la independencia como punto de partida; mientras que, actualmente se habla sobre cómo
construir independencia en el punto de partida. La dependencia madre hijo/a debe analizarse desde los
primeros años de vida.
Considera el concepto de estrago materno atendiendo a las particularidades de cada época o genera-
ción. Durante el ejercicio clínico atendió algunas madres que establecen relaciones extremadamente
dependientes con sus hijos/as y viceversa, aspecto que podría generarse en contextos excepcionales
cuando el padre es ausente. Hace alusión a lo manifestado por Silvia Ons, acerca de la caída del nombre
del padre relacionada con el declive de la masculinidad y la presencia socialmente desvalorizada del
padre.
La dependencia tiene la potencialidad de impedir que el sujeto alcance autonomía en la adultez, ocasio-
nando una profunda desconfianza hacia la figura que la genera y que las decisiones pasen por la apro-
bación de la madre. A esto, se agrega una sexualización precoz ejercida sobre los hijos/as, como un
sentido de propiedad, donde se utilizan significantes como: compañero/a, amiga, marido, maridito,
entre otros; no se experimenta como algo patológico, hasta que aparece algún síntoma.
En relación con el embarazo adolescente, plantea que debe contemplarse en tiempo y espacio geográfi-
co. En ciertos contextos tiene cierta funcionalidad, tal como: liberarse del núcleo familiar. En zonas
rurales, resulta culturalmente aceptable y tiene una connotación comunitaria. En ciertos entornos urba-
nos, se asocia con un componente social sin que represente implicación afectiva sino en relaciones
casuales.
Algunos padres, cuyos hijos adolescentes cuentan con pareja formal o regular, imponen su deseo de
tener nietos y los inducen a tener hijos tempranamente, lo que ocurre comúnmente cuando existe una
profunda dependencia hacia los progenitores y buscan afirmación dentro de la vida familiar en esta
etapa del desarrollo individual. Aunque, pueden presentarse casos en que se pretende restituir el víncu-
lo familiar, empleando al nuevo integrante como elemento cohesionador al cumplir el anhelo de ser
abuelo(a).
Si el adolescente no pone en palabras las angustias del embarazo, las angustias del embarazo de su
pareja, si no hay alguien con quien se pueda tratar las emociones que están presentes, las dificultades
que están presentes, la construcción de la maternidad y paternidad se vuelve un enorme desafío,
cuando todavía no tienen ese enorme capital simbólico que da la madurez.
Muchos padres tienen la tendencia a proyectar sus aspiraciones frustradas en el orden personal o
profesional en sus hijos(as), incidiendo para que las asuman como propias.
CONCLUSIONES
La función materna constituye un generador de amor, protección y cuidado al niño/a, siendo indis-
pensable para la supervivencia del sujeto durante sus primeros años de vida. Pero, la madre puede
llegar a devorar subjetivamente a la hija cuando esta decide separarse de ella, absorbiéndola y convir-
tiendo esta función en un estrago, que se consolida en forma de rechazo en la relación entre madre e
hija.
En la adolescencia, la maternidad puede plasmarse como un acto que permite lidiar con la recons-
trucción psíquica que experimenta el sujeto. Esta puede configurarse como: un salto hacia la adultez,
una salida a la relación estragante con la figura materna o la consolidación de los ideales familiares
asumidos por el individuo. Lo que resulta un suceso marcado por significantes adjudicados por la
pareja parental y la insondable decisión del ser.
Conflicto de intereses: las autoras declaran que no existen.
Declaración de contribución:
Las autoras recolectaron información científica actualizada, así como en la elaboración y organiza-
ción del documento.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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Recibido: 16 de abril de 2021
Aceptado: 22 de junio de 2021
REE Volumen 15(3) Riobamba sep. - dic. 2021
FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD
ISSN-impreso 1390-7581
ISSN-digital 2661-6742
Estrago materno y función materna en madres adolescentes. Un recorrido teórico y clínico
Maternal damage and maternal function in adolescent mothers. A theoretical and clinical
approach
https://doi.org/10.37135/ee.04.12.11
Autoras:
Alejandra Salomé Sarmiento Benavides1 – https://orcid.org/0000-0002-6404-418X
María Verónica Egas Reyes2 – https://orcid.org/0000-0002-5361-8213
1Universidad Nacional de Chimborazo, Riobamba-Ecuador.
2Pontificia Universidad Católica del Ecuador, Quito-Ecuador.
Autor de correspondencia: Alejandra Salomé Sarmiento Benavides. Email: asarmiento@u-
nach.edu.ec. Teléfono: 0984258784. Dirección postal: Ayacucho entre Pichincha y García
Moreno. Riobamba, Chimborazo, Ecuador.
RESUMEN
El embarazo en la adolescencia implica múltiples cambios somáticos, sociales y psicológicos.
En esta última dimensión, estrago y función materna constituyen dimensiones que requieren de
atención comúnmente. La bibliografía ofrece una amplia gama de abordajes teóricos que se
reflejan en la práctica psicoanalítica, al respecto se presenta una revisión apoyada en las expe-
riencias aportadas por especialistas en esa área. La información se recolectó en bases de datos
científicas reconocidas, tesis de graduación en repositorios universitarios y organizaciones no
gubernamentales de reconocimiento mundial por su actividad de asesoría, investigativa y acadé-
mica. Fundamentalmente, la información teórica se organizó de manera cronológica, la que
luego fue confrontada con las declaraciones de los profesionales entrevistados. Durante el
proceso, se siguieron los principios éticos investigativos universales, en garantía de la calidad y
rigor de las fuentes consultadas.
Palabras clave: conducta materna, psicoanálisis, embarazo en adolescencia.
ABSTRACT
Teenage pregnancy involves multiple somatic, social and psychological changes. In this last
dimension, damage and maternal function constitute dimensions that commonly require atten-
tion. The bibliography provides a wide range of theoretical approaches that are reflected in
psychoanalytic practice. In this regard, a review supported by the experiences contributed by
specialists in this area is presented. The information was collected in recognized scientific data-
bases, graduation thesis in university repositories and non-governmental organizations of world-
wide recognition for their advisory, investigative and academic activity. Fundamentally, the
theoretical information was organized chronologically, which was later compared with the state-
ments of the professionals interviewed. During the process, the universal investigative ethical
principles were followed in order to guarantee the quality and rigor of the searched sources.
Keywords: Maternal Behavior, Psychoanalysis, Pregnancy in Adolescence.
INTRODUCCIÓN
Generalmente, la madre asume la satisfacción de las necesidades del niño/a durante sus primeros
años de vida; quien, además, introduce al hijo/a en la estructura del lenguaje. Maternidad y femi-
nidad son procesos que se contraponen en cada mujer en el intento de alcanzar la sensación de
plenitud.
(1)
Freud es el primero en plantear elementos asociados con el complejo de castración en la relación
madre-hija, señalando que se genera una extrañación en forma de hostilidad, con el reproche de
la segunda por traerla incompleta. El término estrago (ravage) propuesto por Lacan establece
indicaciones sobre la dinámica en el lazo afectivo de la madre con su hija, asegura que sostenerla
puede llegar a ser insoportable, a tal punto en el que la mujer renuncia a su feminidad para ser
toda-madre, es ahí donde convierte a la hija en su objeto de deseo y la absorbe, en algunos casos
ocasionaría que en su vida adulta inicie una relación afectiva con una pareja que podría conver-
tirse en su estrago.
(2)
En la adolescencia, el individuo construye su identidad sexual, reorganiza las identificaciones y
reemplaza al Gran Otro primordial por el Otro social, se trata de un estado de transición que
promueve la autonomía psíquica.
(3)
La gestación y maternidad implican procesos biológicos,
psíquicos y sociales que suponen retos para las madres adolescentes, entre los que destaca la
posible separación de la estructura familiar.
(4)
Feminidad y función materna
El concepto de maternidad desde punto de vista biológico se asume como un proceso de cambios
fisiológicos en el organismo de la mujer con el fin de la gestación y el parto. El enfoque socioló-
gico vincula la maternidad con la familia, comprendiendo que es necesaria la presencia de un
sujeto femenino que posibilite la concepción de los hijos y asuma su cuidado, en medio de un
sistema social que tiene como objetivo primordial la reproducción. La teoría psicoanalítica plan-
teada por Sigmund Freud en 1910 manifiesta que: “el amor de la madre por el lactante […]
posee la naturaleza de una relación amorosa plenamente satisfactoria”. Esta última sugiere que
ese lazo genera sensaciones de agrado y autorrealización en la madre, similares a las que se
producen en las relaciones de pareja.
(5)
Durante su etapa como lactante, el sujeto está invadido por sensaciones provenientes del
ambiente que aún no asimila, debido a que se encuentra en el proceso de separar su yo del
mundo externo. Ese infante requiere asistencia permanente para satisfacer sus necesidades de
forma inmediata para su supervivencia: alimentación, vestimenta, sueño y protección. Además,
precisa de acompañamiento durante la construcción de su aparato psíquico por una persona que
asume la función materna.
(6)
El vínculo que desarrolla el bebé con su cuidador representa un lazo afectivo recíproco y primor-
dial, creándose características psíquicas importantes para su desarrollo que lo acompañarán
durante toda la vida. Generalmente, la madre asume la función materna, la que participa directa-
mente en el desarrollo psicosexual del niño/a mediante caricias, besos y abrazos, despertando
formas placenteras y de excitación sexual en el lactante que se generan en las zonas erógenas.
(7)
La masculinidad se vincula con la actividad y la agresividad; mientras que, la feminidad lo hace
con la pasividad. Sin embargo, la madre mantiene una postura completamente activa, lo que se
evidencia en el acto de la lactancia, esta entrega una parte de ella al hijo/a, controlando cuánto y
cuándo el bebé puede hacerlo.
En los primeros años de vida, el infante no ha desarrollado aún una postura con respecto a la
sexualidad. En las edades de 5 y 6 años, el niño/a atraviesa una etapa de complejo edípico,
descubriendo la diferencia sexual. Al ser poseedor del falo, el varón experimenta la castración al
final, pero la hembra descubre su falta y vive la castración antes; por lo tanto, su superyó no
alcanza la fuerza y el significado que viene de la cultura. La niña que asume su feminidad en
plenitud, implementará una búsqueda inconsciente de ese objeto fálico en la adultez a través de
la procreación con una pareja (un hijo la hará sentirse completa).
(8)
Melanie Klein atribuye gran importancia a la relación que desarrolla la madre con el niño/a. Esta
permite establecer relaciones relaciones de defensa, ansiedad y objeto en el lactante durante los
primeros meses de vida. En los primeros 3 o 4 meses de vida, el bebé atraviesa la posición esqui-
zoparanoide, colocando sus impulsos agresivos sobre el objeto en dependencia de la satisfacción
que este le proporcione. Posteriormente, pasa a la posición depresiva, percibiendo a la madre
como un objeto completo y se relaciona con ella de esa manera, en ciertos momentos experimen-
ta ambivalencias afectivas, por atravesar impulsos de amor y odio que intensifican su deseo de
aniquilar a la madre mala y perpetuar a la buena.
(9)
Cuando el vínculo entre el lactante y la madre no se consolida en afecto de felicidad, puede
deberse a conflictos contradictorios que atraviesa el niño/a, conduciéndolo a posibles fracasos
en el futuro. Las relaciones sociales podrían construirse en base a ansiedades exacerbadas sin
procesar. También, se pueden observar depresiones anormales o inesperadas en los bebés, las
que surgen de las dificultades generadas en esta relación primordial, disminuyendo su deseo.
(10)
Acerca de la existencia de un superyó primario, se piensa que el lactante realiza una introyección
precoz sobre los objetos buenos y malos que representan para él los fragmentos del cuerpo de la
madre, configurando al superyó como una parte del yo, que intenta regular esta agresividad e
impedirse provocar algún tipo de daño a la madre. Propone que el surgimiento del complejo de
Edipo se produce desde los cinco y seis meses de edad, cuando se atraviesa la posición depresi-
va, donde comienza a percibir el daño que causa con sus impulsos agresivos.
(11)
La frustración producto del destete genera el surgimiento del complejo edípico, aflorando
impulsos sádicos fortalecidos por las frustraciones anales y el sentimiento de culpa consecuente
de la formación del SuperYo que se establece por las fijaciones pregenitales. La fase preedípica
tiene una inclinación femenina, caracterizada por una tendencia sádica que se vincula con el
impulso epistemofílico, que conduce al infante varón a identificarse precozmente con la madre.
El cuerpo biológico de ella se convierte en la fuente de deseos y provocaciones sexuales, que son
poseídos imaginariamente por el hijo. Específicamente, zonas como los pechos representarán
abundancia, provocando que se establezca cierta envidia y competencia entre el niño y la madre.
En la infante mujer aparece la conciencia de la carencia del pene y percibe que la madre posee
el del padre, acercándose a este mediante una relación seductora y envolvente que genera mayor
distancia con la madre.
(12)
Durante la infancia, la niña es influenciada por las experiencias preedípicas y edípicas incons-
cientemente, influyendo en la búsqueda de una relación de pareja durante la vida adulta en su
búsqueda por satisfacer sus fantasías sádicas sexuales. Si logra ese éxito, la mujer siente que
alcanzó el lugar que tuvo su madre, haciéndola merecedora de los privilegios que le fueron arre-
batados durante la niñez. Las características narcisistas en la madre, la impulsan a buscar gratifi-
caciones personales que consigue a través de sus hijos, generando dependencia de estos que la
hacen indispensable y prolonga esa relación simbiótica.
(13)
Donald Winnicott plantea que, durante los primeros años de vida, el individuo debe vincularse
con un Otro materno para la supervivencia física y psíquica, configurando el perfil afectivo del
bebé. El infante debe saber manejar la separación de la madre, por lo que es importante crear un
espacio interpersonal. Este autor propone el término objeto transicional para el elemento donde
deposita sus afectos, permitiendo el corte necesario con la madre.
(14)
Los niños poseen el rasgo psíquico de bisexualidad, en el que se configuran elementos femeni-
nos y masculinos. Los primeros están asociados al ser y los segundos al hacer, ambos elementos
tienen una función determinada y son necesarios para la construcción del aparato psíquico.
(15)
En torno a la madre del lactante (que asume adecuadamente su función) existen elementos que
posibilitan el tránsito de la dependencia absoluta a la independencia del hijo/a:
(16)
Holding o sostenimiento, manera de acunar entre sus brazos al bebé, asociado con sensa-
ciones esporádicas que niegan la posibilidad de un reaseguramiento y contención de las
ansiedades psicóticas en base a la realidad externa del ser.
Manipulación, satisfacción corporal del niño mediante la relación psicosomática y la
coordinación.
Mostración de objetos, contacto entre el lactante y los objetos de su entorno.
Jacques Lacan manifiesta que el cuidador puede pertenecer al otro género, lo único que necesita
es amar y proteger al lactante de manera oportuna y apropiada. Por eso, resalta la relevancia de
la figura materna, por ser quien se convertirá en el Gran Otro primordial, posibilitando la cons-
trucción del cuerpo simbólico del infante mediante el lenguaje como discurso del Otro.
(17)
En la etapa de la niñez, el vínculo con la figura materna es esencial en el desarrollo del proceso
de constitución subjetiva denominado estadío del espejo, el que se genera entre los 6 y 18 meses
de edad. Aquí, se construye la imagen unificada del bebé que permite reconocerse a sí mismo y
a otros. Se configura el registro imaginario y el narcisismo, marcando el comienzo de la relación
del infante con su contexto.
(18)
La mujer vive la maternidad como un privilegio, puesto que el contacto físico le ofrece mucha
satisfacción narcisista. Los recuerdos y experiencias que la mujer vivió durante la infancia le
ayudan a crear y sostener el sentimiento materno, abrigando al lactante. Para el niño/a la imagen
del seno materno produce una sensación de protección y complementación; por lo que, al darse
el destete debe sublimar dicha pérdida.
(19)
Existe una relación entre el complejo de Edipo, el ideal del yo, el superyó y la realidad. El infan-
te adquiere identificaciones sexuales que posibilitan asumir el género para relacionarse con su
entorno, lo que se asocia al ideal del yo. La metáfora paterna que es el complejo de Edipo
propuesto con tres funciones simbólicas: objeto, deseo de la madre y del padre. Esta última
función introduce a todos los participantes en la metáfora, separando al niño del deseo materno
y permite el desarrollo el SuperYo y su propio deseo.
(20)
El goce que experimenta la mujer no es fálico. Al estar castrada, no tiene el temor que posee el
varón a perder el falo. No existe una forma de goce universal y generalizado que caracteriza a
las mujeres, pues la singularidad favorece una forma propia e individual de satisfacción.
(21)
Aproximaciones al estrago materno
El estrago materno se produce cuando la relación entre la figura materna y el niño se vuelve
absorbente. La palabra estrago proviene del término en francés “ravage” que significa devasta-
ción y destrucción. El infante se queda envuelto en el deseo mortífero de la madre que evidencia
la voracidad que ella ejerce en su función, provocando una descompensación a nivel del aparato
psíquico e impide la separación.
(22)
La maternidad es insuficiente ante la presencia del deseo y goce que experimenta el infante
cuando la madre se convierte en el vehículo que traslada el significante del nombre del padre
hacia el hijo/a y anula su deseo como mujer. Esto hace que sature la falta de su vástago, resultan-
do devastador.
(23)
La mujer elije inconscientemente el camino del estrago cuando surgen dos elementos: la actividad
evidenciada en todas las muestras de afecto hacia su hijo/a y la pasividad reflejada en los planos
social y sexual. La madre absoluta renuncia al placer que obtendría como mujer, lo que la conduce
a devorar al hijo/a, el segundo podría generar una fantasía masoquista en la vida adulta.
(24)
La relación estragante aparece cuando la figura materna no cuenta con los recursos simbólicos
suficientes durante los primeros años de vida del niño/a, incumpliendo con la función encomen-
dada, pudiendo significar que no existe el deseo materno o no lo ha desarrollado.
(25)
A través de la metáfora del cocodrilo, Lacan describe la manera en que opera el estrago materno:
la boca del animal representa el deseo materno; el infante, su alimento; el agua es el lenguaje y
la transmisión de significantes y la barra atravesada en la boca del cocodrilo se refiere al falo.
Así, sugiere que el deseo materno debe ser refrenado mediante el falo, existiendo una tercera
función que separa al niño/a de la figura materna e impide la depredación.
(26)
El deseo de la madre es mortífero si la relación afectiva con el niño/a es excesiva. Cuatro signifi-
cantes interactúan en el estrago: la devoración, lo insaciable, el capricho y la destrucción. Este
fenómeno provoca marcas irreversibles que se evidencian en individuos que no construyen una
inscripción simbólica, por la ausencia o poca presencia de la función paterna, conduciendo a
inexistencia de regulación del capricho materno.
(27)
El fenómeno del estrago puede verse de diferentes maneras:
(28)
Si está configurado desde la realidad no permite que el sujeto construya símbolos propios,
condenándolo a constituirse en objeto del Otro.
Elemento que impide al individuo relacionarse con el objeto fálico.
La madre fijada como el Otro, excluyendo al sujeto de la ley simbólica.
La relación madre-hija estragante con una connotación amorosa y torturante tiende a ser
devastadora y muy parecida al goce femenino pleno.
La presencia de la niña puede provocar que la madre experimente un desencuentro con su propia
castración, evocando las marcas producidas durante el complejo edípico de manera intolerable.
(29)
Cada mujer crea su propio modo de gozar y demanda un significante que le adjudique su identi-
dad de género. La construcción de su propia feminidad resulta uno de los propósitos de las niñas
al llegar a la adultez.
(30)
El estrago materno puede expresarse en forma de un amor excesivo o a través de una conducta
total o parcialmente despreocupada y/o negligente. La mujer que experimenta la maternidad
coloca al futuro bebé como un semblante, por el hecho de llevar un nuevo ser al interior de su
cuerpo, aparentando que va a constituirse en el objeto fálico que cubrirá su falta.
(31)
La complejidad subjetiva en el individuo se configura al no encontrar un objeto que le permita
establecer un anclaje fálico. En unas ocasiones, el partenaire simula un efecto similar, en otras,
los hijos/as se ubican como medio para esa satisfacción. Aunque, en la mayoría de casos esos
objetos no funcionan por un tiempo prolongado; de ahí, que la mujer busca otras vías para sobre-
llevar esa insatisfacción, pudiendo presentarse como síntoma o mediante el consumo de sustan-
cias, entre otras.
(32)
Pubertad, adolescencia y maternidad
El término Umgelstatung implica forma y morfos para referirse a la pubertad. Esta etapa del
desarrollo se conoce como la metamorfosis de la pubertad, en la que se reorganiza la vida sexual
infantil debido a que, las identificaciones y semblantes que construyó durante la niñez han perdi-
do la capacidad de sostenerlo. Además, enfrenta un despertar sexual distinto mediante recursos
imaginarios y simbólicos mucho más amplios, donde el otro ocupa un lugar primordial.
(33)
La pubertad puede ser vista como un túnel perforado que parte de las experiencias y recuerdos
infantiles hasta las escenas y fantasías asociadas a la sexualidad adulta. El púber se deslinda de
los objetos infantiles y empieza a vivir una transformación corporal progresiva que responde a
un nuevo modo de goce, escogiendo un objeto que garantice esa satisfacción. Además, el sujeto
pierde su concepción sobre los padres como Otros absolutos, ubicándolos como seres mortales
y reemplazables sin ninguna autoridad.
(34)
En la pubertad, el individuo experimenta un goce invasivo e irreconocible a nivel del cuerpo
real, sumando una imagen corporal retrógrada que no amortigua dicho goce. El sujeto asimila,
acomoda e introyecta ese nuevo esquema corporal, volviendo a desarrollar la conexión psicoso-
mática mediada por los registros imaginario, simbólico y real.
(35)
El empuje hormonal en la pubertad no implica cambios biológicos únicamente, pues está media-
do por el lenguaje y resulta una transformación total. Al finalizar este período, el ser humano
aprenderá un modo de relacionarse con el otro que ocupa el lugar de partenaire sexual.
(36)
En la adolescencia, se actualizan los conflictos sexuales latentes en la infancia del individuo,
exacerbando instancias psíquicas como la importancia del yo y la dinamización de los mecanis-
mos de defensa. Este es un proceso natural de descubrimiento personal a través de un desarrollo
emocional que debe vivirse plenamente. También se ve como una etapa denominada identidad
vs confusión o difusión, construyendo la identidad basándose en los recursos sociales que tiene
a su disposición, lo que implica un momento crítico en el que experimenta frustraciones, dudas,
imposición de metas, además de cambios afectivos y cognitivos.
(37)
Entre los impasses, pérdidas y construcciones que el adolescente atraviesa, la temporalidad
psíquica se presenta como un elemento relevante, ya que se trata de un estado que obliga al indi-
viduo a renunciar a la cobertura simbólica otorgada por el Otro primordial en la niñez. En esta
se producen reelaboraciones subjetivas congruentes con un cuerpo físico que produce asombro,
mientras se acompaña por el Otro en busca de encontrar un lugar y pertenencia en lo social. Así,
la temporalidad psíquica o lógica es el tiempo que requiere un individuo para procesar los cam-
bios biológicos y psicológicos, además de las manifestaciones pulsionales. Si no concibe esas
modificaciones, el individuo mantiene las marcas infantiles, obstaculizando la generación del
deseo singular.
(38)
Otro aspecto de gran importancia es la fantasía, el sujeto neurótico se sirve de diversos recursos
que no surgen de la realidad. La fantasía implementa una realidad paralela en la que la persona
se posiciona como protagonista de su historia, convirtiéndolo en un modo de sobrellevar la
angustia de vivir. El adolescente utiliza este recurso para movilizar el deseo, identificaciones,
ideales y la configuración de la imagen inconsciente del cuerpo.
(39)
Diversas experiencias inconscientes que el sujeto vive en la etapa pre y postnatal pueden consi-
derarse como la causa de conductas de riesgo, tales como:
(40)
La tendencia al suicidio ligada al deseo de la madre por interrumpir el embarazo o una
necesidad a terminar con su niñez.
La inclinación para fugarse, implicando una distancia ante el comportamiento cultural-
mente normalizado.
El consumo de drogas, como vía para mitigar los cambios que atraviesan, pudiendo
llegar a constituirse en un semblante temporal que estabiliza la libido ante la posibilidad
de procreación.
El embarazo para consolidar un corte de estado que agilite la llegada a la adultez.
La posibilidad de la concepción influye en la aparición de dos significantes que se complemen-
tan y marcan al sujeto femenino: ser mujer y ser madre. El primero se relaciona con el modo de
satisfacer el goce sexual, da respuesta al placer sexual masculino y le conecta con la identidad
femenina. El segundo está vinculado con la incógnita del origen mismo del ser: ¿de dónde veni-
mos?, lo que confronta a la realidad de la procreación y la búsqueda de consolidar al hijo como
el objeto fálico.
(41)
El embarazo se concibe como un llamado al Otro (madre, el padre, la pareja, etc.), en forma de
un mensaje que se requiere descifrar. Durante la adolescencia, este acto anuda dudas y probables
conflictos en la relación madre-hija, ya que ambas pasan a tener la misma posición.
(42)
Socialmente, el embarazo adolescente puede ser asumido como un descuido o un error que
demuestra la vulnerabilidad en la toma de decisiones por el individuo e involucra a toda la fami-
lia. Biológicamente, evidencia un estado adecuado de salud y madurez física. Emocionalmente,
muestra una aparente confusión y temor. Desde la perspectiva psicoanalítica, se cree que la
mujer desea inconscientemente ser madre, desde ese punto de vista, el embarazo adolescente es
deseado, aunque no sea planificado en algunas ocasiones.
(43)
Existen cuatro factores que influyen en el embarazo adolescente:
(44)
Lugar que ocupa en su grupo familiar y genera un deseo precoz de concebir un hijo.
Respuesta ante la relación de afecto con la figura materna.
Conflicto edípico mezclado con un error.
Deseo de tener progenie.
En la construcción de la identidad, el adolescente se confronta a un Otro exigente cultural ante
el que debe posicionarse y mantener un lugar social. Al convertirse en madre, algunas mujeres
adquieren la identidad que se ensambla con la adultez. En 2006, Amorín refirió que, la madre
adolescente deposita sobre el hijo/a la ilusión de mantener un hogar, sobrecargándolo de ideales
que puede asociarse con la satisfacción de carencias afectivas en su pasado.
(45)
Visión de la función y estrago maternos desde la práctica clínica
La entrevista a tres especialistas en psicoanálisis permitió observar que coincidieron al afirmar
que, en la clínica no es posible anticipar y generalizar las respuestas en sujetos bajo una situación
similar. La singularidad de cada caso atendiendo a los recursos simbólicos desarrollados.
Estos destacan que el parto no constituye el elemento que garantiza la formación del vínculo
entre recién nacido y la figura materna. Debe existir un proceso de acogida, adopción y deseo
por la madre. La adopción puede ser directa ante la ausencia del padre o mediada por este por su
presencia.
La maternidad y paternidad deben ser reforzados por otros componentes sociales. Las relaciones
totalmente armoniosas no existen, aunque no se evidencien ausencias, negligencias, reproches,
entre otros actos reprobables. Este desencuentro se refuerza con el desarrollo del lenguaje.
Algunas familias manifiestan una participación importante en la vida de las adolescentes emba-
razadas; sin embargo, no se observan lazos complejos con la figura materna y carecen de
elementos simbólicos suficientes, sin que se distingan los roles de sus miembros, siendo confu-
sos y precarios.
La repetición es parte de la realidad individual, pero existe una reactualización generacional que
plantea historias únicas, la que pudiera ser un modo de resolver situaciones inconclusas.
En ciertos casos y varios momentos, la madre se torna caprichosa, antojadiza y estragante,
pudiendo parar si se encuentra castrada, pero quedarán huellas en el hijo/a.
Las adolescentes que abandonan la formación escolar pierden un posible espacio para sublimar
la pulsión. Algunas instituciones educativas toleran el embarazo en sus entornos sin darles el
apoyo y acompañamiento necesarios.
Finalmente, concuerdan en que la adolescencia constituye un desafío debido a la incertidumbre
que genera el futuro en el sujeto, además de las dificultades simbólicas y reales que aparecen.
El especialista 1 afirma que la mujer que se convierte en madre genera la división primordial. La
adolescencia juega un papel fundamental en el desarrollo de la sexualidad y el embarazo precoz
obliga a renunciar a una parte de la feminidad tempranamente y reinventarse en su ser de mujer,
para cumplir con la función materna.
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Además, refiere experiencias de casos donde el vínculo con la madre resulta traumático, destacando que
esta relación es susceptible a lo inesperado por la influencia de lo deseado y lo indeseado.
El estrago materno debe ser tratado cautelosamente, ya que podría culpabilizar a las madres, resaltando
dos indicaciones: la madre en la posición de la pareja (el hombre como estrago) y el hombre personifi-
cando a la madre.
Manifiesta que la madre se vuelve estragante al asumir plenamente ese papel y deja de ser mujer, asegu-
rando que existen casos en que la maternidad pone un freno al goce del sujeto al modificar su comporta-
miento a partir de la llegada de su hijo/a, pero separarla podría desubicarla nuevamente.
Acerca del embarazo adolescente, sostiene que en cada caso se manifiestan efectos diferentes ante
factores predeterminantes similares. Su participación en investigaciones posibilitó que encontrara
entornos familiares que conciben esta etapa de la vida como lo aceptable, en estos se comparte el espa-
cio físico y las funciones de los miembros.
Considera que, en determinadas condiciones sociales, el embarazo adolescente reiterado en una misma
joven se torna una decisión personal. Alude al caso observado en un documental con una chica de 12
años que se enorgullecía por ser pareja de un narcotraficante; su papá se sentía culpable y decía: “yo no
estuve ahí, yo pude haber evitado esto, yo me fui, no estuve, ella es una niña, ella se chupa el dedo para
dormir todavía”, visualizándose un acto fantasmático que sugiere un deseo por separarse de los padres,
sin que se constituyera en un acto logrado.
Concluye que detrás de las personas que ejercen los roles parentales hay hombres y mujeres, cuyas
particularidades identitarias más íntimas pueden explorarse mediante el psicoanálisis.
El especialista 2 concibe a la madre como un agente que posibilita la operacionalización de la función
del padre, introduciendo al infante en el lenguaje, produciendo la inscripción simbólica, le adjudica un
lugar y lo convierte en un objeto de deseo, a la vez que genera una hiancia que posibilitará que se vuelva
sujeto.
Con respecto a la dinámica entre madre e hija asociados al estrago, la primera tiene una actitud de recha-
zo; mientras que la segunda, de reproche. Entre ambas existe tendencia a la insatisfacción susceptible
de devoración. En algunos casos, esta dinámica se constituye en una queja histérica y no desencadena
en estrago.
En una experiencia de trabajo grupal con madres adolescentes, que se encontraban en un albergue de la
ciudad de Quito, percibió que existía una cierta correlación entre la condición económica, cultural,
social y el embarazo. Existía precariedad simbólica en las familias y relaciones casi de pares entre algu-
nas madres e hijas. Varias de estas chicas tenían posturas muy sexualizadas y no querían renunciar a
eso para asumir la maternidad. Una vez más, en una situación similar, algunas asumieron su función
materna y se notaba un descuido de sí mismas, proyectando una imagen envejecida; mientras que, otras
rechazaban a sus hijos mediante actos negligentes.
Menciona que la repetición se produce a nivel de la realidad, abriendo la posibilidad de circunstancias
distintas para ese hijo/a, es decir, el estrago podría quedarse en la relación entre la madre y la hija,
mientras que este nuevo ser queda separado de esa dinámica.
El especialista 3 manifiesta que en el trabajo clínico con madres e hijos/as aparece la dependencia
como un fenómeno muy común. Sin embargo, recalca que tiene diferentes connotaciones de acuerdo
con elementos sociales generacionales; en su experiencia, hace 10 años se creía que el vínculo debía
posibilitar la independencia como punto de partida; mientras que, actualmente se habla sobre cómo
construir independencia en el punto de partida. La dependencia madre hijo/a debe analizarse desde los
primeros años de vida.
Considera el concepto de estrago materno atendiendo a las particularidades de cada época o genera-
ción. Durante el ejercicio clínico atendió algunas madres que establecen relaciones extremadamente
dependientes con sus hijos/as y viceversa, aspecto que podría generarse en contextos excepcionales
cuando el padre es ausente. Hace alusión a lo manifestado por Silvia Ons, acerca de la caída del nombre
del padre relacionada con el declive de la masculinidad y la presencia socialmente desvalorizada del
padre.
La dependencia tiene la potencialidad de impedir que el sujeto alcance autonomía en la adultez, ocasio-
nando una profunda desconfianza hacia la figura que la genera y que las decisiones pasen por la apro-
bación de la madre. A esto, se agrega una sexualización precoz ejercida sobre los hijos/as, como un
sentido de propiedad, donde se utilizan significantes como: compañero/a, amiga, marido, maridito,
entre otros; no se experimenta como algo patológico, hasta que aparece algún síntoma.
En relación con el embarazo adolescente, plantea que debe contemplarse en tiempo y espacio geográfi-
co. En ciertos contextos tiene cierta funcionalidad, tal como: liberarse del núcleo familiar. En zonas
rurales, resulta culturalmente aceptable y tiene una connotación comunitaria. En ciertos entornos urba-
nos, se asocia con un componente social sin que represente implicación afectiva sino en relaciones
casuales.
Algunos padres, cuyos hijos adolescentes cuentan con pareja formal o regular, imponen su deseo de
tener nietos y los inducen a tener hijos tempranamente, lo que ocurre comúnmente cuando existe una
profunda dependencia hacia los progenitores y buscan afirmación dentro de la vida familiar en esta
etapa del desarrollo individual. Aunque, pueden presentarse casos en que se pretende restituir el víncu-
lo familiar, empleando al nuevo integrante como elemento cohesionador al cumplir el anhelo de ser
abuelo(a).
Si el adolescente no pone en palabras las angustias del embarazo, las angustias del embarazo de su
pareja, si no hay alguien con quien se pueda tratar las emociones que están presentes, las dificultades
que están presentes, la construcción de la maternidad y paternidad se vuelve un enorme desafío,
cuando todavía no tienen ese enorme capital simbólico que da la madurez.
Muchos padres tienen la tendencia a proyectar sus aspiraciones frustradas en el orden personal o
profesional en sus hijos(as), incidiendo para que las asuman como propias.
CONCLUSIONES
La función materna constituye un generador de amor, protección y cuidado al niño/a, siendo indis-
pensable para la supervivencia del sujeto durante sus primeros años de vida. Pero, la madre puede
llegar a devorar subjetivamente a la hija cuando esta decide separarse de ella, absorbiéndola y convir-
tiendo esta función en un estrago, que se consolida en forma de rechazo en la relación entre madre e
hija.
En la adolescencia, la maternidad puede plasmarse como un acto que permite lidiar con la recons-
trucción psíquica que experimenta el sujeto. Esta puede configurarse como: un salto hacia la adultez,
una salida a la relación estragante con la figura materna o la consolidación de los ideales familiares
asumidos por el individuo. Lo que resulta un suceso marcado por significantes adjudicados por la
pareja parental y la insondable decisión del ser.
Conflicto de intereses: las autoras declaran que no existen.
Declaración de contribución:
Las autoras recolectaron información científica actualizada, así como en la elaboración y organiza-
ción del documento.
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Recibido: 16 de abril de 2021
Aceptado: 22 de junio de 2021
REE Volumen 15(3) Riobamba sep. - dic. 2021
FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD
ISSN-impreso 1390-7581
ISSN-digital 2661-6742
Estrago materno y función materna en madres adolescentes. Un recorrido teórico y clínico
Maternal damage and maternal function in adolescent mothers. A theoretical and clinical
approach
https://doi.org/10.37135/ee.04.12.11
Autoras:
Alejandra Salomé Sarmiento Benavides1 – https://orcid.org/0000-0002-6404-418X
María Verónica Egas Reyes2 – https://orcid.org/0000-0002-5361-8213
1Universidad Nacional de Chimborazo, Riobamba-Ecuador.
2Pontificia Universidad Católica del Ecuador, Quito-Ecuador.
Autor de correspondencia: Alejandra Salomé Sarmiento Benavides. Email: asarmiento@u-
nach.edu.ec. Teléfono: 0984258784. Dirección postal: Ayacucho entre Pichincha y García
Moreno. Riobamba, Chimborazo, Ecuador.
RESUMEN
El embarazo en la adolescencia implica múltiples cambios somáticos, sociales y psicológicos.
En esta última dimensión, estrago y función materna constituyen dimensiones que requieren de
atención comúnmente. La bibliografía ofrece una amplia gama de abordajes teóricos que se
reflejan en la práctica psicoanalítica, al respecto se presenta una revisión apoyada en las expe-
riencias aportadas por especialistas en esa área. La información se recolectó en bases de datos
científicas reconocidas, tesis de graduación en repositorios universitarios y organizaciones no
gubernamentales de reconocimiento mundial por su actividad de asesoría, investigativa y acadé-
mica. Fundamentalmente, la información teórica se organizó de manera cronológica, la que
luego fue confrontada con las declaraciones de los profesionales entrevistados. Durante el
proceso, se siguieron los principios éticos investigativos universales, en garantía de la calidad y
rigor de las fuentes consultadas.
Palabras clave: conducta materna, psicoanálisis, embarazo en adolescencia.
ABSTRACT
Teenage pregnancy involves multiple somatic, social and psychological changes. In this last
dimension, damage and maternal function constitute dimensions that commonly require atten-
tion. The bibliography provides a wide range of theoretical approaches that are reflected in
psychoanalytic practice. In this regard, a review supported by the experiences contributed by
specialists in this area is presented. The information was collected in recognized scientific data-
bases, graduation thesis in university repositories and non-governmental organizations of world-
wide recognition for their advisory, investigative and academic activity. Fundamentally, the
theoretical information was organized chronologically, which was later compared with the state-
ments of the professionals interviewed. During the process, the universal investigative ethical
principles were followed in order to guarantee the quality and rigor of the searched sources.
Keywords: Maternal Behavior, Psychoanalysis, Pregnancy in Adolescence.
INTRODUCCIÓN
Generalmente, la madre asume la satisfacción de las necesidades del niño/a durante sus primeros
años de vida; quien, además, introduce al hijo/a en la estructura del lenguaje. Maternidad y femi-
nidad son procesos que se contraponen en cada mujer en el intento de alcanzar la sensación de
plenitud.
(1)
Freud es el primero en plantear elementos asociados con el complejo de castración en la relación
madre-hija, señalando que se genera una extrañación en forma de hostilidad, con el reproche de
la segunda por traerla incompleta. El término estrago (ravage) propuesto por Lacan establece
indicaciones sobre la dinámica en el lazo afectivo de la madre con su hija, asegura que sostenerla
puede llegar a ser insoportable, a tal punto en el que la mujer renuncia a su feminidad para ser
toda-madre, es ahí donde convierte a la hija en su objeto de deseo y la absorbe, en algunos casos
ocasionaría que en su vida adulta inicie una relación afectiva con una pareja que podría conver-
tirse en su estrago.
(2)
En la adolescencia, el individuo construye su identidad sexual, reorganiza las identificaciones y
reemplaza al Gran Otro primordial por el Otro social, se trata de un estado de transición que
promueve la autonomía psíquica.
(3)
La gestación y maternidad implican procesos biológicos,
psíquicos y sociales que suponen retos para las madres adolescentes, entre los que destaca la
posible separación de la estructura familiar.
(4)
Feminidad y función materna
El concepto de maternidad desde punto de vista biológico se asume como un proceso de cambios
fisiológicos en el organismo de la mujer con el fin de la gestación y el parto. El enfoque socioló-
gico vincula la maternidad con la familia, comprendiendo que es necesaria la presencia de un
sujeto femenino que posibilite la concepción de los hijos y asuma su cuidado, en medio de un
sistema social que tiene como objetivo primordial la reproducción. La teoría psicoanalítica plan-
teada por Sigmund Freud en 1910 manifiesta que: “el amor de la madre por el lactante […]
posee la naturaleza de una relación amorosa plenamente satisfactoria”. Esta última sugiere que
ese lazo genera sensaciones de agrado y autorrealización en la madre, similares a las que se
producen en las relaciones de pareja.
(5)
Durante su etapa como lactante, el sujeto está invadido por sensaciones provenientes del
ambiente que aún no asimila, debido a que se encuentra en el proceso de separar su yo del
mundo externo. Ese infante requiere asistencia permanente para satisfacer sus necesidades de
forma inmediata para su supervivencia: alimentación, vestimenta, sueño y protección. Además,
precisa de acompañamiento durante la construcción de su aparato psíquico por una persona que
asume la función materna.
(6)
El vínculo que desarrolla el bebé con su cuidador representa un lazo afectivo recíproco y primor-
dial, creándose características psíquicas importantes para su desarrollo que lo acompañarán
durante toda la vida. Generalmente, la madre asume la función materna, la que participa directa-
mente en el desarrollo psicosexual del niño/a mediante caricias, besos y abrazos, despertando
formas placenteras y de excitación sexual en el lactante que se generan en las zonas erógenas.
(7)
La masculinidad se vincula con la actividad y la agresividad; mientras que, la feminidad lo hace
con la pasividad. Sin embargo, la madre mantiene una postura completamente activa, lo que se
evidencia en el acto de la lactancia, esta entrega una parte de ella al hijo/a, controlando cuánto y
cuándo el bebé puede hacerlo.
En los primeros años de vida, el infante no ha desarrollado aún una postura con respecto a la
sexualidad. En las edades de 5 y 6 años, el niño/a atraviesa una etapa de complejo edípico,
descubriendo la diferencia sexual. Al ser poseedor del falo, el varón experimenta la castración al
final, pero la hembra descubre su falta y vive la castración antes; por lo tanto, su superyó no
alcanza la fuerza y el significado que viene de la cultura. La niña que asume su feminidad en
plenitud, implementará una búsqueda inconsciente de ese objeto fálico en la adultez a través de
la procreación con una pareja (un hijo la hará sentirse completa).
(8)
Melanie Klein atribuye gran importancia a la relación que desarrolla la madre con el niño/a. Esta
permite establecer relaciones relaciones de defensa, ansiedad y objeto en el lactante durante los
primeros meses de vida. En los primeros 3 o 4 meses de vida, el bebé atraviesa la posición esqui-
zoparanoide, colocando sus impulsos agresivos sobre el objeto en dependencia de la satisfacción
que este le proporcione. Posteriormente, pasa a la posición depresiva, percibiendo a la madre
como un objeto completo y se relaciona con ella de esa manera, en ciertos momentos experimen-
ta ambivalencias afectivas, por atravesar impulsos de amor y odio que intensifican su deseo de
aniquilar a la madre mala y perpetuar a la buena.
(9)
Cuando el vínculo entre el lactante y la madre no se consolida en afecto de felicidad, puede
deberse a conflictos contradictorios que atraviesa el niño/a, conduciéndolo a posibles fracasos
en el futuro. Las relaciones sociales podrían construirse en base a ansiedades exacerbadas sin
procesar. También, se pueden observar depresiones anormales o inesperadas en los bebés, las
que surgen de las dificultades generadas en esta relación primordial, disminuyendo su deseo.
(10)
Acerca de la existencia de un superyó primario, se piensa que el lactante realiza una introyección
precoz sobre los objetos buenos y malos que representan para él los fragmentos del cuerpo de la
madre, configurando al superyó como una parte del yo, que intenta regular esta agresividad e
impedirse provocar algún tipo de daño a la madre. Propone que el surgimiento del complejo de
Edipo se produce desde los cinco y seis meses de edad, cuando se atraviesa la posición depresi-
va, donde comienza a percibir el daño que causa con sus impulsos agresivos.
(11)
La frustración producto del destete genera el surgimiento del complejo edípico, aflorando
impulsos sádicos fortalecidos por las frustraciones anales y el sentimiento de culpa consecuente
de la formación del SuperYo que se establece por las fijaciones pregenitales. La fase preedípica
tiene una inclinación femenina, caracterizada por una tendencia sádica que se vincula con el
impulso epistemofílico, que conduce al infante varón a identificarse precozmente con la madre.
El cuerpo biológico de ella se convierte en la fuente de deseos y provocaciones sexuales, que son
poseídos imaginariamente por el hijo. Específicamente, zonas como los pechos representarán
abundancia, provocando que se establezca cierta envidia y competencia entre el niño y la madre.
En la infante mujer aparece la conciencia de la carencia del pene y percibe que la madre posee
el del padre, acercándose a este mediante una relación seductora y envolvente que genera mayor
distancia con la madre.
(12)
Durante la infancia, la niña es influenciada por las experiencias preedípicas y edípicas incons-
cientemente, influyendo en la búsqueda de una relación de pareja durante la vida adulta en su
búsqueda por satisfacer sus fantasías sádicas sexuales. Si logra ese éxito, la mujer siente que
alcanzó el lugar que tuvo su madre, haciéndola merecedora de los privilegios que le fueron arre-
batados durante la niñez. Las características narcisistas en la madre, la impulsan a buscar gratifi-
caciones personales que consigue a través de sus hijos, generando dependencia de estos que la
hacen indispensable y prolonga esa relación simbiótica.
(13)
Donald Winnicott plantea que, durante los primeros años de vida, el individuo debe vincularse
con un Otro materno para la supervivencia física y psíquica, configurando el perfil afectivo del
bebé. El infante debe saber manejar la separación de la madre, por lo que es importante crear un
espacio interpersonal. Este autor propone el término objeto transicional para el elemento donde
deposita sus afectos, permitiendo el corte necesario con la madre.
(14)
Los niños poseen el rasgo psíquico de bisexualidad, en el que se configuran elementos femeni-
nos y masculinos. Los primeros están asociados al ser y los segundos al hacer, ambos elementos
tienen una función determinada y son necesarios para la construcción del aparato psíquico.
(15)
En torno a la madre del lactante (que asume adecuadamente su función) existen elementos que
posibilitan el tránsito de la dependencia absoluta a la independencia del hijo/a:
(16)
Holding o sostenimiento, manera de acunar entre sus brazos al bebé, asociado con sensa-
ciones esporádicas que niegan la posibilidad de un reaseguramiento y contención de las
ansiedades psicóticas en base a la realidad externa del ser.
Manipulación, satisfacción corporal del niño mediante la relación psicosomática y la
coordinación.
Mostración de objetos, contacto entre el lactante y los objetos de su entorno.
Jacques Lacan manifiesta que el cuidador puede pertenecer al otro género, lo único que necesita
es amar y proteger al lactante de manera oportuna y apropiada. Por eso, resalta la relevancia de
la figura materna, por ser quien se convertirá en el Gran Otro primordial, posibilitando la cons-
trucción del cuerpo simbólico del infante mediante el lenguaje como discurso del Otro.
(17)
En la etapa de la niñez, el vínculo con la figura materna es esencial en el desarrollo del proceso
de constitución subjetiva denominado estadío del espejo, el que se genera entre los 6 y 18 meses
de edad. Aquí, se construye la imagen unificada del bebé que permite reconocerse a sí mismo y
a otros. Se configura el registro imaginario y el narcisismo, marcando el comienzo de la relación
del infante con su contexto.
(18)
La mujer vive la maternidad como un privilegio, puesto que el contacto físico le ofrece mucha
satisfacción narcisista. Los recuerdos y experiencias que la mujer vivió durante la infancia le
ayudan a crear y sostener el sentimiento materno, abrigando al lactante. Para el niño/a la imagen
del seno materno produce una sensación de protección y complementación; por lo que, al darse
el destete debe sublimar dicha pérdida.
(19)
Existe una relación entre el complejo de Edipo, el ideal del yo, el superyó y la realidad. El infan-
te adquiere identificaciones sexuales que posibilitan asumir el género para relacionarse con su
entorno, lo que se asocia al ideal del yo. La metáfora paterna que es el complejo de Edipo
propuesto con tres funciones simbólicas: objeto, deseo de la madre y del padre. Esta última
función introduce a todos los participantes en la metáfora, separando al niño del deseo materno
y permite el desarrollo el SuperYo y su propio deseo.
(20)
El goce que experimenta la mujer no es fálico. Al estar castrada, no tiene el temor que posee el
varón a perder el falo. No existe una forma de goce universal y generalizado que caracteriza a
las mujeres, pues la singularidad favorece una forma propia e individual de satisfacción.
(21)
Aproximaciones al estrago materno
El estrago materno se produce cuando la relación entre la figura materna y el niño se vuelve
absorbente. La palabra estrago proviene del término en francés “ravage” que significa devasta-
ción y destrucción. El infante se queda envuelto en el deseo mortífero de la madre que evidencia
la voracidad que ella ejerce en su función, provocando una descompensación a nivel del aparato
psíquico e impide la separación.
(22)
La maternidad es insuficiente ante la presencia del deseo y goce que experimenta el infante
cuando la madre se convierte en el vehículo que traslada el significante del nombre del padre
hacia el hijo/a y anula su deseo como mujer. Esto hace que sature la falta de su vástago, resultan-
do devastador.
(23)
La mujer elije inconscientemente el camino del estrago cuando surgen dos elementos: la actividad
evidenciada en todas las muestras de afecto hacia su hijo/a y la pasividad reflejada en los planos
social y sexual. La madre absoluta renuncia al placer que obtendría como mujer, lo que la conduce
a devorar al hijo/a, el segundo podría generar una fantasía masoquista en la vida adulta.
(24)
La relación estragante aparece cuando la figura materna no cuenta con los recursos simbólicos
suficientes durante los primeros años de vida del niño/a, incumpliendo con la función encomen-
dada, pudiendo significar que no existe el deseo materno o no lo ha desarrollado.
(25)
A través de la metáfora del cocodrilo, Lacan describe la manera en que opera el estrago materno:
la boca del animal representa el deseo materno; el infante, su alimento; el agua es el lenguaje y
la transmisión de significantes y la barra atravesada en la boca del cocodrilo se refiere al falo.
Así, sugiere que el deseo materno debe ser refrenado mediante el falo, existiendo una tercera
función que separa al niño/a de la figura materna e impide la depredación.
(26)
El deseo de la madre es mortífero si la relación afectiva con el niño/a es excesiva. Cuatro signifi-
cantes interactúan en el estrago: la devoración, lo insaciable, el capricho y la destrucción. Este
fenómeno provoca marcas irreversibles que se evidencian en individuos que no construyen una
inscripción simbólica, por la ausencia o poca presencia de la función paterna, conduciendo a
inexistencia de regulación del capricho materno.
(27)
El fenómeno del estrago puede verse de diferentes maneras:
(28)
Si está configurado desde la realidad no permite que el sujeto construya símbolos propios,
condenándolo a constituirse en objeto del Otro.
Elemento que impide al individuo relacionarse con el objeto fálico.
La madre fijada como el Otro, excluyendo al sujeto de la ley simbólica.
La relación madre-hija estragante con una connotación amorosa y torturante tiende a ser
devastadora y muy parecida al goce femenino pleno.
La presencia de la niña puede provocar que la madre experimente un desencuentro con su propia
castración, evocando las marcas producidas durante el complejo edípico de manera intolerable.
(29)
Cada mujer crea su propio modo de gozar y demanda un significante que le adjudique su identi-
dad de género. La construcción de su propia feminidad resulta uno de los propósitos de las niñas
al llegar a la adultez.
(30)
El estrago materno puede expresarse en forma de un amor excesivo o a través de una conducta
total o parcialmente despreocupada y/o negligente. La mujer que experimenta la maternidad
coloca al futuro bebé como un semblante, por el hecho de llevar un nuevo ser al interior de su
cuerpo, aparentando que va a constituirse en el objeto fálico que cubrirá su falta.
(31)
La complejidad subjetiva en el individuo se configura al no encontrar un objeto que le permita
establecer un anclaje fálico. En unas ocasiones, el partenaire simula un efecto similar, en otras,
los hijos/as se ubican como medio para esa satisfacción. Aunque, en la mayoría de casos esos
objetos no funcionan por un tiempo prolongado; de ahí, que la mujer busca otras vías para sobre-
llevar esa insatisfacción, pudiendo presentarse como síntoma o mediante el consumo de sustan-
cias, entre otras.
(32)
Pubertad, adolescencia y maternidad
El término Umgelstatung implica forma y morfos para referirse a la pubertad. Esta etapa del
desarrollo se conoce como la metamorfosis de la pubertad, en la que se reorganiza la vida sexual
infantil debido a que, las identificaciones y semblantes que construyó durante la niñez han perdi-
do la capacidad de sostenerlo. Además, enfrenta un despertar sexual distinto mediante recursos
imaginarios y simbólicos mucho más amplios, donde el otro ocupa un lugar primordial.
(33)
La pubertad puede ser vista como un túnel perforado que parte de las experiencias y recuerdos
infantiles hasta las escenas y fantasías asociadas a la sexualidad adulta. El púber se deslinda de
los objetos infantiles y empieza a vivir una transformación corporal progresiva que responde a
un nuevo modo de goce, escogiendo un objeto que garantice esa satisfacción. Además, el sujeto
pierde su concepción sobre los padres como Otros absolutos, ubicándolos como seres mortales
y reemplazables sin ninguna autoridad.
(34)
En la pubertad, el individuo experimenta un goce invasivo e irreconocible a nivel del cuerpo
real, sumando una imagen corporal retrógrada que no amortigua dicho goce. El sujeto asimila,
acomoda e introyecta ese nuevo esquema corporal, volviendo a desarrollar la conexión psicoso-
mática mediada por los registros imaginario, simbólico y real.
(35)
El empuje hormonal en la pubertad no implica cambios biológicos únicamente, pues está media-
do por el lenguaje y resulta una transformación total. Al finalizar este período, el ser humano
aprenderá un modo de relacionarse con el otro que ocupa el lugar de partenaire sexual.
(36)
En la adolescencia, se actualizan los conflictos sexuales latentes en la infancia del individuo,
exacerbando instancias psíquicas como la importancia del yo y la dinamización de los mecanis-
mos de defensa. Este es un proceso natural de descubrimiento personal a través de un desarrollo
emocional que debe vivirse plenamente. También se ve como una etapa denominada identidad
vs confusión o difusión, construyendo la identidad basándose en los recursos sociales que tiene
a su disposición, lo que implica un momento crítico en el que experimenta frustraciones, dudas,
imposición de metas, además de cambios afectivos y cognitivos.
(37)
Entre los impasses, pérdidas y construcciones que el adolescente atraviesa, la temporalidad
psíquica se presenta como un elemento relevante, ya que se trata de un estado que obliga al indi-
viduo a renunciar a la cobertura simbólica otorgada por el Otro primordial en la niñez. En esta
se producen reelaboraciones subjetivas congruentes con un cuerpo físico que produce asombro,
mientras se acompaña por el Otro en busca de encontrar un lugar y pertenencia en lo social. Así,
la temporalidad psíquica o lógica es el tiempo que requiere un individuo para procesar los cam-
bios biológicos y psicológicos, además de las manifestaciones pulsionales. Si no concibe esas
modificaciones, el individuo mantiene las marcas infantiles, obstaculizando la generación del
deseo singular.
(38)
Otro aspecto de gran importancia es la fantasía, el sujeto neurótico se sirve de diversos recursos
que no surgen de la realidad. La fantasía implementa una realidad paralela en la que la persona
se posiciona como protagonista de su historia, convirtiéndolo en un modo de sobrellevar la
angustia de vivir. El adolescente utiliza este recurso para movilizar el deseo, identificaciones,
ideales y la configuración de la imagen inconsciente del cuerpo.
(39)
Diversas experiencias inconscientes que el sujeto vive en la etapa pre y postnatal pueden consi-
derarse como la causa de conductas de riesgo, tales como:
(40)
La tendencia al suicidio ligada al deseo de la madre por interrumpir el embarazo o una
necesidad a terminar con su niñez.
La inclinación para fugarse, implicando una distancia ante el comportamiento cultural-
mente normalizado.
El consumo de drogas, como vía para mitigar los cambios que atraviesan, pudiendo
llegar a constituirse en un semblante temporal que estabiliza la libido ante la posibilidad
de procreación.
El embarazo para consolidar un corte de estado que agilite la llegada a la adultez.
La posibilidad de la concepción influye en la aparición de dos significantes que se complemen-
tan y marcan al sujeto femenino: ser mujer y ser madre. El primero se relaciona con el modo de
satisfacer el goce sexual, da respuesta al placer sexual masculino y le conecta con la identidad
femenina. El segundo está vinculado con la incógnita del origen mismo del ser: ¿de dónde veni-
mos?, lo que confronta a la realidad de la procreación y la búsqueda de consolidar al hijo como
el objeto fálico.
(41)
El embarazo se concibe como un llamado al Otro (madre, el padre, la pareja, etc.), en forma de
un mensaje que se requiere descifrar. Durante la adolescencia, este acto anuda dudas y probables
conflictos en la relación madre-hija, ya que ambas pasan a tener la misma posición.
(42)
Socialmente, el embarazo adolescente puede ser asumido como un descuido o un error que
demuestra la vulnerabilidad en la toma de decisiones por el individuo e involucra a toda la fami-
lia. Biológicamente, evidencia un estado adecuado de salud y madurez física. Emocionalmente,
muestra una aparente confusión y temor. Desde la perspectiva psicoanalítica, se cree que la
mujer desea inconscientemente ser madre, desde ese punto de vista, el embarazo adolescente es
deseado, aunque no sea planificado en algunas ocasiones.
(43)
Existen cuatro factores que influyen en el embarazo adolescente:
(44)
Lugar que ocupa en su grupo familiar y genera un deseo precoz de concebir un hijo.
Respuesta ante la relación de afecto con la figura materna.
Conflicto edípico mezclado con un error.
Deseo de tener progenie.
En la construcción de la identidad, el adolescente se confronta a un Otro exigente cultural ante
el que debe posicionarse y mantener un lugar social. Al convertirse en madre, algunas mujeres
adquieren la identidad que se ensambla con la adultez. En 2006, Amorín refirió que, la madre
adolescente deposita sobre el hijo/a la ilusión de mantener un hogar, sobrecargándolo de ideales
que puede asociarse con la satisfacción de carencias afectivas en su pasado.
(45)
Visión de la función y estrago maternos desde la práctica clínica
La entrevista a tres especialistas en psicoanálisis permitió observar que coincidieron al afirmar
que, en la clínica no es posible anticipar y generalizar las respuestas en sujetos bajo una situación
similar. La singularidad de cada caso atendiendo a los recursos simbólicos desarrollados.
Estos destacan que el parto no constituye el elemento que garantiza la formación del vínculo
entre recién nacido y la figura materna. Debe existir un proceso de acogida, adopción y deseo
por la madre. La adopción puede ser directa ante la ausencia del padre o mediada por este por su
presencia.
La maternidad y paternidad deben ser reforzados por otros componentes sociales. Las relaciones
totalmente armoniosas no existen, aunque no se evidencien ausencias, negligencias, reproches,
entre otros actos reprobables. Este desencuentro se refuerza con el desarrollo del lenguaje.
Algunas familias manifiestan una participación importante en la vida de las adolescentes emba-
razadas; sin embargo, no se observan lazos complejos con la figura materna y carecen de
elementos simbólicos suficientes, sin que se distingan los roles de sus miembros, siendo confu-
sos y precarios.
La repetición es parte de la realidad individual, pero existe una reactualización generacional que
plantea historias únicas, la que pudiera ser un modo de resolver situaciones inconclusas.
En ciertos casos y varios momentos, la madre se torna caprichosa, antojadiza y estragante,
pudiendo parar si se encuentra castrada, pero quedarán huellas en el hijo/a.
Las adolescentes que abandonan la formación escolar pierden un posible espacio para sublimar
la pulsión. Algunas instituciones educativas toleran el embarazo en sus entornos sin darles el
apoyo y acompañamiento necesarios.
Finalmente, concuerdan en que la adolescencia constituye un desafío debido a la incertidumbre
que genera el futuro en el sujeto, además de las dificultades simbólicas y reales que aparecen.
El especialista 1 afirma que la mujer que se convierte en madre genera la división primordial. La
adolescencia juega un papel fundamental en el desarrollo de la sexualidad y el embarazo precoz
obliga a renunciar a una parte de la feminidad tempranamente y reinventarse en su ser de mujer,
para cumplir con la función materna.
111
cc
BY
NC
ND
Además, refiere experiencias de casos donde el vínculo con la madre resulta traumático, destacando que
esta relación es susceptible a lo inesperado por la influencia de lo deseado y lo indeseado.
El estrago materno debe ser tratado cautelosamente, ya que podría culpabilizar a las madres, resaltando
dos indicaciones: la madre en la posición de la pareja (el hombre como estrago) y el hombre personifi-
cando a la madre.
Manifiesta que la madre se vuelve estragante al asumir plenamente ese papel y deja de ser mujer, asegu-
rando que existen casos en que la maternidad pone un freno al goce del sujeto al modificar su comporta-
miento a partir de la llegada de su hijo/a, pero separarla podría desubicarla nuevamente.
Acerca del embarazo adolescente, sostiene que en cada caso se manifiestan efectos diferentes ante
factores predeterminantes similares. Su participación en investigaciones posibilitó que encontrara
entornos familiares que conciben esta etapa de la vida como lo aceptable, en estos se comparte el espa-
cio físico y las funciones de los miembros.
Considera que, en determinadas condiciones sociales, el embarazo adolescente reiterado en una misma
joven se torna una decisión personal. Alude al caso observado en un documental con una chica de 12
años que se enorgullecía por ser pareja de un narcotraficante; su papá se sentía culpable y decía: “yo no
estuve ahí, yo pude haber evitado esto, yo me fui, no estuve, ella es una niña, ella se chupa el dedo para
dormir todavía”, visualizándose un acto fantasmático que sugiere un deseo por separarse de los padres,
sin que se constituyera en un acto logrado.
Concluye que detrás de las personas que ejercen los roles parentales hay hombres y mujeres, cuyas
particularidades identitarias más íntimas pueden explorarse mediante el psicoanálisis.
El especialista 2 concibe a la madre como un agente que posibilita la operacionalización de la función
del padre, introduciendo al infante en el lenguaje, produciendo la inscripción simbólica, le adjudica un
lugar y lo convierte en un objeto de deseo, a la vez que genera una hiancia que posibilitará que se vuelva
sujeto.
Con respecto a la dinámica entre madre e hija asociados al estrago, la primera tiene una actitud de recha-
zo; mientras que la segunda, de reproche. Entre ambas existe tendencia a la insatisfacción susceptible
de devoración. En algunos casos, esta dinámica se constituye en una queja histérica y no desencadena
en estrago.
En una experiencia de trabajo grupal con madres adolescentes, que se encontraban en un albergue de la
ciudad de Quito, percibió que existía una cierta correlación entre la condición económica, cultural,
social y el embarazo. Existía precariedad simbólica en las familias y relaciones casi de pares entre algu-
nas madres e hijas. Varias de estas chicas tenían posturas muy sexualizadas y no querían renunciar a
eso para asumir la maternidad. Una vez más, en una situación similar, algunas asumieron su función
materna y se notaba un descuido de sí mismas, proyectando una imagen envejecida; mientras que, otras
rechazaban a sus hijos mediante actos negligentes.
Menciona que la repetición se produce a nivel de la realidad, abriendo la posibilidad de circunstancias
distintas para ese hijo/a, es decir, el estrago podría quedarse en la relación entre la madre y la hija,
mientras que este nuevo ser queda separado de esa dinámica.
El especialista 3 manifiesta que en el trabajo clínico con madres e hijos/as aparece la dependencia
como un fenómeno muy común. Sin embargo, recalca que tiene diferentes connotaciones de acuerdo
con elementos sociales generacionales; en su experiencia, hace 10 años se creía que el vínculo debía
posibilitar la independencia como punto de partida; mientras que, actualmente se habla sobre cómo
construir independencia en el punto de partida. La dependencia madre hijo/a debe analizarse desde los
primeros años de vida.
Considera el concepto de estrago materno atendiendo a las particularidades de cada época o genera-
ción. Durante el ejercicio clínico atendió algunas madres que establecen relaciones extremadamente
dependientes con sus hijos/as y viceversa, aspecto que podría generarse en contextos excepcionales
cuando el padre es ausente. Hace alusión a lo manifestado por Silvia Ons, acerca de la caída del nombre
del padre relacionada con el declive de la masculinidad y la presencia socialmente desvalorizada del
padre.
La dependencia tiene la potencialidad de impedir que el sujeto alcance autonomía en la adultez, ocasio-
nando una profunda desconfianza hacia la figura que la genera y que las decisiones pasen por la apro-
bación de la madre. A esto, se agrega una sexualización precoz ejercida sobre los hijos/as, como un
sentido de propiedad, donde se utilizan significantes como: compañero/a, amiga, marido, maridito,
entre otros; no se experimenta como algo patológico, hasta que aparece algún síntoma.
En relación con el embarazo adolescente, plantea que debe contemplarse en tiempo y espacio geográfi-
co. En ciertos contextos tiene cierta funcionalidad, tal como: liberarse del núcleo familiar. En zonas
rurales, resulta culturalmente aceptable y tiene una connotación comunitaria. En ciertos entornos urba-
nos, se asocia con un componente social sin que represente implicación afectiva sino en relaciones
casuales.
Algunos padres, cuyos hijos adolescentes cuentan con pareja formal o regular, imponen su deseo de
tener nietos y los inducen a tener hijos tempranamente, lo que ocurre comúnmente cuando existe una
profunda dependencia hacia los progenitores y buscan afirmación dentro de la vida familiar en esta
etapa del desarrollo individual. Aunque, pueden presentarse casos en que se pretende restituir el víncu-
lo familiar, empleando al nuevo integrante como elemento cohesionador al cumplir el anhelo de ser
abuelo(a).
Si el adolescente no pone en palabras las angustias del embarazo, las angustias del embarazo de su
pareja, si no hay alguien con quien se pueda tratar las emociones que están presentes, las dificultades
que están presentes, la construcción de la maternidad y paternidad se vuelve un enorme desafío,
cuando todavía no tienen ese enorme capital simbólico que da la madurez.
Muchos padres tienen la tendencia a proyectar sus aspiraciones frustradas en el orden personal o
profesional en sus hijos(as), incidiendo para que las asuman como propias.
CONCLUSIONES
La función materna constituye un generador de amor, protección y cuidado al niño/a, siendo indis-
pensable para la supervivencia del sujeto durante sus primeros años de vida. Pero, la madre puede
llegar a devorar subjetivamente a la hija cuando esta decide separarse de ella, absorbiéndola y convir-
tiendo esta función en un estrago, que se consolida en forma de rechazo en la relación entre madre e
hija.
En la adolescencia, la maternidad puede plasmarse como un acto que permite lidiar con la recons-
trucción psíquica que experimenta el sujeto. Esta puede configurarse como: un salto hacia la adultez,
una salida a la relación estragante con la figura materna o la consolidación de los ideales familiares
asumidos por el individuo. Lo que resulta un suceso marcado por significantes adjudicados por la
pareja parental y la insondable decisión del ser.
Conflicto de intereses: las autoras declaran que no existen.
Declaración de contribución:
Las autoras recolectaron información científica actualizada, así como en la elaboración y organiza-
ción del documento.
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Recibido: 16 de abril de 2021
Aceptado: 22 de junio de 2021
REE Volumen 15(3) Riobamba sep. - dic. 2021
FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD
ISSN-impreso 1390-7581
ISSN-digital 2661-6742
Estrago materno y función materna en madres adolescentes. Un recorrido teórico y clínico
Maternal damage and maternal function in adolescent mothers. A theoretical and clinical
approach
https://doi.org/10.37135/ee.04.12.11
Autoras:
Alejandra Salomé Sarmiento Benavides1 – https://orcid.org/0000-0002-6404-418X
María Verónica Egas Reyes2 – https://orcid.org/0000-0002-5361-8213
1Universidad Nacional de Chimborazo, Riobamba-Ecuador.
2Pontificia Universidad Católica del Ecuador, Quito-Ecuador.
Autor de correspondencia: Alejandra Salomé Sarmiento Benavides. Email: asarmiento@u-
nach.edu.ec. Teléfono: 0984258784. Dirección postal: Ayacucho entre Pichincha y García
Moreno. Riobamba, Chimborazo, Ecuador.
RESUMEN
El embarazo en la adolescencia implica múltiples cambios somáticos, sociales y psicológicos.
En esta última dimensión, estrago y función materna constituyen dimensiones que requieren de
atención comúnmente. La bibliografía ofrece una amplia gama de abordajes teóricos que se
reflejan en la práctica psicoanalítica, al respecto se presenta una revisión apoyada en las expe-
riencias aportadas por especialistas en esa área. La información se recolectó en bases de datos
científicas reconocidas, tesis de graduación en repositorios universitarios y organizaciones no
gubernamentales de reconocimiento mundial por su actividad de asesoría, investigativa y acadé-
mica. Fundamentalmente, la información teórica se organizó de manera cronológica, la que
luego fue confrontada con las declaraciones de los profesionales entrevistados. Durante el
proceso, se siguieron los principios éticos investigativos universales, en garantía de la calidad y
rigor de las fuentes consultadas.
Palabras clave: conducta materna, psicoanálisis, embarazo en adolescencia.
ABSTRACT
Teenage pregnancy involves multiple somatic, social and psychological changes. In this last
dimension, damage and maternal function constitute dimensions that commonly require atten-
tion. The bibliography provides a wide range of theoretical approaches that are reflected in
psychoanalytic practice. In this regard, a review supported by the experiences contributed by
specialists in this area is presented. The information was collected in recognized scientific data-
bases, graduation thesis in university repositories and non-governmental organizations of world-
wide recognition for their advisory, investigative and academic activity. Fundamentally, the
theoretical information was organized chronologically, which was later compared with the state-
ments of the professionals interviewed. During the process, the universal investigative ethical
principles were followed in order to guarantee the quality and rigor of the searched sources.
Keywords: Maternal Behavior, Psychoanalysis, Pregnancy in Adolescence.
INTRODUCCIÓN
Generalmente, la madre asume la satisfacción de las necesidades del niño/a durante sus primeros
años de vida; quien, además, introduce al hijo/a en la estructura del lenguaje. Maternidad y femi-
nidad son procesos que se contraponen en cada mujer en el intento de alcanzar la sensación de
plenitud.
(1)
Freud es el primero en plantear elementos asociados con el complejo de castración en la relación
madre-hija, señalando que se genera una extrañación en forma de hostilidad, con el reproche de
la segunda por traerla incompleta. El término estrago (ravage) propuesto por Lacan establece
indicaciones sobre la dinámica en el lazo afectivo de la madre con su hija, asegura que sostenerla
puede llegar a ser insoportable, a tal punto en el que la mujer renuncia a su feminidad para ser
toda-madre, es ahí donde convierte a la hija en su objeto de deseo y la absorbe, en algunos casos
ocasionaría que en su vida adulta inicie una relación afectiva con una pareja que podría conver-
tirse en su estrago.
(2)
En la adolescencia, el individuo construye su identidad sexual, reorganiza las identificaciones y
reemplaza al Gran Otro primordial por el Otro social, se trata de un estado de transición que
promueve la autonomía psíquica.
(3)
La gestación y maternidad implican procesos biológicos,
psíquicos y sociales que suponen retos para las madres adolescentes, entre los que destaca la
posible separación de la estructura familiar.
(4)
Feminidad y función materna
El concepto de maternidad desde punto de vista biológico se asume como un proceso de cambios
fisiológicos en el organismo de la mujer con el fin de la gestación y el parto. El enfoque socioló-
gico vincula la maternidad con la familia, comprendiendo que es necesaria la presencia de un
sujeto femenino que posibilite la concepción de los hijos y asuma su cuidado, en medio de un
sistema social que tiene como objetivo primordial la reproducción. La teoría psicoanalítica plan-
teada por Sigmund Freud en 1910 manifiesta que: “el amor de la madre por el lactante […]
posee la naturaleza de una relación amorosa plenamente satisfactoria”. Esta última sugiere que
ese lazo genera sensaciones de agrado y autorrealización en la madre, similares a las que se
producen en las relaciones de pareja.
(5)
Durante su etapa como lactante, el sujeto está invadido por sensaciones provenientes del
ambiente que aún no asimila, debido a que se encuentra en el proceso de separar su yo del
mundo externo. Ese infante requiere asistencia permanente para satisfacer sus necesidades de
forma inmediata para su supervivencia: alimentación, vestimenta, sueño y protección. Además,
precisa de acompañamiento durante la construcción de su aparato psíquico por una persona que
asume la función materna.
(6)
El vínculo que desarrolla el bebé con su cuidador representa un lazo afectivo recíproco y primor-
dial, creándose características psíquicas importantes para su desarrollo que lo acompañarán
durante toda la vida. Generalmente, la madre asume la función materna, la que participa directa-
mente en el desarrollo psicosexual del niño/a mediante caricias, besos y abrazos, despertando
formas placenteras y de excitación sexual en el lactante que se generan en las zonas erógenas.
(7)
La masculinidad se vincula con la actividad y la agresividad; mientras que, la feminidad lo hace
con la pasividad. Sin embargo, la madre mantiene una postura completamente activa, lo que se
evidencia en el acto de la lactancia, esta entrega una parte de ella al hijo/a, controlando cuánto y
cuándo el bebé puede hacerlo.
En los primeros años de vida, el infante no ha desarrollado aún una postura con respecto a la
sexualidad. En las edades de 5 y 6 años, el niño/a atraviesa una etapa de complejo edípico,
descubriendo la diferencia sexual. Al ser poseedor del falo, el varón experimenta la castración al
final, pero la hembra descubre su falta y vive la castración antes; por lo tanto, su superyó no
alcanza la fuerza y el significado que viene de la cultura. La niña que asume su feminidad en
plenitud, implementará una búsqueda inconsciente de ese objeto fálico en la adultez a través de
la procreación con una pareja (un hijo la hará sentirse completa).
(8)
Melanie Klein atribuye gran importancia a la relación que desarrolla la madre con el niño/a. Esta
permite establecer relaciones relaciones de defensa, ansiedad y objeto en el lactante durante los
primeros meses de vida. En los primeros 3 o 4 meses de vida, el bebé atraviesa la posición esqui-
zoparanoide, colocando sus impulsos agresivos sobre el objeto en dependencia de la satisfacción
que este le proporcione. Posteriormente, pasa a la posición depresiva, percibiendo a la madre
como un objeto completo y se relaciona con ella de esa manera, en ciertos momentos experimen-
ta ambivalencias afectivas, por atravesar impulsos de amor y odio que intensifican su deseo de
aniquilar a la madre mala y perpetuar a la buena.
(9)
Cuando el vínculo entre el lactante y la madre no se consolida en afecto de felicidad, puede
deberse a conflictos contradictorios que atraviesa el niño/a, conduciéndolo a posibles fracasos
en el futuro. Las relaciones sociales podrían construirse en base a ansiedades exacerbadas sin
procesar. También, se pueden observar depresiones anormales o inesperadas en los bebés, las
que surgen de las dificultades generadas en esta relación primordial, disminuyendo su deseo.
(10)
Acerca de la existencia de un superyó primario, se piensa que el lactante realiza una introyección
precoz sobre los objetos buenos y malos que representan para él los fragmentos del cuerpo de la
madre, configurando al superyó como una parte del yo, que intenta regular esta agresividad e
impedirse provocar algún tipo de daño a la madre. Propone que el surgimiento del complejo de
Edipo se produce desde los cinco y seis meses de edad, cuando se atraviesa la posición depresi-
va, donde comienza a percibir el daño que causa con sus impulsos agresivos.
(11)
La frustración producto del destete genera el surgimiento del complejo edípico, aflorando
impulsos sádicos fortalecidos por las frustraciones anales y el sentimiento de culpa consecuente
de la formación del SuperYo que se establece por las fijaciones pregenitales. La fase preedípica
tiene una inclinación femenina, caracterizada por una tendencia sádica que se vincula con el
impulso epistemofílico, que conduce al infante varón a identificarse precozmente con la madre.
El cuerpo biológico de ella se convierte en la fuente de deseos y provocaciones sexuales, que son
poseídos imaginariamente por el hijo. Específicamente, zonas como los pechos representarán
abundancia, provocando que se establezca cierta envidia y competencia entre el niño y la madre.
En la infante mujer aparece la conciencia de la carencia del pene y percibe que la madre posee
el del padre, acercándose a este mediante una relación seductora y envolvente que genera mayor
distancia con la madre.
(12)
Durante la infancia, la niña es influenciada por las experiencias preedípicas y edípicas incons-
cientemente, influyendo en la búsqueda de una relación de pareja durante la vida adulta en su
búsqueda por satisfacer sus fantasías sádicas sexuales. Si logra ese éxito, la mujer siente que
alcanzó el lugar que tuvo su madre, haciéndola merecedora de los privilegios que le fueron arre-
batados durante la niñez. Las características narcisistas en la madre, la impulsan a buscar gratifi-
caciones personales que consigue a través de sus hijos, generando dependencia de estos que la
hacen indispensable y prolonga esa relación simbiótica.
(13)
Donald Winnicott plantea que, durante los primeros años de vida, el individuo debe vincularse
con un Otro materno para la supervivencia física y psíquica, configurando el perfil afectivo del
bebé. El infante debe saber manejar la separación de la madre, por lo que es importante crear un
espacio interpersonal. Este autor propone el término objeto transicional para el elemento donde
deposita sus afectos, permitiendo el corte necesario con la madre.
(14)
Los niños poseen el rasgo psíquico de bisexualidad, en el que se configuran elementos femeni-
nos y masculinos. Los primeros están asociados al ser y los segundos al hacer, ambos elementos
tienen una función determinada y son necesarios para la construcción del aparato psíquico.
(15)
En torno a la madre del lactante (que asume adecuadamente su función) existen elementos que
posibilitan el tránsito de la dependencia absoluta a la independencia del hijo/a:
(16)
Holding o sostenimiento, manera de acunar entre sus brazos al bebé, asociado con sensa-
ciones esporádicas que niegan la posibilidad de un reaseguramiento y contención de las
ansiedades psicóticas en base a la realidad externa del ser.
Manipulación, satisfacción corporal del niño mediante la relación psicosomática y la
coordinación.
Mostración de objetos, contacto entre el lactante y los objetos de su entorno.
Jacques Lacan manifiesta que el cuidador puede pertenecer al otro género, lo único que necesita
es amar y proteger al lactante de manera oportuna y apropiada. Por eso, resalta la relevancia de
la figura materna, por ser quien se convertirá en el Gran Otro primordial, posibilitando la cons-
trucción del cuerpo simbólico del infante mediante el lenguaje como discurso del Otro.
(17)
En la etapa de la niñez, el vínculo con la figura materna es esencial en el desarrollo del proceso
de constitución subjetiva denominado estadío del espejo, el que se genera entre los 6 y 18 meses
de edad. Aquí, se construye la imagen unificada del bebé que permite reconocerse a sí mismo y
a otros. Se configura el registro imaginario y el narcisismo, marcando el comienzo de la relación
del infante con su contexto.
(18)
La mujer vive la maternidad como un privilegio, puesto que el contacto físico le ofrece mucha
satisfacción narcisista. Los recuerdos y experiencias que la mujer vivió durante la infancia le
ayudan a crear y sostener el sentimiento materno, abrigando al lactante. Para el niño/a la imagen
del seno materno produce una sensación de protección y complementación; por lo que, al darse
el destete debe sublimar dicha pérdida.
(19)
Existe una relación entre el complejo de Edipo, el ideal del yo, el superyó y la realidad. El infan-
te adquiere identificaciones sexuales que posibilitan asumir el género para relacionarse con su
entorno, lo que se asocia al ideal del yo. La metáfora paterna que es el complejo de Edipo
propuesto con tres funciones simbólicas: objeto, deseo de la madre y del padre. Esta última
función introduce a todos los participantes en la metáfora, separando al niño del deseo materno
y permite el desarrollo el SuperYo y su propio deseo.
(20)
El goce que experimenta la mujer no es fálico. Al estar castrada, no tiene el temor que posee el
varón a perder el falo. No existe una forma de goce universal y generalizado que caracteriza a
las mujeres, pues la singularidad favorece una forma propia e individual de satisfacción.
(21)
Aproximaciones al estrago materno
El estrago materno se produce cuando la relación entre la figura materna y el niño se vuelve
absorbente. La palabra estrago proviene del término en francés “ravage” que significa devasta-
ción y destrucción. El infante se queda envuelto en el deseo mortífero de la madre que evidencia
la voracidad que ella ejerce en su función, provocando una descompensación a nivel del aparato
psíquico e impide la separación.
(22)
La maternidad es insuficiente ante la presencia del deseo y goce que experimenta el infante
cuando la madre se convierte en el vehículo que traslada el significante del nombre del padre
hacia el hijo/a y anula su deseo como mujer. Esto hace que sature la falta de su vástago, resultan-
do devastador.
(23)
La mujer elije inconscientemente el camino del estrago cuando surgen dos elementos: la actividad
evidenciada en todas las muestras de afecto hacia su hijo/a y la pasividad reflejada en los planos
social y sexual. La madre absoluta renuncia al placer que obtendría como mujer, lo que la conduce
a devorar al hijo/a, el segundo podría generar una fantasía masoquista en la vida adulta.
(24)
La relación estragante aparece cuando la figura materna no cuenta con los recursos simbólicos
suficientes durante los primeros años de vida del niño/a, incumpliendo con la función encomen-
dada, pudiendo significar que no existe el deseo materno o no lo ha desarrollado.
(25)
A través de la metáfora del cocodrilo, Lacan describe la manera en que opera el estrago materno:
la boca del animal representa el deseo materno; el infante, su alimento; el agua es el lenguaje y
la transmisión de significantes y la barra atravesada en la boca del cocodrilo se refiere al falo.
Así, sugiere que el deseo materno debe ser refrenado mediante el falo, existiendo una tercera
función que separa al niño/a de la figura materna e impide la depredación.
(26)
El deseo de la madre es mortífero si la relación afectiva con el niño/a es excesiva. Cuatro signifi-
cantes interactúan en el estrago: la devoración, lo insaciable, el capricho y la destrucción. Este
fenómeno provoca marcas irreversibles que se evidencian en individuos que no construyen una
inscripción simbólica, por la ausencia o poca presencia de la función paterna, conduciendo a
inexistencia de regulación del capricho materno.
(27)
El fenómeno del estrago puede verse de diferentes maneras:
(28)
Si está configurado desde la realidad no permite que el sujeto construya símbolos propios,
condenándolo a constituirse en objeto del Otro.
Elemento que impide al individuo relacionarse con el objeto fálico.
La madre fijada como el Otro, excluyendo al sujeto de la ley simbólica.
La relación madre-hija estragante con una connotación amorosa y torturante tiende a ser
devastadora y muy parecida al goce femenino pleno.
La presencia de la niña puede provocar que la madre experimente un desencuentro con su propia
castración, evocando las marcas producidas durante el complejo edípico de manera intolerable.
(29)
Cada mujer crea su propio modo de gozar y demanda un significante que le adjudique su identi-
dad de género. La construcción de su propia feminidad resulta uno de los propósitos de las niñas
al llegar a la adultez.
(30)
El estrago materno puede expresarse en forma de un amor excesivo o a través de una conducta
total o parcialmente despreocupada y/o negligente. La mujer que experimenta la maternidad
coloca al futuro bebé como un semblante, por el hecho de llevar un nuevo ser al interior de su
cuerpo, aparentando que va a constituirse en el objeto fálico que cubrirá su falta.
(31)
La complejidad subjetiva en el individuo se configura al no encontrar un objeto que le permita
establecer un anclaje fálico. En unas ocasiones, el partenaire simula un efecto similar, en otras,
los hijos/as se ubican como medio para esa satisfacción. Aunque, en la mayoría de casos esos
objetos no funcionan por un tiempo prolongado; de ahí, que la mujer busca otras vías para sobre-
llevar esa insatisfacción, pudiendo presentarse como síntoma o mediante el consumo de sustan-
cias, entre otras.
(32)
Pubertad, adolescencia y maternidad
El término Umgelstatung implica forma y morfos para referirse a la pubertad. Esta etapa del
desarrollo se conoce como la metamorfosis de la pubertad, en la que se reorganiza la vida sexual
infantil debido a que, las identificaciones y semblantes que construyó durante la niñez han perdi-
do la capacidad de sostenerlo. Además, enfrenta un despertar sexual distinto mediante recursos
imaginarios y simbólicos mucho más amplios, donde el otro ocupa un lugar primordial.
(33)
La pubertad puede ser vista como un túnel perforado que parte de las experiencias y recuerdos
infantiles hasta las escenas y fantasías asociadas a la sexualidad adulta. El púber se deslinda de
los objetos infantiles y empieza a vivir una transformación corporal progresiva que responde a
un nuevo modo de goce, escogiendo un objeto que garantice esa satisfacción. Además, el sujeto
pierde su concepción sobre los padres como Otros absolutos, ubicándolos como seres mortales
y reemplazables sin ninguna autoridad.
(34)
En la pubertad, el individuo experimenta un goce invasivo e irreconocible a nivel del cuerpo
real, sumando una imagen corporal retrógrada que no amortigua dicho goce. El sujeto asimila,
acomoda e introyecta ese nuevo esquema corporal, volviendo a desarrollar la conexión psicoso-
mática mediada por los registros imaginario, simbólico y real.
(35)
El empuje hormonal en la pubertad no implica cambios biológicos únicamente, pues está media-
do por el lenguaje y resulta una transformación total. Al finalizar este período, el ser humano
aprenderá un modo de relacionarse con el otro que ocupa el lugar de partenaire sexual.
(36)
En la adolescencia, se actualizan los conflictos sexuales latentes en la infancia del individuo,
exacerbando instancias psíquicas como la importancia del yo y la dinamización de los mecanis-
mos de defensa. Este es un proceso natural de descubrimiento personal a través de un desarrollo
emocional que debe vivirse plenamente. También se ve como una etapa denominada identidad
vs confusión o difusión, construyendo la identidad basándose en los recursos sociales que tiene
a su disposición, lo que implica un momento crítico en el que experimenta frustraciones, dudas,
imposición de metas, además de cambios afectivos y cognitivos.
(37)
Entre los impasses, pérdidas y construcciones que el adolescente atraviesa, la temporalidad
psíquica se presenta como un elemento relevante, ya que se trata de un estado que obliga al indi-
viduo a renunciar a la cobertura simbólica otorgada por el Otro primordial en la niñez. En esta
se producen reelaboraciones subjetivas congruentes con un cuerpo físico que produce asombro,
mientras se acompaña por el Otro en busca de encontrar un lugar y pertenencia en lo social. Así,
la temporalidad psíquica o lógica es el tiempo que requiere un individuo para procesar los cam-
bios biológicos y psicológicos, además de las manifestaciones pulsionales. Si no concibe esas
modificaciones, el individuo mantiene las marcas infantiles, obstaculizando la generación del
deseo singular.
(38)
Otro aspecto de gran importancia es la fantasía, el sujeto neurótico se sirve de diversos recursos
que no surgen de la realidad. La fantasía implementa una realidad paralela en la que la persona
se posiciona como protagonista de su historia, convirtiéndolo en un modo de sobrellevar la
angustia de vivir. El adolescente utiliza este recurso para movilizar el deseo, identificaciones,
ideales y la configuración de la imagen inconsciente del cuerpo.
(39)
Diversas experiencias inconscientes que el sujeto vive en la etapa pre y postnatal pueden consi-
derarse como la causa de conductas de riesgo, tales como:
(40)
La tendencia al suicidio ligada al deseo de la madre por interrumpir el embarazo o una
necesidad a terminar con su niñez.
La inclinación para fugarse, implicando una distancia ante el comportamiento cultural-
mente normalizado.
El consumo de drogas, como vía para mitigar los cambios que atraviesan, pudiendo
llegar a constituirse en un semblante temporal que estabiliza la libido ante la posibilidad
de procreación.
El embarazo para consolidar un corte de estado que agilite la llegada a la adultez.
La posibilidad de la concepción influye en la aparición de dos significantes que se complemen-
tan y marcan al sujeto femenino: ser mujer y ser madre. El primero se relaciona con el modo de
satisfacer el goce sexual, da respuesta al placer sexual masculino y le conecta con la identidad
femenina. El segundo está vinculado con la incógnita del origen mismo del ser: ¿de dónde veni-
mos?, lo que confronta a la realidad de la procreación y la búsqueda de consolidar al hijo como
el objeto fálico.
(41)
El embarazo se concibe como un llamado al Otro (madre, el padre, la pareja, etc.), en forma de
un mensaje que se requiere descifrar. Durante la adolescencia, este acto anuda dudas y probables
conflictos en la relación madre-hija, ya que ambas pasan a tener la misma posición.
(42)
Socialmente, el embarazo adolescente puede ser asumido como un descuido o un error que
demuestra la vulnerabilidad en la toma de decisiones por el individuo e involucra a toda la fami-
lia. Biológicamente, evidencia un estado adecuado de salud y madurez física. Emocionalmente,
muestra una aparente confusión y temor. Desde la perspectiva psicoanalítica, se cree que la
mujer desea inconscientemente ser madre, desde ese punto de vista, el embarazo adolescente es
deseado, aunque no sea planificado en algunas ocasiones.
(43)
Existen cuatro factores que influyen en el embarazo adolescente:
(44)
Lugar que ocupa en su grupo familiar y genera un deseo precoz de concebir un hijo.
Respuesta ante la relación de afecto con la figura materna.
Conflicto edípico mezclado con un error.
Deseo de tener progenie.
En la construcción de la identidad, el adolescente se confronta a un Otro exigente cultural ante
el que debe posicionarse y mantener un lugar social. Al convertirse en madre, algunas mujeres
adquieren la identidad que se ensambla con la adultez. En 2006, Amorín refirió que, la madre
adolescente deposita sobre el hijo/a la ilusión de mantener un hogar, sobrecargándolo de ideales
que puede asociarse con la satisfacción de carencias afectivas en su pasado.
(45)
Visión de la función y estrago maternos desde la práctica clínica
La entrevista a tres especialistas en psicoanálisis permitió observar que coincidieron al afirmar
que, en la clínica no es posible anticipar y generalizar las respuestas en sujetos bajo una situación
similar. La singularidad de cada caso atendiendo a los recursos simbólicos desarrollados.
Estos destacan que el parto no constituye el elemento que garantiza la formación del vínculo
entre recién nacido y la figura materna. Debe existir un proceso de acogida, adopción y deseo
por la madre. La adopción puede ser directa ante la ausencia del padre o mediada por este por su
presencia.
La maternidad y paternidad deben ser reforzados por otros componentes sociales. Las relaciones
totalmente armoniosas no existen, aunque no se evidencien ausencias, negligencias, reproches,
entre otros actos reprobables. Este desencuentro se refuerza con el desarrollo del lenguaje.
Algunas familias manifiestan una participación importante en la vida de las adolescentes emba-
razadas; sin embargo, no se observan lazos complejos con la figura materna y carecen de
elementos simbólicos suficientes, sin que se distingan los roles de sus miembros, siendo confu-
sos y precarios.
La repetición es parte de la realidad individual, pero existe una reactualización generacional que
plantea historias únicas, la que pudiera ser un modo de resolver situaciones inconclusas.
En ciertos casos y varios momentos, la madre se torna caprichosa, antojadiza y estragante,
pudiendo parar si se encuentra castrada, pero quedarán huellas en el hijo/a.
Las adolescentes que abandonan la formación escolar pierden un posible espacio para sublimar
la pulsión. Algunas instituciones educativas toleran el embarazo en sus entornos sin darles el
apoyo y acompañamiento necesarios.
Finalmente, concuerdan en que la adolescencia constituye un desafío debido a la incertidumbre
que genera el futuro en el sujeto, además de las dificultades simbólicas y reales que aparecen.
El especialista 1 afirma que la mujer que se convierte en madre genera la división primordial. La
adolescencia juega un papel fundamental en el desarrollo de la sexualidad y el embarazo precoz
obliga a renunciar a una parte de la feminidad tempranamente y reinventarse en su ser de mujer,
para cumplir con la función materna.
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Además, refiere experiencias de casos donde el vínculo con la madre resulta traumático, destacando que
esta relación es susceptible a lo inesperado por la influencia de lo deseado y lo indeseado.
El estrago materno debe ser tratado cautelosamente, ya que podría culpabilizar a las madres, resaltando
dos indicaciones: la madre en la posición de la pareja (el hombre como estrago) y el hombre personifi-
cando a la madre.
Manifiesta que la madre se vuelve estragante al asumir plenamente ese papel y deja de ser mujer, asegu-
rando que existen casos en que la maternidad pone un freno al goce del sujeto al modificar su comporta-
miento a partir de la llegada de su hijo/a, pero separarla podría desubicarla nuevamente.
Acerca del embarazo adolescente, sostiene que en cada caso se manifiestan efectos diferentes ante
factores predeterminantes similares. Su participación en investigaciones posibilitó que encontrara
entornos familiares que conciben esta etapa de la vida como lo aceptable, en estos se comparte el espa-
cio físico y las funciones de los miembros.
Considera que, en determinadas condiciones sociales, el embarazo adolescente reiterado en una misma
joven se torna una decisión personal. Alude al caso observado en un documental con una chica de 12
años que se enorgullecía por ser pareja de un narcotraficante; su papá se sentía culpable y decía: “yo no
estuve ahí, yo pude haber evitado esto, yo me fui, no estuve, ella es una niña, ella se chupa el dedo para
dormir todavía”, visualizándose un acto fantasmático que sugiere un deseo por separarse de los padres,
sin que se constituyera en un acto logrado.
Concluye que detrás de las personas que ejercen los roles parentales hay hombres y mujeres, cuyas
particularidades identitarias más íntimas pueden explorarse mediante el psicoanálisis.
El especialista 2 concibe a la madre como un agente que posibilita la operacionalización de la función
del padre, introduciendo al infante en el lenguaje, produciendo la inscripción simbólica, le adjudica un
lugar y lo convierte en un objeto de deseo, a la vez que genera una hiancia que posibilitará que se vuelva
sujeto.
Con respecto a la dinámica entre madre e hija asociados al estrago, la primera tiene una actitud de recha-
zo; mientras que la segunda, de reproche. Entre ambas existe tendencia a la insatisfacción susceptible
de devoración. En algunos casos, esta dinámica se constituye en una queja histérica y no desencadena
en estrago.
En una experiencia de trabajo grupal con madres adolescentes, que se encontraban en un albergue de la
ciudad de Quito, percibió que existía una cierta correlación entre la condición económica, cultural,
social y el embarazo. Existía precariedad simbólica en las familias y relaciones casi de pares entre algu-
nas madres e hijas. Varias de estas chicas tenían posturas muy sexualizadas y no querían renunciar a
eso para asumir la maternidad. Una vez más, en una situación similar, algunas asumieron su función
materna y se notaba un descuido de sí mismas, proyectando una imagen envejecida; mientras que, otras
rechazaban a sus hijos mediante actos negligentes.
Menciona que la repetición se produce a nivel de la realidad, abriendo la posibilidad de circunstancias
distintas para ese hijo/a, es decir, el estrago podría quedarse en la relación entre la madre y la hija,
mientras que este nuevo ser queda separado de esa dinámica.
El especialista 3 manifiesta que en el trabajo clínico con madres e hijos/as aparece la dependencia
como un fenómeno muy común. Sin embargo, recalca que tiene diferentes connotaciones de acuerdo
con elementos sociales generacionales; en su experiencia, hace 10 años se creía que el vínculo debía
posibilitar la independencia como punto de partida; mientras que, actualmente se habla sobre cómo
construir independencia en el punto de partida. La dependencia madre hijo/a debe analizarse desde los
primeros años de vida.
Considera el concepto de estrago materno atendiendo a las particularidades de cada época o genera-
ción. Durante el ejercicio clínico atendió algunas madres que establecen relaciones extremadamente
dependientes con sus hijos/as y viceversa, aspecto que podría generarse en contextos excepcionales
cuando el padre es ausente. Hace alusión a lo manifestado por Silvia Ons, acerca de la caída del nombre
del padre relacionada con el declive de la masculinidad y la presencia socialmente desvalorizada del
padre.
La dependencia tiene la potencialidad de impedir que el sujeto alcance autonomía en la adultez, ocasio-
nando una profunda desconfianza hacia la figura que la genera y que las decisiones pasen por la apro-
bación de la madre. A esto, se agrega una sexualización precoz ejercida sobre los hijos/as, como un
sentido de propiedad, donde se utilizan significantes como: compañero/a, amiga, marido, maridito,
entre otros; no se experimenta como algo patológico, hasta que aparece algún síntoma.
En relación con el embarazo adolescente, plantea que debe contemplarse en tiempo y espacio geográfi-
co. En ciertos contextos tiene cierta funcionalidad, tal como: liberarse del núcleo familiar. En zonas
rurales, resulta culturalmente aceptable y tiene una connotación comunitaria. En ciertos entornos urba-
nos, se asocia con un componente social sin que represente implicación afectiva sino en relaciones
casuales.
Algunos padres, cuyos hijos adolescentes cuentan con pareja formal o regular, imponen su deseo de
tener nietos y los inducen a tener hijos tempranamente, lo que ocurre comúnmente cuando existe una
profunda dependencia hacia los progenitores y buscan afirmación dentro de la vida familiar en esta
etapa del desarrollo individual. Aunque, pueden presentarse casos en que se pretende restituir el víncu-
lo familiar, empleando al nuevo integrante como elemento cohesionador al cumplir el anhelo de ser
abuelo(a).
Si el adolescente no pone en palabras las angustias del embarazo, las angustias del embarazo de su
pareja, si no hay alguien con quien se pueda tratar las emociones que están presentes, las dificultades
que están presentes, la construcción de la maternidad y paternidad se vuelve un enorme desafío,
cuando todavía no tienen ese enorme capital simbólico que da la madurez.
Muchos padres tienen la tendencia a proyectar sus aspiraciones frustradas en el orden personal o
profesional en sus hijos(as), incidiendo para que las asuman como propias.
CONCLUSIONES
La función materna constituye un generador de amor, protección y cuidado al niño/a, siendo indis-
pensable para la supervivencia del sujeto durante sus primeros años de vida. Pero, la madre puede
llegar a devorar subjetivamente a la hija cuando esta decide separarse de ella, absorbiéndola y convir-
tiendo esta función en un estrago, que se consolida en forma de rechazo en la relación entre madre e
hija.
En la adolescencia, la maternidad puede plasmarse como un acto que permite lidiar con la recons-
trucción psíquica que experimenta el sujeto. Esta puede configurarse como: un salto hacia la adultez,
una salida a la relación estragante con la figura materna o la consolidación de los ideales familiares
asumidos por el individuo. Lo que resulta un suceso marcado por significantes adjudicados por la
pareja parental y la insondable decisión del ser.
Conflicto de intereses: las autoras declaran que no existen.
Declaración de contribución:
Las autoras recolectaron información científica actualizada, así como en la elaboración y organiza-
ción del documento.
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Recibido: 16 de abril de 2021
Aceptado: 22 de junio de 2021
REE Volumen 15(3) Riobamba sep. - dic. 2021
FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD
ISSN-impreso 1390-7581
ISSN-digital 2661-6742
Estrago materno y función materna en madres adolescentes. Un recorrido teórico y clínico
Maternal damage and maternal function in adolescent mothers. A theoretical and clinical
approach
https://doi.org/10.37135/ee.04.12.11
Autoras:
Alejandra Salomé Sarmiento Benavides1 – https://orcid.org/0000-0002-6404-418X
María Verónica Egas Reyes2 – https://orcid.org/0000-0002-5361-8213
1Universidad Nacional de Chimborazo, Riobamba-Ecuador.
2Pontificia Universidad Católica del Ecuador, Quito-Ecuador.
Autor de correspondencia: Alejandra Salomé Sarmiento Benavides. Email: asarmiento@u-
nach.edu.ec. Teléfono: 0984258784. Dirección postal: Ayacucho entre Pichincha y García
Moreno. Riobamba, Chimborazo, Ecuador.
RESUMEN
El embarazo en la adolescencia implica múltiples cambios somáticos, sociales y psicológicos.
En esta última dimensión, estrago y función materna constituyen dimensiones que requieren de
atención comúnmente. La bibliografía ofrece una amplia gama de abordajes teóricos que se
reflejan en la práctica psicoanalítica, al respecto se presenta una revisión apoyada en las expe-
riencias aportadas por especialistas en esa área. La información se recolectó en bases de datos
científicas reconocidas, tesis de graduación en repositorios universitarios y organizaciones no
gubernamentales de reconocimiento mundial por su actividad de asesoría, investigativa y acadé-
mica. Fundamentalmente, la información teórica se organizó de manera cronológica, la que
luego fue confrontada con las declaraciones de los profesionales entrevistados. Durante el
proceso, se siguieron los principios éticos investigativos universales, en garantía de la calidad y
rigor de las fuentes consultadas.
Palabras clave: conducta materna, psicoanálisis, embarazo en adolescencia.
ABSTRACT
Teenage pregnancy involves multiple somatic, social and psychological changes. In this last
dimension, damage and maternal function constitute dimensions that commonly require atten-
tion. The bibliography provides a wide range of theoretical approaches that are reflected in
psychoanalytic practice. In this regard, a review supported by the experiences contributed by
specialists in this area is presented. The information was collected in recognized scientific data-
bases, graduation thesis in university repositories and non-governmental organizations of world-
wide recognition for their advisory, investigative and academic activity. Fundamentally, the
theoretical information was organized chronologically, which was later compared with the state-
ments of the professionals interviewed. During the process, the universal investigative ethical
principles were followed in order to guarantee the quality and rigor of the searched sources.
Keywords: Maternal Behavior, Psychoanalysis, Pregnancy in Adolescence.
INTRODUCCIÓN
Generalmente, la madre asume la satisfacción de las necesidades del niño/a durante sus primeros
años de vida; quien, además, introduce al hijo/a en la estructura del lenguaje. Maternidad y femi-
nidad son procesos que se contraponen en cada mujer en el intento de alcanzar la sensación de
plenitud.
(1)
Freud es el primero en plantear elementos asociados con el complejo de castración en la relación
madre-hija, señalando que se genera una extrañación en forma de hostilidad, con el reproche de
la segunda por traerla incompleta. El término estrago (ravage) propuesto por Lacan establece
indicaciones sobre la dinámica en el lazo afectivo de la madre con su hija, asegura que sostenerla
puede llegar a ser insoportable, a tal punto en el que la mujer renuncia a su feminidad para ser
toda-madre, es ahí donde convierte a la hija en su objeto de deseo y la absorbe, en algunos casos
ocasionaría que en su vida adulta inicie una relación afectiva con una pareja que podría conver-
tirse en su estrago.
(2)
En la adolescencia, el individuo construye su identidad sexual, reorganiza las identificaciones y
reemplaza al Gran Otro primordial por el Otro social, se trata de un estado de transición que
promueve la autonomía psíquica.
(3)
La gestación y maternidad implican procesos biológicos,
psíquicos y sociales que suponen retos para las madres adolescentes, entre los que destaca la
posible separación de la estructura familiar.
(4)
Feminidad y función materna
El concepto de maternidad desde punto de vista biológico se asume como un proceso de cambios
fisiológicos en el organismo de la mujer con el fin de la gestación y el parto. El enfoque socioló-
gico vincula la maternidad con la familia, comprendiendo que es necesaria la presencia de un
sujeto femenino que posibilite la concepción de los hijos y asuma su cuidado, en medio de un
sistema social que tiene como objetivo primordial la reproducción. La teoría psicoanalítica plan-
teada por Sigmund Freud en 1910 manifiesta que: “el amor de la madre por el lactante […]
posee la naturaleza de una relación amorosa plenamente satisfactoria”. Esta última sugiere que
ese lazo genera sensaciones de agrado y autorrealización en la madre, similares a las que se
producen en las relaciones de pareja.
(5)
Durante su etapa como lactante, el sujeto está invadido por sensaciones provenientes del
ambiente que aún no asimila, debido a que se encuentra en el proceso de separar su yo del
mundo externo. Ese infante requiere asistencia permanente para satisfacer sus necesidades de
forma inmediata para su supervivencia: alimentación, vestimenta, sueño y protección. Además,
precisa de acompañamiento durante la construcción de su aparato psíquico por una persona que
asume la función materna.
(6)
El vínculo que desarrolla el bebé con su cuidador representa un lazo afectivo recíproco y primor-
dial, creándose características psíquicas importantes para su desarrollo que lo acompañarán
durante toda la vida. Generalmente, la madre asume la función materna, la que participa directa-
mente en el desarrollo psicosexual del niño/a mediante caricias, besos y abrazos, despertando
formas placenteras y de excitación sexual en el lactante que se generan en las zonas erógenas.
(7)
La masculinidad se vincula con la actividad y la agresividad; mientras que, la feminidad lo hace
con la pasividad. Sin embargo, la madre mantiene una postura completamente activa, lo que se
evidencia en el acto de la lactancia, esta entrega una parte de ella al hijo/a, controlando cuánto y
cuándo el bebé puede hacerlo.
En los primeros años de vida, el infante no ha desarrollado aún una postura con respecto a la
sexualidad. En las edades de 5 y 6 años, el niño/a atraviesa una etapa de complejo edípico,
descubriendo la diferencia sexual. Al ser poseedor del falo, el varón experimenta la castración al
final, pero la hembra descubre su falta y vive la castración antes; por lo tanto, su superyó no
alcanza la fuerza y el significado que viene de la cultura. La niña que asume su feminidad en
plenitud, implementará una búsqueda inconsciente de ese objeto fálico en la adultez a través de
la procreación con una pareja (un hijo la hará sentirse completa).
(8)
Melanie Klein atribuye gran importancia a la relación que desarrolla la madre con el niño/a. Esta
permite establecer relaciones relaciones de defensa, ansiedad y objeto en el lactante durante los
primeros meses de vida. En los primeros 3 o 4 meses de vida, el bebé atraviesa la posición esqui-
zoparanoide, colocando sus impulsos agresivos sobre el objeto en dependencia de la satisfacción
que este le proporcione. Posteriormente, pasa a la posición depresiva, percibiendo a la madre
como un objeto completo y se relaciona con ella de esa manera, en ciertos momentos experimen-
ta ambivalencias afectivas, por atravesar impulsos de amor y odio que intensifican su deseo de
aniquilar a la madre mala y perpetuar a la buena.
(9)
Cuando el vínculo entre el lactante y la madre no se consolida en afecto de felicidad, puede
deberse a conflictos contradictorios que atraviesa el niño/a, conduciéndolo a posibles fracasos
en el futuro. Las relaciones sociales podrían construirse en base a ansiedades exacerbadas sin
procesar. También, se pueden observar depresiones anormales o inesperadas en los bebés, las
que surgen de las dificultades generadas en esta relación primordial, disminuyendo su deseo.
(10)
Acerca de la existencia de un superyó primario, se piensa que el lactante realiza una introyección
precoz sobre los objetos buenos y malos que representan para él los fragmentos del cuerpo de la
madre, configurando al superyó como una parte del yo, que intenta regular esta agresividad e
impedirse provocar algún tipo de daño a la madre. Propone que el surgimiento del complejo de
Edipo se produce desde los cinco y seis meses de edad, cuando se atraviesa la posición depresi-
va, donde comienza a percibir el daño que causa con sus impulsos agresivos.
(11)
La frustración producto del destete genera el surgimiento del complejo edípico, aflorando
impulsos sádicos fortalecidos por las frustraciones anales y el sentimiento de culpa consecuente
de la formación del SuperYo que se establece por las fijaciones pregenitales. La fase preedípica
tiene una inclinación femenina, caracterizada por una tendencia sádica que se vincula con el
impulso epistemofílico, que conduce al infante varón a identificarse precozmente con la madre.
El cuerpo biológico de ella se convierte en la fuente de deseos y provocaciones sexuales, que son
poseídos imaginariamente por el hijo. Específicamente, zonas como los pechos representarán
abundancia, provocando que se establezca cierta envidia y competencia entre el niño y la madre.
En la infante mujer aparece la conciencia de la carencia del pene y percibe que la madre posee
el del padre, acercándose a este mediante una relación seductora y envolvente que genera mayor
distancia con la madre.
(12)
Durante la infancia, la niña es influenciada por las experiencias preedípicas y edípicas incons-
cientemente, influyendo en la búsqueda de una relación de pareja durante la vida adulta en su
búsqueda por satisfacer sus fantasías sádicas sexuales. Si logra ese éxito, la mujer siente que
alcanzó el lugar que tuvo su madre, haciéndola merecedora de los privilegios que le fueron arre-
batados durante la niñez. Las características narcisistas en la madre, la impulsan a buscar gratifi-
caciones personales que consigue a través de sus hijos, generando dependencia de estos que la
hacen indispensable y prolonga esa relación simbiótica.
(13)
Donald Winnicott plantea que, durante los primeros años de vida, el individuo debe vincularse
con un Otro materno para la supervivencia física y psíquica, configurando el perfil afectivo del
bebé. El infante debe saber manejar la separación de la madre, por lo que es importante crear un
espacio interpersonal. Este autor propone el término objeto transicional para el elemento donde
deposita sus afectos, permitiendo el corte necesario con la madre.
(14)
Los niños poseen el rasgo psíquico de bisexualidad, en el que se configuran elementos femeni-
nos y masculinos. Los primeros están asociados al ser y los segundos al hacer, ambos elementos
tienen una función determinada y son necesarios para la construcción del aparato psíquico.
(15)
En torno a la madre del lactante (que asume adecuadamente su función) existen elementos que
posibilitan el tránsito de la dependencia absoluta a la independencia del hijo/a:
(16)
Holding o sostenimiento, manera de acunar entre sus brazos al bebé, asociado con sensa-
ciones esporádicas que niegan la posibilidad de un reaseguramiento y contención de las
ansiedades psicóticas en base a la realidad externa del ser.
Manipulación, satisfacción corporal del niño mediante la relación psicosomática y la
coordinación.
Mostración de objetos, contacto entre el lactante y los objetos de su entorno.
Jacques Lacan manifiesta que el cuidador puede pertenecer al otro género, lo único que necesita
es amar y proteger al lactante de manera oportuna y apropiada. Por eso, resalta la relevancia de
la figura materna, por ser quien se convertirá en el Gran Otro primordial, posibilitando la cons-
trucción del cuerpo simbólico del infante mediante el lenguaje como discurso del Otro.
(17)
En la etapa de la niñez, el vínculo con la figura materna es esencial en el desarrollo del proceso
de constitución subjetiva denominado estadío del espejo, el que se genera entre los 6 y 18 meses
de edad. Aquí, se construye la imagen unificada del bebé que permite reconocerse a sí mismo y
a otros. Se configura el registro imaginario y el narcisismo, marcando el comienzo de la relación
del infante con su contexto.
(18)
La mujer vive la maternidad como un privilegio, puesto que el contacto físico le ofrece mucha
satisfacción narcisista. Los recuerdos y experiencias que la mujer vivió durante la infancia le
ayudan a crear y sostener el sentimiento materno, abrigando al lactante. Para el niño/a la imagen
del seno materno produce una sensación de protección y complementación; por lo que, al darse
el destete debe sublimar dicha pérdida.
(19)
Existe una relación entre el complejo de Edipo, el ideal del yo, el superyó y la realidad. El infan-
te adquiere identificaciones sexuales que posibilitan asumir el género para relacionarse con su
entorno, lo que se asocia al ideal del yo. La metáfora paterna que es el complejo de Edipo
propuesto con tres funciones simbólicas: objeto, deseo de la madre y del padre. Esta última
función introduce a todos los participantes en la metáfora, separando al niño del deseo materno
y permite el desarrollo el SuperYo y su propio deseo.
(20)
El goce que experimenta la mujer no es fálico. Al estar castrada, no tiene el temor que posee el
varón a perder el falo. No existe una forma de goce universal y generalizado que caracteriza a
las mujeres, pues la singularidad favorece una forma propia e individual de satisfacción.
(21)
Aproximaciones al estrago materno
El estrago materno se produce cuando la relación entre la figura materna y el niño se vuelve
absorbente. La palabra estrago proviene del término en francés “ravage” que significa devasta-
ción y destrucción. El infante se queda envuelto en el deseo mortífero de la madre que evidencia
la voracidad que ella ejerce en su función, provocando una descompensación a nivel del aparato
psíquico e impide la separación.
(22)
La maternidad es insuficiente ante la presencia del deseo y goce que experimenta el infante
cuando la madre se convierte en el vehículo que traslada el significante del nombre del padre
hacia el hijo/a y anula su deseo como mujer. Esto hace que sature la falta de su vástago, resultan-
do devastador.
(23)
La mujer elije inconscientemente el camino del estrago cuando surgen dos elementos: la actividad
evidenciada en todas las muestras de afecto hacia su hijo/a y la pasividad reflejada en los planos
social y sexual. La madre absoluta renuncia al placer que obtendría como mujer, lo que la conduce
a devorar al hijo/a, el segundo podría generar una fantasía masoquista en la vida adulta.
(24)
La relación estragante aparece cuando la figura materna no cuenta con los recursos simbólicos
suficientes durante los primeros años de vida del niño/a, incumpliendo con la función encomen-
dada, pudiendo significar que no existe el deseo materno o no lo ha desarrollado.
(25)
A través de la metáfora del cocodrilo, Lacan describe la manera en que opera el estrago materno:
la boca del animal representa el deseo materno; el infante, su alimento; el agua es el lenguaje y
la transmisión de significantes y la barra atravesada en la boca del cocodrilo se refiere al falo.
Así, sugiere que el deseo materno debe ser refrenado mediante el falo, existiendo una tercera
función que separa al niño/a de la figura materna e impide la depredación.
(26)
El deseo de la madre es mortífero si la relación afectiva con el niño/a es excesiva. Cuatro signifi-
cantes interactúan en el estrago: la devoración, lo insaciable, el capricho y la destrucción. Este
fenómeno provoca marcas irreversibles que se evidencian en individuos que no construyen una
inscripción simbólica, por la ausencia o poca presencia de la función paterna, conduciendo a
inexistencia de regulación del capricho materno.
(27)
El fenómeno del estrago puede verse de diferentes maneras:
(28)
Si está configurado desde la realidad no permite que el sujeto construya símbolos propios,
condenándolo a constituirse en objeto del Otro.
Elemento que impide al individuo relacionarse con el objeto fálico.
La madre fijada como el Otro, excluyendo al sujeto de la ley simbólica.
La relación madre-hija estragante con una connotación amorosa y torturante tiende a ser
devastadora y muy parecida al goce femenino pleno.
La presencia de la niña puede provocar que la madre experimente un desencuentro con su propia
castración, evocando las marcas producidas durante el complejo edípico de manera intolerable.
(29)
Cada mujer crea su propio modo de gozar y demanda un significante que le adjudique su identi-
dad de género. La construcción de su propia feminidad resulta uno de los propósitos de las niñas
al llegar a la adultez.
(30)
El estrago materno puede expresarse en forma de un amor excesivo o a través de una conducta
total o parcialmente despreocupada y/o negligente. La mujer que experimenta la maternidad
coloca al futuro bebé como un semblante, por el hecho de llevar un nuevo ser al interior de su
cuerpo, aparentando que va a constituirse en el objeto fálico que cubrirá su falta.
(31)
La complejidad subjetiva en el individuo se configura al no encontrar un objeto que le permita
establecer un anclaje fálico. En unas ocasiones, el partenaire simula un efecto similar, en otras,
los hijos/as se ubican como medio para esa satisfacción. Aunque, en la mayoría de casos esos
objetos no funcionan por un tiempo prolongado; de ahí, que la mujer busca otras vías para sobre-
llevar esa insatisfacción, pudiendo presentarse como síntoma o mediante el consumo de sustan-
cias, entre otras.
(32)
Pubertad, adolescencia y maternidad
El término Umgelstatung implica forma y morfos para referirse a la pubertad. Esta etapa del
desarrollo se conoce como la metamorfosis de la pubertad, en la que se reorganiza la vida sexual
infantil debido a que, las identificaciones y semblantes que construyó durante la niñez han perdi-
do la capacidad de sostenerlo. Además, enfrenta un despertar sexual distinto mediante recursos
imaginarios y simbólicos mucho más amplios, donde el otro ocupa un lugar primordial.
(33)
La pubertad puede ser vista como un túnel perforado que parte de las experiencias y recuerdos
infantiles hasta las escenas y fantasías asociadas a la sexualidad adulta. El púber se deslinda de
los objetos infantiles y empieza a vivir una transformación corporal progresiva que responde a
un nuevo modo de goce, escogiendo un objeto que garantice esa satisfacción. Además, el sujeto
pierde su concepción sobre los padres como Otros absolutos, ubicándolos como seres mortales
y reemplazables sin ninguna autoridad.
(34)
En la pubertad, el individuo experimenta un goce invasivo e irreconocible a nivel del cuerpo
real, sumando una imagen corporal retrógrada que no amortigua dicho goce. El sujeto asimila,
acomoda e introyecta ese nuevo esquema corporal, volviendo a desarrollar la conexión psicoso-
mática mediada por los registros imaginario, simbólico y real.
(35)
El empuje hormonal en la pubertad no implica cambios biológicos únicamente, pues está media-
do por el lenguaje y resulta una transformación total. Al finalizar este período, el ser humano
aprenderá un modo de relacionarse con el otro que ocupa el lugar de partenaire sexual.
(36)
En la adolescencia, se actualizan los conflictos sexuales latentes en la infancia del individuo,
exacerbando instancias psíquicas como la importancia del yo y la dinamización de los mecanis-
mos de defensa. Este es un proceso natural de descubrimiento personal a través de un desarrollo
emocional que debe vivirse plenamente. También se ve como una etapa denominada identidad
vs confusión o difusión, construyendo la identidad basándose en los recursos sociales que tiene
a su disposición, lo que implica un momento crítico en el que experimenta frustraciones, dudas,
imposición de metas, además de cambios afectivos y cognitivos.
(37)
Entre los impasses, pérdidas y construcciones que el adolescente atraviesa, la temporalidad
psíquica se presenta como un elemento relevante, ya que se trata de un estado que obliga al indi-
viduo a renunciar a la cobertura simbólica otorgada por el Otro primordial en la niñez. En esta
se producen reelaboraciones subjetivas congruentes con un cuerpo físico que produce asombro,
mientras se acompaña por el Otro en busca de encontrar un lugar y pertenencia en lo social. Así,
la temporalidad psíquica o lógica es el tiempo que requiere un individuo para procesar los cam-
bios biológicos y psicológicos, además de las manifestaciones pulsionales. Si no concibe esas
modificaciones, el individuo mantiene las marcas infantiles, obstaculizando la generación del
deseo singular.
(38)
Otro aspecto de gran importancia es la fantasía, el sujeto neurótico se sirve de diversos recursos
que no surgen de la realidad. La fantasía implementa una realidad paralela en la que la persona
se posiciona como protagonista de su historia, convirtiéndolo en un modo de sobrellevar la
angustia de vivir. El adolescente utiliza este recurso para movilizar el deseo, identificaciones,
ideales y la configuración de la imagen inconsciente del cuerpo.
(39)
Diversas experiencias inconscientes que el sujeto vive en la etapa pre y postnatal pueden consi-
derarse como la causa de conductas de riesgo, tales como:
(40)
La tendencia al suicidio ligada al deseo de la madre por interrumpir el embarazo o una
necesidad a terminar con su niñez.
La inclinación para fugarse, implicando una distancia ante el comportamiento cultural-
mente normalizado.
El consumo de drogas, como vía para mitigar los cambios que atraviesan, pudiendo
llegar a constituirse en un semblante temporal que estabiliza la libido ante la posibilidad
de procreación.
El embarazo para consolidar un corte de estado que agilite la llegada a la adultez.
La posibilidad de la concepción influye en la aparición de dos significantes que se complemen-
tan y marcan al sujeto femenino: ser mujer y ser madre. El primero se relaciona con el modo de
satisfacer el goce sexual, da respuesta al placer sexual masculino y le conecta con la identidad
femenina. El segundo está vinculado con la incógnita del origen mismo del ser: ¿de dónde veni-
mos?, lo que confronta a la realidad de la procreación y la búsqueda de consolidar al hijo como
el objeto fálico.
(41)
El embarazo se concibe como un llamado al Otro (madre, el padre, la pareja, etc.), en forma de
un mensaje que se requiere descifrar. Durante la adolescencia, este acto anuda dudas y probables
conflictos en la relación madre-hija, ya que ambas pasan a tener la misma posición.
(42)
Socialmente, el embarazo adolescente puede ser asumido como un descuido o un error que
demuestra la vulnerabilidad en la toma de decisiones por el individuo e involucra a toda la fami-
lia. Biológicamente, evidencia un estado adecuado de salud y madurez física. Emocionalmente,
muestra una aparente confusión y temor. Desde la perspectiva psicoanalítica, se cree que la
mujer desea inconscientemente ser madre, desde ese punto de vista, el embarazo adolescente es
deseado, aunque no sea planificado en algunas ocasiones.
(43)
Existen cuatro factores que influyen en el embarazo adolescente:
(44)
Lugar que ocupa en su grupo familiar y genera un deseo precoz de concebir un hijo.
Respuesta ante la relación de afecto con la figura materna.
Conflicto edípico mezclado con un error.
Deseo de tener progenie.
En la construcción de la identidad, el adolescente se confronta a un Otro exigente cultural ante
el que debe posicionarse y mantener un lugar social. Al convertirse en madre, algunas mujeres
adquieren la identidad que se ensambla con la adultez. En 2006, Amorín refirió que, la madre
adolescente deposita sobre el hijo/a la ilusión de mantener un hogar, sobrecargándolo de ideales
que puede asociarse con la satisfacción de carencias afectivas en su pasado.
(45)
Visión de la función y estrago maternos desde la práctica clínica
La entrevista a tres especialistas en psicoanálisis permitió observar que coincidieron al afirmar
que, en la clínica no es posible anticipar y generalizar las respuestas en sujetos bajo una situación
similar. La singularidad de cada caso atendiendo a los recursos simbólicos desarrollados.
Estos destacan que el parto no constituye el elemento que garantiza la formación del vínculo
entre recién nacido y la figura materna. Debe existir un proceso de acogida, adopción y deseo
por la madre. La adopción puede ser directa ante la ausencia del padre o mediada por este por su
presencia.
La maternidad y paternidad deben ser reforzados por otros componentes sociales. Las relaciones
totalmente armoniosas no existen, aunque no se evidencien ausencias, negligencias, reproches,
entre otros actos reprobables. Este desencuentro se refuerza con el desarrollo del lenguaje.
Algunas familias manifiestan una participación importante en la vida de las adolescentes emba-
razadas; sin embargo, no se observan lazos complejos con la figura materna y carecen de
elementos simbólicos suficientes, sin que se distingan los roles de sus miembros, siendo confu-
sos y precarios.
La repetición es parte de la realidad individual, pero existe una reactualización generacional que
plantea historias únicas, la que pudiera ser un modo de resolver situaciones inconclusas.
En ciertos casos y varios momentos, la madre se torna caprichosa, antojadiza y estragante,
pudiendo parar si se encuentra castrada, pero quedarán huellas en el hijo/a.
Las adolescentes que abandonan la formación escolar pierden un posible espacio para sublimar
la pulsión. Algunas instituciones educativas toleran el embarazo en sus entornos sin darles el
apoyo y acompañamiento necesarios.
Finalmente, concuerdan en que la adolescencia constituye un desafío debido a la incertidumbre
que genera el futuro en el sujeto, además de las dificultades simbólicas y reales que aparecen.
El especialista 1 afirma que la mujer que se convierte en madre genera la división primordial. La
adolescencia juega un papel fundamental en el desarrollo de la sexualidad y el embarazo precoz
obliga a renunciar a una parte de la feminidad tempranamente y reinventarse en su ser de mujer,
para cumplir con la función materna.
113
cc
BY
NC
ND
Además, refiere experiencias de casos donde el vínculo con la madre resulta traumático, destacando que
esta relación es susceptible a lo inesperado por la influencia de lo deseado y lo indeseado.
El estrago materno debe ser tratado cautelosamente, ya que podría culpabilizar a las madres, resaltando
dos indicaciones: la madre en la posición de la pareja (el hombre como estrago) y el hombre personifi-
cando a la madre.
Manifiesta que la madre se vuelve estragante al asumir plenamente ese papel y deja de ser mujer, asegu-
rando que existen casos en que la maternidad pone un freno al goce del sujeto al modificar su comporta-
miento a partir de la llegada de su hijo/a, pero separarla podría desubicarla nuevamente.
Acerca del embarazo adolescente, sostiene que en cada caso se manifiestan efectos diferentes ante
factores predeterminantes similares. Su participación en investigaciones posibilitó que encontrara
entornos familiares que conciben esta etapa de la vida como lo aceptable, en estos se comparte el espa-
cio físico y las funciones de los miembros.
Considera que, en determinadas condiciones sociales, el embarazo adolescente reiterado en una misma
joven se torna una decisión personal. Alude al caso observado en un documental con una chica de 12
años que se enorgullecía por ser pareja de un narcotraficante; su papá se sentía culpable y decía: “yo no
estuve ahí, yo pude haber evitado esto, yo me fui, no estuve, ella es una niña, ella se chupa el dedo para
dormir todavía”, visualizándose un acto fantasmático que sugiere un deseo por separarse de los padres,
sin que se constituyera en un acto logrado.
Concluye que detrás de las personas que ejercen los roles parentales hay hombres y mujeres, cuyas
particularidades identitarias más íntimas pueden explorarse mediante el psicoanálisis.
El especialista 2 concibe a la madre como un agente que posibilita la operacionalización de la función
del padre, introduciendo al infante en el lenguaje, produciendo la inscripción simbólica, le adjudica un
lugar y lo convierte en un objeto de deseo, a la vez que genera una hiancia que posibilitará que se vuelva
sujeto.
Con respecto a la dinámica entre madre e hija asociados al estrago, la primera tiene una actitud de recha-
zo; mientras que la segunda, de reproche. Entre ambas existe tendencia a la insatisfacción susceptible
de devoración. En algunos casos, esta dinámica se constituye en una queja histérica y no desencadena
en estrago.
En una experiencia de trabajo grupal con madres adolescentes, que se encontraban en un albergue de la
ciudad de Quito, percibió que existía una cierta correlación entre la condición económica, cultural,
social y el embarazo. Existía precariedad simbólica en las familias y relaciones casi de pares entre algu-
nas madres e hijas. Varias de estas chicas tenían posturas muy sexualizadas y no querían renunciar a
eso para asumir la maternidad. Una vez más, en una situación similar, algunas asumieron su función
materna y se notaba un descuido de sí mismas, proyectando una imagen envejecida; mientras que, otras
rechazaban a sus hijos mediante actos negligentes.
Menciona que la repetición se produce a nivel de la realidad, abriendo la posibilidad de circunstancias
distintas para ese hijo/a, es decir, el estrago podría quedarse en la relación entre la madre y la hija,
mientras que este nuevo ser queda separado de esa dinámica.
El especialista 3 manifiesta que en el trabajo clínico con madres e hijos/as aparece la dependencia
como un fenómeno muy común. Sin embargo, recalca que tiene diferentes connotaciones de acuerdo
con elementos sociales generacionales; en su experiencia, hace 10 años se creía que el vínculo debía
posibilitar la independencia como punto de partida; mientras que, actualmente se habla sobre cómo
construir independencia en el punto de partida. La dependencia madre hijo/a debe analizarse desde los
primeros años de vida.
Considera el concepto de estrago materno atendiendo a las particularidades de cada época o genera-
ción. Durante el ejercicio clínico atendió algunas madres que establecen relaciones extremadamente
dependientes con sus hijos/as y viceversa, aspecto que podría generarse en contextos excepcionales
cuando el padre es ausente. Hace alusión a lo manifestado por Silvia Ons, acerca de la caída del nombre
del padre relacionada con el declive de la masculinidad y la presencia socialmente desvalorizada del
padre.
La dependencia tiene la potencialidad de impedir que el sujeto alcance autonomía en la adultez, ocasio-
nando una profunda desconfianza hacia la figura que la genera y que las decisiones pasen por la apro-
bación de la madre. A esto, se agrega una sexualización precoz ejercida sobre los hijos/as, como un
sentido de propiedad, donde se utilizan significantes como: compañero/a, amiga, marido, maridito,
entre otros; no se experimenta como algo patológico, hasta que aparece algún síntoma.
En relación con el embarazo adolescente, plantea que debe contemplarse en tiempo y espacio geográfi-
co. En ciertos contextos tiene cierta funcionalidad, tal como: liberarse del núcleo familiar. En zonas
rurales, resulta culturalmente aceptable y tiene una connotación comunitaria. En ciertos entornos urba-
nos, se asocia con un componente social sin que represente implicación afectiva sino en relaciones
casuales.
Algunos padres, cuyos hijos adolescentes cuentan con pareja formal o regular, imponen su deseo de
tener nietos y los inducen a tener hijos tempranamente, lo que ocurre comúnmente cuando existe una
profunda dependencia hacia los progenitores y buscan afirmación dentro de la vida familiar en esta
etapa del desarrollo individual. Aunque, pueden presentarse casos en que se pretende restituir el víncu-
lo familiar, empleando al nuevo integrante como elemento cohesionador al cumplir el anhelo de ser
abuelo(a).
Si el adolescente no pone en palabras las angustias del embarazo, las angustias del embarazo de su
pareja, si no hay alguien con quien se pueda tratar las emociones que están presentes, las dificultades
que están presentes, la construcción de la maternidad y paternidad se vuelve un enorme desafío,
cuando todavía no tienen ese enorme capital simbólico que da la madurez.
Muchos padres tienen la tendencia a proyectar sus aspiraciones frustradas en el orden personal o
profesional en sus hijos(as), incidiendo para que las asuman como propias.
CONCLUSIONES
La función materna constituye un generador de amor, protección y cuidado al niño/a, siendo indis-
pensable para la supervivencia del sujeto durante sus primeros años de vida. Pero, la madre puede
llegar a devorar subjetivamente a la hija cuando esta decide separarse de ella, absorbiéndola y convir-
tiendo esta función en un estrago, que se consolida en forma de rechazo en la relación entre madre e
hija.
En la adolescencia, la maternidad puede plasmarse como un acto que permite lidiar con la recons-
trucción psíquica que experimenta el sujeto. Esta puede configurarse como: un salto hacia la adultez,
una salida a la relación estragante con la figura materna o la consolidación de los ideales familiares
asumidos por el individuo. Lo que resulta un suceso marcado por significantes adjudicados por la
pareja parental y la insondable decisión del ser.
Conflicto de intereses: las autoras declaran que no existen.
Declaración de contribución:
Las autoras recolectaron información científica actualizada, así como en la elaboración y organiza-
ción del documento.
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Recibido: 16 de abril de 2021
Aceptado: 22 de junio de 2021
Estrago materno y función materna en madres adolescentes. Un recorrido teórico y clínico
Maternal damage and maternal function in adolescent mothers. A theoretical and clinical
approach
https://doi.org/10.37135/ee.04.12.11
Autoras:
Alejandra Salomé Sarmiento Benavides1 – https://orcid.org/0000-0002-6404-418X
María Verónica Egas Reyes2 – https://orcid.org/0000-0002-5361-8213
1Universidad Nacional de Chimborazo, Riobamba-Ecuador.
2Pontificia Universidad Católica del Ecuador, Quito-Ecuador.
Autor de correspondencia: Alejandra Salomé Sarmiento Benavides. Email: asarmiento@u-
nach.edu.ec. Teléfono: 0984258784. Dirección postal: Ayacucho entre Pichincha y García
Moreno. Riobamba, Chimborazo, Ecuador.
RESUMEN
El embarazo en la adolescencia implica múltiples cambios somáticos, sociales y psicológicos.
En esta última dimensión, estrago y función materna constituyen dimensiones que requieren de
atención comúnmente. La bibliografía ofrece una amplia gama de abordajes teóricos que se
reflejan en la práctica psicoanalítica, al respecto se presenta una revisión apoyada en las expe-
riencias aportadas por especialistas en esa área. La información se recolectó en bases de datos
científicas reconocidas, tesis de graduación en repositorios universitarios y organizaciones no
gubernamentales de reconocimiento mundial por su actividad de asesoría, investigativa y acadé-
mica. Fundamentalmente, la información teórica se organizó de manera cronológica, la que
luego fue confrontada con las declaraciones de los profesionales entrevistados. Durante el
proceso, se siguieron los principios éticos investigativos universales, en garantía de la calidad y
rigor de las fuentes consultadas.
Palabras clave: conducta materna, psicoanálisis, embarazo en adolescencia.
ABSTRACT
Teenage pregnancy involves multiple somatic, social and psychological changes. In this last
dimension, damage and maternal function constitute dimensions that commonly require atten-
tion. The bibliography provides a wide range of theoretical approaches that are reflected in
psychoanalytic practice. In this regard, a review supported by the experiences contributed by
specialists in this area is presented. The information was collected in recognized scientific data-
bases, graduation thesis in university repositories and non-governmental organizations of world-
wide recognition for their advisory, investigative and academic activity. Fundamentally, the
theoretical information was organized chronologically, which was later compared with the state-
ments of the professionals interviewed. During the process, the universal investigative ethical
principles were followed in order to guarantee the quality and rigor of the searched sources.
Keywords: Maternal Behavior, Psychoanalysis, Pregnancy in Adolescence.
INTRODUCCIÓN
Generalmente, la madre asume la satisfacción de las necesidades del niño/a durante sus primeros
años de vida; quien, además, introduce al hijo/a en la estructura del lenguaje. Maternidad y femi-
nidad son procesos que se contraponen en cada mujer en el intento de alcanzar la sensación de
plenitud.
(1)
Freud es el primero en plantear elementos asociados con el complejo de castración en la relación
madre-hija, señalando que se genera una extrañación en forma de hostilidad, con el reproche de
la segunda por traerla incompleta. El término estrago (ravage) propuesto por Lacan establece
indicaciones sobre la dinámica en el lazo afectivo de la madre con su hija, asegura que sostenerla
puede llegar a ser insoportable, a tal punto en el que la mujer renuncia a su feminidad para ser
toda-madre, es ahí donde convierte a la hija en su objeto de deseo y la absorbe, en algunos casos
ocasionaría que en su vida adulta inicie una relación afectiva con una pareja que podría conver-
tirse en su estrago.
(2)
En la adolescencia, el individuo construye su identidad sexual, reorganiza las identificaciones y
reemplaza al Gran Otro primordial por el Otro social, se trata de un estado de transición que
promueve la autonomía psíquica.
(3)
La gestación y maternidad implican procesos biológicos,
psíquicos y sociales que suponen retos para las madres adolescentes, entre los que destaca la
posible separación de la estructura familiar.
(4)
Feminidad y función materna
El concepto de maternidad desde punto de vista biológico se asume como un proceso de cambios
fisiológicos en el organismo de la mujer con el fin de la gestación y el parto. El enfoque socioló-
gico vincula la maternidad con la familia, comprendiendo que es necesaria la presencia de un
sujeto femenino que posibilite la concepción de los hijos y asuma su cuidado, en medio de un
sistema social que tiene como objetivo primordial la reproducción. La teoría psicoanalítica plan-
teada por Sigmund Freud en 1910 manifiesta que: “el amor de la madre por el lactante […]
posee la naturaleza de una relación amorosa plenamente satisfactoria”. Esta última sugiere que
ese lazo genera sensaciones de agrado y autorrealización en la madre, similares a las que se
producen en las relaciones de pareja.
(5)
Durante su etapa como lactante, el sujeto está invadido por sensaciones provenientes del
ambiente que aún no asimila, debido a que se encuentra en el proceso de separar su yo del
mundo externo. Ese infante requiere asistencia permanente para satisfacer sus necesidades de
forma inmediata para su supervivencia: alimentación, vestimenta, sueño y protección. Además,
precisa de acompañamiento durante la construcción de su aparato psíquico por una persona que
asume la función materna.
(6)
El vínculo que desarrolla el bebé con su cuidador representa un lazo afectivo recíproco y primor-
dial, creándose características psíquicas importantes para su desarrollo que lo acompañarán
durante toda la vida. Generalmente, la madre asume la función materna, la que participa directa-
mente en el desarrollo psicosexual del niño/a mediante caricias, besos y abrazos, despertando
formas placenteras y de excitación sexual en el lactante que se generan en las zonas erógenas.
(7)
La masculinidad se vincula con la actividad y la agresividad; mientras que, la feminidad lo hace
con la pasividad. Sin embargo, la madre mantiene una postura completamente activa, lo que se
evidencia en el acto de la lactancia, esta entrega una parte de ella al hijo/a, controlando cuánto y
cuándo el bebé puede hacerlo.
En los primeros años de vida, el infante no ha desarrollado aún una postura con respecto a la
sexualidad. En las edades de 5 y 6 años, el niño/a atraviesa una etapa de complejo edípico,
descubriendo la diferencia sexual. Al ser poseedor del falo, el varón experimenta la castración al
final, pero la hembra descubre su falta y vive la castración antes; por lo tanto, su superyó no
alcanza la fuerza y el significado que viene de la cultura. La niña que asume su feminidad en
plenitud, implementará una búsqueda inconsciente de ese objeto fálico en la adultez a través de
la procreación con una pareja (un hijo la hará sentirse completa).
(8)
Melanie Klein atribuye gran importancia a la relación que desarrolla la madre con el niño/a. Esta
permite establecer relaciones relaciones de defensa, ansiedad y objeto en el lactante durante los
primeros meses de vida. En los primeros 3 o 4 meses de vida, el bebé atraviesa la posición esqui-
zoparanoide, colocando sus impulsos agresivos sobre el objeto en dependencia de la satisfacción
que este le proporcione. Posteriormente, pasa a la posición depresiva, percibiendo a la madre
como un objeto completo y se relaciona con ella de esa manera, en ciertos momentos experimen-
ta ambivalencias afectivas, por atravesar impulsos de amor y odio que intensifican su deseo de
aniquilar a la madre mala y perpetuar a la buena.
(9)
Cuando el vínculo entre el lactante y la madre no se consolida en afecto de felicidad, puede
deberse a conflictos contradictorios que atraviesa el niño/a, conduciéndolo a posibles fracasos
en el futuro. Las relaciones sociales podrían construirse en base a ansiedades exacerbadas sin
procesar. También, se pueden observar depresiones anormales o inesperadas en los bebés, las
que surgen de las dificultades generadas en esta relación primordial, disminuyendo su deseo.
(10)
Acerca de la existencia de un superyó primario, se piensa que el lactante realiza una introyección
precoz sobre los objetos buenos y malos que representan para él los fragmentos del cuerpo de la
madre, configurando al superyó como una parte del yo, que intenta regular esta agresividad e
impedirse provocar algún tipo de daño a la madre. Propone que el surgimiento del complejo de
Edipo se produce desde los cinco y seis meses de edad, cuando se atraviesa la posición depresi-
va, donde comienza a percibir el daño que causa con sus impulsos agresivos.
(11)
La frustración producto del destete genera el surgimiento del complejo edípico, aflorando
impulsos sádicos fortalecidos por las frustraciones anales y el sentimiento de culpa consecuente
de la formación del SuperYo que se establece por las fijaciones pregenitales. La fase preedípica
tiene una inclinación femenina, caracterizada por una tendencia sádica que se vincula con el
impulso epistemofílico, que conduce al infante varón a identificarse precozmente con la madre.
El cuerpo biológico de ella se convierte en la fuente de deseos y provocaciones sexuales, que son
poseídos imaginariamente por el hijo. Específicamente, zonas como los pechos representarán
abundancia, provocando que se establezca cierta envidia y competencia entre el niño y la madre.
En la infante mujer aparece la conciencia de la carencia del pene y percibe que la madre posee
el del padre, acercándose a este mediante una relación seductora y envolvente que genera mayor
distancia con la madre.
(12)
Durante la infancia, la niña es influenciada por las experiencias preedípicas y edípicas incons-
cientemente, influyendo en la búsqueda de una relación de pareja durante la vida adulta en su
búsqueda por satisfacer sus fantasías sádicas sexuales. Si logra ese éxito, la mujer siente que
alcanzó el lugar que tuvo su madre, haciéndola merecedora de los privilegios que le fueron arre-
batados durante la niñez. Las características narcisistas en la madre, la impulsan a buscar gratifi-
caciones personales que consigue a través de sus hijos, generando dependencia de estos que la
hacen indispensable y prolonga esa relación simbiótica.
(13)
Donald Winnicott plantea que, durante los primeros años de vida, el individuo debe vincularse
con un Otro materno para la supervivencia física y psíquica, configurando el perfil afectivo del
bebé. El infante debe saber manejar la separación de la madre, por lo que es importante crear un
espacio interpersonal. Este autor propone el término objeto transicional para el elemento donde
deposita sus afectos, permitiendo el corte necesario con la madre.
(14)
Los niños poseen el rasgo psíquico de bisexualidad, en el que se configuran elementos femeni-
nos y masculinos. Los primeros están asociados al ser y los segundos al hacer, ambos elementos
tienen una función determinada y son necesarios para la construcción del aparato psíquico.
(15)
En torno a la madre del lactante (que asume adecuadamente su función) existen elementos que
posibilitan el tránsito de la dependencia absoluta a la independencia del hijo/a:
(16)
Holding o sostenimiento, manera de acunar entre sus brazos al bebé, asociado con sensa-
ciones esporádicas que niegan la posibilidad de un reaseguramiento y contención de las
ansiedades psicóticas en base a la realidad externa del ser.
Manipulación, satisfacción corporal del niño mediante la relación psicosomática y la
coordinación.
Mostración de objetos, contacto entre el lactante y los objetos de su entorno.
Jacques Lacan manifiesta que el cuidador puede pertenecer al otro género, lo único que necesita
es amar y proteger al lactante de manera oportuna y apropiada. Por eso, resalta la relevancia de
la figura materna, por ser quien se convertirá en el Gran Otro primordial, posibilitando la cons-
trucción del cuerpo simbólico del infante mediante el lenguaje como discurso del Otro.
(17)
En la etapa de la niñez, el vínculo con la figura materna es esencial en el desarrollo del proceso
de constitución subjetiva denominado estadío del espejo, el que se genera entre los 6 y 18 meses
de edad. Aquí, se construye la imagen unificada del bebé que permite reconocerse a sí mismo y
a otros. Se configura el registro imaginario y el narcisismo, marcando el comienzo de la relación
del infante con su contexto.
(18)
La mujer vive la maternidad como un privilegio, puesto que el contacto físico le ofrece mucha
satisfacción narcisista. Los recuerdos y experiencias que la mujer vivió durante la infancia le
ayudan a crear y sostener el sentimiento materno, abrigando al lactante. Para el niño/a la imagen
del seno materno produce una sensación de protección y complementación; por lo que, al darse
el destete debe sublimar dicha pérdida.
(19)
Existe una relación entre el complejo de Edipo, el ideal del yo, el superyó y la realidad. El infan-
te adquiere identificaciones sexuales que posibilitan asumir el género para relacionarse con su
entorno, lo que se asocia al ideal del yo. La metáfora paterna que es el complejo de Edipo
propuesto con tres funciones simbólicas: objeto, deseo de la madre y del padre. Esta última
función introduce a todos los participantes en la metáfora, separando al niño del deseo materno
y permite el desarrollo el SuperYo y su propio deseo.
(20)
El goce que experimenta la mujer no es fálico. Al estar castrada, no tiene el temor que posee el
varón a perder el falo. No existe una forma de goce universal y generalizado que caracteriza a
las mujeres, pues la singularidad favorece una forma propia e individual de satisfacción.
(21)
Aproximaciones al estrago materno
El estrago materno se produce cuando la relación entre la figura materna y el niño se vuelve
absorbente. La palabra estrago proviene del término en francés “ravage” que significa devasta-
ción y destrucción. El infante se queda envuelto en el deseo mortífero de la madre que evidencia
la voracidad que ella ejerce en su función, provocando una descompensación a nivel del aparato
psíquico e impide la separación.
(22)
La maternidad es insuficiente ante la presencia del deseo y goce que experimenta el infante
cuando la madre se convierte en el vehículo que traslada el significante del nombre del padre
hacia el hijo/a y anula su deseo como mujer. Esto hace que sature la falta de su vástago, resultan-
do devastador.
(23)
La mujer elije inconscientemente el camino del estrago cuando surgen dos elementos: la actividad
evidenciada en todas las muestras de afecto hacia su hijo/a y la pasividad reflejada en los planos
social y sexual. La madre absoluta renuncia al placer que obtendría como mujer, lo que la conduce
a devorar al hijo/a, el segundo podría generar una fantasía masoquista en la vida adulta.
(24)
La relación estragante aparece cuando la figura materna no cuenta con los recursos simbólicos
suficientes durante los primeros años de vida del niño/a, incumpliendo con la función encomen-
dada, pudiendo significar que no existe el deseo materno o no lo ha desarrollado.
(25)
A través de la metáfora del cocodrilo, Lacan describe la manera en que opera el estrago materno:
la boca del animal representa el deseo materno; el infante, su alimento; el agua es el lenguaje y
la transmisión de significantes y la barra atravesada en la boca del cocodrilo se refiere al falo.
Así, sugiere que el deseo materno debe ser refrenado mediante el falo, existiendo una tercera
función que separa al niño/a de la figura materna e impide la depredación.
(26)
El deseo de la madre es mortífero si la relación afectiva con el niño/a es excesiva. Cuatro signifi-
cantes interactúan en el estrago: la devoración, lo insaciable, el capricho y la destrucción. Este
fenómeno provoca marcas irreversibles que se evidencian en individuos que no construyen una
inscripción simbólica, por la ausencia o poca presencia de la función paterna, conduciendo a
inexistencia de regulación del capricho materno.
(27)
El fenómeno del estrago puede verse de diferentes maneras:
(28)
Si está configurado desde la realidad no permite que el sujeto construya símbolos propios,
condenándolo a constituirse en objeto del Otro.
Elemento que impide al individuo relacionarse con el objeto fálico.
La madre fijada como el Otro, excluyendo al sujeto de la ley simbólica.
La relación madre-hija estragante con una connotación amorosa y torturante tiende a ser
devastadora y muy parecida al goce femenino pleno.
La presencia de la niña puede provocar que la madre experimente un desencuentro con su propia
castración, evocando las marcas producidas durante el complejo edípico de manera intolerable.
(29)
Cada mujer crea su propio modo de gozar y demanda un significante que le adjudique su identi-
dad de género. La construcción de su propia feminidad resulta uno de los propósitos de las niñas
al llegar a la adultez.
(30)
El estrago materno puede expresarse en forma de un amor excesivo o a través de una conducta
total o parcialmente despreocupada y/o negligente. La mujer que experimenta la maternidad
coloca al futuro bebé como un semblante, por el hecho de llevar un nuevo ser al interior de su
cuerpo, aparentando que va a constituirse en el objeto fálico que cubrirá su falta.
(31)
La complejidad subjetiva en el individuo se configura al no encontrar un objeto que le permita
establecer un anclaje fálico. En unas ocasiones, el partenaire simula un efecto similar, en otras,
los hijos/as se ubican como medio para esa satisfacción. Aunque, en la mayoría de casos esos
objetos no funcionan por un tiempo prolongado; de ahí, que la mujer busca otras vías para sobre-
llevar esa insatisfacción, pudiendo presentarse como síntoma o mediante el consumo de sustan-
cias, entre otras.
(32)
Pubertad, adolescencia y maternidad
El término Umgelstatung implica forma y morfos para referirse a la pubertad. Esta etapa del
desarrollo se conoce como la metamorfosis de la pubertad, en la que se reorganiza la vida sexual
infantil debido a que, las identificaciones y semblantes que construyó durante la niñez han perdi-
do la capacidad de sostenerlo. Además, enfrenta un despertar sexual distinto mediante recursos
imaginarios y simbólicos mucho más amplios, donde el otro ocupa un lugar primordial.
(33)
La pubertad puede ser vista como un túnel perforado que parte de las experiencias y recuerdos
infantiles hasta las escenas y fantasías asociadas a la sexualidad adulta. El púber se deslinda de
los objetos infantiles y empieza a vivir una transformación corporal progresiva que responde a
un nuevo modo de goce, escogiendo un objeto que garantice esa satisfacción. Además, el sujeto
pierde su concepción sobre los padres como Otros absolutos, ubicándolos como seres mortales
y reemplazables sin ninguna autoridad.
(34)
En la pubertad, el individuo experimenta un goce invasivo e irreconocible a nivel del cuerpo
real, sumando una imagen corporal retrógrada que no amortigua dicho goce. El sujeto asimila,
acomoda e introyecta ese nuevo esquema corporal, volviendo a desarrollar la conexión psicoso-
mática mediada por los registros imaginario, simbólico y real.
(35)
El empuje hormonal en la pubertad no implica cambios biológicos únicamente, pues está media-
do por el lenguaje y resulta una transformación total. Al finalizar este período, el ser humano
aprenderá un modo de relacionarse con el otro que ocupa el lugar de partenaire sexual.
(36)
En la adolescencia, se actualizan los conflictos sexuales latentes en la infancia del individuo,
exacerbando instancias psíquicas como la importancia del yo y la dinamización de los mecanis-
mos de defensa. Este es un proceso natural de descubrimiento personal a través de un desarrollo
emocional que debe vivirse plenamente. También se ve como una etapa denominada identidad
vs confusión o difusión, construyendo la identidad basándose en los recursos sociales que tiene
a su disposición, lo que implica un momento crítico en el que experimenta frustraciones, dudas,
imposición de metas, además de cambios afectivos y cognitivos.
(37)
Entre los impasses, pérdidas y construcciones que el adolescente atraviesa, la temporalidad
psíquica se presenta como un elemento relevante, ya que se trata de un estado que obliga al indi-
viduo a renunciar a la cobertura simbólica otorgada por el Otro primordial en la niñez. En esta
se producen reelaboraciones subjetivas congruentes con un cuerpo físico que produce asombro,
mientras se acompaña por el Otro en busca de encontrar un lugar y pertenencia en lo social. Así,
la temporalidad psíquica o lógica es el tiempo que requiere un individuo para procesar los cam-
bios biológicos y psicológicos, además de las manifestaciones pulsionales. Si no concibe esas
modificaciones, el individuo mantiene las marcas infantiles, obstaculizando la generación del
deseo singular.
(38)
Otro aspecto de gran importancia es la fantasía, el sujeto neurótico se sirve de diversos recursos
que no surgen de la realidad. La fantasía implementa una realidad paralela en la que la persona
se posiciona como protagonista de su historia, convirtiéndolo en un modo de sobrellevar la
angustia de vivir. El adolescente utiliza este recurso para movilizar el deseo, identificaciones,
ideales y la configuración de la imagen inconsciente del cuerpo.
(39)
Diversas experiencias inconscientes que el sujeto vive en la etapa pre y postnatal pueden consi-
derarse como la causa de conductas de riesgo, tales como:
(40)
La tendencia al suicidio ligada al deseo de la madre por interrumpir el embarazo o una
necesidad a terminar con su niñez.
La inclinación para fugarse, implicando una distancia ante el comportamiento cultural-
mente normalizado.
El consumo de drogas, como vía para mitigar los cambios que atraviesan, pudiendo
llegar a constituirse en un semblante temporal que estabiliza la libido ante la posibilidad
de procreación.
El embarazo para consolidar un corte de estado que agilite la llegada a la adultez.
La posibilidad de la concepción influye en la aparición de dos significantes que se complemen-
tan y marcan al sujeto femenino: ser mujer y ser madre. El primero se relaciona con el modo de
satisfacer el goce sexual, da respuesta al placer sexual masculino y le conecta con la identidad
femenina. El segundo está vinculado con la incógnita del origen mismo del ser: ¿de dónde veni-
mos?, lo que confronta a la realidad de la procreación y la búsqueda de consolidar al hijo como
el objeto fálico.
(41)
El embarazo se concibe como un llamado al Otro (madre, el padre, la pareja, etc.), en forma de
un mensaje que se requiere descifrar. Durante la adolescencia, este acto anuda dudas y probables
conflictos en la relación madre-hija, ya que ambas pasan a tener la misma posición.
(42)
Socialmente, el embarazo adolescente puede ser asumido como un descuido o un error que
demuestra la vulnerabilidad en la toma de decisiones por el individuo e involucra a toda la fami-
lia. Biológicamente, evidencia un estado adecuado de salud y madurez física. Emocionalmente,
muestra una aparente confusión y temor. Desde la perspectiva psicoanalítica, se cree que la
mujer desea inconscientemente ser madre, desde ese punto de vista, el embarazo adolescente es
deseado, aunque no sea planificado en algunas ocasiones.
(43)
Existen cuatro factores que influyen en el embarazo adolescente:
(44)
Lugar que ocupa en su grupo familiar y genera un deseo precoz de concebir un hijo.
Respuesta ante la relación de afecto con la figura materna.
Conflicto edípico mezclado con un error.
Deseo de tener progenie.
En la construcción de la identidad, el adolescente se confronta a un Otro exigente cultural ante
el que debe posicionarse y mantener un lugar social. Al convertirse en madre, algunas mujeres
adquieren la identidad que se ensambla con la adultez. En 2006, Amorín refirió que, la madre
adolescente deposita sobre el hijo/a la ilusión de mantener un hogar, sobrecargándolo de ideales
que puede asociarse con la satisfacción de carencias afectivas en su pasado.
(45)
REE Volumen 15(3) Riobamba sep. - dic. 2021
FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD
ISSN-impreso 1390-7581
ISSN-digital 2661-6742
Visión de la función y estrago maternos desde la práctica clínica
La entrevista a tres especialistas en psicoanálisis permitió observar que coincidieron al afirmar
que, en la clínica no es posible anticipar y generalizar las respuestas en sujetos bajo una situación
similar. La singularidad de cada caso atendiendo a los recursos simbólicos desarrollados.
Estos destacan que el parto no constituye el elemento que garantiza la formación del vínculo
entre recién nacido y la figura materna. Debe existir un proceso de acogida, adopción y deseo
por la madre. La adopción puede ser directa ante la ausencia del padre o mediada por este por su
presencia.
La maternidad y paternidad deben ser reforzados por otros componentes sociales. Las relaciones
totalmente armoniosas no existen, aunque no se evidencien ausencias, negligencias, reproches,
entre otros actos reprobables. Este desencuentro se refuerza con el desarrollo del lenguaje.
Algunas familias manifiestan una participación importante en la vida de las adolescentes emba-
razadas; sin embargo, no se observan lazos complejos con la figura materna y carecen de
elementos simbólicos suficientes, sin que se distingan los roles de sus miembros, siendo confu-
sos y precarios.
La repetición es parte de la realidad individual, pero existe una reactualización generacional que
plantea historias únicas, la que pudiera ser un modo de resolver situaciones inconclusas.
En ciertos casos y varios momentos, la madre se torna caprichosa, antojadiza y estragante,
pudiendo parar si se encuentra castrada, pero quedarán huellas en el hijo/a.
Las adolescentes que abandonan la formación escolar pierden un posible espacio para sublimar
la pulsión. Algunas instituciones educativas toleran el embarazo en sus entornos sin darles el
apoyo y acompañamiento necesarios.
Finalmente, concuerdan en que la adolescencia constituye un desafío debido a la incertidumbre
que genera el futuro en el sujeto, además de las dificultades simbólicas y reales que aparecen.
El especialista 1 afirma que la mujer que se convierte en madre genera la división primordial. La
adolescencia juega un papel fundamental en el desarrollo de la sexualidad y el embarazo precoz
obliga a renunciar a una parte de la feminidad tempranamente y reinventarse en su ser de mujer,
para cumplir con la función materna.
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Además, refiere experiencias de casos donde el vínculo con la madre resulta traumático, destacando que
esta relación es susceptible a lo inesperado por la influencia de lo deseado y lo indeseado.
El estrago materno debe ser tratado cautelosamente, ya que podría culpabilizar a las madres, resaltando
dos indicaciones: la madre en la posición de la pareja (el hombre como estrago) y el hombre personifi-
cando a la madre.
Manifiesta que la madre se vuelve estragante al asumir plenamente ese papel y deja de ser mujer, asegu-
rando que existen casos en que la maternidad pone un freno al goce del sujeto al modificar su comporta-
miento a partir de la llegada de su hijo/a, pero separarla podría desubicarla nuevamente.
Acerca del embarazo adolescente, sostiene que en cada caso se manifiestan efectos diferentes ante
factores predeterminantes similares. Su participación en investigaciones posibilitó que encontrara
entornos familiares que conciben esta etapa de la vida como lo aceptable, en estos se comparte el espa-
cio físico y las funciones de los miembros.
Considera que, en determinadas condiciones sociales, el embarazo adolescente reiterado en una misma
joven se torna una decisión personal. Alude al caso observado en un documental con una chica de 12
años que se enorgullecía por ser pareja de un narcotraficante; su papá se sentía culpable y decía: “yo no
estuve ahí, yo pude haber evitado esto, yo me fui, no estuve, ella es una niña, ella se chupa el dedo para
dormir todavía”, visualizándose un acto fantasmático que sugiere un deseo por separarse de los padres,
sin que se constituyera en un acto logrado.
Concluye que detrás de las personas que ejercen los roles parentales hay hombres y mujeres, cuyas
particularidades identitarias más íntimas pueden explorarse mediante el psicoanálisis.
El especialista 2 concibe a la madre como un agente que posibilita la operacionalización de la función
del padre, introduciendo al infante en el lenguaje, produciendo la inscripción simbólica, le adjudica un
lugar y lo convierte en un objeto de deseo, a la vez que genera una hiancia que posibilitará que se vuelva
sujeto.
Con respecto a la dinámica entre madre e hija asociados al estrago, la primera tiene una actitud de recha-
zo; mientras que la segunda, de reproche. Entre ambas existe tendencia a la insatisfacción susceptible
de devoración. En algunos casos, esta dinámica se constituye en una queja histérica y no desencadena
en estrago.
En una experiencia de trabajo grupal con madres adolescentes, que se encontraban en un albergue de la
ciudad de Quito, percibió que existía una cierta correlación entre la condición económica, cultural,
social y el embarazo. Existía precariedad simbólica en las familias y relaciones casi de pares entre algu-
nas madres e hijas. Varias de estas chicas tenían posturas muy sexualizadas y no querían renunciar a
eso para asumir la maternidad. Una vez más, en una situación similar, algunas asumieron su función
materna y se notaba un descuido de sí mismas, proyectando una imagen envejecida; mientras que, otras
rechazaban a sus hijos mediante actos negligentes.
Menciona que la repetición se produce a nivel de la realidad, abriendo la posibilidad de circunstancias
distintas para ese hijo/a, es decir, el estrago podría quedarse en la relación entre la madre y la hija,
mientras que este nuevo ser queda separado de esa dinámica.
El especialista 3 manifiesta que en el trabajo clínico con madres e hijos/as aparece la dependencia
como un fenómeno muy común. Sin embargo, recalca que tiene diferentes connotaciones de acuerdo
con elementos sociales generacionales; en su experiencia, hace 10 años se creía que el vínculo debía
posibilitar la independencia como punto de partida; mientras que, actualmente se habla sobre cómo
construir independencia en el punto de partida. La dependencia madre hijo/a debe analizarse desde los
primeros años de vida.
Considera el concepto de estrago materno atendiendo a las particularidades de cada época o genera-
ción. Durante el ejercicio clínico atendió algunas madres que establecen relaciones extremadamente
dependientes con sus hijos/as y viceversa, aspecto que podría generarse en contextos excepcionales
cuando el padre es ausente. Hace alusión a lo manifestado por Silvia Ons, acerca de la caída del nombre
del padre relacionada con el declive de la masculinidad y la presencia socialmente desvalorizada del
padre.
La dependencia tiene la potencialidad de impedir que el sujeto alcance autonomía en la adultez, ocasio-
nando una profunda desconfianza hacia la figura que la genera y que las decisiones pasen por la apro-
bación de la madre. A esto, se agrega una sexualización precoz ejercida sobre los hijos/as, como un
sentido de propiedad, donde se utilizan significantes como: compañero/a, amiga, marido, maridito,
entre otros; no se experimenta como algo patológico, hasta que aparece algún síntoma.
En relación con el embarazo adolescente, plantea que debe contemplarse en tiempo y espacio geográfi-
co. En ciertos contextos tiene cierta funcionalidad, tal como: liberarse del núcleo familiar. En zonas
rurales, resulta culturalmente aceptable y tiene una connotación comunitaria. En ciertos entornos urba-
nos, se asocia con un componente social sin que represente implicación afectiva sino en relaciones
casuales.
Algunos padres, cuyos hijos adolescentes cuentan con pareja formal o regular, imponen su deseo de
tener nietos y los inducen a tener hijos tempranamente, lo que ocurre comúnmente cuando existe una
profunda dependencia hacia los progenitores y buscan afirmación dentro de la vida familiar en esta
etapa del desarrollo individual. Aunque, pueden presentarse casos en que se pretende restituir el víncu-
lo familiar, empleando al nuevo integrante como elemento cohesionador al cumplir el anhelo de ser
abuelo(a).
Si el adolescente no pone en palabras las angustias del embarazo, las angustias del embarazo de su
pareja, si no hay alguien con quien se pueda tratar las emociones que están presentes, las dificultades
que están presentes, la construcción de la maternidad y paternidad se vuelve un enorme desafío,
cuando todavía no tienen ese enorme capital simbólico que da la madurez.
Muchos padres tienen la tendencia a proyectar sus aspiraciones frustradas en el orden personal o
profesional en sus hijos(as), incidiendo para que las asuman como propias.
CONCLUSIONES
La función materna constituye un generador de amor, protección y cuidado al niño/a, siendo indis-
pensable para la supervivencia del sujeto durante sus primeros años de vida. Pero, la madre puede
llegar a devorar subjetivamente a la hija cuando esta decide separarse de ella, absorbiéndola y convir-
tiendo esta función en un estrago, que se consolida en forma de rechazo en la relación entre madre e
hija.
En la adolescencia, la maternidad puede plasmarse como un acto que permite lidiar con la recons-
trucción psíquica que experimenta el sujeto. Esta puede configurarse como: un salto hacia la adultez,
una salida a la relación estragante con la figura materna o la consolidación de los ideales familiares
asumidos por el individuo. Lo que resulta un suceso marcado por significantes adjudicados por la
pareja parental y la insondable decisión del ser.
Conflicto de intereses: las autoras declaran que no existen.
Declaración de contribución:
Las autoras recolectaron información científica actualizada, así como en la elaboración y organiza-
ción del documento.
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Recibido: 16 de abril de 2021
Aceptado: 22 de junio de 2021
Estrago materno y función materna en madres adolescentes. Un recorrido teórico y clínico
Maternal damage and maternal function in adolescent mothers. A theoretical and clinical
approach
https://doi.org/10.37135/ee.04.12.11
Autoras:
Alejandra Salomé Sarmiento Benavides1 – https://orcid.org/0000-0002-6404-418X
María Verónica Egas Reyes2 – https://orcid.org/0000-0002-5361-8213
1Universidad Nacional de Chimborazo, Riobamba-Ecuador.
2Pontificia Universidad Católica del Ecuador, Quito-Ecuador.
Autor de correspondencia: Alejandra Salomé Sarmiento Benavides. Email: asarmiento@u-
nach.edu.ec. Teléfono: 0984258784. Dirección postal: Ayacucho entre Pichincha y García
Moreno. Riobamba, Chimborazo, Ecuador.
RESUMEN
El embarazo en la adolescencia implica múltiples cambios somáticos, sociales y psicológicos.
En esta última dimensión, estrago y función materna constituyen dimensiones que requieren de
atención comúnmente. La bibliografía ofrece una amplia gama de abordajes teóricos que se
reflejan en la práctica psicoanalítica, al respecto se presenta una revisión apoyada en las expe-
riencias aportadas por especialistas en esa área. La información se recolectó en bases de datos
científicas reconocidas, tesis de graduación en repositorios universitarios y organizaciones no
gubernamentales de reconocimiento mundial por su actividad de asesoría, investigativa y acadé-
mica. Fundamentalmente, la información teórica se organizó de manera cronológica, la que
luego fue confrontada con las declaraciones de los profesionales entrevistados. Durante el
proceso, se siguieron los principios éticos investigativos universales, en garantía de la calidad y
rigor de las fuentes consultadas.
Palabras clave: conducta materna, psicoanálisis, embarazo en adolescencia.
ABSTRACT
Teenage pregnancy involves multiple somatic, social and psychological changes. In this last
dimension, damage and maternal function constitute dimensions that commonly require atten-
tion. The bibliography provides a wide range of theoretical approaches that are reflected in
psychoanalytic practice. In this regard, a review supported by the experiences contributed by
specialists in this area is presented. The information was collected in recognized scientific data-
bases, graduation thesis in university repositories and non-governmental organizations of world-
wide recognition for their advisory, investigative and academic activity. Fundamentally, the
theoretical information was organized chronologically, which was later compared with the state-
ments of the professionals interviewed. During the process, the universal investigative ethical
principles were followed in order to guarantee the quality and rigor of the searched sources.
Keywords: Maternal Behavior, Psychoanalysis, Pregnancy in Adolescence.
INTRODUCCIÓN
Generalmente, la madre asume la satisfacción de las necesidades del niño/a durante sus primeros
años de vida; quien, además, introduce al hijo/a en la estructura del lenguaje. Maternidad y femi-
nidad son procesos que se contraponen en cada mujer en el intento de alcanzar la sensación de
plenitud.
(1)
Freud es el primero en plantear elementos asociados con el complejo de castración en la relación
madre-hija, señalando que se genera una extrañación en forma de hostilidad, con el reproche de
la segunda por traerla incompleta. El término estrago (ravage) propuesto por Lacan establece
indicaciones sobre la dinámica en el lazo afectivo de la madre con su hija, asegura que sostenerla
puede llegar a ser insoportable, a tal punto en el que la mujer renuncia a su feminidad para ser
toda-madre, es ahí donde convierte a la hija en su objeto de deseo y la absorbe, en algunos casos
ocasionaría que en su vida adulta inicie una relación afectiva con una pareja que podría conver-
tirse en su estrago.
(2)
En la adolescencia, el individuo construye su identidad sexual, reorganiza las identificaciones y
reemplaza al Gran Otro primordial por el Otro social, se trata de un estado de transición que
promueve la autonomía psíquica.
(3)
La gestación y maternidad implican procesos biológicos,
psíquicos y sociales que suponen retos para las madres adolescentes, entre los que destaca la
posible separación de la estructura familiar.
(4)
Feminidad y función materna
El concepto de maternidad desde punto de vista biológico se asume como un proceso de cambios
fisiológicos en el organismo de la mujer con el fin de la gestación y el parto. El enfoque socioló-
gico vincula la maternidad con la familia, comprendiendo que es necesaria la presencia de un
sujeto femenino que posibilite la concepción de los hijos y asuma su cuidado, en medio de un
sistema social que tiene como objetivo primordial la reproducción. La teoría psicoanalítica plan-
teada por Sigmund Freud en 1910 manifiesta que: “el amor de la madre por el lactante […]
posee la naturaleza de una relación amorosa plenamente satisfactoria”. Esta última sugiere que
ese lazo genera sensaciones de agrado y autorrealización en la madre, similares a las que se
producen en las relaciones de pareja.
(5)
Durante su etapa como lactante, el sujeto está invadido por sensaciones provenientes del
ambiente que aún no asimila, debido a que se encuentra en el proceso de separar su yo del
mundo externo. Ese infante requiere asistencia permanente para satisfacer sus necesidades de
forma inmediata para su supervivencia: alimentación, vestimenta, sueño y protección. Además,
precisa de acompañamiento durante la construcción de su aparato psíquico por una persona que
asume la función materna.
(6)
El vínculo que desarrolla el bebé con su cuidador representa un lazo afectivo recíproco y primor-
dial, creándose características psíquicas importantes para su desarrollo que lo acompañarán
durante toda la vida. Generalmente, la madre asume la función materna, la que participa directa-
mente en el desarrollo psicosexual del niño/a mediante caricias, besos y abrazos, despertando
formas placenteras y de excitación sexual en el lactante que se generan en las zonas erógenas.
(7)
La masculinidad se vincula con la actividad y la agresividad; mientras que, la feminidad lo hace
con la pasividad. Sin embargo, la madre mantiene una postura completamente activa, lo que se
evidencia en el acto de la lactancia, esta entrega una parte de ella al hijo/a, controlando cuánto y
cuándo el bebé puede hacerlo.
En los primeros años de vida, el infante no ha desarrollado aún una postura con respecto a la
sexualidad. En las edades de 5 y 6 años, el niño/a atraviesa una etapa de complejo edípico,
descubriendo la diferencia sexual. Al ser poseedor del falo, el varón experimenta la castración al
final, pero la hembra descubre su falta y vive la castración antes; por lo tanto, su superyó no
alcanza la fuerza y el significado que viene de la cultura. La niña que asume su feminidad en
plenitud, implementará una búsqueda inconsciente de ese objeto fálico en la adultez a través de
la procreación con una pareja (un hijo la hará sentirse completa).
(8)
Melanie Klein atribuye gran importancia a la relación que desarrolla la madre con el niño/a. Esta
permite establecer relaciones relaciones de defensa, ansiedad y objeto en el lactante durante los
primeros meses de vida. En los primeros 3 o 4 meses de vida, el bebé atraviesa la posición esqui-
zoparanoide, colocando sus impulsos agresivos sobre el objeto en dependencia de la satisfacción
que este le proporcione. Posteriormente, pasa a la posición depresiva, percibiendo a la madre
como un objeto completo y se relaciona con ella de esa manera, en ciertos momentos experimen-
ta ambivalencias afectivas, por atravesar impulsos de amor y odio que intensifican su deseo de
aniquilar a la madre mala y perpetuar a la buena.
(9)
Cuando el vínculo entre el lactante y la madre no se consolida en afecto de felicidad, puede
deberse a conflictos contradictorios que atraviesa el niño/a, conduciéndolo a posibles fracasos
en el futuro. Las relaciones sociales podrían construirse en base a ansiedades exacerbadas sin
procesar. También, se pueden observar depresiones anormales o inesperadas en los bebés, las
que surgen de las dificultades generadas en esta relación primordial, disminuyendo su deseo.
(10)
Acerca de la existencia de un superyó primario, se piensa que el lactante realiza una introyección
precoz sobre los objetos buenos y malos que representan para él los fragmentos del cuerpo de la
madre, configurando al superyó como una parte del yo, que intenta regular esta agresividad e
impedirse provocar algún tipo de daño a la madre. Propone que el surgimiento del complejo de
Edipo se produce desde los cinco y seis meses de edad, cuando se atraviesa la posición depresi-
va, donde comienza a percibir el daño que causa con sus impulsos agresivos.
(11)
La frustración producto del destete genera el surgimiento del complejo edípico, aflorando
impulsos sádicos fortalecidos por las frustraciones anales y el sentimiento de culpa consecuente
de la formación del SuperYo que se establece por las fijaciones pregenitales. La fase preedípica
tiene una inclinación femenina, caracterizada por una tendencia sádica que se vincula con el
impulso epistemofílico, que conduce al infante varón a identificarse precozmente con la madre.
El cuerpo biológico de ella se convierte en la fuente de deseos y provocaciones sexuales, que son
poseídos imaginariamente por el hijo. Específicamente, zonas como los pechos representarán
abundancia, provocando que se establezca cierta envidia y competencia entre el niño y la madre.
En la infante mujer aparece la conciencia de la carencia del pene y percibe que la madre posee
el del padre, acercándose a este mediante una relación seductora y envolvente que genera mayor
distancia con la madre.
(12)
Durante la infancia, la niña es influenciada por las experiencias preedípicas y edípicas incons-
cientemente, influyendo en la búsqueda de una relación de pareja durante la vida adulta en su
búsqueda por satisfacer sus fantasías sádicas sexuales. Si logra ese éxito, la mujer siente que
alcanzó el lugar que tuvo su madre, haciéndola merecedora de los privilegios que le fueron arre-
batados durante la niñez. Las características narcisistas en la madre, la impulsan a buscar gratifi-
caciones personales que consigue a través de sus hijos, generando dependencia de estos que la
hacen indispensable y prolonga esa relación simbiótica.
(13)
Donald Winnicott plantea que, durante los primeros años de vida, el individuo debe vincularse
con un Otro materno para la supervivencia física y psíquica, configurando el perfil afectivo del
bebé. El infante debe saber manejar la separación de la madre, por lo que es importante crear un
espacio interpersonal. Este autor propone el término objeto transicional para el elemento donde
deposita sus afectos, permitiendo el corte necesario con la madre.
(14)
Los niños poseen el rasgo psíquico de bisexualidad, en el que se configuran elementos femeni-
nos y masculinos. Los primeros están asociados al ser y los segundos al hacer, ambos elementos
tienen una función determinada y son necesarios para la construcción del aparato psíquico.
(15)
En torno a la madre del lactante (que asume adecuadamente su función) existen elementos que
posibilitan el tránsito de la dependencia absoluta a la independencia del hijo/a:
(16)
Holding o sostenimiento, manera de acunar entre sus brazos al bebé, asociado con sensa-
ciones esporádicas que niegan la posibilidad de un reaseguramiento y contención de las
ansiedades psicóticas en base a la realidad externa del ser.
Manipulación, satisfacción corporal del niño mediante la relación psicosomática y la
coordinación.
Mostración de objetos, contacto entre el lactante y los objetos de su entorno.
Jacques Lacan manifiesta que el cuidador puede pertenecer al otro género, lo único que necesita
es amar y proteger al lactante de manera oportuna y apropiada. Por eso, resalta la relevancia de
la figura materna, por ser quien se convertirá en el Gran Otro primordial, posibilitando la cons-
trucción del cuerpo simbólico del infante mediante el lenguaje como discurso del Otro.
(17)
En la etapa de la niñez, el vínculo con la figura materna es esencial en el desarrollo del proceso
de constitución subjetiva denominado estadío del espejo, el que se genera entre los 6 y 18 meses
de edad. Aquí, se construye la imagen unificada del bebé que permite reconocerse a sí mismo y
a otros. Se configura el registro imaginario y el narcisismo, marcando el comienzo de la relación
del infante con su contexto.
(18)
La mujer vive la maternidad como un privilegio, puesto que el contacto físico le ofrece mucha
satisfacción narcisista. Los recuerdos y experiencias que la mujer vivió durante la infancia le
ayudan a crear y sostener el sentimiento materno, abrigando al lactante. Para el niño/a la imagen
del seno materno produce una sensación de protección y complementación; por lo que, al darse
el destete debe sublimar dicha pérdida.
(19)
Existe una relación entre el complejo de Edipo, el ideal del yo, el superyó y la realidad. El infan-
te adquiere identificaciones sexuales que posibilitan asumir el género para relacionarse con su
entorno, lo que se asocia al ideal del yo. La metáfora paterna que es el complejo de Edipo
propuesto con tres funciones simbólicas: objeto, deseo de la madre y del padre. Esta última
función introduce a todos los participantes en la metáfora, separando al niño del deseo materno
y permite el desarrollo el SuperYo y su propio deseo.
(20)
El goce que experimenta la mujer no es fálico. Al estar castrada, no tiene el temor que posee el
varón a perder el falo. No existe una forma de goce universal y generalizado que caracteriza a
las mujeres, pues la singularidad favorece una forma propia e individual de satisfacción.
(21)
Aproximaciones al estrago materno
El estrago materno se produce cuando la relación entre la figura materna y el niño se vuelve
absorbente. La palabra estrago proviene del término en francés “ravage” que significa devasta-
ción y destrucción. El infante se queda envuelto en el deseo mortífero de la madre que evidencia
la voracidad que ella ejerce en su función, provocando una descompensación a nivel del aparato
psíquico e impide la separación.
(22)
La maternidad es insuficiente ante la presencia del deseo y goce que experimenta el infante
cuando la madre se convierte en el vehículo que traslada el significante del nombre del padre
hacia el hijo/a y anula su deseo como mujer. Esto hace que sature la falta de su vástago, resultan-
do devastador.
(23)
La mujer elije inconscientemente el camino del estrago cuando surgen dos elementos: la actividad
evidenciada en todas las muestras de afecto hacia su hijo/a y la pasividad reflejada en los planos
social y sexual. La madre absoluta renuncia al placer que obtendría como mujer, lo que la conduce
a devorar al hijo/a, el segundo podría generar una fantasía masoquista en la vida adulta.
(24)
La relación estragante aparece cuando la figura materna no cuenta con los recursos simbólicos
suficientes durante los primeros años de vida del niño/a, incumpliendo con la función encomen-
dada, pudiendo significar que no existe el deseo materno o no lo ha desarrollado.
(25)
A través de la metáfora del cocodrilo, Lacan describe la manera en que opera el estrago materno:
la boca del animal representa el deseo materno; el infante, su alimento; el agua es el lenguaje y
la transmisión de significantes y la barra atravesada en la boca del cocodrilo se refiere al falo.
Así, sugiere que el deseo materno debe ser refrenado mediante el falo, existiendo una tercera
función que separa al niño/a de la figura materna e impide la depredación.
(26)
El deseo de la madre es mortífero si la relación afectiva con el niño/a es excesiva. Cuatro signifi-
cantes interactúan en el estrago: la devoración, lo insaciable, el capricho y la destrucción. Este
fenómeno provoca marcas irreversibles que se evidencian en individuos que no construyen una
inscripción simbólica, por la ausencia o poca presencia de la función paterna, conduciendo a
inexistencia de regulación del capricho materno.
(27)
El fenómeno del estrago puede verse de diferentes maneras:
(28)
Si está configurado desde la realidad no permite que el sujeto construya símbolos propios,
condenándolo a constituirse en objeto del Otro.
Elemento que impide al individuo relacionarse con el objeto fálico.
La madre fijada como el Otro, excluyendo al sujeto de la ley simbólica.
La relación madre-hija estragante con una connotación amorosa y torturante tiende a ser
devastadora y muy parecida al goce femenino pleno.
La presencia de la niña puede provocar que la madre experimente un desencuentro con su propia
castración, evocando las marcas producidas durante el complejo edípico de manera intolerable.
(29)
Cada mujer crea su propio modo de gozar y demanda un significante que le adjudique su identi-
dad de género. La construcción de su propia feminidad resulta uno de los propósitos de las niñas
al llegar a la adultez.
(30)
El estrago materno puede expresarse en forma de un amor excesivo o a través de una conducta
total o parcialmente despreocupada y/o negligente. La mujer que experimenta la maternidad
coloca al futuro bebé como un semblante, por el hecho de llevar un nuevo ser al interior de su
cuerpo, aparentando que va a constituirse en el objeto fálico que cubrirá su falta.
(31)
La complejidad subjetiva en el individuo se configura al no encontrar un objeto que le permita
establecer un anclaje fálico. En unas ocasiones, el partenaire simula un efecto similar, en otras,
los hijos/as se ubican como medio para esa satisfacción. Aunque, en la mayoría de casos esos
objetos no funcionan por un tiempo prolongado; de ahí, que la mujer busca otras vías para sobre-
llevar esa insatisfacción, pudiendo presentarse como síntoma o mediante el consumo de sustan-
cias, entre otras.
(32)
Pubertad, adolescencia y maternidad
El término Umgelstatung implica forma y morfos para referirse a la pubertad. Esta etapa del
desarrollo se conoce como la metamorfosis de la pubertad, en la que se reorganiza la vida sexual
infantil debido a que, las identificaciones y semblantes que construyó durante la niñez han perdi-
do la capacidad de sostenerlo. Además, enfrenta un despertar sexual distinto mediante recursos
imaginarios y simbólicos mucho más amplios, donde el otro ocupa un lugar primordial.
(33)
La pubertad puede ser vista como un túnel perforado que parte de las experiencias y recuerdos
infantiles hasta las escenas y fantasías asociadas a la sexualidad adulta. El púber se deslinda de
los objetos infantiles y empieza a vivir una transformación corporal progresiva que responde a
un nuevo modo de goce, escogiendo un objeto que garantice esa satisfacción. Además, el sujeto
pierde su concepción sobre los padres como Otros absolutos, ubicándolos como seres mortales
y reemplazables sin ninguna autoridad.
(34)
En la pubertad, el individuo experimenta un goce invasivo e irreconocible a nivel del cuerpo
real, sumando una imagen corporal retrógrada que no amortigua dicho goce. El sujeto asimila,
acomoda e introyecta ese nuevo esquema corporal, volviendo a desarrollar la conexión psicoso-
mática mediada por los registros imaginario, simbólico y real.
(35)
El empuje hormonal en la pubertad no implica cambios biológicos únicamente, pues está media-
do por el lenguaje y resulta una transformación total. Al finalizar este período, el ser humano
aprenderá un modo de relacionarse con el otro que ocupa el lugar de partenaire sexual.
(36)
En la adolescencia, se actualizan los conflictos sexuales latentes en la infancia del individuo,
exacerbando instancias psíquicas como la importancia del yo y la dinamización de los mecanis-
mos de defensa. Este es un proceso natural de descubrimiento personal a través de un desarrollo
emocional que debe vivirse plenamente. También se ve como una etapa denominada identidad
vs confusión o difusión, construyendo la identidad basándose en los recursos sociales que tiene
a su disposición, lo que implica un momento crítico en el que experimenta frustraciones, dudas,
imposición de metas, además de cambios afectivos y cognitivos.
(37)
Entre los impasses, pérdidas y construcciones que el adolescente atraviesa, la temporalidad
psíquica se presenta como un elemento relevante, ya que se trata de un estado que obliga al indi-
viduo a renunciar a la cobertura simbólica otorgada por el Otro primordial en la niñez. En esta
se producen reelaboraciones subjetivas congruentes con un cuerpo físico que produce asombro,
mientras se acompaña por el Otro en busca de encontrar un lugar y pertenencia en lo social. Así,
la temporalidad psíquica o lógica es el tiempo que requiere un individuo para procesar los cam-
bios biológicos y psicológicos, además de las manifestaciones pulsionales. Si no concibe esas
modificaciones, el individuo mantiene las marcas infantiles, obstaculizando la generación del
deseo singular.
(38)
Otro aspecto de gran importancia es la fantasía, el sujeto neurótico se sirve de diversos recursos
que no surgen de la realidad. La fantasía implementa una realidad paralela en la que la persona
se posiciona como protagonista de su historia, convirtiéndolo en un modo de sobrellevar la
angustia de vivir. El adolescente utiliza este recurso para movilizar el deseo, identificaciones,
ideales y la configuración de la imagen inconsciente del cuerpo.
(39)
Diversas experiencias inconscientes que el sujeto vive en la etapa pre y postnatal pueden consi-
derarse como la causa de conductas de riesgo, tales como:
(40)
La tendencia al suicidio ligada al deseo de la madre por interrumpir el embarazo o una
necesidad a terminar con su niñez.
La inclinación para fugarse, implicando una distancia ante el comportamiento cultural-
mente normalizado.
El consumo de drogas, como vía para mitigar los cambios que atraviesan, pudiendo
llegar a constituirse en un semblante temporal que estabiliza la libido ante la posibilidad
de procreación.
El embarazo para consolidar un corte de estado que agilite la llegada a la adultez.
La posibilidad de la concepción influye en la aparición de dos significantes que se complemen-
tan y marcan al sujeto femenino: ser mujer y ser madre. El primero se relaciona con el modo de
satisfacer el goce sexual, da respuesta al placer sexual masculino y le conecta con la identidad
femenina. El segundo está vinculado con la incógnita del origen mismo del ser: ¿de dónde veni-
mos?, lo que confronta a la realidad de la procreación y la búsqueda de consolidar al hijo como
el objeto fálico.
(41)
El embarazo se concibe como un llamado al Otro (madre, el padre, la pareja, etc.), en forma de
un mensaje que se requiere descifrar. Durante la adolescencia, este acto anuda dudas y probables
conflictos en la relación madre-hija, ya que ambas pasan a tener la misma posición.
(42)
Socialmente, el embarazo adolescente puede ser asumido como un descuido o un error que
demuestra la vulnerabilidad en la toma de decisiones por el individuo e involucra a toda la fami-
lia. Biológicamente, evidencia un estado adecuado de salud y madurez física. Emocionalmente,
muestra una aparente confusión y temor. Desde la perspectiva psicoanalítica, se cree que la
mujer desea inconscientemente ser madre, desde ese punto de vista, el embarazo adolescente es
deseado, aunque no sea planificado en algunas ocasiones.
(43)
Existen cuatro factores que influyen en el embarazo adolescente:
(44)
Lugar que ocupa en su grupo familiar y genera un deseo precoz de concebir un hijo.
Respuesta ante la relación de afecto con la figura materna.
Conflicto edípico mezclado con un error.
Deseo de tener progenie.
En la construcción de la identidad, el adolescente se confronta a un Otro exigente cultural ante
el que debe posicionarse y mantener un lugar social. Al convertirse en madre, algunas mujeres
adquieren la identidad que se ensambla con la adultez. En 2006, Amorín refirió que, la madre
adolescente deposita sobre el hijo/a la ilusión de mantener un hogar, sobrecargándolo de ideales
que puede asociarse con la satisfacción de carencias afectivas en su pasado.
(45)
REE Volumen 15(3) Riobamba sep. - dic. 2021
FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD
ISSN-impreso 1390-7581
ISSN-digital 2661-6742
Visión de la función y estrago maternos desde la práctica clínica
La entrevista a tres especialistas en psicoanálisis permitió observar que coincidieron al afirmar
que, en la clínica no es posible anticipar y generalizar las respuestas en sujetos bajo una situación
similar. La singularidad de cada caso atendiendo a los recursos simbólicos desarrollados.
Estos destacan que el parto no constituye el elemento que garantiza la formación del vínculo
entre recién nacido y la figura materna. Debe existir un proceso de acogida, adopción y deseo
por la madre. La adopción puede ser directa ante la ausencia del padre o mediada por este por su
presencia.
La maternidad y paternidad deben ser reforzados por otros componentes sociales. Las relaciones
totalmente armoniosas no existen, aunque no se evidencien ausencias, negligencias, reproches,
entre otros actos reprobables. Este desencuentro se refuerza con el desarrollo del lenguaje.
Algunas familias manifiestan una participación importante en la vida de las adolescentes emba-
razadas; sin embargo, no se observan lazos complejos con la figura materna y carecen de
elementos simbólicos suficientes, sin que se distingan los roles de sus miembros, siendo confu-
sos y precarios.
La repetición es parte de la realidad individual, pero existe una reactualización generacional que
plantea historias únicas, la que pudiera ser un modo de resolver situaciones inconclusas.
En ciertos casos y varios momentos, la madre se torna caprichosa, antojadiza y estragante,
pudiendo parar si se encuentra castrada, pero quedarán huellas en el hijo/a.
Las adolescentes que abandonan la formación escolar pierden un posible espacio para sublimar
la pulsión. Algunas instituciones educativas toleran el embarazo en sus entornos sin darles el
apoyo y acompañamiento necesarios.
Finalmente, concuerdan en que la adolescencia constituye un desafío debido a la incertidumbre
que genera el futuro en el sujeto, además de las dificultades simbólicas y reales que aparecen.
El especialista 1 afirma que la mujer que se convierte en madre genera la división primordial. La
adolescencia juega un papel fundamental en el desarrollo de la sexualidad y el embarazo precoz
obliga a renunciar a una parte de la feminidad tempranamente y reinventarse en su ser de mujer,
para cumplir con la función materna.
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cc
BY
NC
ND
Además, refiere experiencias de casos donde el vínculo con la madre resulta traumático, destacando que
esta relación es susceptible a lo inesperado por la influencia de lo deseado y lo indeseado.
El estrago materno debe ser tratado cautelosamente, ya que podría culpabilizar a las madres, resaltando
dos indicaciones: la madre en la posición de la pareja (el hombre como estrago) y el hombre personifi-
cando a la madre.
Manifiesta que la madre se vuelve estragante al asumir plenamente ese papel y deja de ser mujer, asegu-
rando que existen casos en que la maternidad pone un freno al goce del sujeto al modificar su comporta-
miento a partir de la llegada de su hijo/a, pero separarla podría desubicarla nuevamente.
Acerca del embarazo adolescente, sostiene que en cada caso se manifiestan efectos diferentes ante
factores predeterminantes similares. Su participación en investigaciones posibilitó que encontrara
entornos familiares que conciben esta etapa de la vida como lo aceptable, en estos se comparte el espa-
cio físico y las funciones de los miembros.
Considera que, en determinadas condiciones sociales, el embarazo adolescente reiterado en una misma
joven se torna una decisión personal. Alude al caso observado en un documental con una chica de 12
años que se enorgullecía por ser pareja de un narcotraficante; su papá se sentía culpable y decía: “yo no
estuve ahí, yo pude haber evitado esto, yo me fui, no estuve, ella es una niña, ella se chupa el dedo para
dormir todavía”, visualizándose un acto fantasmático que sugiere un deseo por separarse de los padres,
sin que se constituyera en un acto logrado.
Concluye que detrás de las personas que ejercen los roles parentales hay hombres y mujeres, cuyas
particularidades identitarias más íntimas pueden explorarse mediante el psicoanálisis.
El especialista 2 concibe a la madre como un agente que posibilita la operacionalización de la función
del padre, introduciendo al infante en el lenguaje, produciendo la inscripción simbólica, le adjudica un
lugar y lo convierte en un objeto de deseo, a la vez que genera una hiancia que posibilitará que se vuelva
sujeto.
Con respecto a la dinámica entre madre e hija asociados al estrago, la primera tiene una actitud de recha-
zo; mientras que la segunda, de reproche. Entre ambas existe tendencia a la insatisfacción susceptible
de devoración. En algunos casos, esta dinámica se constituye en una queja histérica y no desencadena
en estrago.
En una experiencia de trabajo grupal con madres adolescentes, que se encontraban en un albergue de la
ciudad de Quito, percibió que existía una cierta correlación entre la condición económica, cultural,
social y el embarazo. Existía precariedad simbólica en las familias y relaciones casi de pares entre algu-
nas madres e hijas. Varias de estas chicas tenían posturas muy sexualizadas y no querían renunciar a
eso para asumir la maternidad. Una vez más, en una situación similar, algunas asumieron su función
materna y se notaba un descuido de sí mismas, proyectando una imagen envejecida; mientras que, otras
rechazaban a sus hijos mediante actos negligentes.
Menciona que la repetición se produce a nivel de la realidad, abriendo la posibilidad de circunstancias
distintas para ese hijo/a, es decir, el estrago podría quedarse en la relación entre la madre y la hija,
mientras que este nuevo ser queda separado de esa dinámica.
El especialista 3 manifiesta que en el trabajo clínico con madres e hijos/as aparece la dependencia
como un fenómeno muy común. Sin embargo, recalca que tiene diferentes connotaciones de acuerdo
con elementos sociales generacionales; en su experiencia, hace 10 años se creía que el vínculo debía
posibilitar la independencia como punto de partida; mientras que, actualmente se habla sobre cómo
construir independencia en el punto de partida. La dependencia madre hijo/a debe analizarse desde los
primeros años de vida.
Considera el concepto de estrago materno atendiendo a las particularidades de cada época o genera-
ción. Durante el ejercicio clínico atendió algunas madres que establecen relaciones extremadamente
dependientes con sus hijos/as y viceversa, aspecto que podría generarse en contextos excepcionales
cuando el padre es ausente. Hace alusión a lo manifestado por Silvia Ons, acerca de la caída del nombre
del padre relacionada con el declive de la masculinidad y la presencia socialmente desvalorizada del
padre.
La dependencia tiene la potencialidad de impedir que el sujeto alcance autonomía en la adultez, ocasio-
nando una profunda desconfianza hacia la figura que la genera y que las decisiones pasen por la apro-
bación de la madre. A esto, se agrega una sexualización precoz ejercida sobre los hijos/as, como un
sentido de propiedad, donde se utilizan significantes como: compañero/a, amiga, marido, maridito,
entre otros; no se experimenta como algo patológico, hasta que aparece algún síntoma.
En relación con el embarazo adolescente, plantea que debe contemplarse en tiempo y espacio geográfi-
co. En ciertos contextos tiene cierta funcionalidad, tal como: liberarse del núcleo familiar. En zonas
rurales, resulta culturalmente aceptable y tiene una connotación comunitaria. En ciertos entornos urba-
nos, se asocia con un componente social sin que represente implicación afectiva sino en relaciones
casuales.
Algunos padres, cuyos hijos adolescentes cuentan con pareja formal o regular, imponen su deseo de
tener nietos y los inducen a tener hijos tempranamente, lo que ocurre comúnmente cuando existe una
profunda dependencia hacia los progenitores y buscan afirmación dentro de la vida familiar en esta
etapa del desarrollo individual. Aunque, pueden presentarse casos en que se pretende restituir el víncu-
lo familiar, empleando al nuevo integrante como elemento cohesionador al cumplir el anhelo de ser
abuelo(a).
Si el adolescente no pone en palabras las angustias del embarazo, las angustias del embarazo de su
pareja, si no hay alguien con quien se pueda tratar las emociones que están presentes, las dificultades
que están presentes, la construcción de la maternidad y paternidad se vuelve un enorme desafío,
cuando todavía no tienen ese enorme capital simbólico que da la madurez.
Muchos padres tienen la tendencia a proyectar sus aspiraciones frustradas en el orden personal o
profesional en sus hijos(as), incidiendo para que las asuman como propias.
CONCLUSIONES
La función materna constituye un generador de amor, protección y cuidado al niño/a, siendo indis-
pensable para la supervivencia del sujeto durante sus primeros años de vida. Pero, la madre puede
llegar a devorar subjetivamente a la hija cuando esta decide separarse de ella, absorbiéndola y convir-
tiendo esta función en un estrago, que se consolida en forma de rechazo en la relación entre madre e
hija.
En la adolescencia, la maternidad puede plasmarse como un acto que permite lidiar con la recons-
trucción psíquica que experimenta el sujeto. Esta puede configurarse como: un salto hacia la adultez,
una salida a la relación estragante con la figura materna o la consolidación de los ideales familiares
asumidos por el individuo. Lo que resulta un suceso marcado por significantes adjudicados por la
pareja parental y la insondable decisión del ser.
Conflicto de intereses: las autoras declaran que no existen.
Declaración de contribución:
Las autoras recolectaron información científica actualizada, así como en la elaboración y organiza-
ción del documento.
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Recibido: 16 de abril de 2021
Aceptado: 22 de junio de 2021
Estrago materno y función materna en madres adolescentes. Un recorrido teórico y clínico
Maternal damage and maternal function in adolescent mothers. A theoretical and clinical
approach
https://doi.org/10.37135/ee.04.12.11
Autoras:
Alejandra Salomé Sarmiento Benavides1 – https://orcid.org/0000-0002-6404-418X
María Verónica Egas Reyes2 – https://orcid.org/0000-0002-5361-8213
1Universidad Nacional de Chimborazo, Riobamba-Ecuador.
2Pontificia Universidad Católica del Ecuador, Quito-Ecuador.
Autor de correspondencia: Alejandra Salomé Sarmiento Benavides. Email: asarmiento@u-
nach.edu.ec. Teléfono: 0984258784. Dirección postal: Ayacucho entre Pichincha y García
Moreno. Riobamba, Chimborazo, Ecuador.
RESUMEN
El embarazo en la adolescencia implica múltiples cambios somáticos, sociales y psicológicos.
En esta última dimensión, estrago y función materna constituyen dimensiones que requieren de
atención comúnmente. La bibliografía ofrece una amplia gama de abordajes teóricos que se
reflejan en la práctica psicoanalítica, al respecto se presenta una revisión apoyada en las expe-
riencias aportadas por especialistas en esa área. La información se recolectó en bases de datos
científicas reconocidas, tesis de graduación en repositorios universitarios y organizaciones no
gubernamentales de reconocimiento mundial por su actividad de asesoría, investigativa y acadé-
mica. Fundamentalmente, la información teórica se organizó de manera cronológica, la que
luego fue confrontada con las declaraciones de los profesionales entrevistados. Durante el
proceso, se siguieron los principios éticos investigativos universales, en garantía de la calidad y
rigor de las fuentes consultadas.
Palabras clave: conducta materna, psicoanálisis, embarazo en adolescencia.
ABSTRACT
Teenage pregnancy involves multiple somatic, social and psychological changes. In this last
dimension, damage and maternal function constitute dimensions that commonly require atten-
tion. The bibliography provides a wide range of theoretical approaches that are reflected in
psychoanalytic practice. In this regard, a review supported by the experiences contributed by
specialists in this area is presented. The information was collected in recognized scientific data-
bases, graduation thesis in university repositories and non-governmental organizations of world-
wide recognition for their advisory, investigative and academic activity. Fundamentally, the
theoretical information was organized chronologically, which was later compared with the state-
ments of the professionals interviewed. During the process, the universal investigative ethical
principles were followed in order to guarantee the quality and rigor of the searched sources.
Keywords: Maternal Behavior, Psychoanalysis, Pregnancy in Adolescence.
INTRODUCCIÓN
Generalmente, la madre asume la satisfacción de las necesidades del niño/a durante sus primeros
años de vida; quien, además, introduce al hijo/a en la estructura del lenguaje. Maternidad y femi-
nidad son procesos que se contraponen en cada mujer en el intento de alcanzar la sensación de
plenitud.
(1)
Freud es el primero en plantear elementos asociados con el complejo de castración en la relación
madre-hija, señalando que se genera una extrañación en forma de hostilidad, con el reproche de
la segunda por traerla incompleta. El término estrago (ravage) propuesto por Lacan establece
indicaciones sobre la dinámica en el lazo afectivo de la madre con su hija, asegura que sostenerla
puede llegar a ser insoportable, a tal punto en el que la mujer renuncia a su feminidad para ser
toda-madre, es ahí donde convierte a la hija en su objeto de deseo y la absorbe, en algunos casos
ocasionaría que en su vida adulta inicie una relación afectiva con una pareja que podría conver-
tirse en su estrago.
(2)
En la adolescencia, el individuo construye su identidad sexual, reorganiza las identificaciones y
reemplaza al Gran Otro primordial por el Otro social, se trata de un estado de transición que
promueve la autonomía psíquica.
(3)
La gestación y maternidad implican procesos biológicos,
psíquicos y sociales que suponen retos para las madres adolescentes, entre los que destaca la
posible separación de la estructura familiar.
(4)
Feminidad y función materna
El concepto de maternidad desde punto de vista biológico se asume como un proceso de cambios
fisiológicos en el organismo de la mujer con el fin de la gestación y el parto. El enfoque socioló-
gico vincula la maternidad con la familia, comprendiendo que es necesaria la presencia de un
sujeto femenino que posibilite la concepción de los hijos y asuma su cuidado, en medio de un
sistema social que tiene como objetivo primordial la reproducción. La teoría psicoanalítica plan-
teada por Sigmund Freud en 1910 manifiesta que: “el amor de la madre por el lactante […]
posee la naturaleza de una relación amorosa plenamente satisfactoria”. Esta última sugiere que
ese lazo genera sensaciones de agrado y autorrealización en la madre, similares a las que se
producen en las relaciones de pareja.
(5)
Durante su etapa como lactante, el sujeto está invadido por sensaciones provenientes del
ambiente que aún no asimila, debido a que se encuentra en el proceso de separar su yo del
mundo externo. Ese infante requiere asistencia permanente para satisfacer sus necesidades de
forma inmediata para su supervivencia: alimentación, vestimenta, sueño y protección. Además,
precisa de acompañamiento durante la construcción de su aparato psíquico por una persona que
asume la función materna.
(6)
El vínculo que desarrolla el bebé con su cuidador representa un lazo afectivo recíproco y primor-
dial, creándose características psíquicas importantes para su desarrollo que lo acompañarán
durante toda la vida. Generalmente, la madre asume la función materna, la que participa directa-
mente en el desarrollo psicosexual del niño/a mediante caricias, besos y abrazos, despertando
formas placenteras y de excitación sexual en el lactante que se generan en las zonas erógenas.
(7)
La masculinidad se vincula con la actividad y la agresividad; mientras que, la feminidad lo hace
con la pasividad. Sin embargo, la madre mantiene una postura completamente activa, lo que se
evidencia en el acto de la lactancia, esta entrega una parte de ella al hijo/a, controlando cuánto y
cuándo el bebé puede hacerlo.
En los primeros años de vida, el infante no ha desarrollado aún una postura con respecto a la
sexualidad. En las edades de 5 y 6 años, el niño/a atraviesa una etapa de complejo edípico,
descubriendo la diferencia sexual. Al ser poseedor del falo, el varón experimenta la castración al
final, pero la hembra descubre su falta y vive la castración antes; por lo tanto, su superyó no
alcanza la fuerza y el significado que viene de la cultura. La niña que asume su feminidad en
plenitud, implementará una búsqueda inconsciente de ese objeto fálico en la adultez a través de
la procreación con una pareja (un hijo la hará sentirse completa).
(8)
Melanie Klein atribuye gran importancia a la relación que desarrolla la madre con el niño/a. Esta
permite establecer relaciones relaciones de defensa, ansiedad y objeto en el lactante durante los
primeros meses de vida. En los primeros 3 o 4 meses de vida, el bebé atraviesa la posición esqui-
zoparanoide, colocando sus impulsos agresivos sobre el objeto en dependencia de la satisfacción
que este le proporcione. Posteriormente, pasa a la posición depresiva, percibiendo a la madre
como un objeto completo y se relaciona con ella de esa manera, en ciertos momentos experimen-
ta ambivalencias afectivas, por atravesar impulsos de amor y odio que intensifican su deseo de
aniquilar a la madre mala y perpetuar a la buena.
(9)
Cuando el vínculo entre el lactante y la madre no se consolida en afecto de felicidad, puede
deberse a conflictos contradictorios que atraviesa el niño/a, conduciéndolo a posibles fracasos
en el futuro. Las relaciones sociales podrían construirse en base a ansiedades exacerbadas sin
procesar. También, se pueden observar depresiones anormales o inesperadas en los bebés, las
que surgen de las dificultades generadas en esta relación primordial, disminuyendo su deseo.
(10)
Acerca de la existencia de un superyó primario, se piensa que el lactante realiza una introyección
precoz sobre los objetos buenos y malos que representan para él los fragmentos del cuerpo de la
madre, configurando al superyó como una parte del yo, que intenta regular esta agresividad e
impedirse provocar algún tipo de daño a la madre. Propone que el surgimiento del complejo de
Edipo se produce desde los cinco y seis meses de edad, cuando se atraviesa la posición depresi-
va, donde comienza a percibir el daño que causa con sus impulsos agresivos.
(11)
La frustración producto del destete genera el surgimiento del complejo edípico, aflorando
impulsos sádicos fortalecidos por las frustraciones anales y el sentimiento de culpa consecuente
de la formación del SuperYo que se establece por las fijaciones pregenitales. La fase preedípica
tiene una inclinación femenina, caracterizada por una tendencia sádica que se vincula con el
impulso epistemofílico, que conduce al infante varón a identificarse precozmente con la madre.
El cuerpo biológico de ella se convierte en la fuente de deseos y provocaciones sexuales, que son
poseídos imaginariamente por el hijo. Específicamente, zonas como los pechos representarán
abundancia, provocando que se establezca cierta envidia y competencia entre el niño y la madre.
En la infante mujer aparece la conciencia de la carencia del pene y percibe que la madre posee
el del padre, acercándose a este mediante una relación seductora y envolvente que genera mayor
distancia con la madre.
(12)
Durante la infancia, la niña es influenciada por las experiencias preedípicas y edípicas incons-
cientemente, influyendo en la búsqueda de una relación de pareja durante la vida adulta en su
búsqueda por satisfacer sus fantasías sádicas sexuales. Si logra ese éxito, la mujer siente que
alcanzó el lugar que tuvo su madre, haciéndola merecedora de los privilegios que le fueron arre-
batados durante la niñez. Las características narcisistas en la madre, la impulsan a buscar gratifi-
caciones personales que consigue a través de sus hijos, generando dependencia de estos que la
hacen indispensable y prolonga esa relación simbiótica.
(13)
Donald Winnicott plantea que, durante los primeros años de vida, el individuo debe vincularse
con un Otro materno para la supervivencia física y psíquica, configurando el perfil afectivo del
bebé. El infante debe saber manejar la separación de la madre, por lo que es importante crear un
espacio interpersonal. Este autor propone el término objeto transicional para el elemento donde
deposita sus afectos, permitiendo el corte necesario con la madre.
(14)
Los niños poseen el rasgo psíquico de bisexualidad, en el que se configuran elementos femeni-
nos y masculinos. Los primeros están asociados al ser y los segundos al hacer, ambos elementos
tienen una función determinada y son necesarios para la construcción del aparato psíquico.
(15)
En torno a la madre del lactante (que asume adecuadamente su función) existen elementos que
posibilitan el tránsito de la dependencia absoluta a la independencia del hijo/a:
(16)
Holding o sostenimiento, manera de acunar entre sus brazos al bebé, asociado con sensa-
ciones esporádicas que niegan la posibilidad de un reaseguramiento y contención de las
ansiedades psicóticas en base a la realidad externa del ser.
Manipulación, satisfacción corporal del niño mediante la relación psicosomática y la
coordinación.
Mostración de objetos, contacto entre el lactante y los objetos de su entorno.
Jacques Lacan manifiesta que el cuidador puede pertenecer al otro género, lo único que necesita
es amar y proteger al lactante de manera oportuna y apropiada. Por eso, resalta la relevancia de
la figura materna, por ser quien se convertirá en el Gran Otro primordial, posibilitando la cons-
trucción del cuerpo simbólico del infante mediante el lenguaje como discurso del Otro.
(17)
En la etapa de la niñez, el vínculo con la figura materna es esencial en el desarrollo del proceso
de constitución subjetiva denominado estadío del espejo, el que se genera entre los 6 y 18 meses
de edad. Aquí, se construye la imagen unificada del bebé que permite reconocerse a sí mismo y
a otros. Se configura el registro imaginario y el narcisismo, marcando el comienzo de la relación
del infante con su contexto.
(18)
La mujer vive la maternidad como un privilegio, puesto que el contacto físico le ofrece mucha
satisfacción narcisista. Los recuerdos y experiencias que la mujer vivió durante la infancia le
ayudan a crear y sostener el sentimiento materno, abrigando al lactante. Para el niño/a la imagen
del seno materno produce una sensación de protección y complementación; por lo que, al darse
el destete debe sublimar dicha pérdida.
(19)
Existe una relación entre el complejo de Edipo, el ideal del yo, el superyó y la realidad. El infan-
te adquiere identificaciones sexuales que posibilitan asumir el género para relacionarse con su
entorno, lo que se asocia al ideal del yo. La metáfora paterna que es el complejo de Edipo
propuesto con tres funciones simbólicas: objeto, deseo de la madre y del padre. Esta última
función introduce a todos los participantes en la metáfora, separando al niño del deseo materno
y permite el desarrollo el SuperYo y su propio deseo.
(20)
El goce que experimenta la mujer no es fálico. Al estar castrada, no tiene el temor que posee el
varón a perder el falo. No existe una forma de goce universal y generalizado que caracteriza a
las mujeres, pues la singularidad favorece una forma propia e individual de satisfacción.
(21)
Aproximaciones al estrago materno
El estrago materno se produce cuando la relación entre la figura materna y el niño se vuelve
absorbente. La palabra estrago proviene del término en francés “ravage” que significa devasta-
ción y destrucción. El infante se queda envuelto en el deseo mortífero de la madre que evidencia
la voracidad que ella ejerce en su función, provocando una descompensación a nivel del aparato
psíquico e impide la separación.
(22)
La maternidad es insuficiente ante la presencia del deseo y goce que experimenta el infante
cuando la madre se convierte en el vehículo que traslada el significante del nombre del padre
hacia el hijo/a y anula su deseo como mujer. Esto hace que sature la falta de su vástago, resultan-
do devastador.
(23)
La mujer elije inconscientemente el camino del estrago cuando surgen dos elementos: la actividad
evidenciada en todas las muestras de afecto hacia su hijo/a y la pasividad reflejada en los planos
social y sexual. La madre absoluta renuncia al placer que obtendría como mujer, lo que la conduce
a devorar al hijo/a, el segundo podría generar una fantasía masoquista en la vida adulta.
(24)
La relación estragante aparece cuando la figura materna no cuenta con los recursos simbólicos
suficientes durante los primeros años de vida del niño/a, incumpliendo con la función encomen-
dada, pudiendo significar que no existe el deseo materno o no lo ha desarrollado.
(25)
A través de la metáfora del cocodrilo, Lacan describe la manera en que opera el estrago materno:
la boca del animal representa el deseo materno; el infante, su alimento; el agua es el lenguaje y
la transmisión de significantes y la barra atravesada en la boca del cocodrilo se refiere al falo.
Así, sugiere que el deseo materno debe ser refrenado mediante el falo, existiendo una tercera
función que separa al niño/a de la figura materna e impide la depredación.
(26)
El deseo de la madre es mortífero si la relación afectiva con el niño/a es excesiva. Cuatro signifi-
cantes interactúan en el estrago: la devoración, lo insaciable, el capricho y la destrucción. Este
fenómeno provoca marcas irreversibles que se evidencian en individuos que no construyen una
inscripción simbólica, por la ausencia o poca presencia de la función paterna, conduciendo a
inexistencia de regulación del capricho materno.
(27)
El fenómeno del estrago puede verse de diferentes maneras:
(28)
Si está configurado desde la realidad no permite que el sujeto construya símbolos propios,
condenándolo a constituirse en objeto del Otro.
Elemento que impide al individuo relacionarse con el objeto fálico.
La madre fijada como el Otro, excluyendo al sujeto de la ley simbólica.
La relación madre-hija estragante con una connotación amorosa y torturante tiende a ser
devastadora y muy parecida al goce femenino pleno.
La presencia de la niña puede provocar que la madre experimente un desencuentro con su propia
castración, evocando las marcas producidas durante el complejo edípico de manera intolerable.
(29)
Cada mujer crea su propio modo de gozar y demanda un significante que le adjudique su identi-
dad de género. La construcción de su propia feminidad resulta uno de los propósitos de las niñas
al llegar a la adultez.
(30)
El estrago materno puede expresarse en forma de un amor excesivo o a través de una conducta
total o parcialmente despreocupada y/o negligente. La mujer que experimenta la maternidad
coloca al futuro bebé como un semblante, por el hecho de llevar un nuevo ser al interior de su
cuerpo, aparentando que va a constituirse en el objeto fálico que cubrirá su falta.
(31)
La complejidad subjetiva en el individuo se configura al no encontrar un objeto que le permita
establecer un anclaje fálico. En unas ocasiones, el partenaire simula un efecto similar, en otras,
los hijos/as se ubican como medio para esa satisfacción. Aunque, en la mayoría de casos esos
objetos no funcionan por un tiempo prolongado; de ahí, que la mujer busca otras vías para sobre-
llevar esa insatisfacción, pudiendo presentarse como síntoma o mediante el consumo de sustan-
cias, entre otras.
(32)
Pubertad, adolescencia y maternidad
El término Umgelstatung implica forma y morfos para referirse a la pubertad. Esta etapa del
desarrollo se conoce como la metamorfosis de la pubertad, en la que se reorganiza la vida sexual
infantil debido a que, las identificaciones y semblantes que construyó durante la niñez han perdi-
do la capacidad de sostenerlo. Además, enfrenta un despertar sexual distinto mediante recursos
imaginarios y simbólicos mucho más amplios, donde el otro ocupa un lugar primordial.
(33)
La pubertad puede ser vista como un túnel perforado que parte de las experiencias y recuerdos
infantiles hasta las escenas y fantasías asociadas a la sexualidad adulta. El púber se deslinda de
los objetos infantiles y empieza a vivir una transformación corporal progresiva que responde a
un nuevo modo de goce, escogiendo un objeto que garantice esa satisfacción. Además, el sujeto
pierde su concepción sobre los padres como Otros absolutos, ubicándolos como seres mortales
y reemplazables sin ninguna autoridad.
(34)
En la pubertad, el individuo experimenta un goce invasivo e irreconocible a nivel del cuerpo
real, sumando una imagen corporal retrógrada que no amortigua dicho goce. El sujeto asimila,
acomoda e introyecta ese nuevo esquema corporal, volviendo a desarrollar la conexión psicoso-
mática mediada por los registros imaginario, simbólico y real.
(35)
El empuje hormonal en la pubertad no implica cambios biológicos únicamente, pues está media-
do por el lenguaje y resulta una transformación total. Al finalizar este período, el ser humano
aprenderá un modo de relacionarse con el otro que ocupa el lugar de partenaire sexual.
(36)
En la adolescencia, se actualizan los conflictos sexuales latentes en la infancia del individuo,
exacerbando instancias psíquicas como la importancia del yo y la dinamización de los mecanis-
mos de defensa. Este es un proceso natural de descubrimiento personal a través de un desarrollo
emocional que debe vivirse plenamente. También se ve como una etapa denominada identidad
vs confusión o difusión, construyendo la identidad basándose en los recursos sociales que tiene
a su disposición, lo que implica un momento crítico en el que experimenta frustraciones, dudas,
imposición de metas, además de cambios afectivos y cognitivos.
(37)
Entre los impasses, pérdidas y construcciones que el adolescente atraviesa, la temporalidad
psíquica se presenta como un elemento relevante, ya que se trata de un estado que obliga al indi-
viduo a renunciar a la cobertura simbólica otorgada por el Otro primordial en la niñez. En esta
se producen reelaboraciones subjetivas congruentes con un cuerpo físico que produce asombro,
mientras se acompaña por el Otro en busca de encontrar un lugar y pertenencia en lo social. Así,
la temporalidad psíquica o lógica es el tiempo que requiere un individuo para procesar los cam-
bios biológicos y psicológicos, además de las manifestaciones pulsionales. Si no concibe esas
modificaciones, el individuo mantiene las marcas infantiles, obstaculizando la generación del
deseo singular.
(38)
Otro aspecto de gran importancia es la fantasía, el sujeto neurótico se sirve de diversos recursos
que no surgen de la realidad. La fantasía implementa una realidad paralela en la que la persona
se posiciona como protagonista de su historia, convirtiéndolo en un modo de sobrellevar la
angustia de vivir. El adolescente utiliza este recurso para movilizar el deseo, identificaciones,
ideales y la configuración de la imagen inconsciente del cuerpo.
(39)
Diversas experiencias inconscientes que el sujeto vive en la etapa pre y postnatal pueden consi-
derarse como la causa de conductas de riesgo, tales como:
(40)
La tendencia al suicidio ligada al deseo de la madre por interrumpir el embarazo o una
necesidad a terminar con su niñez.
La inclinación para fugarse, implicando una distancia ante el comportamiento cultural-
mente normalizado.
El consumo de drogas, como vía para mitigar los cambios que atraviesan, pudiendo
llegar a constituirse en un semblante temporal que estabiliza la libido ante la posibilidad
de procreación.
El embarazo para consolidar un corte de estado que agilite la llegada a la adultez.
La posibilidad de la concepción influye en la aparición de dos significantes que se complemen-
tan y marcan al sujeto femenino: ser mujer y ser madre. El primero se relaciona con el modo de
satisfacer el goce sexual, da respuesta al placer sexual masculino y le conecta con la identidad
femenina. El segundo está vinculado con la incógnita del origen mismo del ser: ¿de dónde veni-
mos?, lo que confronta a la realidad de la procreación y la búsqueda de consolidar al hijo como
el objeto fálico.
(41)
El embarazo se concibe como un llamado al Otro (madre, el padre, la pareja, etc.), en forma de
un mensaje que se requiere descifrar. Durante la adolescencia, este acto anuda dudas y probables
conflictos en la relación madre-hija, ya que ambas pasan a tener la misma posición.
(42)
Socialmente, el embarazo adolescente puede ser asumido como un descuido o un error que
demuestra la vulnerabilidad en la toma de decisiones por el individuo e involucra a toda la fami-
lia. Biológicamente, evidencia un estado adecuado de salud y madurez física. Emocionalmente,
muestra una aparente confusión y temor. Desde la perspectiva psicoanalítica, se cree que la
mujer desea inconscientemente ser madre, desde ese punto de vista, el embarazo adolescente es
deseado, aunque no sea planificado en algunas ocasiones.
(43)
Existen cuatro factores que influyen en el embarazo adolescente:
(44)
Lugar que ocupa en su grupo familiar y genera un deseo precoz de concebir un hijo.
Respuesta ante la relación de afecto con la figura materna.
Conflicto edípico mezclado con un error.
Deseo de tener progenie.
En la construcción de la identidad, el adolescente se confronta a un Otro exigente cultural ante
el que debe posicionarse y mantener un lugar social. Al convertirse en madre, algunas mujeres
adquieren la identidad que se ensambla con la adultez. En 2006, Amorín refirió que, la madre
adolescente deposita sobre el hijo/a la ilusión de mantener un hogar, sobrecargándolo de ideales
que puede asociarse con la satisfacción de carencias afectivas en su pasado.
(45)
REE Volumen 15(3) Riobamba sep. - dic. 2021
FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD
ISSN-impreso 1390-7581
ISSN-digital 2661-6742
Visión de la función y estrago maternos desde la práctica clínica
La entrevista a tres especialistas en psicoanálisis permitió observar que coincidieron al afirmar
que, en la clínica no es posible anticipar y generalizar las respuestas en sujetos bajo una situación
similar. La singularidad de cada caso atendiendo a los recursos simbólicos desarrollados.
Estos destacan que el parto no constituye el elemento que garantiza la formación del vínculo
entre recién nacido y la figura materna. Debe existir un proceso de acogida, adopción y deseo
por la madre. La adopción puede ser directa ante la ausencia del padre o mediada por este por su
presencia.
La maternidad y paternidad deben ser reforzados por otros componentes sociales. Las relaciones
totalmente armoniosas no existen, aunque no se evidencien ausencias, negligencias, reproches,
entre otros actos reprobables. Este desencuentro se refuerza con el desarrollo del lenguaje.
Algunas familias manifiestan una participación importante en la vida de las adolescentes emba-
razadas; sin embargo, no se observan lazos complejos con la figura materna y carecen de
elementos simbólicos suficientes, sin que se distingan los roles de sus miembros, siendo confu-
sos y precarios.
La repetición es parte de la realidad individual, pero existe una reactualización generacional que
plantea historias únicas, la que pudiera ser un modo de resolver situaciones inconclusas.
En ciertos casos y varios momentos, la madre se torna caprichosa, antojadiza y estragante,
pudiendo parar si se encuentra castrada, pero quedarán huellas en el hijo/a.
Las adolescentes que abandonan la formación escolar pierden un posible espacio para sublimar
la pulsión. Algunas instituciones educativas toleran el embarazo en sus entornos sin darles el
apoyo y acompañamiento necesarios.
Finalmente, concuerdan en que la adolescencia constituye un desafío debido a la incertidumbre
que genera el futuro en el sujeto, además de las dificultades simbólicas y reales que aparecen.
El especialista 1 afirma que la mujer que se convierte en madre genera la división primordial. La
adolescencia juega un papel fundamental en el desarrollo de la sexualidad y el embarazo precoz
obliga a renunciar a una parte de la feminidad tempranamente y reinventarse en su ser de mujer,
para cumplir con la función materna.
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BY
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Además, refiere experiencias de casos donde el vínculo con la madre resulta traumático, destacando que
esta relación es susceptible a lo inesperado por la influencia de lo deseado y lo indeseado.
El estrago materno debe ser tratado cautelosamente, ya que podría culpabilizar a las madres, resaltando
dos indicaciones: la madre en la posición de la pareja (el hombre como estrago) y el hombre personifi-
cando a la madre.
Manifiesta que la madre se vuelve estragante al asumir plenamente ese papel y deja de ser mujer, asegu-
rando que existen casos en que la maternidad pone un freno al goce del sujeto al modificar su comporta-
miento a partir de la llegada de su hijo/a, pero separarla podría desubicarla nuevamente.
Acerca del embarazo adolescente, sostiene que en cada caso se manifiestan efectos diferentes ante
factores predeterminantes similares. Su participación en investigaciones posibilitó que encontrara
entornos familiares que conciben esta etapa de la vida como lo aceptable, en estos se comparte el espa-
cio físico y las funciones de los miembros.
Considera que, en determinadas condiciones sociales, el embarazo adolescente reiterado en una misma
joven se torna una decisión personal. Alude al caso observado en un documental con una chica de 12
años que se enorgullecía por ser pareja de un narcotraficante; su papá se sentía culpable y decía: “yo no
estuve ahí, yo pude haber evitado esto, yo me fui, no estuve, ella es una niña, ella se chupa el dedo para
dormir todavía”, visualizándose un acto fantasmático que sugiere un deseo por separarse de los padres,
sin que se constituyera en un acto logrado.
Concluye que detrás de las personas que ejercen los roles parentales hay hombres y mujeres, cuyas
particularidades identitarias más íntimas pueden explorarse mediante el psicoanálisis.
El especialista 2 concibe a la madre como un agente que posibilita la operacionalización de la función
del padre, introduciendo al infante en el lenguaje, produciendo la inscripción simbólica, le adjudica un
lugar y lo convierte en un objeto de deseo, a la vez que genera una hiancia que posibilitará que se vuelva
sujeto.
Con respecto a la dinámica entre madre e hija asociados al estrago, la primera tiene una actitud de recha-
zo; mientras que la segunda, de reproche. Entre ambas existe tendencia a la insatisfacción susceptible
de devoración. En algunos casos, esta dinámica se constituye en una queja histérica y no desencadena
en estrago.
En una experiencia de trabajo grupal con madres adolescentes, que se encontraban en un albergue de la
ciudad de Quito, percibió que existía una cierta correlación entre la condición económica, cultural,
social y el embarazo. Existía precariedad simbólica en las familias y relaciones casi de pares entre algu-
nas madres e hijas. Varias de estas chicas tenían posturas muy sexualizadas y no querían renunciar a
eso para asumir la maternidad. Una vez más, en una situación similar, algunas asumieron su función
materna y se notaba un descuido de sí mismas, proyectando una imagen envejecida; mientras que, otras
rechazaban a sus hijos mediante actos negligentes.
Menciona que la repetición se produce a nivel de la realidad, abriendo la posibilidad de circunstancias
distintas para ese hijo/a, es decir, el estrago podría quedarse en la relación entre la madre y la hija,
mientras que este nuevo ser queda separado de esa dinámica.
El especialista 3 manifiesta que en el trabajo clínico con madres e hijos/as aparece la dependencia
como un fenómeno muy común. Sin embargo, recalca que tiene diferentes connotaciones de acuerdo
con elementos sociales generacionales; en su experiencia, hace 10 años se creía que el vínculo debía
posibilitar la independencia como punto de partida; mientras que, actualmente se habla sobre cómo
construir independencia en el punto de partida. La dependencia madre hijo/a debe analizarse desde los
primeros años de vida.
Considera el concepto de estrago materno atendiendo a las particularidades de cada época o genera-
ción. Durante el ejercicio clínico atendió algunas madres que establecen relaciones extremadamente
dependientes con sus hijos/as y viceversa, aspecto que podría generarse en contextos excepcionales
cuando el padre es ausente. Hace alusión a lo manifestado por Silvia Ons, acerca de la caída del nombre
del padre relacionada con el declive de la masculinidad y la presencia socialmente desvalorizada del
padre.
La dependencia tiene la potencialidad de impedir que el sujeto alcance autonomía en la adultez, ocasio-
nando una profunda desconfianza hacia la figura que la genera y que las decisiones pasen por la apro-
bación de la madre. A esto, se agrega una sexualización precoz ejercida sobre los hijos/as, como un
sentido de propiedad, donde se utilizan significantes como: compañero/a, amiga, marido, maridito,
entre otros; no se experimenta como algo patológico, hasta que aparece algún síntoma.
En relación con el embarazo adolescente, plantea que debe contemplarse en tiempo y espacio geográfi-
co. En ciertos contextos tiene cierta funcionalidad, tal como: liberarse del núcleo familiar. En zonas
rurales, resulta culturalmente aceptable y tiene una connotación comunitaria. En ciertos entornos urba-
nos, se asocia con un componente social sin que represente implicación afectiva sino en relaciones
casuales.
Algunos padres, cuyos hijos adolescentes cuentan con pareja formal o regular, imponen su deseo de
tener nietos y los inducen a tener hijos tempranamente, lo que ocurre comúnmente cuando existe una
profunda dependencia hacia los progenitores y buscan afirmación dentro de la vida familiar en esta
etapa del desarrollo individual. Aunque, pueden presentarse casos en que se pretende restituir el víncu-
lo familiar, empleando al nuevo integrante como elemento cohesionador al cumplir el anhelo de ser
abuelo(a).
Si el adolescente no pone en palabras las angustias del embarazo, las angustias del embarazo de su
pareja, si no hay alguien con quien se pueda tratar las emociones que están presentes, las dificultades
que están presentes, la construcción de la maternidad y paternidad se vuelve un enorme desafío,
cuando todavía no tienen ese enorme capital simbólico que da la madurez.
Muchos padres tienen la tendencia a proyectar sus aspiraciones frustradas en el orden personal o
profesional en sus hijos(as), incidiendo para que las asuman como propias.
CONCLUSIONES
La función materna constituye un generador de amor, protección y cuidado al niño/a, siendo indis-
pensable para la supervivencia del sujeto durante sus primeros años de vida. Pero, la madre puede
llegar a devorar subjetivamente a la hija cuando esta decide separarse de ella, absorbiéndola y convir-
tiendo esta función en un estrago, que se consolida en forma de rechazo en la relación entre madre e
hija.
En la adolescencia, la maternidad puede plasmarse como un acto que permite lidiar con la recons-
trucción psíquica que experimenta el sujeto. Esta puede configurarse como: un salto hacia la adultez,
una salida a la relación estragante con la figura materna o la consolidación de los ideales familiares
asumidos por el individuo. Lo que resulta un suceso marcado por significantes adjudicados por la
pareja parental y la insondable decisión del ser.
Conflicto de intereses: las autoras declaran que no existen.
Declaración de contribución:
Las autoras recolectaron información científica actualizada, así como en la elaboración y organiza-
ción del documento.
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Recibido: 16 de abril de 2021
Aceptado: 22 de junio de 2021
Estrago materno y función materna en madres adolescentes. Un recorrido teórico y clínico
Maternal damage and maternal function in adolescent mothers. A theoretical and clinical
approach
https://doi.org/10.37135/ee.04.12.11
Autoras:
Alejandra Salomé Sarmiento Benavides1 – https://orcid.org/0000-0002-6404-418X
María Verónica Egas Reyes2 – https://orcid.org/0000-0002-5361-8213
1Universidad Nacional de Chimborazo, Riobamba-Ecuador.
2Pontificia Universidad Católica del Ecuador, Quito-Ecuador.
Autor de correspondencia: Alejandra Salomé Sarmiento Benavides. Email: asarmiento@u-
nach.edu.ec. Teléfono: 0984258784. Dirección postal: Ayacucho entre Pichincha y García
Moreno. Riobamba, Chimborazo, Ecuador.
RESUMEN
El embarazo en la adolescencia implica múltiples cambios somáticos, sociales y psicológicos.
En esta última dimensión, estrago y función materna constituyen dimensiones que requieren de
atención comúnmente. La bibliografía ofrece una amplia gama de abordajes teóricos que se
reflejan en la práctica psicoanalítica, al respecto se presenta una revisión apoyada en las expe-
riencias aportadas por especialistas en esa área. La información se recolectó en bases de datos
científicas reconocidas, tesis de graduación en repositorios universitarios y organizaciones no
gubernamentales de reconocimiento mundial por su actividad de asesoría, investigativa y acadé-
mica. Fundamentalmente, la información teórica se organizó de manera cronológica, la que
luego fue confrontada con las declaraciones de los profesionales entrevistados. Durante el
proceso, se siguieron los principios éticos investigativos universales, en garantía de la calidad y
rigor de las fuentes consultadas.
Palabras clave: conducta materna, psicoanálisis, embarazo en adolescencia.
ABSTRACT
Teenage pregnancy involves multiple somatic, social and psychological changes. In this last
dimension, damage and maternal function constitute dimensions that commonly require atten-
tion. The bibliography provides a wide range of theoretical approaches that are reflected in
psychoanalytic practice. In this regard, a review supported by the experiences contributed by
specialists in this area is presented. The information was collected in recognized scientific data-
bases, graduation thesis in university repositories and non-governmental organizations of world-
wide recognition for their advisory, investigative and academic activity. Fundamentally, the
theoretical information was organized chronologically, which was later compared with the state-
ments of the professionals interviewed. During the process, the universal investigative ethical
principles were followed in order to guarantee the quality and rigor of the searched sources.
Keywords: Maternal Behavior, Psychoanalysis, Pregnancy in Adolescence.
INTRODUCCIÓN
Generalmente, la madre asume la satisfacción de las necesidades del niño/a durante sus primeros
años de vida; quien, además, introduce al hijo/a en la estructura del lenguaje. Maternidad y femi-
nidad son procesos que se contraponen en cada mujer en el intento de alcanzar la sensación de
plenitud.
(1)
Freud es el primero en plantear elementos asociados con el complejo de castración en la relación
madre-hija, señalando que se genera una extrañación en forma de hostilidad, con el reproche de
la segunda por traerla incompleta. El término estrago (ravage) propuesto por Lacan establece
indicaciones sobre la dinámica en el lazo afectivo de la madre con su hija, asegura que sostenerla
puede llegar a ser insoportable, a tal punto en el que la mujer renuncia a su feminidad para ser
toda-madre, es ahí donde convierte a la hija en su objeto de deseo y la absorbe, en algunos casos
ocasionaría que en su vida adulta inicie una relación afectiva con una pareja que podría conver-
tirse en su estrago.
(2)
En la adolescencia, el individuo construye su identidad sexual, reorganiza las identificaciones y
reemplaza al Gran Otro primordial por el Otro social, se trata de un estado de transición que
promueve la autonomía psíquica.
(3)
La gestación y maternidad implican procesos biológicos,
psíquicos y sociales que suponen retos para las madres adolescentes, entre los que destaca la
posible separación de la estructura familiar.
(4)
Feminidad y función materna
El concepto de maternidad desde punto de vista biológico se asume como un proceso de cambios
fisiológicos en el organismo de la mujer con el fin de la gestación y el parto. El enfoque socioló-
gico vincula la maternidad con la familia, comprendiendo que es necesaria la presencia de un
sujeto femenino que posibilite la concepción de los hijos y asuma su cuidado, en medio de un
sistema social que tiene como objetivo primordial la reproducción. La teoría psicoanalítica plan-
teada por Sigmund Freud en 1910 manifiesta que: “el amor de la madre por el lactante […]
posee la naturaleza de una relación amorosa plenamente satisfactoria”. Esta última sugiere que
ese lazo genera sensaciones de agrado y autorrealización en la madre, similares a las que se
producen en las relaciones de pareja.
(5)
Durante su etapa como lactante, el sujeto está invadido por sensaciones provenientes del
ambiente que aún no asimila, debido a que se encuentra en el proceso de separar su yo del
mundo externo. Ese infante requiere asistencia permanente para satisfacer sus necesidades de
forma inmediata para su supervivencia: alimentación, vestimenta, sueño y protección. Además,
precisa de acompañamiento durante la construcción de su aparato psíquico por una persona que
asume la función materna.
(6)
El vínculo que desarrolla el bebé con su cuidador representa un lazo afectivo recíproco y primor-
dial, creándose características psíquicas importantes para su desarrollo que lo acompañarán
durante toda la vida. Generalmente, la madre asume la función materna, la que participa directa-
mente en el desarrollo psicosexual del niño/a mediante caricias, besos y abrazos, despertando
formas placenteras y de excitación sexual en el lactante que se generan en las zonas erógenas.
(7)
La masculinidad se vincula con la actividad y la agresividad; mientras que, la feminidad lo hace
con la pasividad. Sin embargo, la madre mantiene una postura completamente activa, lo que se
evidencia en el acto de la lactancia, esta entrega una parte de ella al hijo/a, controlando cuánto y
cuándo el bebé puede hacerlo.
En los primeros años de vida, el infante no ha desarrollado aún una postura con respecto a la
sexualidad. En las edades de 5 y 6 años, el niño/a atraviesa una etapa de complejo edípico,
descubriendo la diferencia sexual. Al ser poseedor del falo, el varón experimenta la castración al
final, pero la hembra descubre su falta y vive la castración antes; por lo tanto, su superyó no
alcanza la fuerza y el significado que viene de la cultura. La niña que asume su feminidad en
plenitud, implementará una búsqueda inconsciente de ese objeto fálico en la adultez a través de
la procreación con una pareja (un hijo la hará sentirse completa).
(8)
Melanie Klein atribuye gran importancia a la relación que desarrolla la madre con el niño/a. Esta
permite establecer relaciones relaciones de defensa, ansiedad y objeto en el lactante durante los
primeros meses de vida. En los primeros 3 o 4 meses de vida, el bebé atraviesa la posición esqui-
zoparanoide, colocando sus impulsos agresivos sobre el objeto en dependencia de la satisfacción
que este le proporcione. Posteriormente, pasa a la posición depresiva, percibiendo a la madre
como un objeto completo y se relaciona con ella de esa manera, en ciertos momentos experimen-
ta ambivalencias afectivas, por atravesar impulsos de amor y odio que intensifican su deseo de
aniquilar a la madre mala y perpetuar a la buena.
(9)
Cuando el vínculo entre el lactante y la madre no se consolida en afecto de felicidad, puede
deberse a conflictos contradictorios que atraviesa el niño/a, conduciéndolo a posibles fracasos
en el futuro. Las relaciones sociales podrían construirse en base a ansiedades exacerbadas sin
procesar. También, se pueden observar depresiones anormales o inesperadas en los bebés, las
que surgen de las dificultades generadas en esta relación primordial, disminuyendo su deseo.
(10)
Acerca de la existencia de un superyó primario, se piensa que el lactante realiza una introyección
precoz sobre los objetos buenos y malos que representan para él los fragmentos del cuerpo de la
madre, configurando al superyó como una parte del yo, que intenta regular esta agresividad e
impedirse provocar algún tipo de daño a la madre. Propone que el surgimiento del complejo de
Edipo se produce desde los cinco y seis meses de edad, cuando se atraviesa la posición depresi-
va, donde comienza a percibir el daño que causa con sus impulsos agresivos.
(11)
La frustración producto del destete genera el surgimiento del complejo edípico, aflorando
impulsos sádicos fortalecidos por las frustraciones anales y el sentimiento de culpa consecuente
de la formación del SuperYo que se establece por las fijaciones pregenitales. La fase preedípica
tiene una inclinación femenina, caracterizada por una tendencia sádica que se vincula con el
impulso epistemofílico, que conduce al infante varón a identificarse precozmente con la madre.
El cuerpo biológico de ella se convierte en la fuente de deseos y provocaciones sexuales, que son
poseídos imaginariamente por el hijo. Específicamente, zonas como los pechos representarán
abundancia, provocando que se establezca cierta envidia y competencia entre el niño y la madre.
En la infante mujer aparece la conciencia de la carencia del pene y percibe que la madre posee
el del padre, acercándose a este mediante una relación seductora y envolvente que genera mayor
distancia con la madre.
(12)
Durante la infancia, la niña es influenciada por las experiencias preedípicas y edípicas incons-
cientemente, influyendo en la búsqueda de una relación de pareja durante la vida adulta en su
búsqueda por satisfacer sus fantasías sádicas sexuales. Si logra ese éxito, la mujer siente que
alcanzó el lugar que tuvo su madre, haciéndola merecedora de los privilegios que le fueron arre-
batados durante la niñez. Las características narcisistas en la madre, la impulsan a buscar gratifi-
caciones personales que consigue a través de sus hijos, generando dependencia de estos que la
hacen indispensable y prolonga esa relación simbiótica.
(13)
Donald Winnicott plantea que, durante los primeros años de vida, el individuo debe vincularse
con un Otro materno para la supervivencia física y psíquica, configurando el perfil afectivo del
bebé. El infante debe saber manejar la separación de la madre, por lo que es importante crear un
espacio interpersonal. Este autor propone el término objeto transicional para el elemento donde
deposita sus afectos, permitiendo el corte necesario con la madre.
(14)
Los niños poseen el rasgo psíquico de bisexualidad, en el que se configuran elementos femeni-
nos y masculinos. Los primeros están asociados al ser y los segundos al hacer, ambos elementos
tienen una función determinada y son necesarios para la construcción del aparato psíquico.
(15)
En torno a la madre del lactante (que asume adecuadamente su función) existen elementos que
posibilitan el tránsito de la dependencia absoluta a la independencia del hijo/a:
(16)
Holding o sostenimiento, manera de acunar entre sus brazos al bebé, asociado con sensa-
ciones esporádicas que niegan la posibilidad de un reaseguramiento y contención de las
ansiedades psicóticas en base a la realidad externa del ser.
Manipulación, satisfacción corporal del niño mediante la relación psicosomática y la
coordinación.
Mostración de objetos, contacto entre el lactante y los objetos de su entorno.
Jacques Lacan manifiesta que el cuidador puede pertenecer al otro género, lo único que necesita
es amar y proteger al lactante de manera oportuna y apropiada. Por eso, resalta la relevancia de
la figura materna, por ser quien se convertirá en el Gran Otro primordial, posibilitando la cons-
trucción del cuerpo simbólico del infante mediante el lenguaje como discurso del Otro.
(17)
En la etapa de la niñez, el vínculo con la figura materna es esencial en el desarrollo del proceso
de constitución subjetiva denominado estadío del espejo, el que se genera entre los 6 y 18 meses
de edad. Aquí, se construye la imagen unificada del bebé que permite reconocerse a sí mismo y
a otros. Se configura el registro imaginario y el narcisismo, marcando el comienzo de la relación
del infante con su contexto.
(18)
La mujer vive la maternidad como un privilegio, puesto que el contacto físico le ofrece mucha
satisfacción narcisista. Los recuerdos y experiencias que la mujer vivió durante la infancia le
ayudan a crear y sostener el sentimiento materno, abrigando al lactante. Para el niño/a la imagen
del seno materno produce una sensación de protección y complementación; por lo que, al darse
el destete debe sublimar dicha pérdida.
(19)
Existe una relación entre el complejo de Edipo, el ideal del yo, el superyó y la realidad. El infan-
te adquiere identificaciones sexuales que posibilitan asumir el género para relacionarse con su
entorno, lo que se asocia al ideal del yo. La metáfora paterna que es el complejo de Edipo
propuesto con tres funciones simbólicas: objeto, deseo de la madre y del padre. Esta última
función introduce a todos los participantes en la metáfora, separando al niño del deseo materno
y permite el desarrollo el SuperYo y su propio deseo.
(20)
El goce que experimenta la mujer no es fálico. Al estar castrada, no tiene el temor que posee el
varón a perder el falo. No existe una forma de goce universal y generalizado que caracteriza a
las mujeres, pues la singularidad favorece una forma propia e individual de satisfacción.
(21)
Aproximaciones al estrago materno
El estrago materno se produce cuando la relación entre la figura materna y el niño se vuelve
absorbente. La palabra estrago proviene del término en francés “ravage” que significa devasta-
ción y destrucción. El infante se queda envuelto en el deseo mortífero de la madre que evidencia
la voracidad que ella ejerce en su función, provocando una descompensación a nivel del aparato
psíquico e impide la separación.
(22)
La maternidad es insuficiente ante la presencia del deseo y goce que experimenta el infante
cuando la madre se convierte en el vehículo que traslada el significante del nombre del padre
hacia el hijo/a y anula su deseo como mujer. Esto hace que sature la falta de su vástago, resultan-
do devastador.
(23)
La mujer elije inconscientemente el camino del estrago cuando surgen dos elementos: la actividad
evidenciada en todas las muestras de afecto hacia su hijo/a y la pasividad reflejada en los planos
social y sexual. La madre absoluta renuncia al placer que obtendría como mujer, lo que la conduce
a devorar al hijo/a, el segundo podría generar una fantasía masoquista en la vida adulta.
(24)
La relación estragante aparece cuando la figura materna no cuenta con los recursos simbólicos
suficientes durante los primeros años de vida del niño/a, incumpliendo con la función encomen-
dada, pudiendo significar que no existe el deseo materno o no lo ha desarrollado.
(25)
A través de la metáfora del cocodrilo, Lacan describe la manera en que opera el estrago materno:
la boca del animal representa el deseo materno; el infante, su alimento; el agua es el lenguaje y
la transmisión de significantes y la barra atravesada en la boca del cocodrilo se refiere al falo.
Así, sugiere que el deseo materno debe ser refrenado mediante el falo, existiendo una tercera
función que separa al niño/a de la figura materna e impide la depredación.
(26)
El deseo de la madre es mortífero si la relación afectiva con el niño/a es excesiva. Cuatro signifi-
cantes interactúan en el estrago: la devoración, lo insaciable, el capricho y la destrucción. Este
fenómeno provoca marcas irreversibles que se evidencian en individuos que no construyen una
inscripción simbólica, por la ausencia o poca presencia de la función paterna, conduciendo a
inexistencia de regulación del capricho materno.
(27)
El fenómeno del estrago puede verse de diferentes maneras:
(28)
Si está configurado desde la realidad no permite que el sujeto construya símbolos propios,
condenándolo a constituirse en objeto del Otro.
Elemento que impide al individuo relacionarse con el objeto fálico.
La madre fijada como el Otro, excluyendo al sujeto de la ley simbólica.
La relación madre-hija estragante con una connotación amorosa y torturante tiende a ser
devastadora y muy parecida al goce femenino pleno.
La presencia de la niña puede provocar que la madre experimente un desencuentro con su propia
castración, evocando las marcas producidas durante el complejo edípico de manera intolerable.
(29)
Cada mujer crea su propio modo de gozar y demanda un significante que le adjudique su identi-
dad de género. La construcción de su propia feminidad resulta uno de los propósitos de las niñas
al llegar a la adultez.
(30)
El estrago materno puede expresarse en forma de un amor excesivo o a través de una conducta
total o parcialmente despreocupada y/o negligente. La mujer que experimenta la maternidad
coloca al futuro bebé como un semblante, por el hecho de llevar un nuevo ser al interior de su
cuerpo, aparentando que va a constituirse en el objeto fálico que cubrirá su falta.
(31)
La complejidad subjetiva en el individuo se configura al no encontrar un objeto que le permita
establecer un anclaje fálico. En unas ocasiones, el partenaire simula un efecto similar, en otras,
los hijos/as se ubican como medio para esa satisfacción. Aunque, en la mayoría de casos esos
objetos no funcionan por un tiempo prolongado; de ahí, que la mujer busca otras vías para sobre-
llevar esa insatisfacción, pudiendo presentarse como síntoma o mediante el consumo de sustan-
cias, entre otras.
(32)
Pubertad, adolescencia y maternidad
El término Umgelstatung implica forma y morfos para referirse a la pubertad. Esta etapa del
desarrollo se conoce como la metamorfosis de la pubertad, en la que se reorganiza la vida sexual
infantil debido a que, las identificaciones y semblantes que construyó durante la niñez han perdi-
do la capacidad de sostenerlo. Además, enfrenta un despertar sexual distinto mediante recursos
imaginarios y simbólicos mucho más amplios, donde el otro ocupa un lugar primordial.
(33)
La pubertad puede ser vista como un túnel perforado que parte de las experiencias y recuerdos
infantiles hasta las escenas y fantasías asociadas a la sexualidad adulta. El púber se deslinda de
los objetos infantiles y empieza a vivir una transformación corporal progresiva que responde a
un nuevo modo de goce, escogiendo un objeto que garantice esa satisfacción. Además, el sujeto
pierde su concepción sobre los padres como Otros absolutos, ubicándolos como seres mortales
y reemplazables sin ninguna autoridad.
(34)
En la pubertad, el individuo experimenta un goce invasivo e irreconocible a nivel del cuerpo
real, sumando una imagen corporal retrógrada que no amortigua dicho goce. El sujeto asimila,
acomoda e introyecta ese nuevo esquema corporal, volviendo a desarrollar la conexión psicoso-
mática mediada por los registros imaginario, simbólico y real.
(35)
El empuje hormonal en la pubertad no implica cambios biológicos únicamente, pues está media-
do por el lenguaje y resulta una transformación total. Al finalizar este período, el ser humano
aprenderá un modo de relacionarse con el otro que ocupa el lugar de partenaire sexual.
(36)
En la adolescencia, se actualizan los conflictos sexuales latentes en la infancia del individuo,
exacerbando instancias psíquicas como la importancia del yo y la dinamización de los mecanis-
mos de defensa. Este es un proceso natural de descubrimiento personal a través de un desarrollo
emocional que debe vivirse plenamente. También se ve como una etapa denominada identidad
vs confusión o difusión, construyendo la identidad basándose en los recursos sociales que tiene
a su disposición, lo que implica un momento crítico en el que experimenta frustraciones, dudas,
imposición de metas, además de cambios afectivos y cognitivos.
(37)
Entre los impasses, pérdidas y construcciones que el adolescente atraviesa, la temporalidad
psíquica se presenta como un elemento relevante, ya que se trata de un estado que obliga al indi-
viduo a renunciar a la cobertura simbólica otorgada por el Otro primordial en la niñez. En esta
se producen reelaboraciones subjetivas congruentes con un cuerpo físico que produce asombro,
mientras se acompaña por el Otro en busca de encontrar un lugar y pertenencia en lo social. Así,
la temporalidad psíquica o lógica es el tiempo que requiere un individuo para procesar los cam-
bios biológicos y psicológicos, además de las manifestaciones pulsionales. Si no concibe esas
modificaciones, el individuo mantiene las marcas infantiles, obstaculizando la generación del
deseo singular.
(38)
Otro aspecto de gran importancia es la fantasía, el sujeto neurótico se sirve de diversos recursos
que no surgen de la realidad. La fantasía implementa una realidad paralela en la que la persona
se posiciona como protagonista de su historia, convirtiéndolo en un modo de sobrellevar la
angustia de vivir. El adolescente utiliza este recurso para movilizar el deseo, identificaciones,
ideales y la configuración de la imagen inconsciente del cuerpo.
(39)
Diversas experiencias inconscientes que el sujeto vive en la etapa pre y postnatal pueden consi-
derarse como la causa de conductas de riesgo, tales como:
(40)
La tendencia al suicidio ligada al deseo de la madre por interrumpir el embarazo o una
necesidad a terminar con su niñez.
La inclinación para fugarse, implicando una distancia ante el comportamiento cultural-
mente normalizado.
El consumo de drogas, como vía para mitigar los cambios que atraviesan, pudiendo
llegar a constituirse en un semblante temporal que estabiliza la libido ante la posibilidad
de procreación.
El embarazo para consolidar un corte de estado que agilite la llegada a la adultez.
La posibilidad de la concepción influye en la aparición de dos significantes que se complemen-
tan y marcan al sujeto femenino: ser mujer y ser madre. El primero se relaciona con el modo de
satisfacer el goce sexual, da respuesta al placer sexual masculino y le conecta con la identidad
femenina. El segundo está vinculado con la incógnita del origen mismo del ser: ¿de dónde veni-
mos?, lo que confronta a la realidad de la procreación y la búsqueda de consolidar al hijo como
el objeto fálico.
(41)
El embarazo se concibe como un llamado al Otro (madre, el padre, la pareja, etc.), en forma de
un mensaje que se requiere descifrar. Durante la adolescencia, este acto anuda dudas y probables
conflictos en la relación madre-hija, ya que ambas pasan a tener la misma posición.
(42)
Socialmente, el embarazo adolescente puede ser asumido como un descuido o un error que
demuestra la vulnerabilidad en la toma de decisiones por el individuo e involucra a toda la fami-
lia. Biológicamente, evidencia un estado adecuado de salud y madurez física. Emocionalmente,
muestra una aparente confusión y temor. Desde la perspectiva psicoanalítica, se cree que la
mujer desea inconscientemente ser madre, desde ese punto de vista, el embarazo adolescente es
deseado, aunque no sea planificado en algunas ocasiones.
(43)
Existen cuatro factores que influyen en el embarazo adolescente:
(44)
Lugar que ocupa en su grupo familiar y genera un deseo precoz de concebir un hijo.
Respuesta ante la relación de afecto con la figura materna.
Conflicto edípico mezclado con un error.
Deseo de tener progenie.
En la construcción de la identidad, el adolescente se confronta a un Otro exigente cultural ante
el que debe posicionarse y mantener un lugar social. Al convertirse en madre, algunas mujeres
adquieren la identidad que se ensambla con la adultez. En 2006, Amorín refirió que, la madre
adolescente deposita sobre el hijo/a la ilusión de mantener un hogar, sobrecargándolo de ideales
que puede asociarse con la satisfacción de carencias afectivas en su pasado.
(45)
REE Volumen 15(3) Riobamba sep. - dic. 2021
FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD
ISSN-impreso 1390-7581
ISSN-digital 2661-6742
Visión de la función y estrago maternos desde la práctica clínica
La entrevista a tres especialistas en psicoanálisis permitió observar que coincidieron al afirmar
que, en la clínica no es posible anticipar y generalizar las respuestas en sujetos bajo una situación
similar. La singularidad de cada caso atendiendo a los recursos simbólicos desarrollados.
Estos destacan que el parto no constituye el elemento que garantiza la formación del vínculo
entre recién nacido y la figura materna. Debe existir un proceso de acogida, adopción y deseo
por la madre. La adopción puede ser directa ante la ausencia del padre o mediada por este por su
presencia.
La maternidad y paternidad deben ser reforzados por otros componentes sociales. Las relaciones
totalmente armoniosas no existen, aunque no se evidencien ausencias, negligencias, reproches,
entre otros actos reprobables. Este desencuentro se refuerza con el desarrollo del lenguaje.
Algunas familias manifiestan una participación importante en la vida de las adolescentes emba-
razadas; sin embargo, no se observan lazos complejos con la figura materna y carecen de
elementos simbólicos suficientes, sin que se distingan los roles de sus miembros, siendo confu-
sos y precarios.
La repetición es parte de la realidad individual, pero existe una reactualización generacional que
plantea historias únicas, la que pudiera ser un modo de resolver situaciones inconclusas.
En ciertos casos y varios momentos, la madre se torna caprichosa, antojadiza y estragante,
pudiendo parar si se encuentra castrada, pero quedarán huellas en el hijo/a.
Las adolescentes que abandonan la formación escolar pierden un posible espacio para sublimar
la pulsión. Algunas instituciones educativas toleran el embarazo en sus entornos sin darles el
apoyo y acompañamiento necesarios.
Finalmente, concuerdan en que la adolescencia constituye un desafío debido a la incertidumbre
que genera el futuro en el sujeto, además de las dificultades simbólicas y reales que aparecen.
El especialista 1 afirma que la mujer que se convierte en madre genera la división primordial. La
adolescencia juega un papel fundamental en el desarrollo de la sexualidad y el embarazo precoz
obliga a renunciar a una parte de la feminidad tempranamente y reinventarse en su ser de mujer,
para cumplir con la función materna.
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BY
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ND
Además, refiere experiencias de casos donde el vínculo con la madre resulta traumático, destacando que
esta relación es susceptible a lo inesperado por la influencia de lo deseado y lo indeseado.
El estrago materno debe ser tratado cautelosamente, ya que podría culpabilizar a las madres, resaltando
dos indicaciones: la madre en la posición de la pareja (el hombre como estrago) y el hombre personifi-
cando a la madre.
Manifiesta que la madre se vuelve estragante al asumir plenamente ese papel y deja de ser mujer, asegu-
rando que existen casos en que la maternidad pone un freno al goce del sujeto al modificar su comporta-
miento a partir de la llegada de su hijo/a, pero separarla podría desubicarla nuevamente.
Acerca del embarazo adolescente, sostiene que en cada caso se manifiestan efectos diferentes ante
factores predeterminantes similares. Su participación en investigaciones posibilitó que encontrara
entornos familiares que conciben esta etapa de la vida como lo aceptable, en estos se comparte el espa-
cio físico y las funciones de los miembros.
Considera que, en determinadas condiciones sociales, el embarazo adolescente reiterado en una misma
joven se torna una decisión personal. Alude al caso observado en un documental con una chica de 12
años que se enorgullecía por ser pareja de un narcotraficante; su papá se sentía culpable y decía: “yo no
estuve ahí, yo pude haber evitado esto, yo me fui, no estuve, ella es una niña, ella se chupa el dedo para
dormir todavía”, visualizándose un acto fantasmático que sugiere un deseo por separarse de los padres,
sin que se constituyera en un acto logrado.
Concluye que detrás de las personas que ejercen los roles parentales hay hombres y mujeres, cuyas
particularidades identitarias más íntimas pueden explorarse mediante el psicoanálisis.
El especialista 2 concibe a la madre como un agente que posibilita la operacionalización de la función
del padre, introduciendo al infante en el lenguaje, produciendo la inscripción simbólica, le adjudica un
lugar y lo convierte en un objeto de deseo, a la vez que genera una hiancia que posibilitará que se vuelva
sujeto.
Con respecto a la dinámica entre madre e hija asociados al estrago, la primera tiene una actitud de recha-
zo; mientras que la segunda, de reproche. Entre ambas existe tendencia a la insatisfacción susceptible
de devoración. En algunos casos, esta dinámica se constituye en una queja histérica y no desencadena
en estrago.
En una experiencia de trabajo grupal con madres adolescentes, que se encontraban en un albergue de la
ciudad de Quito, percibió que existía una cierta correlación entre la condición económica, cultural,
social y el embarazo. Existía precariedad simbólica en las familias y relaciones casi de pares entre algu-
nas madres e hijas. Varias de estas chicas tenían posturas muy sexualizadas y no querían renunciar a
eso para asumir la maternidad. Una vez más, en una situación similar, algunas asumieron su función
materna y se notaba un descuido de sí mismas, proyectando una imagen envejecida; mientras que, otras
rechazaban a sus hijos mediante actos negligentes.
Menciona que la repetición se produce a nivel de la realidad, abriendo la posibilidad de circunstancias
distintas para ese hijo/a, es decir, el estrago podría quedarse en la relación entre la madre y la hija,
mientras que este nuevo ser queda separado de esa dinámica.
El especialista 3 manifiesta que en el trabajo clínico con madres e hijos/as aparece la dependencia
como un fenómeno muy común. Sin embargo, recalca que tiene diferentes connotaciones de acuerdo
con elementos sociales generacionales; en su experiencia, hace 10 años se creía que el vínculo debía
posibilitar la independencia como punto de partida; mientras que, actualmente se habla sobre cómo
construir independencia en el punto de partida. La dependencia madre hijo/a debe analizarse desde los
primeros años de vida.
Considera el concepto de estrago materno atendiendo a las particularidades de cada época o genera-
ción. Durante el ejercicio clínico atendió algunas madres que establecen relaciones extremadamente
dependientes con sus hijos/as y viceversa, aspecto que podría generarse en contextos excepcionales
cuando el padre es ausente. Hace alusión a lo manifestado por Silvia Ons, acerca de la caída del nombre
del padre relacionada con el declive de la masculinidad y la presencia socialmente desvalorizada del
padre.
La dependencia tiene la potencialidad de impedir que el sujeto alcance autonomía en la adultez, ocasio-
nando una profunda desconfianza hacia la figura que la genera y que las decisiones pasen por la apro-
bación de la madre. A esto, se agrega una sexualización precoz ejercida sobre los hijos/as, como un
sentido de propiedad, donde se utilizan significantes como: compañero/a, amiga, marido, maridito,
entre otros; no se experimenta como algo patológico, hasta que aparece algún síntoma.
En relación con el embarazo adolescente, plantea que debe contemplarse en tiempo y espacio geográfi-
co. En ciertos contextos tiene cierta funcionalidad, tal como: liberarse del núcleo familiar. En zonas
rurales, resulta culturalmente aceptable y tiene una connotación comunitaria. En ciertos entornos urba-
nos, se asocia con un componente social sin que represente implicación afectiva sino en relaciones
casuales.
Algunos padres, cuyos hijos adolescentes cuentan con pareja formal o regular, imponen su deseo de
tener nietos y los inducen a tener hijos tempranamente, lo que ocurre comúnmente cuando existe una
profunda dependencia hacia los progenitores y buscan afirmación dentro de la vida familiar en esta
etapa del desarrollo individual. Aunque, pueden presentarse casos en que se pretende restituir el víncu-
lo familiar, empleando al nuevo integrante como elemento cohesionador al cumplir el anhelo de ser
abuelo(a).
Si el adolescente no pone en palabras las angustias del embarazo, las angustias del embarazo de su
pareja, si no hay alguien con quien se pueda tratar las emociones que están presentes, las dificultades
que están presentes, la construcción de la maternidad y paternidad se vuelve un enorme desafío,
cuando todavía no tienen ese enorme capital simbólico que da la madurez.
Muchos padres tienen la tendencia a proyectar sus aspiraciones frustradas en el orden personal o
profesional en sus hijos(as), incidiendo para que las asuman como propias.
CONCLUSIONES
La función materna constituye un generador de amor, protección y cuidado al niño/a, siendo indis-
pensable para la supervivencia del sujeto durante sus primeros años de vida. Pero, la madre puede
llegar a devorar subjetivamente a la hija cuando esta decide separarse de ella, absorbiéndola y convir-
tiendo esta función en un estrago, que se consolida en forma de rechazo en la relación entre madre e
hija.
En la adolescencia, la maternidad puede plasmarse como un acto que permite lidiar con la recons-
trucción psíquica que experimenta el sujeto. Esta puede configurarse como: un salto hacia la adultez,
una salida a la relación estragante con la figura materna o la consolidación de los ideales familiares
asumidos por el individuo. Lo que resulta un suceso marcado por significantes adjudicados por la
pareja parental y la insondable decisión del ser.
Conflicto de intereses: las autoras declaran que no existen.
Declaración de contribución:
Las autoras recolectaron información científica actualizada, así como en la elaboración y organiza-
ción del documento.
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Recibido: 16 de abril de 2021
Aceptado: 22 de junio de 2021
Estrago materno y función materna en madres adolescentes. Un recorrido teórico y clínico
Maternal damage and maternal function in adolescent mothers. A theoretical and clinical
approach
https://doi.org/10.37135/ee.04.12.11
Autoras:
Alejandra Salomé Sarmiento Benavides1 – https://orcid.org/0000-0002-6404-418X
María Verónica Egas Reyes2 – https://orcid.org/0000-0002-5361-8213
1Universidad Nacional de Chimborazo, Riobamba-Ecuador.
2Pontificia Universidad Católica del Ecuador, Quito-Ecuador.
Autor de correspondencia: Alejandra Salomé Sarmiento Benavides. Email: asarmiento@u-
nach.edu.ec. Teléfono: 0984258784. Dirección postal: Ayacucho entre Pichincha y García
Moreno. Riobamba, Chimborazo, Ecuador.
RESUMEN
El embarazo en la adolescencia implica múltiples cambios somáticos, sociales y psicológicos.
En esta última dimensión, estrago y función materna constituyen dimensiones que requieren de
atención comúnmente. La bibliografía ofrece una amplia gama de abordajes teóricos que se
reflejan en la práctica psicoanalítica, al respecto se presenta una revisión apoyada en las expe-
riencias aportadas por especialistas en esa área. La información se recolectó en bases de datos
científicas reconocidas, tesis de graduación en repositorios universitarios y organizaciones no
gubernamentales de reconocimiento mundial por su actividad de asesoría, investigativa y acadé-
mica. Fundamentalmente, la información teórica se organizó de manera cronológica, la que
luego fue confrontada con las declaraciones de los profesionales entrevistados. Durante el
proceso, se siguieron los principios éticos investigativos universales, en garantía de la calidad y
rigor de las fuentes consultadas.
Palabras clave: conducta materna, psicoanálisis, embarazo en adolescencia.
ABSTRACT
Teenage pregnancy involves multiple somatic, social and psychological changes. In this last
dimension, damage and maternal function constitute dimensions that commonly require atten-
tion. The bibliography provides a wide range of theoretical approaches that are reflected in
psychoanalytic practice. In this regard, a review supported by the experiences contributed by
specialists in this area is presented. The information was collected in recognized scientific data-
bases, graduation thesis in university repositories and non-governmental organizations of world-
wide recognition for their advisory, investigative and academic activity. Fundamentally, the
theoretical information was organized chronologically, which was later compared with the state-
ments of the professionals interviewed. During the process, the universal investigative ethical
principles were followed in order to guarantee the quality and rigor of the searched sources.
Keywords: Maternal Behavior, Psychoanalysis, Pregnancy in Adolescence.
INTRODUCCIÓN
Generalmente, la madre asume la satisfacción de las necesidades del niño/a durante sus primeros
años de vida; quien, además, introduce al hijo/a en la estructura del lenguaje. Maternidad y femi-
nidad son procesos que se contraponen en cada mujer en el intento de alcanzar la sensación de
plenitud.
(1)
Freud es el primero en plantear elementos asociados con el complejo de castración en la relación
madre-hija, señalando que se genera una extrañación en forma de hostilidad, con el reproche de
la segunda por traerla incompleta. El término estrago (ravage) propuesto por Lacan establece
indicaciones sobre la dinámica en el lazo afectivo de la madre con su hija, asegura que sostenerla
puede llegar a ser insoportable, a tal punto en el que la mujer renuncia a su feminidad para ser
toda-madre, es ahí donde convierte a la hija en su objeto de deseo y la absorbe, en algunos casos
ocasionaría que en su vida adulta inicie una relación afectiva con una pareja que podría conver-
tirse en su estrago.
(2)
En la adolescencia, el individuo construye su identidad sexual, reorganiza las identificaciones y
reemplaza al Gran Otro primordial por el Otro social, se trata de un estado de transición que
promueve la autonomía psíquica.
(3)
La gestación y maternidad implican procesos biológicos,
psíquicos y sociales que suponen retos para las madres adolescentes, entre los que destaca la
posible separación de la estructura familiar.
(4)
Feminidad y función materna
El concepto de maternidad desde punto de vista biológico se asume como un proceso de cambios
fisiológicos en el organismo de la mujer con el fin de la gestación y el parto. El enfoque socioló-
gico vincula la maternidad con la familia, comprendiendo que es necesaria la presencia de un
sujeto femenino que posibilite la concepción de los hijos y asuma su cuidado, en medio de un
sistema social que tiene como objetivo primordial la reproducción. La teoría psicoanalítica plan-
teada por Sigmund Freud en 1910 manifiesta que: “el amor de la madre por el lactante […]
posee la naturaleza de una relación amorosa plenamente satisfactoria”. Esta última sugiere que
ese lazo genera sensaciones de agrado y autorrealización en la madre, similares a las que se
producen en las relaciones de pareja.
(5)
Durante su etapa como lactante, el sujeto está invadido por sensaciones provenientes del
ambiente que aún no asimila, debido a que se encuentra en el proceso de separar su yo del
mundo externo. Ese infante requiere asistencia permanente para satisfacer sus necesidades de
forma inmediata para su supervivencia: alimentación, vestimenta, sueño y protección. Además,
precisa de acompañamiento durante la construcción de su aparato psíquico por una persona que
asume la función materna.
(6)
El vínculo que desarrolla el bebé con su cuidador representa un lazo afectivo recíproco y primor-
dial, creándose características psíquicas importantes para su desarrollo que lo acompañarán
durante toda la vida. Generalmente, la madre asume la función materna, la que participa directa-
mente en el desarrollo psicosexual del niño/a mediante caricias, besos y abrazos, despertando
formas placenteras y de excitación sexual en el lactante que se generan en las zonas erógenas.
(7)
La masculinidad se vincula con la actividad y la agresividad; mientras que, la feminidad lo hace
con la pasividad. Sin embargo, la madre mantiene una postura completamente activa, lo que se
evidencia en el acto de la lactancia, esta entrega una parte de ella al hijo/a, controlando cuánto y
cuándo el bebé puede hacerlo.
En los primeros años de vida, el infante no ha desarrollado aún una postura con respecto a la
sexualidad. En las edades de 5 y 6 años, el niño/a atraviesa una etapa de complejo edípico,
descubriendo la diferencia sexual. Al ser poseedor del falo, el varón experimenta la castración al
final, pero la hembra descubre su falta y vive la castración antes; por lo tanto, su superyó no
alcanza la fuerza y el significado que viene de la cultura. La niña que asume su feminidad en
plenitud, implementará una búsqueda inconsciente de ese objeto fálico en la adultez a través de
la procreación con una pareja (un hijo la hará sentirse completa).
(8)
Melanie Klein atribuye gran importancia a la relación que desarrolla la madre con el niño/a. Esta
permite establecer relaciones relaciones de defensa, ansiedad y objeto en el lactante durante los
primeros meses de vida. En los primeros 3 o 4 meses de vida, el bebé atraviesa la posición esqui-
zoparanoide, colocando sus impulsos agresivos sobre el objeto en dependencia de la satisfacción
que este le proporcione. Posteriormente, pasa a la posición depresiva, percibiendo a la madre
como un objeto completo y se relaciona con ella de esa manera, en ciertos momentos experimen-
ta ambivalencias afectivas, por atravesar impulsos de amor y odio que intensifican su deseo de
aniquilar a la madre mala y perpetuar a la buena.
(9)
Cuando el vínculo entre el lactante y la madre no se consolida en afecto de felicidad, puede
deberse a conflictos contradictorios que atraviesa el niño/a, conduciéndolo a posibles fracasos
en el futuro. Las relaciones sociales podrían construirse en base a ansiedades exacerbadas sin
procesar. También, se pueden observar depresiones anormales o inesperadas en los bebés, las
que surgen de las dificultades generadas en esta relación primordial, disminuyendo su deseo.
(10)
Acerca de la existencia de un superyó primario, se piensa que el lactante realiza una introyección
precoz sobre los objetos buenos y malos que representan para él los fragmentos del cuerpo de la
madre, configurando al superyó como una parte del yo, que intenta regular esta agresividad e
impedirse provocar algún tipo de daño a la madre. Propone que el surgimiento del complejo de
Edipo se produce desde los cinco y seis meses de edad, cuando se atraviesa la posición depresi-
va, donde comienza a percibir el daño que causa con sus impulsos agresivos.
(11)
La frustración producto del destete genera el surgimiento del complejo edípico, aflorando
impulsos sádicos fortalecidos por las frustraciones anales y el sentimiento de culpa consecuente
de la formación del SuperYo que se establece por las fijaciones pregenitales. La fase preedípica
tiene una inclinación femenina, caracterizada por una tendencia sádica que se vincula con el
impulso epistemofílico, que conduce al infante varón a identificarse precozmente con la madre.
El cuerpo biológico de ella se convierte en la fuente de deseos y provocaciones sexuales, que son
poseídos imaginariamente por el hijo. Específicamente, zonas como los pechos representarán
abundancia, provocando que se establezca cierta envidia y competencia entre el niño y la madre.
En la infante mujer aparece la conciencia de la carencia del pene y percibe que la madre posee
el del padre, acercándose a este mediante una relación seductora y envolvente que genera mayor
distancia con la madre.
(12)
Durante la infancia, la niña es influenciada por las experiencias preedípicas y edípicas incons-
cientemente, influyendo en la búsqueda de una relación de pareja durante la vida adulta en su
búsqueda por satisfacer sus fantasías sádicas sexuales. Si logra ese éxito, la mujer siente que
alcanzó el lugar que tuvo su madre, haciéndola merecedora de los privilegios que le fueron arre-
batados durante la niñez. Las características narcisistas en la madre, la impulsan a buscar gratifi-
caciones personales que consigue a través de sus hijos, generando dependencia de estos que la
hacen indispensable y prolonga esa relación simbiótica.
(13)
Donald Winnicott plantea que, durante los primeros años de vida, el individuo debe vincularse
con un Otro materno para la supervivencia física y psíquica, configurando el perfil afectivo del
bebé. El infante debe saber manejar la separación de la madre, por lo que es importante crear un
espacio interpersonal. Este autor propone el término objeto transicional para el elemento donde
deposita sus afectos, permitiendo el corte necesario con la madre.
(14)
Los niños poseen el rasgo psíquico de bisexualidad, en el que se configuran elementos femeni-
nos y masculinos. Los primeros están asociados al ser y los segundos al hacer, ambos elementos
tienen una función determinada y son necesarios para la construcción del aparato psíquico.
(15)
En torno a la madre del lactante (que asume adecuadamente su función) existen elementos que
posibilitan el tránsito de la dependencia absoluta a la independencia del hijo/a:
(16)
Holding o sostenimiento, manera de acunar entre sus brazos al bebé, asociado con sensa-
ciones esporádicas que niegan la posibilidad de un reaseguramiento y contención de las
ansiedades psicóticas en base a la realidad externa del ser.
Manipulación, satisfacción corporal del niño mediante la relación psicosomática y la
coordinación.
Mostración de objetos, contacto entre el lactante y los objetos de su entorno.
Jacques Lacan manifiesta que el cuidador puede pertenecer al otro género, lo único que necesita
es amar y proteger al lactante de manera oportuna y apropiada. Por eso, resalta la relevancia de
la figura materna, por ser quien se convertirá en el Gran Otro primordial, posibilitando la cons-
trucción del cuerpo simbólico del infante mediante el lenguaje como discurso del Otro.
(17)
En la etapa de la niñez, el vínculo con la figura materna es esencial en el desarrollo del proceso
de constitución subjetiva denominado estadío del espejo, el que se genera entre los 6 y 18 meses
de edad. Aquí, se construye la imagen unificada del bebé que permite reconocerse a sí mismo y
a otros. Se configura el registro imaginario y el narcisismo, marcando el comienzo de la relación
del infante con su contexto.
(18)
La mujer vive la maternidad como un privilegio, puesto que el contacto físico le ofrece mucha
satisfacción narcisista. Los recuerdos y experiencias que la mujer vivió durante la infancia le
ayudan a crear y sostener el sentimiento materno, abrigando al lactante. Para el niño/a la imagen
del seno materno produce una sensación de protección y complementación; por lo que, al darse
el destete debe sublimar dicha pérdida.
(19)
Existe una relación entre el complejo de Edipo, el ideal del yo, el superyó y la realidad. El infan-
te adquiere identificaciones sexuales que posibilitan asumir el género para relacionarse con su
entorno, lo que se asocia al ideal del yo. La metáfora paterna que es el complejo de Edipo
propuesto con tres funciones simbólicas: objeto, deseo de la madre y del padre. Esta última
función introduce a todos los participantes en la metáfora, separando al niño del deseo materno
y permite el desarrollo el SuperYo y su propio deseo.
(20)
El goce que experimenta la mujer no es fálico. Al estar castrada, no tiene el temor que posee el
varón a perder el falo. No existe una forma de goce universal y generalizado que caracteriza a
las mujeres, pues la singularidad favorece una forma propia e individual de satisfacción.
(21)
Aproximaciones al estrago materno
El estrago materno se produce cuando la relación entre la figura materna y el niño se vuelve
absorbente. La palabra estrago proviene del término en francés “ravage” que significa devasta-
ción y destrucción. El infante se queda envuelto en el deseo mortífero de la madre que evidencia
la voracidad que ella ejerce en su función, provocando una descompensación a nivel del aparato
psíquico e impide la separación.
(22)
La maternidad es insuficiente ante la presencia del deseo y goce que experimenta el infante
cuando la madre se convierte en el vehículo que traslada el significante del nombre del padre
hacia el hijo/a y anula su deseo como mujer. Esto hace que sature la falta de su vástago, resultan-
do devastador.
(23)
La mujer elije inconscientemente el camino del estrago cuando surgen dos elementos: la actividad
evidenciada en todas las muestras de afecto hacia su hijo/a y la pasividad reflejada en los planos
social y sexual. La madre absoluta renuncia al placer que obtendría como mujer, lo que la conduce
a devorar al hijo/a, el segundo podría generar una fantasía masoquista en la vida adulta.
(24)
La relación estragante aparece cuando la figura materna no cuenta con los recursos simbólicos
suficientes durante los primeros años de vida del niño/a, incumpliendo con la función encomen-
dada, pudiendo significar que no existe el deseo materno o no lo ha desarrollado.
(25)
A través de la metáfora del cocodrilo, Lacan describe la manera en que opera el estrago materno:
la boca del animal representa el deseo materno; el infante, su alimento; el agua es el lenguaje y
la transmisión de significantes y la barra atravesada en la boca del cocodrilo se refiere al falo.
Así, sugiere que el deseo materno debe ser refrenado mediante el falo, existiendo una tercera
función que separa al niño/a de la figura materna e impide la depredación.
(26)
El deseo de la madre es mortífero si la relación afectiva con el niño/a es excesiva. Cuatro signifi-
cantes interactúan en el estrago: la devoración, lo insaciable, el capricho y la destrucción. Este
fenómeno provoca marcas irreversibles que se evidencian en individuos que no construyen una
inscripción simbólica, por la ausencia o poca presencia de la función paterna, conduciendo a
inexistencia de regulación del capricho materno.
(27)
El fenómeno del estrago puede verse de diferentes maneras:
(28)
Si está configurado desde la realidad no permite que el sujeto construya símbolos propios,
condenándolo a constituirse en objeto del Otro.
Elemento que impide al individuo relacionarse con el objeto fálico.
La madre fijada como el Otro, excluyendo al sujeto de la ley simbólica.
La relación madre-hija estragante con una connotación amorosa y torturante tiende a ser
devastadora y muy parecida al goce femenino pleno.
La presencia de la niña puede provocar que la madre experimente un desencuentro con su propia
castración, evocando las marcas producidas durante el complejo edípico de manera intolerable.
(29)
Cada mujer crea su propio modo de gozar y demanda un significante que le adjudique su identi-
dad de género. La construcción de su propia feminidad resulta uno de los propósitos de las niñas
al llegar a la adultez.
(30)
El estrago materno puede expresarse en forma de un amor excesivo o a través de una conducta
total o parcialmente despreocupada y/o negligente. La mujer que experimenta la maternidad
coloca al futuro bebé como un semblante, por el hecho de llevar un nuevo ser al interior de su
cuerpo, aparentando que va a constituirse en el objeto fálico que cubrirá su falta.
(31)
La complejidad subjetiva en el individuo se configura al no encontrar un objeto que le permita
establecer un anclaje fálico. En unas ocasiones, el partenaire simula un efecto similar, en otras,
los hijos/as se ubican como medio para esa satisfacción. Aunque, en la mayoría de casos esos
objetos no funcionan por un tiempo prolongado; de ahí, que la mujer busca otras vías para sobre-
llevar esa insatisfacción, pudiendo presentarse como síntoma o mediante el consumo de sustan-
cias, entre otras.
(32)
Pubertad, adolescencia y maternidad
El término Umgelstatung implica forma y morfos para referirse a la pubertad. Esta etapa del
desarrollo se conoce como la metamorfosis de la pubertad, en la que se reorganiza la vida sexual
infantil debido a que, las identificaciones y semblantes que construyó durante la niñez han perdi-
do la capacidad de sostenerlo. Además, enfrenta un despertar sexual distinto mediante recursos
imaginarios y simbólicos mucho más amplios, donde el otro ocupa un lugar primordial.
(33)
La pubertad puede ser vista como un túnel perforado que parte de las experiencias y recuerdos
infantiles hasta las escenas y fantasías asociadas a la sexualidad adulta. El púber se deslinda de
los objetos infantiles y empieza a vivir una transformación corporal progresiva que responde a
un nuevo modo de goce, escogiendo un objeto que garantice esa satisfacción. Además, el sujeto
pierde su concepción sobre los padres como Otros absolutos, ubicándolos como seres mortales
y reemplazables sin ninguna autoridad.
(34)
En la pubertad, el individuo experimenta un goce invasivo e irreconocible a nivel del cuerpo
real, sumando una imagen corporal retrógrada que no amortigua dicho goce. El sujeto asimila,
acomoda e introyecta ese nuevo esquema corporal, volviendo a desarrollar la conexión psicoso-
mática mediada por los registros imaginario, simbólico y real.
(35)
El empuje hormonal en la pubertad no implica cambios biológicos únicamente, pues está media-
do por el lenguaje y resulta una transformación total. Al finalizar este período, el ser humano
aprenderá un modo de relacionarse con el otro que ocupa el lugar de partenaire sexual.
(36)
En la adolescencia, se actualizan los conflictos sexuales latentes en la infancia del individuo,
exacerbando instancias psíquicas como la importancia del yo y la dinamización de los mecanis-
mos de defensa. Este es un proceso natural de descubrimiento personal a través de un desarrollo
emocional que debe vivirse plenamente. También se ve como una etapa denominada identidad
vs confusión o difusión, construyendo la identidad basándose en los recursos sociales que tiene
a su disposición, lo que implica un momento crítico en el que experimenta frustraciones, dudas,
imposición de metas, además de cambios afectivos y cognitivos.
(37)
Entre los impasses, pérdidas y construcciones que el adolescente atraviesa, la temporalidad
psíquica se presenta como un elemento relevante, ya que se trata de un estado que obliga al indi-
viduo a renunciar a la cobertura simbólica otorgada por el Otro primordial en la niñez. En esta
se producen reelaboraciones subjetivas congruentes con un cuerpo físico que produce asombro,
mientras se acompaña por el Otro en busca de encontrar un lugar y pertenencia en lo social. Así,
la temporalidad psíquica o lógica es el tiempo que requiere un individuo para procesar los cam-
bios biológicos y psicológicos, además de las manifestaciones pulsionales. Si no concibe esas
modificaciones, el individuo mantiene las marcas infantiles, obstaculizando la generación del
deseo singular.
(38)
Otro aspecto de gran importancia es la fantasía, el sujeto neurótico se sirve de diversos recursos
que no surgen de la realidad. La fantasía implementa una realidad paralela en la que la persona
se posiciona como protagonista de su historia, convirtiéndolo en un modo de sobrellevar la
angustia de vivir. El adolescente utiliza este recurso para movilizar el deseo, identificaciones,
ideales y la configuración de la imagen inconsciente del cuerpo.
(39)
Diversas experiencias inconscientes que el sujeto vive en la etapa pre y postnatal pueden consi-
derarse como la causa de conductas de riesgo, tales como:
(40)
La tendencia al suicidio ligada al deseo de la madre por interrumpir el embarazo o una
necesidad a terminar con su niñez.
La inclinación para fugarse, implicando una distancia ante el comportamiento cultural-
mente normalizado.
El consumo de drogas, como vía para mitigar los cambios que atraviesan, pudiendo
llegar a constituirse en un semblante temporal que estabiliza la libido ante la posibilidad
de procreación.
El embarazo para consolidar un corte de estado que agilite la llegada a la adultez.
La posibilidad de la concepción influye en la aparición de dos significantes que se complemen-
tan y marcan al sujeto femenino: ser mujer y ser madre. El primero se relaciona con el modo de
satisfacer el goce sexual, da respuesta al placer sexual masculino y le conecta con la identidad
femenina. El segundo está vinculado con la incógnita del origen mismo del ser: ¿de dónde veni-
mos?, lo que confronta a la realidad de la procreación y la búsqueda de consolidar al hijo como
el objeto fálico.
(41)
El embarazo se concibe como un llamado al Otro (madre, el padre, la pareja, etc.), en forma de
un mensaje que se requiere descifrar. Durante la adolescencia, este acto anuda dudas y probables
conflictos en la relación madre-hija, ya que ambas pasan a tener la misma posición.
(42)
Socialmente, el embarazo adolescente puede ser asumido como un descuido o un error que
demuestra la vulnerabilidad en la toma de decisiones por el individuo e involucra a toda la fami-
lia. Biológicamente, evidencia un estado adecuado de salud y madurez física. Emocionalmente,
muestra una aparente confusión y temor. Desde la perspectiva psicoanalítica, se cree que la
mujer desea inconscientemente ser madre, desde ese punto de vista, el embarazo adolescente es
deseado, aunque no sea planificado en algunas ocasiones.
(43)
Existen cuatro factores que influyen en el embarazo adolescente:
(44)
Lugar que ocupa en su grupo familiar y genera un deseo precoz de concebir un hijo.
Respuesta ante la relación de afecto con la figura materna.
Conflicto edípico mezclado con un error.
Deseo de tener progenie.
En la construcción de la identidad, el adolescente se confronta a un Otro exigente cultural ante
el que debe posicionarse y mantener un lugar social. Al convertirse en madre, algunas mujeres
adquieren la identidad que se ensambla con la adultez. En 2006, Amorín refirió que, la madre
adolescente deposita sobre el hijo/a la ilusión de mantener un hogar, sobrecargándolo de ideales
que puede asociarse con la satisfacción de carencias afectivas en su pasado.
(45)
Visión de la función y estrago maternos desde la práctica clínica
La entrevista a tres especialistas en psicoanálisis permitió observar que coincidieron al afirmar
que, en la clínica no es posible anticipar y generalizar las respuestas en sujetos bajo una situación
similar. La singularidad de cada caso atendiendo a los recursos simbólicos desarrollados.
Estos destacan que el parto no constituye el elemento que garantiza la formación del vínculo
entre recién nacido y la figura materna. Debe existir un proceso de acogida, adopción y deseo
por la madre. La adopción puede ser directa ante la ausencia del padre o mediada por este por su
presencia.
La maternidad y paternidad deben ser reforzados por otros componentes sociales. Las relaciones
totalmente armoniosas no existen, aunque no se evidencien ausencias, negligencias, reproches,
entre otros actos reprobables. Este desencuentro se refuerza con el desarrollo del lenguaje.
Algunas familias manifiestan una participación importante en la vida de las adolescentes emba-
razadas; sin embargo, no se observan lazos complejos con la figura materna y carecen de
elementos simbólicos suficientes, sin que se distingan los roles de sus miembros, siendo confu-
sos y precarios.
La repetición es parte de la realidad individual, pero existe una reactualización generacional que
plantea historias únicas, la que pudiera ser un modo de resolver situaciones inconclusas.
En ciertos casos y varios momentos, la madre se torna caprichosa, antojadiza y estragante,
pudiendo parar si se encuentra castrada, pero quedarán huellas en el hijo/a.
Las adolescentes que abandonan la formación escolar pierden un posible espacio para sublimar
la pulsión. Algunas instituciones educativas toleran el embarazo en sus entornos sin darles el
apoyo y acompañamiento necesarios.
Finalmente, concuerdan en que la adolescencia constituye un desafío debido a la incertidumbre
que genera el futuro en el sujeto, además de las dificultades simbólicas y reales que aparecen.
El especialista 1 afirma que la mujer que se convierte en madre genera la división primordial. La
adolescencia juega un papel fundamental en el desarrollo de la sexualidad y el embarazo precoz
obliga a renunciar a una parte de la feminidad tempranamente y reinventarse en su ser de mujer,
para cumplir con la función materna.
REE Volumen 15(3) Riobamba sep. - dic. 2021
FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD
ISSN-impreso 1390-7581
ISSN-digital 2661-6742
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BY
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ND
Además, refiere experiencias de casos donde el vínculo con la madre resulta traumático, destacando que
esta relación es susceptible a lo inesperado por la influencia de lo deseado y lo indeseado.
El estrago materno debe ser tratado cautelosamente, ya que podría culpabilizar a las madres, resaltando
dos indicaciones: la madre en la posición de la pareja (el hombre como estrago) y el hombre personifi-
cando a la madre.
Manifiesta que la madre se vuelve estragante al asumir plenamente ese papel y deja de ser mujer, asegu-
rando que existen casos en que la maternidad pone un freno al goce del sujeto al modificar su comporta-
miento a partir de la llegada de su hijo/a, pero separarla podría desubicarla nuevamente.
Acerca del embarazo adolescente, sostiene que en cada caso se manifiestan efectos diferentes ante
factores predeterminantes similares. Su participación en investigaciones posibilitó que encontrara
entornos familiares que conciben esta etapa de la vida como lo aceptable, en estos se comparte el espa-
cio físico y las funciones de los miembros.
Considera que, en determinadas condiciones sociales, el embarazo adolescente reiterado en una misma
joven se torna una decisión personal. Alude al caso observado en un documental con una chica de 12
años que se enorgullecía por ser pareja de un narcotraficante; su papá se sentía culpable y decía: “yo no
estuve ahí, yo pude haber evitado esto, yo me fui, no estuve, ella es una niña, ella se chupa el dedo para
dormir todavía”, visualizándose un acto fantasmático que sugiere un deseo por separarse de los padres,
sin que se constituyera en un acto logrado.
Concluye que detrás de las personas que ejercen los roles parentales hay hombres y mujeres, cuyas
particularidades identitarias más íntimas pueden explorarse mediante el psicoanálisis.
El especialista 2 concibe a la madre como un agente que posibilita la operacionalización de la función
del padre, introduciendo al infante en el lenguaje, produciendo la inscripción simbólica, le adjudica un
lugar y lo convierte en un objeto de deseo, a la vez que genera una hiancia que posibilitará que se vuelva
sujeto.
Con respecto a la dinámica entre madre e hija asociados al estrago, la primera tiene una actitud de recha-
zo; mientras que la segunda, de reproche. Entre ambas existe tendencia a la insatisfacción susceptible
de devoración. En algunos casos, esta dinámica se constituye en una queja histérica y no desencadena
en estrago.
En una experiencia de trabajo grupal con madres adolescentes, que se encontraban en un albergue de la
ciudad de Quito, percibió que existía una cierta correlación entre la condición económica, cultural,
social y el embarazo. Existía precariedad simbólica en las familias y relaciones casi de pares entre algu-
nas madres e hijas. Varias de estas chicas tenían posturas muy sexualizadas y no querían renunciar a
eso para asumir la maternidad. Una vez más, en una situación similar, algunas asumieron su función
materna y se notaba un descuido de sí mismas, proyectando una imagen envejecida; mientras que, otras
rechazaban a sus hijos mediante actos negligentes.
Menciona que la repetición se produce a nivel de la realidad, abriendo la posibilidad de circunstancias
distintas para ese hijo/a, es decir, el estrago podría quedarse en la relación entre la madre y la hija,
mientras que este nuevo ser queda separado de esa dinámica.
El especialista 3 manifiesta que en el trabajo clínico con madres e hijos/as aparece la dependencia
como un fenómeno muy común. Sin embargo, recalca que tiene diferentes connotaciones de acuerdo
con elementos sociales generacionales; en su experiencia, hace 10 años se creía que el vínculo debía
posibilitar la independencia como punto de partida; mientras que, actualmente se habla sobre cómo
construir independencia en el punto de partida. La dependencia madre hijo/a debe analizarse desde los
primeros años de vida.
Considera el concepto de estrago materno atendiendo a las particularidades de cada época o genera-
ción. Durante el ejercicio clínico atendió algunas madres que establecen relaciones extremadamente
dependientes con sus hijos/as y viceversa, aspecto que podría generarse en contextos excepcionales
cuando el padre es ausente. Hace alusión a lo manifestado por Silvia Ons, acerca de la caída del nombre
del padre relacionada con el declive de la masculinidad y la presencia socialmente desvalorizada del
padre.
La dependencia tiene la potencialidad de impedir que el sujeto alcance autonomía en la adultez, ocasio-
nando una profunda desconfianza hacia la figura que la genera y que las decisiones pasen por la apro-
bación de la madre. A esto, se agrega una sexualización precoz ejercida sobre los hijos/as, como un
sentido de propiedad, donde se utilizan significantes como: compañero/a, amiga, marido, maridito,
entre otros; no se experimenta como algo patológico, hasta que aparece algún síntoma.
En relación con el embarazo adolescente, plantea que debe contemplarse en tiempo y espacio geográfi-
co. En ciertos contextos tiene cierta funcionalidad, tal como: liberarse del núcleo familiar. En zonas
rurales, resulta culturalmente aceptable y tiene una connotación comunitaria. En ciertos entornos urba-
nos, se asocia con un componente social sin que represente implicación afectiva sino en relaciones
casuales.
Algunos padres, cuyos hijos adolescentes cuentan con pareja formal o regular, imponen su deseo de
tener nietos y los inducen a tener hijos tempranamente, lo que ocurre comúnmente cuando existe una
profunda dependencia hacia los progenitores y buscan afirmación dentro de la vida familiar en esta
etapa del desarrollo individual. Aunque, pueden presentarse casos en que se pretende restituir el víncu-
lo familiar, empleando al nuevo integrante como elemento cohesionador al cumplir el anhelo de ser
abuelo(a).
Si el adolescente no pone en palabras las angustias del embarazo, las angustias del embarazo de su
pareja, si no hay alguien con quien se pueda tratar las emociones que están presentes, las dificultades
que están presentes, la construcción de la maternidad y paternidad se vuelve un enorme desafío,
cuando todavía no tienen ese enorme capital simbólico que da la madurez.
Muchos padres tienen la tendencia a proyectar sus aspiraciones frustradas en el orden personal o
profesional en sus hijos(as), incidiendo para que las asuman como propias.
CONCLUSIONES
La función materna constituye un generador de amor, protección y cuidado al niño/a, siendo indis-
pensable para la supervivencia del sujeto durante sus primeros años de vida. Pero, la madre puede
llegar a devorar subjetivamente a la hija cuando esta decide separarse de ella, absorbiéndola y convir-
tiendo esta función en un estrago, que se consolida en forma de rechazo en la relación entre madre e
hija.
En la adolescencia, la maternidad puede plasmarse como un acto que permite lidiar con la recons-
trucción psíquica que experimenta el sujeto. Esta puede configurarse como: un salto hacia la adultez,
una salida a la relación estragante con la figura materna o la consolidación de los ideales familiares
asumidos por el individuo. Lo que resulta un suceso marcado por significantes adjudicados por la
pareja parental y la insondable decisión del ser.
Conflicto de intereses: las autoras declaran que no existen.
Declaración de contribución:
Las autoras recolectaron información científica actualizada, así como en la elaboración y organiza-
ción del documento.
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Recibido: 16 de abril de 2021
Aceptado: 22 de junio de 2021
Estrago materno y función materna en madres adolescentes. Un recorrido teórico y clínico
Maternal damage and maternal function in adolescent mothers. A theoretical and clinical
approach
https://doi.org/10.37135/ee.04.12.11
Autoras:
Alejandra Salomé Sarmiento Benavides1 – https://orcid.org/0000-0002-6404-418X
María Verónica Egas Reyes2 – https://orcid.org/0000-0002-5361-8213
1Universidad Nacional de Chimborazo, Riobamba-Ecuador.
2Pontificia Universidad Católica del Ecuador, Quito-Ecuador.
Autor de correspondencia: Alejandra Salomé Sarmiento Benavides. Email: asarmiento@u-
nach.edu.ec. Teléfono: 0984258784. Dirección postal: Ayacucho entre Pichincha y García
Moreno. Riobamba, Chimborazo, Ecuador.
RESUMEN
El embarazo en la adolescencia implica múltiples cambios somáticos, sociales y psicológicos.
En esta última dimensión, estrago y función materna constituyen dimensiones que requieren de
atención comúnmente. La bibliografía ofrece una amplia gama de abordajes teóricos que se
reflejan en la práctica psicoanalítica, al respecto se presenta una revisión apoyada en las expe-
riencias aportadas por especialistas en esa área. La información se recolectó en bases de datos
científicas reconocidas, tesis de graduación en repositorios universitarios y organizaciones no
gubernamentales de reconocimiento mundial por su actividad de asesoría, investigativa y acadé-
mica. Fundamentalmente, la información teórica se organizó de manera cronológica, la que
luego fue confrontada con las declaraciones de los profesionales entrevistados. Durante el
proceso, se siguieron los principios éticos investigativos universales, en garantía de la calidad y
rigor de las fuentes consultadas.
Palabras clave: conducta materna, psicoanálisis, embarazo en adolescencia.
ABSTRACT
Teenage pregnancy involves multiple somatic, social and psychological changes. In this last
dimension, damage and maternal function constitute dimensions that commonly require atten-
tion. The bibliography provides a wide range of theoretical approaches that are reflected in
psychoanalytic practice. In this regard, a review supported by the experiences contributed by
specialists in this area is presented. The information was collected in recognized scientific data-
bases, graduation thesis in university repositories and non-governmental organizations of world-
wide recognition for their advisory, investigative and academic activity. Fundamentally, the
theoretical information was organized chronologically, which was later compared with the state-
ments of the professionals interviewed. During the process, the universal investigative ethical
principles were followed in order to guarantee the quality and rigor of the searched sources.
Keywords: Maternal Behavior, Psychoanalysis, Pregnancy in Adolescence.
INTRODUCCIÓN
Generalmente, la madre asume la satisfacción de las necesidades del niño/a durante sus primeros
años de vida; quien, además, introduce al hijo/a en la estructura del lenguaje. Maternidad y femi-
nidad son procesos que se contraponen en cada mujer en el intento de alcanzar la sensación de
plenitud.
(1)
Freud es el primero en plantear elementos asociados con el complejo de castración en la relación
madre-hija, señalando que se genera una extrañación en forma de hostilidad, con el reproche de
la segunda por traerla incompleta. El término estrago (ravage) propuesto por Lacan establece
indicaciones sobre la dinámica en el lazo afectivo de la madre con su hija, asegura que sostenerla
puede llegar a ser insoportable, a tal punto en el que la mujer renuncia a su feminidad para ser
toda-madre, es ahí donde convierte a la hija en su objeto de deseo y la absorbe, en algunos casos
ocasionaría que en su vida adulta inicie una relación afectiva con una pareja que podría conver-
tirse en su estrago.
(2)
En la adolescencia, el individuo construye su identidad sexual, reorganiza las identificaciones y
reemplaza al Gran Otro primordial por el Otro social, se trata de un estado de transición que
promueve la autonomía psíquica.
(3)
La gestación y maternidad implican procesos biológicos,
psíquicos y sociales que suponen retos para las madres adolescentes, entre los que destaca la
posible separación de la estructura familiar.
(4)
Feminidad y función materna
El concepto de maternidad desde punto de vista biológico se asume como un proceso de cambios
fisiológicos en el organismo de la mujer con el fin de la gestación y el parto. El enfoque socioló-
gico vincula la maternidad con la familia, comprendiendo que es necesaria la presencia de un
sujeto femenino que posibilite la concepción de los hijos y asuma su cuidado, en medio de un
sistema social que tiene como objetivo primordial la reproducción. La teoría psicoanalítica plan-
teada por Sigmund Freud en 1910 manifiesta que: “el amor de la madre por el lactante […]
posee la naturaleza de una relación amorosa plenamente satisfactoria”. Esta última sugiere que
ese lazo genera sensaciones de agrado y autorrealización en la madre, similares a las que se
producen en las relaciones de pareja.
(5)
Durante su etapa como lactante, el sujeto está invadido por sensaciones provenientes del
ambiente que aún no asimila, debido a que se encuentra en el proceso de separar su yo del
mundo externo. Ese infante requiere asistencia permanente para satisfacer sus necesidades de
forma inmediata para su supervivencia: alimentación, vestimenta, sueño y protección. Además,
precisa de acompañamiento durante la construcción de su aparato psíquico por una persona que
asume la función materna.
(6)
El vínculo que desarrolla el bebé con su cuidador representa un lazo afectivo recíproco y primor-
dial, creándose características psíquicas importantes para su desarrollo que lo acompañarán
durante toda la vida. Generalmente, la madre asume la función materna, la que participa directa-
mente en el desarrollo psicosexual del niño/a mediante caricias, besos y abrazos, despertando
formas placenteras y de excitación sexual en el lactante que se generan en las zonas erógenas.
(7)
La masculinidad se vincula con la actividad y la agresividad; mientras que, la feminidad lo hace
con la pasividad. Sin embargo, la madre mantiene una postura completamente activa, lo que se
evidencia en el acto de la lactancia, esta entrega una parte de ella al hijo/a, controlando cuánto y
cuándo el bebé puede hacerlo.
En los primeros años de vida, el infante no ha desarrollado aún una postura con respecto a la
sexualidad. En las edades de 5 y 6 años, el niño/a atraviesa una etapa de complejo edípico,
descubriendo la diferencia sexual. Al ser poseedor del falo, el varón experimenta la castración al
final, pero la hembra descubre su falta y vive la castración antes; por lo tanto, su superyó no
alcanza la fuerza y el significado que viene de la cultura. La niña que asume su feminidad en
plenitud, implementará una búsqueda inconsciente de ese objeto fálico en la adultez a través de
la procreación con una pareja (un hijo la hará sentirse completa).
(8)
Melanie Klein atribuye gran importancia a la relación que desarrolla la madre con el niño/a. Esta
permite establecer relaciones relaciones de defensa, ansiedad y objeto en el lactante durante los
primeros meses de vida. En los primeros 3 o 4 meses de vida, el bebé atraviesa la posición esqui-
zoparanoide, colocando sus impulsos agresivos sobre el objeto en dependencia de la satisfacción
que este le proporcione. Posteriormente, pasa a la posición depresiva, percibiendo a la madre
como un objeto completo y se relaciona con ella de esa manera, en ciertos momentos experimen-
ta ambivalencias afectivas, por atravesar impulsos de amor y odio que intensifican su deseo de
aniquilar a la madre mala y perpetuar a la buena.
(9)
Cuando el vínculo entre el lactante y la madre no se consolida en afecto de felicidad, puede
deberse a conflictos contradictorios que atraviesa el niño/a, conduciéndolo a posibles fracasos
en el futuro. Las relaciones sociales podrían construirse en base a ansiedades exacerbadas sin
procesar. También, se pueden observar depresiones anormales o inesperadas en los bebés, las
que surgen de las dificultades generadas en esta relación primordial, disminuyendo su deseo.
(10)
Acerca de la existencia de un superyó primario, se piensa que el lactante realiza una introyección
precoz sobre los objetos buenos y malos que representan para él los fragmentos del cuerpo de la
madre, configurando al superyó como una parte del yo, que intenta regular esta agresividad e
impedirse provocar algún tipo de daño a la madre. Propone que el surgimiento del complejo de
Edipo se produce desde los cinco y seis meses de edad, cuando se atraviesa la posición depresi-
va, donde comienza a percibir el daño que causa con sus impulsos agresivos.
(11)
La frustración producto del destete genera el surgimiento del complejo edípico, aflorando
impulsos sádicos fortalecidos por las frustraciones anales y el sentimiento de culpa consecuente
de la formación del SuperYo que se establece por las fijaciones pregenitales. La fase preedípica
tiene una inclinación femenina, caracterizada por una tendencia sádica que se vincula con el
impulso epistemofílico, que conduce al infante varón a identificarse precozmente con la madre.
El cuerpo biológico de ella se convierte en la fuente de deseos y provocaciones sexuales, que son
poseídos imaginariamente por el hijo. Específicamente, zonas como los pechos representarán
abundancia, provocando que se establezca cierta envidia y competencia entre el niño y la madre.
En la infante mujer aparece la conciencia de la carencia del pene y percibe que la madre posee
el del padre, acercándose a este mediante una relación seductora y envolvente que genera mayor
distancia con la madre.
(12)
Durante la infancia, la niña es influenciada por las experiencias preedípicas y edípicas incons-
cientemente, influyendo en la búsqueda de una relación de pareja durante la vida adulta en su
búsqueda por satisfacer sus fantasías sádicas sexuales. Si logra ese éxito, la mujer siente que
alcanzó el lugar que tuvo su madre, haciéndola merecedora de los privilegios que le fueron arre-
batados durante la niñez. Las características narcisistas en la madre, la impulsan a buscar gratifi-
caciones personales que consigue a través de sus hijos, generando dependencia de estos que la
hacen indispensable y prolonga esa relación simbiótica.
(13)
Donald Winnicott plantea que, durante los primeros años de vida, el individuo debe vincularse
con un Otro materno para la supervivencia física y psíquica, configurando el perfil afectivo del
bebé. El infante debe saber manejar la separación de la madre, por lo que es importante crear un
espacio interpersonal. Este autor propone el término objeto transicional para el elemento donde
deposita sus afectos, permitiendo el corte necesario con la madre.
(14)
Los niños poseen el rasgo psíquico de bisexualidad, en el que se configuran elementos femeni-
nos y masculinos. Los primeros están asociados al ser y los segundos al hacer, ambos elementos
tienen una función determinada y son necesarios para la construcción del aparato psíquico.
(15)
En torno a la madre del lactante (que asume adecuadamente su función) existen elementos que
posibilitan el tránsito de la dependencia absoluta a la independencia del hijo/a:
(16)
Holding o sostenimiento, manera de acunar entre sus brazos al bebé, asociado con sensa-
ciones esporádicas que niegan la posibilidad de un reaseguramiento y contención de las
ansiedades psicóticas en base a la realidad externa del ser.
Manipulación, satisfacción corporal del niño mediante la relación psicosomática y la
coordinación.
Mostración de objetos, contacto entre el lactante y los objetos de su entorno.
Jacques Lacan manifiesta que el cuidador puede pertenecer al otro género, lo único que necesita
es amar y proteger al lactante de manera oportuna y apropiada. Por eso, resalta la relevancia de
la figura materna, por ser quien se convertirá en el Gran Otro primordial, posibilitando la cons-
trucción del cuerpo simbólico del infante mediante el lenguaje como discurso del Otro.
(17)
En la etapa de la niñez, el vínculo con la figura materna es esencial en el desarrollo del proceso
de constitución subjetiva denominado estadío del espejo, el que se genera entre los 6 y 18 meses
de edad. Aquí, se construye la imagen unificada del bebé que permite reconocerse a sí mismo y
a otros. Se configura el registro imaginario y el narcisismo, marcando el comienzo de la relación
del infante con su contexto.
(18)
La mujer vive la maternidad como un privilegio, puesto que el contacto físico le ofrece mucha
satisfacción narcisista. Los recuerdos y experiencias que la mujer vivió durante la infancia le
ayudan a crear y sostener el sentimiento materno, abrigando al lactante. Para el niño/a la imagen
del seno materno produce una sensación de protección y complementación; por lo que, al darse
el destete debe sublimar dicha pérdida.
(19)
Existe una relación entre el complejo de Edipo, el ideal del yo, el superyó y la realidad. El infan-
te adquiere identificaciones sexuales que posibilitan asumir el género para relacionarse con su
entorno, lo que se asocia al ideal del yo. La metáfora paterna que es el complejo de Edipo
propuesto con tres funciones simbólicas: objeto, deseo de la madre y del padre. Esta última
función introduce a todos los participantes en la metáfora, separando al niño del deseo materno
y permite el desarrollo el SuperYo y su propio deseo.
(20)
El goce que experimenta la mujer no es fálico. Al estar castrada, no tiene el temor que posee el
varón a perder el falo. No existe una forma de goce universal y generalizado que caracteriza a
las mujeres, pues la singularidad favorece una forma propia e individual de satisfacción.
(21)
Aproximaciones al estrago materno
El estrago materno se produce cuando la relación entre la figura materna y el niño se vuelve
absorbente. La palabra estrago proviene del término en francés “ravage” que significa devasta-
ción y destrucción. El infante se queda envuelto en el deseo mortífero de la madre que evidencia
la voracidad que ella ejerce en su función, provocando una descompensación a nivel del aparato
psíquico e impide la separación.
(22)
La maternidad es insuficiente ante la presencia del deseo y goce que experimenta el infante
cuando la madre se convierte en el vehículo que traslada el significante del nombre del padre
hacia el hijo/a y anula su deseo como mujer. Esto hace que sature la falta de su vástago, resultan-
do devastador.
(23)
La mujer elije inconscientemente el camino del estrago cuando surgen dos elementos: la actividad
evidenciada en todas las muestras de afecto hacia su hijo/a y la pasividad reflejada en los planos
social y sexual. La madre absoluta renuncia al placer que obtendría como mujer, lo que la conduce
a devorar al hijo/a, el segundo podría generar una fantasía masoquista en la vida adulta.
(24)
La relación estragante aparece cuando la figura materna no cuenta con los recursos simbólicos
suficientes durante los primeros años de vida del niño/a, incumpliendo con la función encomen-
dada, pudiendo significar que no existe el deseo materno o no lo ha desarrollado.
(25)
A través de la metáfora del cocodrilo, Lacan describe la manera en que opera el estrago materno:
la boca del animal representa el deseo materno; el infante, su alimento; el agua es el lenguaje y
la transmisión de significantes y la barra atravesada en la boca del cocodrilo se refiere al falo.
Así, sugiere que el deseo materno debe ser refrenado mediante el falo, existiendo una tercera
función que separa al niño/a de la figura materna e impide la depredación.
(26)
El deseo de la madre es mortífero si la relación afectiva con el niño/a es excesiva. Cuatro signifi-
cantes interactúan en el estrago: la devoración, lo insaciable, el capricho y la destrucción. Este
fenómeno provoca marcas irreversibles que se evidencian en individuos que no construyen una
inscripción simbólica, por la ausencia o poca presencia de la función paterna, conduciendo a
inexistencia de regulación del capricho materno.
(27)
El fenómeno del estrago puede verse de diferentes maneras:
(28)
Si está configurado desde la realidad no permite que el sujeto construya símbolos propios,
condenándolo a constituirse en objeto del Otro.
Elemento que impide al individuo relacionarse con el objeto fálico.
La madre fijada como el Otro, excluyendo al sujeto de la ley simbólica.
La relación madre-hija estragante con una connotación amorosa y torturante tiende a ser
devastadora y muy parecida al goce femenino pleno.
La presencia de la niña puede provocar que la madre experimente un desencuentro con su propia
castración, evocando las marcas producidas durante el complejo edípico de manera intolerable.
(29)
Cada mujer crea su propio modo de gozar y demanda un significante que le adjudique su identi-
dad de género. La construcción de su propia feminidad resulta uno de los propósitos de las niñas
al llegar a la adultez.
(30)
El estrago materno puede expresarse en forma de un amor excesivo o a través de una conducta
total o parcialmente despreocupada y/o negligente. La mujer que experimenta la maternidad
coloca al futuro bebé como un semblante, por el hecho de llevar un nuevo ser al interior de su
cuerpo, aparentando que va a constituirse en el objeto fálico que cubrirá su falta.
(31)
La complejidad subjetiva en el individuo se configura al no encontrar un objeto que le permita
establecer un anclaje fálico. En unas ocasiones, el partenaire simula un efecto similar, en otras,
los hijos/as se ubican como medio para esa satisfacción. Aunque, en la mayoría de casos esos
objetos no funcionan por un tiempo prolongado; de ahí, que la mujer busca otras vías para sobre-
llevar esa insatisfacción, pudiendo presentarse como síntoma o mediante el consumo de sustan-
cias, entre otras.
(32)
Pubertad, adolescencia y maternidad
El término Umgelstatung implica forma y morfos para referirse a la pubertad. Esta etapa del
desarrollo se conoce como la metamorfosis de la pubertad, en la que se reorganiza la vida sexual
infantil debido a que, las identificaciones y semblantes que construyó durante la niñez han perdi-
do la capacidad de sostenerlo. Además, enfrenta un despertar sexual distinto mediante recursos
imaginarios y simbólicos mucho más amplios, donde el otro ocupa un lugar primordial.
(33)
La pubertad puede ser vista como un túnel perforado que parte de las experiencias y recuerdos
infantiles hasta las escenas y fantasías asociadas a la sexualidad adulta. El púber se deslinda de
los objetos infantiles y empieza a vivir una transformación corporal progresiva que responde a
un nuevo modo de goce, escogiendo un objeto que garantice esa satisfacción. Además, el sujeto
pierde su concepción sobre los padres como Otros absolutos, ubicándolos como seres mortales
y reemplazables sin ninguna autoridad.
(34)
En la pubertad, el individuo experimenta un goce invasivo e irreconocible a nivel del cuerpo
real, sumando una imagen corporal retrógrada que no amortigua dicho goce. El sujeto asimila,
acomoda e introyecta ese nuevo esquema corporal, volviendo a desarrollar la conexión psicoso-
mática mediada por los registros imaginario, simbólico y real.
(35)
El empuje hormonal en la pubertad no implica cambios biológicos únicamente, pues está media-
do por el lenguaje y resulta una transformación total. Al finalizar este período, el ser humano
aprenderá un modo de relacionarse con el otro que ocupa el lugar de partenaire sexual.
(36)
En la adolescencia, se actualizan los conflictos sexuales latentes en la infancia del individuo,
exacerbando instancias psíquicas como la importancia del yo y la dinamización de los mecanis-
mos de defensa. Este es un proceso natural de descubrimiento personal a través de un desarrollo
emocional que debe vivirse plenamente. También se ve como una etapa denominada identidad
vs confusión o difusión, construyendo la identidad basándose en los recursos sociales que tiene
a su disposición, lo que implica un momento crítico en el que experimenta frustraciones, dudas,
imposición de metas, además de cambios afectivos y cognitivos.
(37)
Entre los impasses, pérdidas y construcciones que el adolescente atraviesa, la temporalidad
psíquica se presenta como un elemento relevante, ya que se trata de un estado que obliga al indi-
viduo a renunciar a la cobertura simbólica otorgada por el Otro primordial en la niñez. En esta
se producen reelaboraciones subjetivas congruentes con un cuerpo físico que produce asombro,
mientras se acompaña por el Otro en busca de encontrar un lugar y pertenencia en lo social. Así,
la temporalidad psíquica o lógica es el tiempo que requiere un individuo para procesar los cam-
bios biológicos y psicológicos, además de las manifestaciones pulsionales. Si no concibe esas
modificaciones, el individuo mantiene las marcas infantiles, obstaculizando la generación del
deseo singular.
(38)
Otro aspecto de gran importancia es la fantasía, el sujeto neurótico se sirve de diversos recursos
que no surgen de la realidad. La fantasía implementa una realidad paralela en la que la persona
se posiciona como protagonista de su historia, convirtiéndolo en un modo de sobrellevar la
angustia de vivir. El adolescente utiliza este recurso para movilizar el deseo, identificaciones,
ideales y la configuración de la imagen inconsciente del cuerpo.
(39)
Diversas experiencias inconscientes que el sujeto vive en la etapa pre y postnatal pueden consi-
derarse como la causa de conductas de riesgo, tales como:
(40)
La tendencia al suicidio ligada al deseo de la madre por interrumpir el embarazo o una
necesidad a terminar con su niñez.
La inclinación para fugarse, implicando una distancia ante el comportamiento cultural-
mente normalizado.
El consumo de drogas, como vía para mitigar los cambios que atraviesan, pudiendo
llegar a constituirse en un semblante temporal que estabiliza la libido ante la posibilidad
de procreación.
El embarazo para consolidar un corte de estado que agilite la llegada a la adultez.
La posibilidad de la concepción influye en la aparición de dos significantes que se complemen-
tan y marcan al sujeto femenino: ser mujer y ser madre. El primero se relaciona con el modo de
satisfacer el goce sexual, da respuesta al placer sexual masculino y le conecta con la identidad
femenina. El segundo está vinculado con la incógnita del origen mismo del ser: ¿de dónde veni-
mos?, lo que confronta a la realidad de la procreación y la búsqueda de consolidar al hijo como
el objeto fálico.
(41)
El embarazo se concibe como un llamado al Otro (madre, el padre, la pareja, etc.), en forma de
un mensaje que se requiere descifrar. Durante la adolescencia, este acto anuda dudas y probables
conflictos en la relación madre-hija, ya que ambas pasan a tener la misma posición.
(42)
Socialmente, el embarazo adolescente puede ser asumido como un descuido o un error que
demuestra la vulnerabilidad en la toma de decisiones por el individuo e involucra a toda la fami-
lia. Biológicamente, evidencia un estado adecuado de salud y madurez física. Emocionalmente,
muestra una aparente confusión y temor. Desde la perspectiva psicoanalítica, se cree que la
mujer desea inconscientemente ser madre, desde ese punto de vista, el embarazo adolescente es
deseado, aunque no sea planificado en algunas ocasiones.
(43)
Existen cuatro factores que influyen en el embarazo adolescente:
(44)
Lugar que ocupa en su grupo familiar y genera un deseo precoz de concebir un hijo.
Respuesta ante la relación de afecto con la figura materna.
Conflicto edípico mezclado con un error.
Deseo de tener progenie.
En la construcción de la identidad, el adolescente se confronta a un Otro exigente cultural ante
el que debe posicionarse y mantener un lugar social. Al convertirse en madre, algunas mujeres
adquieren la identidad que se ensambla con la adultez. En 2006, Amorín refirió que, la madre
adolescente deposita sobre el hijo/a la ilusión de mantener un hogar, sobrecargándolo de ideales
que puede asociarse con la satisfacción de carencias afectivas en su pasado.
(45)
Visión de la función y estrago maternos desde la práctica clínica
La entrevista a tres especialistas en psicoanálisis permitió observar que coincidieron al afirmar
que, en la clínica no es posible anticipar y generalizar las respuestas en sujetos bajo una situación
similar. La singularidad de cada caso atendiendo a los recursos simbólicos desarrollados.
Estos destacan que el parto no constituye el elemento que garantiza la formación del vínculo
entre recién nacido y la figura materna. Debe existir un proceso de acogida, adopción y deseo
por la madre. La adopción puede ser directa ante la ausencia del padre o mediada por este por su
presencia.
La maternidad y paternidad deben ser reforzados por otros componentes sociales. Las relaciones
totalmente armoniosas no existen, aunque no se evidencien ausencias, negligencias, reproches,
entre otros actos reprobables. Este desencuentro se refuerza con el desarrollo del lenguaje.
Algunas familias manifiestan una participación importante en la vida de las adolescentes emba-
razadas; sin embargo, no se observan lazos complejos con la figura materna y carecen de
elementos simbólicos suficientes, sin que se distingan los roles de sus miembros, siendo confu-
sos y precarios.
La repetición es parte de la realidad individual, pero existe una reactualización generacional que
plantea historias únicas, la que pudiera ser un modo de resolver situaciones inconclusas.
En ciertos casos y varios momentos, la madre se torna caprichosa, antojadiza y estragante,
pudiendo parar si se encuentra castrada, pero quedarán huellas en el hijo/a.
Las adolescentes que abandonan la formación escolar pierden un posible espacio para sublimar
la pulsión. Algunas instituciones educativas toleran el embarazo en sus entornos sin darles el
apoyo y acompañamiento necesarios.
Finalmente, concuerdan en que la adolescencia constituye un desafío debido a la incertidumbre
que genera el futuro en el sujeto, además de las dificultades simbólicas y reales que aparecen.
El especialista 1 afirma que la mujer que se convierte en madre genera la división primordial. La
adolescencia juega un papel fundamental en el desarrollo de la sexualidad y el embarazo precoz
obliga a renunciar a una parte de la feminidad tempranamente y reinventarse en su ser de mujer,
para cumplir con la función materna.
REE Volumen 15(3) Riobamba sep. - dic. 2021
FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD
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BY
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ND
Además, refiere experiencias de casos donde el vínculo con la madre resulta traumático, destacando que
esta relación es susceptible a lo inesperado por la influencia de lo deseado y lo indeseado.
El estrago materno debe ser tratado cautelosamente, ya que podría culpabilizar a las madres, resaltando
dos indicaciones: la madre en la posición de la pareja (el hombre como estrago) y el hombre personifi-
cando a la madre.
Manifiesta que la madre se vuelve estragante al asumir plenamente ese papel y deja de ser mujer, asegu-
rando que existen casos en que la maternidad pone un freno al goce del sujeto al modificar su comporta-
miento a partir de la llegada de su hijo/a, pero separarla podría desubicarla nuevamente.
Acerca del embarazo adolescente, sostiene que en cada caso se manifiestan efectos diferentes ante
factores predeterminantes similares. Su participación en investigaciones posibilitó que encontrara
entornos familiares que conciben esta etapa de la vida como lo aceptable, en estos se comparte el espa-
cio físico y las funciones de los miembros.
Considera que, en determinadas condiciones sociales, el embarazo adolescente reiterado en una misma
joven se torna una decisión personal. Alude al caso observado en un documental con una chica de 12
años que se enorgullecía por ser pareja de un narcotraficante; su papá se sentía culpable y decía: “yo no
estuve ahí, yo pude haber evitado esto, yo me fui, no estuve, ella es una niña, ella se chupa el dedo para
dormir todavía”, visualizándose un acto fantasmático que sugiere un deseo por separarse de los padres,
sin que se constituyera en un acto logrado.
Concluye que detrás de las personas que ejercen los roles parentales hay hombres y mujeres, cuyas
particularidades identitarias más íntimas pueden explorarse mediante el psicoanálisis.
El especialista 2 concibe a la madre como un agente que posibilita la operacionalización de la función
del padre, introduciendo al infante en el lenguaje, produciendo la inscripción simbólica, le adjudica un
lugar y lo convierte en un objeto de deseo, a la vez que genera una hiancia que posibilitará que se vuelva
sujeto.
Con respecto a la dinámica entre madre e hija asociados al estrago, la primera tiene una actitud de recha-
zo; mientras que la segunda, de reproche. Entre ambas existe tendencia a la insatisfacción susceptible
de devoración. En algunos casos, esta dinámica se constituye en una queja histérica y no desencadena
en estrago.
En una experiencia de trabajo grupal con madres adolescentes, que se encontraban en un albergue de la
ciudad de Quito, percibió que existía una cierta correlación entre la condición económica, cultural,
social y el embarazo. Existía precariedad simbólica en las familias y relaciones casi de pares entre algu-
nas madres e hijas. Varias de estas chicas tenían posturas muy sexualizadas y no querían renunciar a
eso para asumir la maternidad. Una vez más, en una situación similar, algunas asumieron su función
materna y se notaba un descuido de sí mismas, proyectando una imagen envejecida; mientras que, otras
rechazaban a sus hijos mediante actos negligentes.
Menciona que la repetición se produce a nivel de la realidad, abriendo la posibilidad de circunstancias
distintas para ese hijo/a, es decir, el estrago podría quedarse en la relación entre la madre y la hija,
mientras que este nuevo ser queda separado de esa dinámica.
El especialista 3 manifiesta que en el trabajo clínico con madres e hijos/as aparece la dependencia
como un fenómeno muy común. Sin embargo, recalca que tiene diferentes connotaciones de acuerdo
con elementos sociales generacionales; en su experiencia, hace 10 años se creía que el vínculo debía
posibilitar la independencia como punto de partida; mientras que, actualmente se habla sobre cómo
construir independencia en el punto de partida. La dependencia madre hijo/a debe analizarse desde los
primeros años de vida.
Considera el concepto de estrago materno atendiendo a las particularidades de cada época o genera-
ción. Durante el ejercicio clínico atendió algunas madres que establecen relaciones extremadamente
dependientes con sus hijos/as y viceversa, aspecto que podría generarse en contextos excepcionales
cuando el padre es ausente. Hace alusión a lo manifestado por Silvia Ons, acerca de la caída del nombre
del padre relacionada con el declive de la masculinidad y la presencia socialmente desvalorizada del
padre.
La dependencia tiene la potencialidad de impedir que el sujeto alcance autonomía en la adultez, ocasio-
nando una profunda desconfianza hacia la figura que la genera y que las decisiones pasen por la apro-
bación de la madre. A esto, se agrega una sexualización precoz ejercida sobre los hijos/as, como un
sentido de propiedad, donde se utilizan significantes como: compañero/a, amiga, marido, maridito,
entre otros; no se experimenta como algo patológico, hasta que aparece algún síntoma.
En relación con el embarazo adolescente, plantea que debe contemplarse en tiempo y espacio geográfi-
co. En ciertos contextos tiene cierta funcionalidad, tal como: liberarse del núcleo familiar. En zonas
rurales, resulta culturalmente aceptable y tiene una connotación comunitaria. En ciertos entornos urba-
nos, se asocia con un componente social sin que represente implicación afectiva sino en relaciones
casuales.
Algunos padres, cuyos hijos adolescentes cuentan con pareja formal o regular, imponen su deseo de
tener nietos y los inducen a tener hijos tempranamente, lo que ocurre comúnmente cuando existe una
profunda dependencia hacia los progenitores y buscan afirmación dentro de la vida familiar en esta
etapa del desarrollo individual. Aunque, pueden presentarse casos en que se pretende restituir el víncu-
lo familiar, empleando al nuevo integrante como elemento cohesionador al cumplir el anhelo de ser
abuelo(a).
Si el adolescente no pone en palabras las angustias del embarazo, las angustias del embarazo de su
pareja, si no hay alguien con quien se pueda tratar las emociones que están presentes, las dificultades
que están presentes, la construcción de la maternidad y paternidad se vuelve un enorme desafío,
cuando todavía no tienen ese enorme capital simbólico que da la madurez.
Muchos padres tienen la tendencia a proyectar sus aspiraciones frustradas en el orden personal o
profesional en sus hijos(as), incidiendo para que las asuman como propias.
CONCLUSIONES
La función materna constituye un generador de amor, protección y cuidado al niño/a, siendo indis-
pensable para la supervivencia del sujeto durante sus primeros años de vida. Pero, la madre puede
llegar a devorar subjetivamente a la hija cuando esta decide separarse de ella, absorbiéndola y convir-
tiendo esta función en un estrago, que se consolida en forma de rechazo en la relación entre madre e
hija.
En la adolescencia, la maternidad puede plasmarse como un acto que permite lidiar con la recons-
trucción psíquica que experimenta el sujeto. Esta puede configurarse como: un salto hacia la adultez,
una salida a la relación estragante con la figura materna o la consolidación de los ideales familiares
asumidos por el individuo. Lo que resulta un suceso marcado por significantes adjudicados por la
pareja parental y la insondable decisión del ser.
Conflicto de intereses: las autoras declaran que no existen.
Declaración de contribución:
Las autoras recolectaron información científica actualizada, así como en la elaboración y organiza-
ción del documento.
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Recibido: 16 de abril de 2021
Aceptado: 22 de junio de 2021
Estrago materno y función materna en madres adolescentes. Un recorrido teórico y clínico
Maternal damage and maternal function in adolescent mothers. A theoretical and clinical
approach
https://doi.org/10.37135/ee.04.12.11
Autoras:
Alejandra Salomé Sarmiento Benavides1 – https://orcid.org/0000-0002-6404-418X
María Verónica Egas Reyes2 – https://orcid.org/0000-0002-5361-8213
1Universidad Nacional de Chimborazo, Riobamba-Ecuador.
2Pontificia Universidad Católica del Ecuador, Quito-Ecuador.
Autor de correspondencia: Alejandra Salomé Sarmiento Benavides. Email: asarmiento@u-
nach.edu.ec. Teléfono: 0984258784. Dirección postal: Ayacucho entre Pichincha y García
Moreno. Riobamba, Chimborazo, Ecuador.
RESUMEN
El embarazo en la adolescencia implica múltiples cambios somáticos, sociales y psicológicos.
En esta última dimensión, estrago y función materna constituyen dimensiones que requieren de
atención comúnmente. La bibliografía ofrece una amplia gama de abordajes teóricos que se
reflejan en la práctica psicoanalítica, al respecto se presenta una revisión apoyada en las expe-
riencias aportadas por especialistas en esa área. La información se recolectó en bases de datos
científicas reconocidas, tesis de graduación en repositorios universitarios y organizaciones no
gubernamentales de reconocimiento mundial por su actividad de asesoría, investigativa y acadé-
mica. Fundamentalmente, la información teórica se organizó de manera cronológica, la que
luego fue confrontada con las declaraciones de los profesionales entrevistados. Durante el
proceso, se siguieron los principios éticos investigativos universales, en garantía de la calidad y
rigor de las fuentes consultadas.
Palabras clave: conducta materna, psicoanálisis, embarazo en adolescencia.
ABSTRACT
Teenage pregnancy involves multiple somatic, social and psychological changes. In this last
dimension, damage and maternal function constitute dimensions that commonly require atten-
tion. The bibliography provides a wide range of theoretical approaches that are reflected in
psychoanalytic practice. In this regard, a review supported by the experiences contributed by
specialists in this area is presented. The information was collected in recognized scientific data-
bases, graduation thesis in university repositories and non-governmental organizations of world-
wide recognition for their advisory, investigative and academic activity. Fundamentally, the
theoretical information was organized chronologically, which was later compared with the state-
ments of the professionals interviewed. During the process, the universal investigative ethical
principles were followed in order to guarantee the quality and rigor of the searched sources.
Keywords: Maternal Behavior, Psychoanalysis, Pregnancy in Adolescence.
INTRODUCCIÓN
Generalmente, la madre asume la satisfacción de las necesidades del niño/a durante sus primeros
años de vida; quien, además, introduce al hijo/a en la estructura del lenguaje. Maternidad y femi-
nidad son procesos que se contraponen en cada mujer en el intento de alcanzar la sensación de
plenitud.
(1)
Freud es el primero en plantear elementos asociados con el complejo de castración en la relación
madre-hija, señalando que se genera una extrañación en forma de hostilidad, con el reproche de
la segunda por traerla incompleta. El término estrago (ravage) propuesto por Lacan establece
indicaciones sobre la dinámica en el lazo afectivo de la madre con su hija, asegura que sostenerla
puede llegar a ser insoportable, a tal punto en el que la mujer renuncia a su feminidad para ser
toda-madre, es ahí donde convierte a la hija en su objeto de deseo y la absorbe, en algunos casos
ocasionaría que en su vida adulta inicie una relación afectiva con una pareja que podría conver-
tirse en su estrago.
(2)
En la adolescencia, el individuo construye su identidad sexual, reorganiza las identificaciones y
reemplaza al Gran Otro primordial por el Otro social, se trata de un estado de transición que
promueve la autonomía psíquica.
(3)
La gestación y maternidad implican procesos biológicos,
psíquicos y sociales que suponen retos para las madres adolescentes, entre los que destaca la
posible separación de la estructura familiar.
(4)
Feminidad y función materna
El concepto de maternidad desde punto de vista biológico se asume como un proceso de cambios
fisiológicos en el organismo de la mujer con el fin de la gestación y el parto. El enfoque socioló-
gico vincula la maternidad con la familia, comprendiendo que es necesaria la presencia de un
sujeto femenino que posibilite la concepción de los hijos y asuma su cuidado, en medio de un
sistema social que tiene como objetivo primordial la reproducción. La teoría psicoanalítica plan-
teada por Sigmund Freud en 1910 manifiesta que: “el amor de la madre por el lactante […]
posee la naturaleza de una relación amorosa plenamente satisfactoria”. Esta última sugiere que
ese lazo genera sensaciones de agrado y autorrealización en la madre, similares a las que se
producen en las relaciones de pareja.
(5)
Durante su etapa como lactante, el sujeto está invadido por sensaciones provenientes del
ambiente que aún no asimila, debido a que se encuentra en el proceso de separar su yo del
mundo externo. Ese infante requiere asistencia permanente para satisfacer sus necesidades de
forma inmediata para su supervivencia: alimentación, vestimenta, sueño y protección. Además,
precisa de acompañamiento durante la construcción de su aparato psíquico por una persona que
asume la función materna.
(6)
El vínculo que desarrolla el bebé con su cuidador representa un lazo afectivo recíproco y primor-
dial, creándose características psíquicas importantes para su desarrollo que lo acompañarán
durante toda la vida. Generalmente, la madre asume la función materna, la que participa directa-
mente en el desarrollo psicosexual del niño/a mediante caricias, besos y abrazos, despertando
formas placenteras y de excitación sexual en el lactante que se generan en las zonas erógenas.
(7)
La masculinidad se vincula con la actividad y la agresividad; mientras que, la feminidad lo hace
con la pasividad. Sin embargo, la madre mantiene una postura completamente activa, lo que se
evidencia en el acto de la lactancia, esta entrega una parte de ella al hijo/a, controlando cuánto y
cuándo el bebé puede hacerlo.
En los primeros años de vida, el infante no ha desarrollado aún una postura con respecto a la
sexualidad. En las edades de 5 y 6 años, el niño/a atraviesa una etapa de complejo edípico,
descubriendo la diferencia sexual. Al ser poseedor del falo, el varón experimenta la castración al
final, pero la hembra descubre su falta y vive la castración antes; por lo tanto, su superyó no
alcanza la fuerza y el significado que viene de la cultura. La niña que asume su feminidad en
plenitud, implementará una búsqueda inconsciente de ese objeto fálico en la adultez a través de
la procreación con una pareja (un hijo la hará sentirse completa).
(8)
Melanie Klein atribuye gran importancia a la relación que desarrolla la madre con el niño/a. Esta
permite establecer relaciones relaciones de defensa, ansiedad y objeto en el lactante durante los
primeros meses de vida. En los primeros 3 o 4 meses de vida, el bebé atraviesa la posición esqui-
zoparanoide, colocando sus impulsos agresivos sobre el objeto en dependencia de la satisfacción
que este le proporcione. Posteriormente, pasa a la posición depresiva, percibiendo a la madre
como un objeto completo y se relaciona con ella de esa manera, en ciertos momentos experimen-
ta ambivalencias afectivas, por atravesar impulsos de amor y odio que intensifican su deseo de
aniquilar a la madre mala y perpetuar a la buena.
(9)
Cuando el vínculo entre el lactante y la madre no se consolida en afecto de felicidad, puede
deberse a conflictos contradictorios que atraviesa el niño/a, conduciéndolo a posibles fracasos
en el futuro. Las relaciones sociales podrían construirse en base a ansiedades exacerbadas sin
procesar. También, se pueden observar depresiones anormales o inesperadas en los bebés, las
que surgen de las dificultades generadas en esta relación primordial, disminuyendo su deseo.
(10)
Acerca de la existencia de un superyó primario, se piensa que el lactante realiza una introyección
precoz sobre los objetos buenos y malos que representan para él los fragmentos del cuerpo de la
madre, configurando al superyó como una parte del yo, que intenta regular esta agresividad e
impedirse provocar algún tipo de daño a la madre. Propone que el surgimiento del complejo de
Edipo se produce desde los cinco y seis meses de edad, cuando se atraviesa la posición depresi-
va, donde comienza a percibir el daño que causa con sus impulsos agresivos.
(11)
La frustración producto del destete genera el surgimiento del complejo edípico, aflorando
impulsos sádicos fortalecidos por las frustraciones anales y el sentimiento de culpa consecuente
de la formación del SuperYo que se establece por las fijaciones pregenitales. La fase preedípica
tiene una inclinación femenina, caracterizada por una tendencia sádica que se vincula con el
impulso epistemofílico, que conduce al infante varón a identificarse precozmente con la madre.
El cuerpo biológico de ella se convierte en la fuente de deseos y provocaciones sexuales, que son
poseídos imaginariamente por el hijo. Específicamente, zonas como los pechos representarán
abundancia, provocando que se establezca cierta envidia y competencia entre el niño y la madre.
En la infante mujer aparece la conciencia de la carencia del pene y percibe que la madre posee
el del padre, acercándose a este mediante una relación seductora y envolvente que genera mayor
distancia con la madre.
(12)
Durante la infancia, la niña es influenciada por las experiencias preedípicas y edípicas incons-
cientemente, influyendo en la búsqueda de una relación de pareja durante la vida adulta en su
búsqueda por satisfacer sus fantasías sádicas sexuales. Si logra ese éxito, la mujer siente que
alcanzó el lugar que tuvo su madre, haciéndola merecedora de los privilegios que le fueron arre-
batados durante la niñez. Las características narcisistas en la madre, la impulsan a buscar gratifi-
caciones personales que consigue a través de sus hijos, generando dependencia de estos que la
hacen indispensable y prolonga esa relación simbiótica.
(13)
Donald Winnicott plantea que, durante los primeros años de vida, el individuo debe vincularse
con un Otro materno para la supervivencia física y psíquica, configurando el perfil afectivo del
bebé. El infante debe saber manejar la separación de la madre, por lo que es importante crear un
espacio interpersonal. Este autor propone el término objeto transicional para el elemento donde
deposita sus afectos, permitiendo el corte necesario con la madre.
(14)
Los niños poseen el rasgo psíquico de bisexualidad, en el que se configuran elementos femeni-
nos y masculinos. Los primeros están asociados al ser y los segundos al hacer, ambos elementos
tienen una función determinada y son necesarios para la construcción del aparato psíquico.
(15)
En torno a la madre del lactante (que asume adecuadamente su función) existen elementos que
posibilitan el tránsito de la dependencia absoluta a la independencia del hijo/a:
(16)
Holding o sostenimiento, manera de acunar entre sus brazos al bebé, asociado con sensa-
ciones esporádicas que niegan la posibilidad de un reaseguramiento y contención de las
ansiedades psicóticas en base a la realidad externa del ser.
Manipulación, satisfacción corporal del niño mediante la relación psicosomática y la
coordinación.
Mostración de objetos, contacto entre el lactante y los objetos de su entorno.
Jacques Lacan manifiesta que el cuidador puede pertenecer al otro género, lo único que necesita
es amar y proteger al lactante de manera oportuna y apropiada. Por eso, resalta la relevancia de
la figura materna, por ser quien se convertirá en el Gran Otro primordial, posibilitando la cons-
trucción del cuerpo simbólico del infante mediante el lenguaje como discurso del Otro.
(17)
En la etapa de la niñez, el vínculo con la figura materna es esencial en el desarrollo del proceso
de constitución subjetiva denominado estadío del espejo, el que se genera entre los 6 y 18 meses
de edad. Aquí, se construye la imagen unificada del bebé que permite reconocerse a sí mismo y
a otros. Se configura el registro imaginario y el narcisismo, marcando el comienzo de la relación
del infante con su contexto.
(18)
La mujer vive la maternidad como un privilegio, puesto que el contacto físico le ofrece mucha
satisfacción narcisista. Los recuerdos y experiencias que la mujer vivió durante la infancia le
ayudan a crear y sostener el sentimiento materno, abrigando al lactante. Para el niño/a la imagen
del seno materno produce una sensación de protección y complementación; por lo que, al darse
el destete debe sublimar dicha pérdida.
(19)
Existe una relación entre el complejo de Edipo, el ideal del yo, el superyó y la realidad. El infan-
te adquiere identificaciones sexuales que posibilitan asumir el género para relacionarse con su
entorno, lo que se asocia al ideal del yo. La metáfora paterna que es el complejo de Edipo
propuesto con tres funciones simbólicas: objeto, deseo de la madre y del padre. Esta última
función introduce a todos los participantes en la metáfora, separando al niño del deseo materno
y permite el desarrollo el SuperYo y su propio deseo.
(20)
El goce que experimenta la mujer no es fálico. Al estar castrada, no tiene el temor que posee el
varón a perder el falo. No existe una forma de goce universal y generalizado que caracteriza a
las mujeres, pues la singularidad favorece una forma propia e individual de satisfacción.
(21)
Aproximaciones al estrago materno
El estrago materno se produce cuando la relación entre la figura materna y el niño se vuelve
absorbente. La palabra estrago proviene del término en francés “ravage” que significa devasta-
ción y destrucción. El infante se queda envuelto en el deseo mortífero de la madre que evidencia
la voracidad que ella ejerce en su función, provocando una descompensación a nivel del aparato
psíquico e impide la separación.
(22)
La maternidad es insuficiente ante la presencia del deseo y goce que experimenta el infante
cuando la madre se convierte en el vehículo que traslada el significante del nombre del padre
hacia el hijo/a y anula su deseo como mujer. Esto hace que sature la falta de su vástago, resultan-
do devastador.
(23)
La mujer elije inconscientemente el camino del estrago cuando surgen dos elementos: la actividad
evidenciada en todas las muestras de afecto hacia su hijo/a y la pasividad reflejada en los planos
social y sexual. La madre absoluta renuncia al placer que obtendría como mujer, lo que la conduce
a devorar al hijo/a, el segundo podría generar una fantasía masoquista en la vida adulta.
(24)
La relación estragante aparece cuando la figura materna no cuenta con los recursos simbólicos
suficientes durante los primeros años de vida del niño/a, incumpliendo con la función encomen-
dada, pudiendo significar que no existe el deseo materno o no lo ha desarrollado.
(25)
A través de la metáfora del cocodrilo, Lacan describe la manera en que opera el estrago materno:
la boca del animal representa el deseo materno; el infante, su alimento; el agua es el lenguaje y
la transmisión de significantes y la barra atravesada en la boca del cocodrilo se refiere al falo.
Así, sugiere que el deseo materno debe ser refrenado mediante el falo, existiendo una tercera
función que separa al niño/a de la figura materna e impide la depredación.
(26)
El deseo de la madre es mortífero si la relación afectiva con el niño/a es excesiva. Cuatro signifi-
cantes interactúan en el estrago: la devoración, lo insaciable, el capricho y la destrucción. Este
fenómeno provoca marcas irreversibles que se evidencian en individuos que no construyen una
inscripción simbólica, por la ausencia o poca presencia de la función paterna, conduciendo a
inexistencia de regulación del capricho materno.
(27)
El fenómeno del estrago puede verse de diferentes maneras:
(28)
Si está configurado desde la realidad no permite que el sujeto construya símbolos propios,
condenándolo a constituirse en objeto del Otro.
Elemento que impide al individuo relacionarse con el objeto fálico.
La madre fijada como el Otro, excluyendo al sujeto de la ley simbólica.
La relación madre-hija estragante con una connotación amorosa y torturante tiende a ser
devastadora y muy parecida al goce femenino pleno.
La presencia de la niña puede provocar que la madre experimente un desencuentro con su propia
castración, evocando las marcas producidas durante el complejo edípico de manera intolerable.
(29)
Cada mujer crea su propio modo de gozar y demanda un significante que le adjudique su identi-
dad de género. La construcción de su propia feminidad resulta uno de los propósitos de las niñas
al llegar a la adultez.
(30)
El estrago materno puede expresarse en forma de un amor excesivo o a través de una conducta
total o parcialmente despreocupada y/o negligente. La mujer que experimenta la maternidad
coloca al futuro bebé como un semblante, por el hecho de llevar un nuevo ser al interior de su
cuerpo, aparentando que va a constituirse en el objeto fálico que cubrirá su falta.
(31)
La complejidad subjetiva en el individuo se configura al no encontrar un objeto que le permita
establecer un anclaje fálico. En unas ocasiones, el partenaire simula un efecto similar, en otras,
los hijos/as se ubican como medio para esa satisfacción. Aunque, en la mayoría de casos esos
objetos no funcionan por un tiempo prolongado; de ahí, que la mujer busca otras vías para sobre-
llevar esa insatisfacción, pudiendo presentarse como síntoma o mediante el consumo de sustan-
cias, entre otras.
(32)
Pubertad, adolescencia y maternidad
El término Umgelstatung implica forma y morfos para referirse a la pubertad. Esta etapa del
desarrollo se conoce como la metamorfosis de la pubertad, en la que se reorganiza la vida sexual
infantil debido a que, las identificaciones y semblantes que construyó durante la niñez han perdi-
do la capacidad de sostenerlo. Además, enfrenta un despertar sexual distinto mediante recursos
imaginarios y simbólicos mucho más amplios, donde el otro ocupa un lugar primordial.
(33)
La pubertad puede ser vista como un túnel perforado que parte de las experiencias y recuerdos
infantiles hasta las escenas y fantasías asociadas a la sexualidad adulta. El púber se deslinda de
los objetos infantiles y empieza a vivir una transformación corporal progresiva que responde a
un nuevo modo de goce, escogiendo un objeto que garantice esa satisfacción. Además, el sujeto
pierde su concepción sobre los padres como Otros absolutos, ubicándolos como seres mortales
y reemplazables sin ninguna autoridad.
(34)
En la pubertad, el individuo experimenta un goce invasivo e irreconocible a nivel del cuerpo
real, sumando una imagen corporal retrógrada que no amortigua dicho goce. El sujeto asimila,
acomoda e introyecta ese nuevo esquema corporal, volviendo a desarrollar la conexión psicoso-
mática mediada por los registros imaginario, simbólico y real.
(35)
El empuje hormonal en la pubertad no implica cambios biológicos únicamente, pues está media-
do por el lenguaje y resulta una transformación total. Al finalizar este período, el ser humano
aprenderá un modo de relacionarse con el otro que ocupa el lugar de partenaire sexual.
(36)
En la adolescencia, se actualizan los conflictos sexuales latentes en la infancia del individuo,
exacerbando instancias psíquicas como la importancia del yo y la dinamización de los mecanis-
mos de defensa. Este es un proceso natural de descubrimiento personal a través de un desarrollo
emocional que debe vivirse plenamente. También se ve como una etapa denominada identidad
vs confusión o difusión, construyendo la identidad basándose en los recursos sociales que tiene
a su disposición, lo que implica un momento crítico en el que experimenta frustraciones, dudas,
imposición de metas, además de cambios afectivos y cognitivos.
(37)
Entre los impasses, pérdidas y construcciones que el adolescente atraviesa, la temporalidad
psíquica se presenta como un elemento relevante, ya que se trata de un estado que obliga al indi-
viduo a renunciar a la cobertura simbólica otorgada por el Otro primordial en la niñez. En esta
se producen reelaboraciones subjetivas congruentes con un cuerpo físico que produce asombro,
mientras se acompaña por el Otro en busca de encontrar un lugar y pertenencia en lo social. Así,
la temporalidad psíquica o lógica es el tiempo que requiere un individuo para procesar los cam-
bios biológicos y psicológicos, además de las manifestaciones pulsionales. Si no concibe esas
modificaciones, el individuo mantiene las marcas infantiles, obstaculizando la generación del
deseo singular.
(38)
Otro aspecto de gran importancia es la fantasía, el sujeto neurótico se sirve de diversos recursos
que no surgen de la realidad. La fantasía implementa una realidad paralela en la que la persona
se posiciona como protagonista de su historia, convirtiéndolo en un modo de sobrellevar la
angustia de vivir. El adolescente utiliza este recurso para movilizar el deseo, identificaciones,
ideales y la configuración de la imagen inconsciente del cuerpo.
(39)
Diversas experiencias inconscientes que el sujeto vive en la etapa pre y postnatal pueden consi-
derarse como la causa de conductas de riesgo, tales como:
(40)
La tendencia al suicidio ligada al deseo de la madre por interrumpir el embarazo o una
necesidad a terminar con su niñez.
La inclinación para fugarse, implicando una distancia ante el comportamiento cultural-
mente normalizado.
El consumo de drogas, como vía para mitigar los cambios que atraviesan, pudiendo
llegar a constituirse en un semblante temporal que estabiliza la libido ante la posibilidad
de procreación.
El embarazo para consolidar un corte de estado que agilite la llegada a la adultez.
La posibilidad de la concepción influye en la aparición de dos significantes que se complemen-
tan y marcan al sujeto femenino: ser mujer y ser madre. El primero se relaciona con el modo de
satisfacer el goce sexual, da respuesta al placer sexual masculino y le conecta con la identidad
femenina. El segundo está vinculado con la incógnita del origen mismo del ser: ¿de dónde veni-
mos?, lo que confronta a la realidad de la procreación y la búsqueda de consolidar al hijo como
el objeto fálico.
(41)
El embarazo se concibe como un llamado al Otro (madre, el padre, la pareja, etc.), en forma de
un mensaje que se requiere descifrar. Durante la adolescencia, este acto anuda dudas y probables
conflictos en la relación madre-hija, ya que ambas pasan a tener la misma posición.
(42)
Socialmente, el embarazo adolescente puede ser asumido como un descuido o un error que
demuestra la vulnerabilidad en la toma de decisiones por el individuo e involucra a toda la fami-
lia. Biológicamente, evidencia un estado adecuado de salud y madurez física. Emocionalmente,
muestra una aparente confusión y temor. Desde la perspectiva psicoanalítica, se cree que la
mujer desea inconscientemente ser madre, desde ese punto de vista, el embarazo adolescente es
deseado, aunque no sea planificado en algunas ocasiones.
(43)
Existen cuatro factores que influyen en el embarazo adolescente:
(44)
Lugar que ocupa en su grupo familiar y genera un deseo precoz de concebir un hijo.
Respuesta ante la relación de afecto con la figura materna.
Conflicto edípico mezclado con un error.
Deseo de tener progenie.
En la construcción de la identidad, el adolescente se confronta a un Otro exigente cultural ante
el que debe posicionarse y mantener un lugar social. Al convertirse en madre, algunas mujeres
adquieren la identidad que se ensambla con la adultez. En 2006, Amorín refirió que, la madre
adolescente deposita sobre el hijo/a la ilusión de mantener un hogar, sobrecargándolo de ideales
que puede asociarse con la satisfacción de carencias afectivas en su pasado.
(45)
Visión de la función y estrago maternos desde la práctica clínica
La entrevista a tres especialistas en psicoanálisis permitió observar que coincidieron al afirmar
que, en la clínica no es posible anticipar y generalizar las respuestas en sujetos bajo una situación
similar. La singularidad de cada caso atendiendo a los recursos simbólicos desarrollados.
Estos destacan que el parto no constituye el elemento que garantiza la formación del vínculo
entre recién nacido y la figura materna. Debe existir un proceso de acogida, adopción y deseo
por la madre. La adopción puede ser directa ante la ausencia del padre o mediada por este por su
presencia.
La maternidad y paternidad deben ser reforzados por otros componentes sociales. Las relaciones
totalmente armoniosas no existen, aunque no se evidencien ausencias, negligencias, reproches,
entre otros actos reprobables. Este desencuentro se refuerza con el desarrollo del lenguaje.
Algunas familias manifiestan una participación importante en la vida de las adolescentes emba-
razadas; sin embargo, no se observan lazos complejos con la figura materna y carecen de
elementos simbólicos suficientes, sin que se distingan los roles de sus miembros, siendo confu-
sos y precarios.
La repetición es parte de la realidad individual, pero existe una reactualización generacional que
plantea historias únicas, la que pudiera ser un modo de resolver situaciones inconclusas.
En ciertos casos y varios momentos, la madre se torna caprichosa, antojadiza y estragante,
pudiendo parar si se encuentra castrada, pero quedarán huellas en el hijo/a.
Las adolescentes que abandonan la formación escolar pierden un posible espacio para sublimar
la pulsión. Algunas instituciones educativas toleran el embarazo en sus entornos sin darles el
apoyo y acompañamiento necesarios.
Finalmente, concuerdan en que la adolescencia constituye un desafío debido a la incertidumbre
que genera el futuro en el sujeto, además de las dificultades simbólicas y reales que aparecen.
El especialista 1 afirma que la mujer que se convierte en madre genera la división primordial. La
adolescencia juega un papel fundamental en el desarrollo de la sexualidad y el embarazo precoz
obliga a renunciar a una parte de la feminidad tempranamente y reinventarse en su ser de mujer,
para cumplir con la función materna.
REE Volumen 15(3) Riobamba sep. - dic. 2021
FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD
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ISSN-digital 2661-6742
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BY
NC
ND
Además, refiere experiencias de casos donde el vínculo con la madre resulta traumático, destacando que
esta relación es susceptible a lo inesperado por la influencia de lo deseado y lo indeseado.
El estrago materno debe ser tratado cautelosamente, ya que podría culpabilizar a las madres, resaltando
dos indicaciones: la madre en la posición de la pareja (el hombre como estrago) y el hombre personifi-
cando a la madre.
Manifiesta que la madre se vuelve estragante al asumir plenamente ese papel y deja de ser mujer, asegu-
rando que existen casos en que la maternidad pone un freno al goce del sujeto al modificar su comporta-
miento a partir de la llegada de su hijo/a, pero separarla podría desubicarla nuevamente.
Acerca del embarazo adolescente, sostiene que en cada caso se manifiestan efectos diferentes ante
factores predeterminantes similares. Su participación en investigaciones posibilitó que encontrara
entornos familiares que conciben esta etapa de la vida como lo aceptable, en estos se comparte el espa-
cio físico y las funciones de los miembros.
Considera que, en determinadas condiciones sociales, el embarazo adolescente reiterado en una misma
joven se torna una decisión personal. Alude al caso observado en un documental con una chica de 12
años que se enorgullecía por ser pareja de un narcotraficante; su papá se sentía culpable y decía: “yo no
estuve ahí, yo pude haber evitado esto, yo me fui, no estuve, ella es una niña, ella se chupa el dedo para
dormir todavía”, visualizándose un acto fantasmático que sugiere un deseo por separarse de los padres,
sin que se constituyera en un acto logrado.
Concluye que detrás de las personas que ejercen los roles parentales hay hombres y mujeres, cuyas
particularidades identitarias más íntimas pueden explorarse mediante el psicoanálisis.
El especialista 2 concibe a la madre como un agente que posibilita la operacionalización de la función
del padre, introduciendo al infante en el lenguaje, produciendo la inscripción simbólica, le adjudica un
lugar y lo convierte en un objeto de deseo, a la vez que genera una hiancia que posibilitará que se vuelva
sujeto.
Con respecto a la dinámica entre madre e hija asociados al estrago, la primera tiene una actitud de recha-
zo; mientras que la segunda, de reproche. Entre ambas existe tendencia a la insatisfacción susceptible
de devoración. En algunos casos, esta dinámica se constituye en una queja histérica y no desencadena
en estrago.
En una experiencia de trabajo grupal con madres adolescentes, que se encontraban en un albergue de la
ciudad de Quito, percibió que existía una cierta correlación entre la condición económica, cultural,
social y el embarazo. Existía precariedad simbólica en las familias y relaciones casi de pares entre algu-
nas madres e hijas. Varias de estas chicas tenían posturas muy sexualizadas y no querían renunciar a
eso para asumir la maternidad. Una vez más, en una situación similar, algunas asumieron su función
materna y se notaba un descuido de sí mismas, proyectando una imagen envejecida; mientras que, otras
rechazaban a sus hijos mediante actos negligentes.
Menciona que la repetición se produce a nivel de la realidad, abriendo la posibilidad de circunstancias
distintas para ese hijo/a, es decir, el estrago podría quedarse en la relación entre la madre y la hija,
mientras que este nuevo ser queda separado de esa dinámica.
El especialista 3 manifiesta que en el trabajo clínico con madres e hijos/as aparece la dependencia
como un fenómeno muy común. Sin embargo, recalca que tiene diferentes connotaciones de acuerdo
con elementos sociales generacionales; en su experiencia, hace 10 años se creía que el vínculo debía
posibilitar la independencia como punto de partida; mientras que, actualmente se habla sobre cómo
construir independencia en el punto de partida. La dependencia madre hijo/a debe analizarse desde los
primeros años de vida.
Considera el concepto de estrago materno atendiendo a las particularidades de cada época o genera-
ción. Durante el ejercicio clínico atendió algunas madres que establecen relaciones extremadamente
dependientes con sus hijos/as y viceversa, aspecto que podría generarse en contextos excepcionales
cuando el padre es ausente. Hace alusión a lo manifestado por Silvia Ons, acerca de la caída del nombre
del padre relacionada con el declive de la masculinidad y la presencia socialmente desvalorizada del
padre.
La dependencia tiene la potencialidad de impedir que el sujeto alcance autonomía en la adultez, ocasio-
nando una profunda desconfianza hacia la figura que la genera y que las decisiones pasen por la apro-
bación de la madre. A esto, se agrega una sexualización precoz ejercida sobre los hijos/as, como un
sentido de propiedad, donde se utilizan significantes como: compañero/a, amiga, marido, maridito,
entre otros; no se experimenta como algo patológico, hasta que aparece algún síntoma.
En relación con el embarazo adolescente, plantea que debe contemplarse en tiempo y espacio geográfi-
co. En ciertos contextos tiene cierta funcionalidad, tal como: liberarse del núcleo familiar. En zonas
rurales, resulta culturalmente aceptable y tiene una connotación comunitaria. En ciertos entornos urba-
nos, se asocia con un componente social sin que represente implicación afectiva sino en relaciones
casuales.
Algunos padres, cuyos hijos adolescentes cuentan con pareja formal o regular, imponen su deseo de
tener nietos y los inducen a tener hijos tempranamente, lo que ocurre comúnmente cuando existe una
profunda dependencia hacia los progenitores y buscan afirmación dentro de la vida familiar en esta
etapa del desarrollo individual. Aunque, pueden presentarse casos en que se pretende restituir el víncu-
lo familiar, empleando al nuevo integrante como elemento cohesionador al cumplir el anhelo de ser
abuelo(a).
Si el adolescente no pone en palabras las angustias del embarazo, las angustias del embarazo de su
pareja, si no hay alguien con quien se pueda tratar las emociones que están presentes, las dificultades
que están presentes, la construcción de la maternidad y paternidad se vuelve un enorme desafío,
cuando todavía no tienen ese enorme capital simbólico que da la madurez.
Muchos padres tienen la tendencia a proyectar sus aspiraciones frustradas en el orden personal o
profesional en sus hijos(as), incidiendo para que las asuman como propias.
CONCLUSIONES
La función materna constituye un generador de amor, protección y cuidado al niño/a, siendo indis-
pensable para la supervivencia del sujeto durante sus primeros años de vida. Pero, la madre puede
llegar a devorar subjetivamente a la hija cuando esta decide separarse de ella, absorbiéndola y convir-
tiendo esta función en un estrago, que se consolida en forma de rechazo en la relación entre madre e
hija.
En la adolescencia, la maternidad puede plasmarse como un acto que permite lidiar con la recons-
trucción psíquica que experimenta el sujeto. Esta puede configurarse como: un salto hacia la adultez,
una salida a la relación estragante con la figura materna o la consolidación de los ideales familiares
asumidos por el individuo. Lo que resulta un suceso marcado por significantes adjudicados por la
pareja parental y la insondable decisión del ser.
Conflicto de intereses: las autoras declaran que no existen.
Declaración de contribución:
Las autoras recolectaron información científica actualizada, así como en la elaboración y organiza-
ción del documento.
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Recibido: 16 de abril de 2021
Aceptado: 22 de junio de 2021
Estrago materno y función materna en madres adolescentes. Un recorrido teórico y clínico
Maternal damage and maternal function in adolescent mothers. A theoretical and clinical
approach
https://doi.org/10.37135/ee.04.12.11
Autoras:
Alejandra Salomé Sarmiento Benavides1 – https://orcid.org/0000-0002-6404-418X
María Verónica Egas Reyes2 – https://orcid.org/0000-0002-5361-8213
1Universidad Nacional de Chimborazo, Riobamba-Ecuador.
2Pontificia Universidad Católica del Ecuador, Quito-Ecuador.
Autor de correspondencia: Alejandra Salomé Sarmiento Benavides. Email: asarmiento@u-
nach.edu.ec. Teléfono: 0984258784. Dirección postal: Ayacucho entre Pichincha y García
Moreno. Riobamba, Chimborazo, Ecuador.
RESUMEN
El embarazo en la adolescencia implica múltiples cambios somáticos, sociales y psicológicos.
En esta última dimensión, estrago y función materna constituyen dimensiones que requieren de
atención comúnmente. La bibliografía ofrece una amplia gama de abordajes teóricos que se
reflejan en la práctica psicoanalítica, al respecto se presenta una revisión apoyada en las expe-
riencias aportadas por especialistas en esa área. La información se recolectó en bases de datos
científicas reconocidas, tesis de graduación en repositorios universitarios y organizaciones no
gubernamentales de reconocimiento mundial por su actividad de asesoría, investigativa y acadé-
mica. Fundamentalmente, la información teórica se organizó de manera cronológica, la que
luego fue confrontada con las declaraciones de los profesionales entrevistados. Durante el
proceso, se siguieron los principios éticos investigativos universales, en garantía de la calidad y
rigor de las fuentes consultadas.
Palabras clave: conducta materna, psicoanálisis, embarazo en adolescencia.
ABSTRACT
Teenage pregnancy involves multiple somatic, social and psychological changes. In this last
dimension, damage and maternal function constitute dimensions that commonly require atten-
tion. The bibliography provides a wide range of theoretical approaches that are reflected in
psychoanalytic practice. In this regard, a review supported by the experiences contributed by
specialists in this area is presented. The information was collected in recognized scientific data-
bases, graduation thesis in university repositories and non-governmental organizations of world-
wide recognition for their advisory, investigative and academic activity. Fundamentally, the
theoretical information was organized chronologically, which was later compared with the state-
ments of the professionals interviewed. During the process, the universal investigative ethical
principles were followed in order to guarantee the quality and rigor of the searched sources.
Keywords: Maternal Behavior, Psychoanalysis, Pregnancy in Adolescence.
INTRODUCCIÓN
Generalmente, la madre asume la satisfacción de las necesidades del niño/a durante sus primeros
años de vida; quien, además, introduce al hijo/a en la estructura del lenguaje. Maternidad y femi-
nidad son procesos que se contraponen en cada mujer en el intento de alcanzar la sensación de
plenitud.
(1)
Freud es el primero en plantear elementos asociados con el complejo de castración en la relación
madre-hija, señalando que se genera una extrañación en forma de hostilidad, con el reproche de
la segunda por traerla incompleta. El término estrago (ravage) propuesto por Lacan establece
indicaciones sobre la dinámica en el lazo afectivo de la madre con su hija, asegura que sostenerla
puede llegar a ser insoportable, a tal punto en el que la mujer renuncia a su feminidad para ser
toda-madre, es ahí donde convierte a la hija en su objeto de deseo y la absorbe, en algunos casos
ocasionaría que en su vida adulta inicie una relación afectiva con una pareja que podría conver-
tirse en su estrago.
(2)
En la adolescencia, el individuo construye su identidad sexual, reorganiza las identificaciones y
reemplaza al Gran Otro primordial por el Otro social, se trata de un estado de transición que
promueve la autonomía psíquica.
(3)
La gestación y maternidad implican procesos biológicos,
psíquicos y sociales que suponen retos para las madres adolescentes, entre los que destaca la
posible separación de la estructura familiar.
(4)
Feminidad y función materna
El concepto de maternidad desde punto de vista biológico se asume como un proceso de cambios
fisiológicos en el organismo de la mujer con el fin de la gestación y el parto. El enfoque socioló-
gico vincula la maternidad con la familia, comprendiendo que es necesaria la presencia de un
sujeto femenino que posibilite la concepción de los hijos y asuma su cuidado, en medio de un
sistema social que tiene como objetivo primordial la reproducción. La teoría psicoanalítica plan-
teada por Sigmund Freud en 1910 manifiesta que: “el amor de la madre por el lactante […]
posee la naturaleza de una relación amorosa plenamente satisfactoria”. Esta última sugiere que
ese lazo genera sensaciones de agrado y autorrealización en la madre, similares a las que se
producen en las relaciones de pareja.
(5)
Durante su etapa como lactante, el sujeto está invadido por sensaciones provenientes del
ambiente que aún no asimila, debido a que se encuentra en el proceso de separar su yo del
mundo externo. Ese infante requiere asistencia permanente para satisfacer sus necesidades de
forma inmediata para su supervivencia: alimentación, vestimenta, sueño y protección. Además,
precisa de acompañamiento durante la construcción de su aparato psíquico por una persona que
asume la función materna.
(6)
El vínculo que desarrolla el bebé con su cuidador representa un lazo afectivo recíproco y primor-
dial, creándose características psíquicas importantes para su desarrollo que lo acompañarán
durante toda la vida. Generalmente, la madre asume la función materna, la que participa directa-
mente en el desarrollo psicosexual del niño/a mediante caricias, besos y abrazos, despertando
formas placenteras y de excitación sexual en el lactante que se generan en las zonas erógenas.
(7)
La masculinidad se vincula con la actividad y la agresividad; mientras que, la feminidad lo hace
con la pasividad. Sin embargo, la madre mantiene una postura completamente activa, lo que se
evidencia en el acto de la lactancia, esta entrega una parte de ella al hijo/a, controlando cuánto y
cuándo el bebé puede hacerlo.
En los primeros años de vida, el infante no ha desarrollado aún una postura con respecto a la
sexualidad. En las edades de 5 y 6 años, el niño/a atraviesa una etapa de complejo edípico,
descubriendo la diferencia sexual. Al ser poseedor del falo, el varón experimenta la castración al
final, pero la hembra descubre su falta y vive la castración antes; por lo tanto, su superyó no
alcanza la fuerza y el significado que viene de la cultura. La niña que asume su feminidad en
plenitud, implementará una búsqueda inconsciente de ese objeto fálico en la adultez a través de
la procreación con una pareja (un hijo la hará sentirse completa).
(8)
Melanie Klein atribuye gran importancia a la relación que desarrolla la madre con el niño/a. Esta
permite establecer relaciones relaciones de defensa, ansiedad y objeto en el lactante durante los
primeros meses de vida. En los primeros 3 o 4 meses de vida, el bebé atraviesa la posición esqui-
zoparanoide, colocando sus impulsos agresivos sobre el objeto en dependencia de la satisfacción
que este le proporcione. Posteriormente, pasa a la posición depresiva, percibiendo a la madre
como un objeto completo y se relaciona con ella de esa manera, en ciertos momentos experimen-
ta ambivalencias afectivas, por atravesar impulsos de amor y odio que intensifican su deseo de
aniquilar a la madre mala y perpetuar a la buena.
(9)
Cuando el vínculo entre el lactante y la madre no se consolida en afecto de felicidad, puede
deberse a conflictos contradictorios que atraviesa el niño/a, conduciéndolo a posibles fracasos
en el futuro. Las relaciones sociales podrían construirse en base a ansiedades exacerbadas sin
procesar. También, se pueden observar depresiones anormales o inesperadas en los bebés, las
que surgen de las dificultades generadas en esta relación primordial, disminuyendo su deseo.
(10)
Acerca de la existencia de un superyó primario, se piensa que el lactante realiza una introyección
precoz sobre los objetos buenos y malos que representan para él los fragmentos del cuerpo de la
madre, configurando al superyó como una parte del yo, que intenta regular esta agresividad e
impedirse provocar algún tipo de daño a la madre. Propone que el surgimiento del complejo de
Edipo se produce desde los cinco y seis meses de edad, cuando se atraviesa la posición depresi-
va, donde comienza a percibir el daño que causa con sus impulsos agresivos.
(11)
La frustración producto del destete genera el surgimiento del complejo edípico, aflorando
impulsos sádicos fortalecidos por las frustraciones anales y el sentimiento de culpa consecuente
de la formación del SuperYo que se establece por las fijaciones pregenitales. La fase preedípica
tiene una inclinación femenina, caracterizada por una tendencia sádica que se vincula con el
impulso epistemofílico, que conduce al infante varón a identificarse precozmente con la madre.
El cuerpo biológico de ella se convierte en la fuente de deseos y provocaciones sexuales, que son
poseídos imaginariamente por el hijo. Específicamente, zonas como los pechos representarán
abundancia, provocando que se establezca cierta envidia y competencia entre el niño y la madre.
En la infante mujer aparece la conciencia de la carencia del pene y percibe que la madre posee
el del padre, acercándose a este mediante una relación seductora y envolvente que genera mayor
distancia con la madre.
(12)
Durante la infancia, la niña es influenciada por las experiencias preedípicas y edípicas incons-
cientemente, influyendo en la búsqueda de una relación de pareja durante la vida adulta en su
búsqueda por satisfacer sus fantasías sádicas sexuales. Si logra ese éxito, la mujer siente que
alcanzó el lugar que tuvo su madre, haciéndola merecedora de los privilegios que le fueron arre-
batados durante la niñez. Las características narcisistas en la madre, la impulsan a buscar gratifi-
caciones personales que consigue a través de sus hijos, generando dependencia de estos que la
hacen indispensable y prolonga esa relación simbiótica.
(13)
Donald Winnicott plantea que, durante los primeros años de vida, el individuo debe vincularse
con un Otro materno para la supervivencia física y psíquica, configurando el perfil afectivo del
bebé. El infante debe saber manejar la separación de la madre, por lo que es importante crear un
espacio interpersonal. Este autor propone el término objeto transicional para el elemento donde
deposita sus afectos, permitiendo el corte necesario con la madre.
(14)
Los niños poseen el rasgo psíquico de bisexualidad, en el que se configuran elementos femeni-
nos y masculinos. Los primeros están asociados al ser y los segundos al hacer, ambos elementos
tienen una función determinada y son necesarios para la construcción del aparato psíquico.
(15)
En torno a la madre del lactante (que asume adecuadamente su función) existen elementos que
posibilitan el tránsito de la dependencia absoluta a la independencia del hijo/a:
(16)
Holding o sostenimiento, manera de acunar entre sus brazos al bebé, asociado con sensa-
ciones esporádicas que niegan la posibilidad de un reaseguramiento y contención de las
ansiedades psicóticas en base a la realidad externa del ser.
Manipulación, satisfacción corporal del niño mediante la relación psicosomática y la
coordinación.
Mostración de objetos, contacto entre el lactante y los objetos de su entorno.
Jacques Lacan manifiesta que el cuidador puede pertenecer al otro género, lo único que necesita
es amar y proteger al lactante de manera oportuna y apropiada. Por eso, resalta la relevancia de
la figura materna, por ser quien se convertirá en el Gran Otro primordial, posibilitando la cons-
trucción del cuerpo simbólico del infante mediante el lenguaje como discurso del Otro.
(17)
En la etapa de la niñez, el vínculo con la figura materna es esencial en el desarrollo del proceso
de constitución subjetiva denominado estadío del espejo, el que se genera entre los 6 y 18 meses
de edad. Aquí, se construye la imagen unificada del bebé que permite reconocerse a sí mismo y
a otros. Se configura el registro imaginario y el narcisismo, marcando el comienzo de la relación
del infante con su contexto.
(18)
La mujer vive la maternidad como un privilegio, puesto que el contacto físico le ofrece mucha
satisfacción narcisista. Los recuerdos y experiencias que la mujer vivió durante la infancia le
ayudan a crear y sostener el sentimiento materno, abrigando al lactante. Para el niño/a la imagen
del seno materno produce una sensación de protección y complementación; por lo que, al darse
el destete debe sublimar dicha pérdida.
(19)
Existe una relación entre el complejo de Edipo, el ideal del yo, el superyó y la realidad. El infan-
te adquiere identificaciones sexuales que posibilitan asumir el género para relacionarse con su
entorno, lo que se asocia al ideal del yo. La metáfora paterna que es el complejo de Edipo
propuesto con tres funciones simbólicas: objeto, deseo de la madre y del padre. Esta última
función introduce a todos los participantes en la metáfora, separando al niño del deseo materno
y permite el desarrollo el SuperYo y su propio deseo.
(20)
El goce que experimenta la mujer no es fálico. Al estar castrada, no tiene el temor que posee el
varón a perder el falo. No existe una forma de goce universal y generalizado que caracteriza a
las mujeres, pues la singularidad favorece una forma propia e individual de satisfacción.
(21)
Aproximaciones al estrago materno
El estrago materno se produce cuando la relación entre la figura materna y el niño se vuelve
absorbente. La palabra estrago proviene del término en francés “ravage” que significa devasta-
ción y destrucción. El infante se queda envuelto en el deseo mortífero de la madre que evidencia
la voracidad que ella ejerce en su función, provocando una descompensación a nivel del aparato
psíquico e impide la separación.
(22)
La maternidad es insuficiente ante la presencia del deseo y goce que experimenta el infante
cuando la madre se convierte en el vehículo que traslada el significante del nombre del padre
hacia el hijo/a y anula su deseo como mujer. Esto hace que sature la falta de su vástago, resultan-
do devastador.
(23)
La mujer elije inconscientemente el camino del estrago cuando surgen dos elementos: la actividad
evidenciada en todas las muestras de afecto hacia su hijo/a y la pasividad reflejada en los planos
social y sexual. La madre absoluta renuncia al placer que obtendría como mujer, lo que la conduce
a devorar al hijo/a, el segundo podría generar una fantasía masoquista en la vida adulta.
(24)
La relación estragante aparece cuando la figura materna no cuenta con los recursos simbólicos
suficientes durante los primeros años de vida del niño/a, incumpliendo con la función encomen-
dada, pudiendo significar que no existe el deseo materno o no lo ha desarrollado.
(25)
A través de la metáfora del cocodrilo, Lacan describe la manera en que opera el estrago materno:
la boca del animal representa el deseo materno; el infante, su alimento; el agua es el lenguaje y
la transmisión de significantes y la barra atravesada en la boca del cocodrilo se refiere al falo.
Así, sugiere que el deseo materno debe ser refrenado mediante el falo, existiendo una tercera
función que separa al niño/a de la figura materna e impide la depredación.
(26)
El deseo de la madre es mortífero si la relación afectiva con el niño/a es excesiva. Cuatro signifi-
cantes interactúan en el estrago: la devoración, lo insaciable, el capricho y la destrucción. Este
fenómeno provoca marcas irreversibles que se evidencian en individuos que no construyen una
inscripción simbólica, por la ausencia o poca presencia de la función paterna, conduciendo a
inexistencia de regulación del capricho materno.
(27)
El fenómeno del estrago puede verse de diferentes maneras:
(28)
Si está configurado desde la realidad no permite que el sujeto construya símbolos propios,
condenándolo a constituirse en objeto del Otro.
Elemento que impide al individuo relacionarse con el objeto fálico.
La madre fijada como el Otro, excluyendo al sujeto de la ley simbólica.
La relación madre-hija estragante con una connotación amorosa y torturante tiende a ser
devastadora y muy parecida al goce femenino pleno.
La presencia de la niña puede provocar que la madre experimente un desencuentro con su propia
castración, evocando las marcas producidas durante el complejo edípico de manera intolerable.
(29)
Cada mujer crea su propio modo de gozar y demanda un significante que le adjudique su identi-
dad de género. La construcción de su propia feminidad resulta uno de los propósitos de las niñas
al llegar a la adultez.
(30)
El estrago materno puede expresarse en forma de un amor excesivo o a través de una conducta
total o parcialmente despreocupada y/o negligente. La mujer que experimenta la maternidad
coloca al futuro bebé como un semblante, por el hecho de llevar un nuevo ser al interior de su
cuerpo, aparentando que va a constituirse en el objeto fálico que cubrirá su falta.
(31)
La complejidad subjetiva en el individuo se configura al no encontrar un objeto que le permita
establecer un anclaje fálico. En unas ocasiones, el partenaire simula un efecto similar, en otras,
los hijos/as se ubican como medio para esa satisfacción. Aunque, en la mayoría de casos esos
objetos no funcionan por un tiempo prolongado; de ahí, que la mujer busca otras vías para sobre-
llevar esa insatisfacción, pudiendo presentarse como síntoma o mediante el consumo de sustan-
cias, entre otras.
(32)
Pubertad, adolescencia y maternidad
El término Umgelstatung implica forma y morfos para referirse a la pubertad. Esta etapa del
desarrollo se conoce como la metamorfosis de la pubertad, en la que se reorganiza la vida sexual
infantil debido a que, las identificaciones y semblantes que construyó durante la niñez han perdi-
do la capacidad de sostenerlo. Además, enfrenta un despertar sexual distinto mediante recursos
imaginarios y simbólicos mucho más amplios, donde el otro ocupa un lugar primordial.
(33)
La pubertad puede ser vista como un túnel perforado que parte de las experiencias y recuerdos
infantiles hasta las escenas y fantasías asociadas a la sexualidad adulta. El púber se deslinda de
los objetos infantiles y empieza a vivir una transformación corporal progresiva que responde a
un nuevo modo de goce, escogiendo un objeto que garantice esa satisfacción. Además, el sujeto
pierde su concepción sobre los padres como Otros absolutos, ubicándolos como seres mortales
y reemplazables sin ninguna autoridad.
(34)
En la pubertad, el individuo experimenta un goce invasivo e irreconocible a nivel del cuerpo
real, sumando una imagen corporal retrógrada que no amortigua dicho goce. El sujeto asimila,
acomoda e introyecta ese nuevo esquema corporal, volviendo a desarrollar la conexión psicoso-
mática mediada por los registros imaginario, simbólico y real.
(35)
El empuje hormonal en la pubertad no implica cambios biológicos únicamente, pues está media-
do por el lenguaje y resulta una transformación total. Al finalizar este período, el ser humano
aprenderá un modo de relacionarse con el otro que ocupa el lugar de partenaire sexual.
(36)
En la adolescencia, se actualizan los conflictos sexuales latentes en la infancia del individuo,
exacerbando instancias psíquicas como la importancia del yo y la dinamización de los mecanis-
mos de defensa. Este es un proceso natural de descubrimiento personal a través de un desarrollo
emocional que debe vivirse plenamente. También se ve como una etapa denominada identidad
vs confusión o difusión, construyendo la identidad basándose en los recursos sociales que tiene
a su disposición, lo que implica un momento crítico en el que experimenta frustraciones, dudas,
imposición de metas, además de cambios afectivos y cognitivos.
(37)
Entre los impasses, pérdidas y construcciones que el adolescente atraviesa, la temporalidad
psíquica se presenta como un elemento relevante, ya que se trata de un estado que obliga al indi-
viduo a renunciar a la cobertura simbólica otorgada por el Otro primordial en la niñez. En esta
se producen reelaboraciones subjetivas congruentes con un cuerpo físico que produce asombro,
mientras se acompaña por el Otro en busca de encontrar un lugar y pertenencia en lo social. Así,
la temporalidad psíquica o lógica es el tiempo que requiere un individuo para procesar los cam-
bios biológicos y psicológicos, además de las manifestaciones pulsionales. Si no concibe esas
modificaciones, el individuo mantiene las marcas infantiles, obstaculizando la generación del
deseo singular.
(38)
Otro aspecto de gran importancia es la fantasía, el sujeto neurótico se sirve de diversos recursos
que no surgen de la realidad. La fantasía implementa una realidad paralela en la que la persona
se posiciona como protagonista de su historia, convirtiéndolo en un modo de sobrellevar la
angustia de vivir. El adolescente utiliza este recurso para movilizar el deseo, identificaciones,
ideales y la configuración de la imagen inconsciente del cuerpo.
(39)
Diversas experiencias inconscientes que el sujeto vive en la etapa pre y postnatal pueden consi-
derarse como la causa de conductas de riesgo, tales como:
(40)
La tendencia al suicidio ligada al deseo de la madre por interrumpir el embarazo o una
necesidad a terminar con su niñez.
La inclinación para fugarse, implicando una distancia ante el comportamiento cultural-
mente normalizado.
El consumo de drogas, como vía para mitigar los cambios que atraviesan, pudiendo
llegar a constituirse en un semblante temporal que estabiliza la libido ante la posibilidad
de procreación.
El embarazo para consolidar un corte de estado que agilite la llegada a la adultez.
La posibilidad de la concepción influye en la aparición de dos significantes que se complemen-
tan y marcan al sujeto femenino: ser mujer y ser madre. El primero se relaciona con el modo de
satisfacer el goce sexual, da respuesta al placer sexual masculino y le conecta con la identidad
femenina. El segundo está vinculado con la incógnita del origen mismo del ser: ¿de dónde veni-
mos?, lo que confronta a la realidad de la procreación y la búsqueda de consolidar al hijo como
el objeto fálico.
(41)
El embarazo se concibe como un llamado al Otro (madre, el padre, la pareja, etc.), en forma de
un mensaje que se requiere descifrar. Durante la adolescencia, este acto anuda dudas y probables
conflictos en la relación madre-hija, ya que ambas pasan a tener la misma posición.
(42)
Socialmente, el embarazo adolescente puede ser asumido como un descuido o un error que
demuestra la vulnerabilidad en la toma de decisiones por el individuo e involucra a toda la fami-
lia. Biológicamente, evidencia un estado adecuado de salud y madurez física. Emocionalmente,
muestra una aparente confusión y temor. Desde la perspectiva psicoanalítica, se cree que la
mujer desea inconscientemente ser madre, desde ese punto de vista, el embarazo adolescente es
deseado, aunque no sea planificado en algunas ocasiones.
(43)
Existen cuatro factores que influyen en el embarazo adolescente:
(44)
Lugar que ocupa en su grupo familiar y genera un deseo precoz de concebir un hijo.
Respuesta ante la relación de afecto con la figura materna.
Conflicto edípico mezclado con un error.
Deseo de tener progenie.
En la construcción de la identidad, el adolescente se confronta a un Otro exigente cultural ante
el que debe posicionarse y mantener un lugar social. Al convertirse en madre, algunas mujeres
adquieren la identidad que se ensambla con la adultez. En 2006, Amorín refirió que, la madre
adolescente deposita sobre el hijo/a la ilusión de mantener un hogar, sobrecargándolo de ideales
que puede asociarse con la satisfacción de carencias afectivas en su pasado.
(45)
Visión de la función y estrago maternos desde la práctica clínica
La entrevista a tres especialistas en psicoanálisis permitió observar que coincidieron al afirmar
que, en la clínica no es posible anticipar y generalizar las respuestas en sujetos bajo una situación
similar. La singularidad de cada caso atendiendo a los recursos simbólicos desarrollados.
Estos destacan que el parto no constituye el elemento que garantiza la formación del vínculo
entre recién nacido y la figura materna. Debe existir un proceso de acogida, adopción y deseo
por la madre. La adopción puede ser directa ante la ausencia del padre o mediada por este por su
presencia.
La maternidad y paternidad deben ser reforzados por otros componentes sociales. Las relaciones
totalmente armoniosas no existen, aunque no se evidencien ausencias, negligencias, reproches,
entre otros actos reprobables. Este desencuentro se refuerza con el desarrollo del lenguaje.
Algunas familias manifiestan una participación importante en la vida de las adolescentes emba-
razadas; sin embargo, no se observan lazos complejos con la figura materna y carecen de
elementos simbólicos suficientes, sin que se distingan los roles de sus miembros, siendo confu-
sos y precarios.
La repetición es parte de la realidad individual, pero existe una reactualización generacional que
plantea historias únicas, la que pudiera ser un modo de resolver situaciones inconclusas.
En ciertos casos y varios momentos, la madre se torna caprichosa, antojadiza y estragante,
pudiendo parar si se encuentra castrada, pero quedarán huellas en el hijo/a.
Las adolescentes que abandonan la formación escolar pierden un posible espacio para sublimar
la pulsión. Algunas instituciones educativas toleran el embarazo en sus entornos sin darles el
apoyo y acompañamiento necesarios.
Finalmente, concuerdan en que la adolescencia constituye un desafío debido a la incertidumbre
que genera el futuro en el sujeto, además de las dificultades simbólicas y reales que aparecen.
El especialista 1 afirma que la mujer que se convierte en madre genera la división primordial. La
adolescencia juega un papel fundamental en el desarrollo de la sexualidad y el embarazo precoz
obliga a renunciar a una parte de la feminidad tempranamente y reinventarse en su ser de mujer,
para cumplir con la función materna.
REE Volumen 15(3) Riobamba sep. - dic. 2021
FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD
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121
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BY
NC
ND
Además, refiere experiencias de casos donde el vínculo con la madre resulta traumático, destacando que
esta relación es susceptible a lo inesperado por la influencia de lo deseado y lo indeseado.
El estrago materno debe ser tratado cautelosamente, ya que podría culpabilizar a las madres, resaltando
dos indicaciones: la madre en la posición de la pareja (el hombre como estrago) y el hombre personifi-
cando a la madre.
Manifiesta que la madre se vuelve estragante al asumir plenamente ese papel y deja de ser mujer, asegu-
rando que existen casos en que la maternidad pone un freno al goce del sujeto al modificar su comporta-
miento a partir de la llegada de su hijo/a, pero separarla podría desubicarla nuevamente.
Acerca del embarazo adolescente, sostiene que en cada caso se manifiestan efectos diferentes ante
factores predeterminantes similares. Su participación en investigaciones posibilitó que encontrara
entornos familiares que conciben esta etapa de la vida como lo aceptable, en estos se comparte el espa-
cio físico y las funciones de los miembros.
Considera que, en determinadas condiciones sociales, el embarazo adolescente reiterado en una misma
joven se torna una decisión personal. Alude al caso observado en un documental con una chica de 12
años que se enorgullecía por ser pareja de un narcotraficante; su papá se sentía culpable y decía: “yo no
estuve ahí, yo pude haber evitado esto, yo me fui, no estuve, ella es una niña, ella se chupa el dedo para
dormir todavía”, visualizándose un acto fantasmático que sugiere un deseo por separarse de los padres,
sin que se constituyera en un acto logrado.
Concluye que detrás de las personas que ejercen los roles parentales hay hombres y mujeres, cuyas
particularidades identitarias más íntimas pueden explorarse mediante el psicoanálisis.
El especialista 2 concibe a la madre como un agente que posibilita la operacionalización de la función
del padre, introduciendo al infante en el lenguaje, produciendo la inscripción simbólica, le adjudica un
lugar y lo convierte en un objeto de deseo, a la vez que genera una hiancia que posibilitará que se vuelva
sujeto.
Con respecto a la dinámica entre madre e hija asociados al estrago, la primera tiene una actitud de recha-
zo; mientras que la segunda, de reproche. Entre ambas existe tendencia a la insatisfacción susceptible
de devoración. En algunos casos, esta dinámica se constituye en una queja histérica y no desencadena
en estrago.
En una experiencia de trabajo grupal con madres adolescentes, que se encontraban en un albergue de la
ciudad de Quito, percibió que existía una cierta correlación entre la condición económica, cultural,
social y el embarazo. Existía precariedad simbólica en las familias y relaciones casi de pares entre algu-
nas madres e hijas. Varias de estas chicas tenían posturas muy sexualizadas y no querían renunciar a
eso para asumir la maternidad. Una vez más, en una situación similar, algunas asumieron su función
materna y se notaba un descuido de sí mismas, proyectando una imagen envejecida; mientras que, otras
rechazaban a sus hijos mediante actos negligentes.
Menciona que la repetición se produce a nivel de la realidad, abriendo la posibilidad de circunstancias
distintas para ese hijo/a, es decir, el estrago podría quedarse en la relación entre la madre y la hija,
mientras que este nuevo ser queda separado de esa dinámica.
El especialista 3 manifiesta que en el trabajo clínico con madres e hijos/as aparece la dependencia
como un fenómeno muy común. Sin embargo, recalca que tiene diferentes connotaciones de acuerdo
con elementos sociales generacionales; en su experiencia, hace 10 años se creía que el vínculo debía
posibilitar la independencia como punto de partida; mientras que, actualmente se habla sobre cómo
construir independencia en el punto de partida. La dependencia madre hijo/a debe analizarse desde los
primeros años de vida.
Considera el concepto de estrago materno atendiendo a las particularidades de cada época o genera-
ción. Durante el ejercicio clínico atendió algunas madres que establecen relaciones extremadamente
dependientes con sus hijos/as y viceversa, aspecto que podría generarse en contextos excepcionales
cuando el padre es ausente. Hace alusión a lo manifestado por Silvia Ons, acerca de la caída del nombre
del padre relacionada con el declive de la masculinidad y la presencia socialmente desvalorizada del
padre.
La dependencia tiene la potencialidad de impedir que el sujeto alcance autonomía en la adultez, ocasio-
nando una profunda desconfianza hacia la figura que la genera y que las decisiones pasen por la apro-
bación de la madre. A esto, se agrega una sexualización precoz ejercida sobre los hijos/as, como un
sentido de propiedad, donde se utilizan significantes como: compañero/a, amiga, marido, maridito,
entre otros; no se experimenta como algo patológico, hasta que aparece algún síntoma.
En relación con el embarazo adolescente, plantea que debe contemplarse en tiempo y espacio geográfi-
co. En ciertos contextos tiene cierta funcionalidad, tal como: liberarse del núcleo familiar. En zonas
rurales, resulta culturalmente aceptable y tiene una connotación comunitaria. En ciertos entornos urba-
nos, se asocia con un componente social sin que represente implicación afectiva sino en relaciones
casuales.
Algunos padres, cuyos hijos adolescentes cuentan con pareja formal o regular, imponen su deseo de
tener nietos y los inducen a tener hijos tempranamente, lo que ocurre comúnmente cuando existe una
profunda dependencia hacia los progenitores y buscan afirmación dentro de la vida familiar en esta
etapa del desarrollo individual. Aunque, pueden presentarse casos en que se pretende restituir el víncu-
lo familiar, empleando al nuevo integrante como elemento cohesionador al cumplir el anhelo de ser
abuelo(a).
Si el adolescente no pone en palabras las angustias del embarazo, las angustias del embarazo de su
pareja, si no hay alguien con quien se pueda tratar las emociones que están presentes, las dificultades
que están presentes, la construcción de la maternidad y paternidad se vuelve un enorme desafío,
cuando todavía no tienen ese enorme capital simbólico que da la madurez.
Muchos padres tienen la tendencia a proyectar sus aspiraciones frustradas en el orden personal o
profesional en sus hijos(as), incidiendo para que las asuman como propias.
CONCLUSIONES
La función materna constituye un generador de amor, protección y cuidado al niño/a, siendo indis-
pensable para la supervivencia del sujeto durante sus primeros años de vida. Pero, la madre puede
llegar a devorar subjetivamente a la hija cuando esta decide separarse de ella, absorbiéndola y convir-
tiendo esta función en un estrago, que se consolida en forma de rechazo en la relación entre madre e
hija.
En la adolescencia, la maternidad puede plasmarse como un acto que permite lidiar con la recons-
trucción psíquica que experimenta el sujeto. Esta puede configurarse como: un salto hacia la adultez,
una salida a la relación estragante con la figura materna o la consolidación de los ideales familiares
asumidos por el individuo. Lo que resulta un suceso marcado por significantes adjudicados por la
pareja parental y la insondable decisión del ser.
Conflicto de intereses: las autoras declaran que no existen.
Declaración de contribución:
Las autoras recolectaron información científica actualizada, así como en la elaboración y organiza-
ción del documento.
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Recibido: 16 de abril de 2021
Aceptado: 22 de junio de 2021
Estrago materno y función materna en madres adolescentes. Un recorrido teórico y clínico
Maternal damage and maternal function in adolescent mothers. A theoretical and clinical
approach
https://doi.org/10.37135/ee.04.12.11
Autoras:
Alejandra Salomé Sarmiento Benavides1 – https://orcid.org/0000-0002-6404-418X
María Verónica Egas Reyes2 – https://orcid.org/0000-0002-5361-8213
1Universidad Nacional de Chimborazo, Riobamba-Ecuador.
2Pontificia Universidad Católica del Ecuador, Quito-Ecuador.
Autor de correspondencia: Alejandra Salomé Sarmiento Benavides. Email: asarmiento@u-
nach.edu.ec. Teléfono: 0984258784. Dirección postal: Ayacucho entre Pichincha y García
Moreno. Riobamba, Chimborazo, Ecuador.
RESUMEN
El embarazo en la adolescencia implica múltiples cambios somáticos, sociales y psicológicos.
En esta última dimensión, estrago y función materna constituyen dimensiones que requieren de
atención comúnmente. La bibliografía ofrece una amplia gama de abordajes teóricos que se
reflejan en la práctica psicoanalítica, al respecto se presenta una revisión apoyada en las expe-
riencias aportadas por especialistas en esa área. La información se recolectó en bases de datos
científicas reconocidas, tesis de graduación en repositorios universitarios y organizaciones no
gubernamentales de reconocimiento mundial por su actividad de asesoría, investigativa y acadé-
mica. Fundamentalmente, la información teórica se organizó de manera cronológica, la que
luego fue confrontada con las declaraciones de los profesionales entrevistados. Durante el
proceso, se siguieron los principios éticos investigativos universales, en garantía de la calidad y
rigor de las fuentes consultadas.
Palabras clave: conducta materna, psicoanálisis, embarazo en adolescencia.
ABSTRACT
Teenage pregnancy involves multiple somatic, social and psychological changes. In this last
dimension, damage and maternal function constitute dimensions that commonly require atten-
tion. The bibliography provides a wide range of theoretical approaches that are reflected in
psychoanalytic practice. In this regard, a review supported by the experiences contributed by
specialists in this area is presented. The information was collected in recognized scientific data-
bases, graduation thesis in university repositories and non-governmental organizations of world-
wide recognition for their advisory, investigative and academic activity. Fundamentally, the
theoretical information was organized chronologically, which was later compared with the state-
ments of the professionals interviewed. During the process, the universal investigative ethical
principles were followed in order to guarantee the quality and rigor of the searched sources.
Keywords: Maternal Behavior, Psychoanalysis, Pregnancy in Adolescence.
INTRODUCCIÓN
Generalmente, la madre asume la satisfacción de las necesidades del niño/a durante sus primeros
años de vida; quien, además, introduce al hijo/a en la estructura del lenguaje. Maternidad y femi-
nidad son procesos que se contraponen en cada mujer en el intento de alcanzar la sensación de
plenitud.
(1)
Freud es el primero en plantear elementos asociados con el complejo de castración en la relación
madre-hija, señalando que se genera una extrañación en forma de hostilidad, con el reproche de
la segunda por traerla incompleta. El término estrago (ravage) propuesto por Lacan establece
indicaciones sobre la dinámica en el lazo afectivo de la madre con su hija, asegura que sostenerla
puede llegar a ser insoportable, a tal punto en el que la mujer renuncia a su feminidad para ser
toda-madre, es ahí donde convierte a la hija en su objeto de deseo y la absorbe, en algunos casos
ocasionaría que en su vida adulta inicie una relación afectiva con una pareja que podría conver-
tirse en su estrago.
(2)
En la adolescencia, el individuo construye su identidad sexual, reorganiza las identificaciones y
reemplaza al Gran Otro primordial por el Otro social, se trata de un estado de transición que
promueve la autonomía psíquica.
(3)
La gestación y maternidad implican procesos biológicos,
psíquicos y sociales que suponen retos para las madres adolescentes, entre los que destaca la
posible separación de la estructura familiar.
(4)
Feminidad y función materna
El concepto de maternidad desde punto de vista biológico se asume como un proceso de cambios
fisiológicos en el organismo de la mujer con el fin de la gestación y el parto. El enfoque socioló-
gico vincula la maternidad con la familia, comprendiendo que es necesaria la presencia de un
sujeto femenino que posibilite la concepción de los hijos y asuma su cuidado, en medio de un
sistema social que tiene como objetivo primordial la reproducción. La teoría psicoanalítica plan-
teada por Sigmund Freud en 1910 manifiesta que: “el amor de la madre por el lactante […]
posee la naturaleza de una relación amorosa plenamente satisfactoria”. Esta última sugiere que
ese lazo genera sensaciones de agrado y autorrealización en la madre, similares a las que se
producen en las relaciones de pareja.
(5)
Durante su etapa como lactante, el sujeto está invadido por sensaciones provenientes del
ambiente que aún no asimila, debido a que se encuentra en el proceso de separar su yo del
mundo externo. Ese infante requiere asistencia permanente para satisfacer sus necesidades de
forma inmediata para su supervivencia: alimentación, vestimenta, sueño y protección. Además,
precisa de acompañamiento durante la construcción de su aparato psíquico por una persona que
asume la función materna.
(6)
El vínculo que desarrolla el bebé con su cuidador representa un lazo afectivo recíproco y primor-
dial, creándose características psíquicas importantes para su desarrollo que lo acompañarán
durante toda la vida. Generalmente, la madre asume la función materna, la que participa directa-
mente en el desarrollo psicosexual del niño/a mediante caricias, besos y abrazos, despertando
formas placenteras y de excitación sexual en el lactante que se generan en las zonas erógenas.
(7)
La masculinidad se vincula con la actividad y la agresividad; mientras que, la feminidad lo hace
con la pasividad. Sin embargo, la madre mantiene una postura completamente activa, lo que se
evidencia en el acto de la lactancia, esta entrega una parte de ella al hijo/a, controlando cuánto y
cuándo el bebé puede hacerlo.
En los primeros años de vida, el infante no ha desarrollado aún una postura con respecto a la
sexualidad. En las edades de 5 y 6 años, el niño/a atraviesa una etapa de complejo edípico,
descubriendo la diferencia sexual. Al ser poseedor del falo, el varón experimenta la castración al
final, pero la hembra descubre su falta y vive la castración antes; por lo tanto, su superyó no
alcanza la fuerza y el significado que viene de la cultura. La niña que asume su feminidad en
plenitud, implementará una búsqueda inconsciente de ese objeto fálico en la adultez a través de
la procreación con una pareja (un hijo la hará sentirse completa).
(8)
Melanie Klein atribuye gran importancia a la relación que desarrolla la madre con el niño/a. Esta
permite establecer relaciones relaciones de defensa, ansiedad y objeto en el lactante durante los
primeros meses de vida. En los primeros 3 o 4 meses de vida, el bebé atraviesa la posición esqui-
zoparanoide, colocando sus impulsos agresivos sobre el objeto en dependencia de la satisfacción
que este le proporcione. Posteriormente, pasa a la posición depresiva, percibiendo a la madre
como un objeto completo y se relaciona con ella de esa manera, en ciertos momentos experimen-
ta ambivalencias afectivas, por atravesar impulsos de amor y odio que intensifican su deseo de
aniquilar a la madre mala y perpetuar a la buena.
(9)
Cuando el vínculo entre el lactante y la madre no se consolida en afecto de felicidad, puede
deberse a conflictos contradictorios que atraviesa el niño/a, conduciéndolo a posibles fracasos
en el futuro. Las relaciones sociales podrían construirse en base a ansiedades exacerbadas sin
procesar. También, se pueden observar depresiones anormales o inesperadas en los bebés, las
que surgen de las dificultades generadas en esta relación primordial, disminuyendo su deseo.
(10)
Acerca de la existencia de un superyó primario, se piensa que el lactante realiza una introyección
precoz sobre los objetos buenos y malos que representan para él los fragmentos del cuerpo de la
madre, configurando al superyó como una parte del yo, que intenta regular esta agresividad e
impedirse provocar algún tipo de daño a la madre. Propone que el surgimiento del complejo de
Edipo se produce desde los cinco y seis meses de edad, cuando se atraviesa la posición depresi-
va, donde comienza a percibir el daño que causa con sus impulsos agresivos.
(11)
La frustración producto del destete genera el surgimiento del complejo edípico, aflorando
impulsos sádicos fortalecidos por las frustraciones anales y el sentimiento de culpa consecuente
de la formación del SuperYo que se establece por las fijaciones pregenitales. La fase preedípica
tiene una inclinación femenina, caracterizada por una tendencia sádica que se vincula con el
impulso epistemofílico, que conduce al infante varón a identificarse precozmente con la madre.
El cuerpo biológico de ella se convierte en la fuente de deseos y provocaciones sexuales, que son
poseídos imaginariamente por el hijo. Específicamente, zonas como los pechos representarán
abundancia, provocando que se establezca cierta envidia y competencia entre el niño y la madre.
En la infante mujer aparece la conciencia de la carencia del pene y percibe que la madre posee
el del padre, acercándose a este mediante una relación seductora y envolvente que genera mayor
distancia con la madre.
(12)
Durante la infancia, la niña es influenciada por las experiencias preedípicas y edípicas incons-
cientemente, influyendo en la búsqueda de una relación de pareja durante la vida adulta en su
búsqueda por satisfacer sus fantasías sádicas sexuales. Si logra ese éxito, la mujer siente que
alcanzó el lugar que tuvo su madre, haciéndola merecedora de los privilegios que le fueron arre-
batados durante la niñez. Las características narcisistas en la madre, la impulsan a buscar gratifi-
caciones personales que consigue a través de sus hijos, generando dependencia de estos que la
hacen indispensable y prolonga esa relación simbiótica.
(13)
Donald Winnicott plantea que, durante los primeros años de vida, el individuo debe vincularse
con un Otro materno para la supervivencia física y psíquica, configurando el perfil afectivo del
bebé. El infante debe saber manejar la separación de la madre, por lo que es importante crear un
espacio interpersonal. Este autor propone el término objeto transicional para el elemento donde
deposita sus afectos, permitiendo el corte necesario con la madre.
(14)
Los niños poseen el rasgo psíquico de bisexualidad, en el que se configuran elementos femeni-
nos y masculinos. Los primeros están asociados al ser y los segundos al hacer, ambos elementos
tienen una función determinada y son necesarios para la construcción del aparato psíquico.
(15)
En torno a la madre del lactante (que asume adecuadamente su función) existen elementos que
posibilitan el tránsito de la dependencia absoluta a la independencia del hijo/a:
(16)
Holding o sostenimiento, manera de acunar entre sus brazos al bebé, asociado con sensa-
ciones esporádicas que niegan la posibilidad de un reaseguramiento y contención de las
ansiedades psicóticas en base a la realidad externa del ser.
Manipulación, satisfacción corporal del niño mediante la relación psicosomática y la
coordinación.
Mostración de objetos, contacto entre el lactante y los objetos de su entorno.
Jacques Lacan manifiesta que el cuidador puede pertenecer al otro género, lo único que necesita
es amar y proteger al lactante de manera oportuna y apropiada. Por eso, resalta la relevancia de
la figura materna, por ser quien se convertirá en el Gran Otro primordial, posibilitando la cons-
trucción del cuerpo simbólico del infante mediante el lenguaje como discurso del Otro.
(17)
En la etapa de la niñez, el vínculo con la figura materna es esencial en el desarrollo del proceso
de constitución subjetiva denominado estadío del espejo, el que se genera entre los 6 y 18 meses
de edad. Aquí, se construye la imagen unificada del bebé que permite reconocerse a sí mismo y
a otros. Se configura el registro imaginario y el narcisismo, marcando el comienzo de la relación
del infante con su contexto.
(18)
La mujer vive la maternidad como un privilegio, puesto que el contacto físico le ofrece mucha
satisfacción narcisista. Los recuerdos y experiencias que la mujer vivió durante la infancia le
ayudan a crear y sostener el sentimiento materno, abrigando al lactante. Para el niño/a la imagen
del seno materno produce una sensación de protección y complementación; por lo que, al darse
el destete debe sublimar dicha pérdida.
(19)
Existe una relación entre el complejo de Edipo, el ideal del yo, el superyó y la realidad. El infan-
te adquiere identificaciones sexuales que posibilitan asumir el género para relacionarse con su
entorno, lo que se asocia al ideal del yo. La metáfora paterna que es el complejo de Edipo
propuesto con tres funciones simbólicas: objeto, deseo de la madre y del padre. Esta última
función introduce a todos los participantes en la metáfora, separando al niño del deseo materno
y permite el desarrollo el SuperYo y su propio deseo.
(20)
El goce que experimenta la mujer no es fálico. Al estar castrada, no tiene el temor que posee el
varón a perder el falo. No existe una forma de goce universal y generalizado que caracteriza a
las mujeres, pues la singularidad favorece una forma propia e individual de satisfacción.
(21)
Aproximaciones al estrago materno
El estrago materno se produce cuando la relación entre la figura materna y el niño se vuelve
absorbente. La palabra estrago proviene del término en francés “ravage” que significa devasta-
ción y destrucción. El infante se queda envuelto en el deseo mortífero de la madre que evidencia
la voracidad que ella ejerce en su función, provocando una descompensación a nivel del aparato
psíquico e impide la separación.
(22)
La maternidad es insuficiente ante la presencia del deseo y goce que experimenta el infante
cuando la madre se convierte en el vehículo que traslada el significante del nombre del padre
hacia el hijo/a y anula su deseo como mujer. Esto hace que sature la falta de su vástago, resultan-
do devastador.
(23)
La mujer elije inconscientemente el camino del estrago cuando surgen dos elementos: la actividad
evidenciada en todas las muestras de afecto hacia su hijo/a y la pasividad reflejada en los planos
social y sexual. La madre absoluta renuncia al placer que obtendría como mujer, lo que la conduce
a devorar al hijo/a, el segundo podría generar una fantasía masoquista en la vida adulta.
(24)
La relación estragante aparece cuando la figura materna no cuenta con los recursos simbólicos
suficientes durante los primeros años de vida del niño/a, incumpliendo con la función encomen-
dada, pudiendo significar que no existe el deseo materno o no lo ha desarrollado.
(25)
A través de la metáfora del cocodrilo, Lacan describe la manera en que opera el estrago materno:
la boca del animal representa el deseo materno; el infante, su alimento; el agua es el lenguaje y
la transmisión de significantes y la barra atravesada en la boca del cocodrilo se refiere al falo.
Así, sugiere que el deseo materno debe ser refrenado mediante el falo, existiendo una tercera
función que separa al niño/a de la figura materna e impide la depredación.
(26)
El deseo de la madre es mortífero si la relación afectiva con el niño/a es excesiva. Cuatro signifi-
cantes interactúan en el estrago: la devoración, lo insaciable, el capricho y la destrucción. Este
fenómeno provoca marcas irreversibles que se evidencian en individuos que no construyen una
inscripción simbólica, por la ausencia o poca presencia de la función paterna, conduciendo a
inexistencia de regulación del capricho materno.
(27)
El fenómeno del estrago puede verse de diferentes maneras:
(28)
Si está configurado desde la realidad no permite que el sujeto construya símbolos propios,
condenándolo a constituirse en objeto del Otro.
Elemento que impide al individuo relacionarse con el objeto fálico.
La madre fijada como el Otro, excluyendo al sujeto de la ley simbólica.
La relación madre-hija estragante con una connotación amorosa y torturante tiende a ser
devastadora y muy parecida al goce femenino pleno.
La presencia de la niña puede provocar que la madre experimente un desencuentro con su propia
castración, evocando las marcas producidas durante el complejo edípico de manera intolerable.
(29)
Cada mujer crea su propio modo de gozar y demanda un significante que le adjudique su identi-
dad de género. La construcción de su propia feminidad resulta uno de los propósitos de las niñas
al llegar a la adultez.
(30)
El estrago materno puede expresarse en forma de un amor excesivo o a través de una conducta
total o parcialmente despreocupada y/o negligente. La mujer que experimenta la maternidad
coloca al futuro bebé como un semblante, por el hecho de llevar un nuevo ser al interior de su
cuerpo, aparentando que va a constituirse en el objeto fálico que cubrirá su falta.
(31)
La complejidad subjetiva en el individuo se configura al no encontrar un objeto que le permita
establecer un anclaje fálico. En unas ocasiones, el partenaire simula un efecto similar, en otras,
los hijos/as se ubican como medio para esa satisfacción. Aunque, en la mayoría de casos esos
objetos no funcionan por un tiempo prolongado; de ahí, que la mujer busca otras vías para sobre-
llevar esa insatisfacción, pudiendo presentarse como síntoma o mediante el consumo de sustan-
cias, entre otras.
(32)
Pubertad, adolescencia y maternidad
El término Umgelstatung implica forma y morfos para referirse a la pubertad. Esta etapa del
desarrollo se conoce como la metamorfosis de la pubertad, en la que se reorganiza la vida sexual
infantil debido a que, las identificaciones y semblantes que construyó durante la niñez han perdi-
do la capacidad de sostenerlo. Además, enfrenta un despertar sexual distinto mediante recursos
imaginarios y simbólicos mucho más amplios, donde el otro ocupa un lugar primordial.
(33)
La pubertad puede ser vista como un túnel perforado que parte de las experiencias y recuerdos
infantiles hasta las escenas y fantasías asociadas a la sexualidad adulta. El púber se deslinda de
los objetos infantiles y empieza a vivir una transformación corporal progresiva que responde a
un nuevo modo de goce, escogiendo un objeto que garantice esa satisfacción. Además, el sujeto
pierde su concepción sobre los padres como Otros absolutos, ubicándolos como seres mortales
y reemplazables sin ninguna autoridad.
(34)
En la pubertad, el individuo experimenta un goce invasivo e irreconocible a nivel del cuerpo
real, sumando una imagen corporal retrógrada que no amortigua dicho goce. El sujeto asimila,
acomoda e introyecta ese nuevo esquema corporal, volviendo a desarrollar la conexión psicoso-
mática mediada por los registros imaginario, simbólico y real.
(35)
El empuje hormonal en la pubertad no implica cambios biológicos únicamente, pues está media-
do por el lenguaje y resulta una transformación total. Al finalizar este período, el ser humano
aprenderá un modo de relacionarse con el otro que ocupa el lugar de partenaire sexual.
(36)
En la adolescencia, se actualizan los conflictos sexuales latentes en la infancia del individuo,
exacerbando instancias psíquicas como la importancia del yo y la dinamización de los mecanis-
mos de defensa. Este es un proceso natural de descubrimiento personal a través de un desarrollo
emocional que debe vivirse plenamente. También se ve como una etapa denominada identidad
vs confusión o difusión, construyendo la identidad basándose en los recursos sociales que tiene
a su disposición, lo que implica un momento crítico en el que experimenta frustraciones, dudas,
imposición de metas, además de cambios afectivos y cognitivos.
(37)
Entre los impasses, pérdidas y construcciones que el adolescente atraviesa, la temporalidad
psíquica se presenta como un elemento relevante, ya que se trata de un estado que obliga al indi-
viduo a renunciar a la cobertura simbólica otorgada por el Otro primordial en la niñez. En esta
se producen reelaboraciones subjetivas congruentes con un cuerpo físico que produce asombro,
mientras se acompaña por el Otro en busca de encontrar un lugar y pertenencia en lo social. Así,
la temporalidad psíquica o lógica es el tiempo que requiere un individuo para procesar los cam-
bios biológicos y psicológicos, además de las manifestaciones pulsionales. Si no concibe esas
modificaciones, el individuo mantiene las marcas infantiles, obstaculizando la generación del
deseo singular.
(38)
Otro aspecto de gran importancia es la fantasía, el sujeto neurótico se sirve de diversos recursos
que no surgen de la realidad. La fantasía implementa una realidad paralela en la que la persona
se posiciona como protagonista de su historia, convirtiéndolo en un modo de sobrellevar la
angustia de vivir. El adolescente utiliza este recurso para movilizar el deseo, identificaciones,
ideales y la configuración de la imagen inconsciente del cuerpo.
(39)
Diversas experiencias inconscientes que el sujeto vive en la etapa pre y postnatal pueden consi-
derarse como la causa de conductas de riesgo, tales como:
(40)
La tendencia al suicidio ligada al deseo de la madre por interrumpir el embarazo o una
necesidad a terminar con su niñez.
La inclinación para fugarse, implicando una distancia ante el comportamiento cultural-
mente normalizado.
El consumo de drogas, como vía para mitigar los cambios que atraviesan, pudiendo
llegar a constituirse en un semblante temporal que estabiliza la libido ante la posibilidad
de procreación.
El embarazo para consolidar un corte de estado que agilite la llegada a la adultez.
La posibilidad de la concepción influye en la aparición de dos significantes que se complemen-
tan y marcan al sujeto femenino: ser mujer y ser madre. El primero se relaciona con el modo de
satisfacer el goce sexual, da respuesta al placer sexual masculino y le conecta con la identidad
femenina. El segundo está vinculado con la incógnita del origen mismo del ser: ¿de dónde veni-
mos?, lo que confronta a la realidad de la procreación y la búsqueda de consolidar al hijo como
el objeto fálico.
(41)
El embarazo se concibe como un llamado al Otro (madre, el padre, la pareja, etc.), en forma de
un mensaje que se requiere descifrar. Durante la adolescencia, este acto anuda dudas y probables
conflictos en la relación madre-hija, ya que ambas pasan a tener la misma posición.
(42)
Socialmente, el embarazo adolescente puede ser asumido como un descuido o un error que
demuestra la vulnerabilidad en la toma de decisiones por el individuo e involucra a toda la fami-
lia. Biológicamente, evidencia un estado adecuado de salud y madurez física. Emocionalmente,
muestra una aparente confusión y temor. Desde la perspectiva psicoanalítica, se cree que la
mujer desea inconscientemente ser madre, desde ese punto de vista, el embarazo adolescente es
deseado, aunque no sea planificado en algunas ocasiones.
(43)
Existen cuatro factores que influyen en el embarazo adolescente:
(44)
Lugar que ocupa en su grupo familiar y genera un deseo precoz de concebir un hijo.
Respuesta ante la relación de afecto con la figura materna.
Conflicto edípico mezclado con un error.
Deseo de tener progenie.
En la construcción de la identidad, el adolescente se confronta a un Otro exigente cultural ante
el que debe posicionarse y mantener un lugar social. Al convertirse en madre, algunas mujeres
adquieren la identidad que se ensambla con la adultez. En 2006, Amorín refirió que, la madre
adolescente deposita sobre el hijo/a la ilusión de mantener un hogar, sobrecargándolo de ideales
que puede asociarse con la satisfacción de carencias afectivas en su pasado.
(45)
Visión de la función y estrago maternos desde la práctica clínica
La entrevista a tres especialistas en psicoanálisis permitió observar que coincidieron al afirmar
que, en la clínica no es posible anticipar y generalizar las respuestas en sujetos bajo una situación
similar. La singularidad de cada caso atendiendo a los recursos simbólicos desarrollados.
Estos destacan que el parto no constituye el elemento que garantiza la formación del vínculo
entre recién nacido y la figura materna. Debe existir un proceso de acogida, adopción y deseo
por la madre. La adopción puede ser directa ante la ausencia del padre o mediada por este por su
presencia.
La maternidad y paternidad deben ser reforzados por otros componentes sociales. Las relaciones
totalmente armoniosas no existen, aunque no se evidencien ausencias, negligencias, reproches,
entre otros actos reprobables. Este desencuentro se refuerza con el desarrollo del lenguaje.
Algunas familias manifiestan una participación importante en la vida de las adolescentes emba-
razadas; sin embargo, no se observan lazos complejos con la figura materna y carecen de
elementos simbólicos suficientes, sin que se distingan los roles de sus miembros, siendo confu-
sos y precarios.
La repetición es parte de la realidad individual, pero existe una reactualización generacional que
plantea historias únicas, la que pudiera ser un modo de resolver situaciones inconclusas.
En ciertos casos y varios momentos, la madre se torna caprichosa, antojadiza y estragante,
pudiendo parar si se encuentra castrada, pero quedarán huellas en el hijo/a.
Las adolescentes que abandonan la formación escolar pierden un posible espacio para sublimar
la pulsión. Algunas instituciones educativas toleran el embarazo en sus entornos sin darles el
apoyo y acompañamiento necesarios.
Finalmente, concuerdan en que la adolescencia constituye un desafío debido a la incertidumbre
que genera el futuro en el sujeto, además de las dificultades simbólicas y reales que aparecen.
El especialista 1 afirma que la mujer que se convierte en madre genera la división primordial. La
adolescencia juega un papel fundamental en el desarrollo de la sexualidad y el embarazo precoz
obliga a renunciar a una parte de la feminidad tempranamente y reinventarse en su ser de mujer,
para cumplir con la función materna.
REE Volumen 15(3) Riobamba sep. - dic. 2021
FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD
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Además, refiere experiencias de casos donde el vínculo con la madre resulta traumático, destacando que
esta relación es susceptible a lo inesperado por la influencia de lo deseado y lo indeseado.
El estrago materno debe ser tratado cautelosamente, ya que podría culpabilizar a las madres, resaltando
dos indicaciones: la madre en la posición de la pareja (el hombre como estrago) y el hombre personifi-
cando a la madre.
Manifiesta que la madre se vuelve estragante al asumir plenamente ese papel y deja de ser mujer, asegu-
rando que existen casos en que la maternidad pone un freno al goce del sujeto al modificar su comporta-
miento a partir de la llegada de su hijo/a, pero separarla podría desubicarla nuevamente.
Acerca del embarazo adolescente, sostiene que en cada caso se manifiestan efectos diferentes ante
factores predeterminantes similares. Su participación en investigaciones posibilitó que encontrara
entornos familiares que conciben esta etapa de la vida como lo aceptable, en estos se comparte el espa-
cio físico y las funciones de los miembros.
Considera que, en determinadas condiciones sociales, el embarazo adolescente reiterado en una misma
joven se torna una decisión personal. Alude al caso observado en un documental con una chica de 12
años que se enorgullecía por ser pareja de un narcotraficante; su papá se sentía culpable y decía: “yo no
estuve ahí, yo pude haber evitado esto, yo me fui, no estuve, ella es una niña, ella se chupa el dedo para
dormir todavía”, visualizándose un acto fantasmático que sugiere un deseo por separarse de los padres,
sin que se constituyera en un acto logrado.
Concluye que detrás de las personas que ejercen los roles parentales hay hombres y mujeres, cuyas
particularidades identitarias más íntimas pueden explorarse mediante el psicoanálisis.
El especialista 2 concibe a la madre como un agente que posibilita la operacionalización de la función
del padre, introduciendo al infante en el lenguaje, produciendo la inscripción simbólica, le adjudica un
lugar y lo convierte en un objeto de deseo, a la vez que genera una hiancia que posibilitará que se vuelva
sujeto.
Con respecto a la dinámica entre madre e hija asociados al estrago, la primera tiene una actitud de recha-
zo; mientras que la segunda, de reproche. Entre ambas existe tendencia a la insatisfacción susceptible
de devoración. En algunos casos, esta dinámica se constituye en una queja histérica y no desencadena
en estrago.
En una experiencia de trabajo grupal con madres adolescentes, que se encontraban en un albergue de la
ciudad de Quito, percibió que existía una cierta correlación entre la condición económica, cultural,
social y el embarazo. Existía precariedad simbólica en las familias y relaciones casi de pares entre algu-
nas madres e hijas. Varias de estas chicas tenían posturas muy sexualizadas y no querían renunciar a
eso para asumir la maternidad. Una vez más, en una situación similar, algunas asumieron su función
materna y se notaba un descuido de sí mismas, proyectando una imagen envejecida; mientras que, otras
rechazaban a sus hijos mediante actos negligentes.
Menciona que la repetición se produce a nivel de la realidad, abriendo la posibilidad de circunstancias
distintas para ese hijo/a, es decir, el estrago podría quedarse en la relación entre la madre y la hija,
mientras que este nuevo ser queda separado de esa dinámica.
El especialista 3 manifiesta que en el trabajo clínico con madres e hijos/as aparece la dependencia
como un fenómeno muy común. Sin embargo, recalca que tiene diferentes connotaciones de acuerdo
con elementos sociales generacionales; en su experiencia, hace 10 años se creía que el vínculo debía
posibilitar la independencia como punto de partida; mientras que, actualmente se habla sobre cómo
construir independencia en el punto de partida. La dependencia madre hijo/a debe analizarse desde los
primeros años de vida.
Considera el concepto de estrago materno atendiendo a las particularidades de cada época o genera-
ción. Durante el ejercicio clínico atendió algunas madres que establecen relaciones extremadamente
dependientes con sus hijos/as y viceversa, aspecto que podría generarse en contextos excepcionales
cuando el padre es ausente. Hace alusión a lo manifestado por Silvia Ons, acerca de la caída del nombre
del padre relacionada con el declive de la masculinidad y la presencia socialmente desvalorizada del
padre.
La dependencia tiene la potencialidad de impedir que el sujeto alcance autonomía en la adultez, ocasio-
nando una profunda desconfianza hacia la figura que la genera y que las decisiones pasen por la apro-
bación de la madre. A esto, se agrega una sexualización precoz ejercida sobre los hijos/as, como un
sentido de propiedad, donde se utilizan significantes como: compañero/a, amiga, marido, maridito,
entre otros; no se experimenta como algo patológico, hasta que aparece algún síntoma.
En relación con el embarazo adolescente, plantea que debe contemplarse en tiempo y espacio geográfi-
co. En ciertos contextos tiene cierta funcionalidad, tal como: liberarse del núcleo familiar. En zonas
rurales, resulta culturalmente aceptable y tiene una connotación comunitaria. En ciertos entornos urba-
nos, se asocia con un componente social sin que represente implicación afectiva sino en relaciones
casuales.
Algunos padres, cuyos hijos adolescentes cuentan con pareja formal o regular, imponen su deseo de
tener nietos y los inducen a tener hijos tempranamente, lo que ocurre comúnmente cuando existe una
profunda dependencia hacia los progenitores y buscan afirmación dentro de la vida familiar en esta
etapa del desarrollo individual. Aunque, pueden presentarse casos en que se pretende restituir el víncu-
lo familiar, empleando al nuevo integrante como elemento cohesionador al cumplir el anhelo de ser
abuelo(a).
Si el adolescente no pone en palabras las angustias del embarazo, las angustias del embarazo de su
pareja, si no hay alguien con quien se pueda tratar las emociones que están presentes, las dificultades
que están presentes, la construcción de la maternidad y paternidad se vuelve un enorme desafío,
cuando todavía no tienen ese enorme capital simbólico que da la madurez.
Muchos padres tienen la tendencia a proyectar sus aspiraciones frustradas en el orden personal o
profesional en sus hijos(as), incidiendo para que las asuman como propias.
CONCLUSIONES
La función materna constituye un generador de amor, protección y cuidado al niño/a, siendo indis-
pensable para la supervivencia del sujeto durante sus primeros años de vida. Pero, la madre puede
llegar a devorar subjetivamente a la hija cuando esta decide separarse de ella, absorbiéndola y convir-
tiendo esta función en un estrago, que se consolida en forma de rechazo en la relación entre madre e
hija.
En la adolescencia, la maternidad puede plasmarse como un acto que permite lidiar con la recons-
trucción psíquica que experimenta el sujeto. Esta puede configurarse como: un salto hacia la adultez,
una salida a la relación estragante con la figura materna o la consolidación de los ideales familiares
asumidos por el individuo. Lo que resulta un suceso marcado por significantes adjudicados por la
pareja parental y la insondable decisión del ser.
Conflicto de intereses: las autoras declaran que no existen.
Declaración de contribución:
Las autoras recolectaron información científica actualizada, así como en la elaboración y organiza-
ción del documento.
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Recibido: 16 de abril de 2021
Aceptado: 22 de junio de 2021